viernes, 7 de octubre de 2016

Organizando experimentos económicos: El papel de las empresas, por Mises Hispano.

experiment

experiment[Publicado originalmente el 17 de marzo de 1999]

Presentación

Este trabajo busca establecer enlaces entre la teoría austriaca del proceso del mercado y la teoría de la organización económica. Otros también han explorado este enlace, centrándose, por ejemplo, en la contribución del análisis de Mises (1936,1949) del cálculo económico para la comprensión de los límites de la empresa (Klein 1996) o en cómo las ideas de Hayek sobre conocimiento disperso aumentan nuestra comprensión de la organización interna de la gran empresa (Jensen y Meckling 1992). Sin embargo, nuestra perspectiva es distinta de la de estas contribuciones.

En concreto, empezamos a partir de la noción austriaca del proceso del mercado, no solo como un método superior para integrar conocimiento disperso, sino también para producir nuevo conocimiento (novedades). Uno de las razones para esta superioridad reside en la naturaleza experimental del proceso del mercado. Los experimentos en productos, procesos, organización, etc. se están realizando y evaluando continuamente. Los derechos alienables de propiedad permiten a quienes toman las decisiones locales llevar a cabo dichos experimentos, en buena medida sin buscar la aprobación de nadie. Es esta visión experimental general la que deseamos transferir a la empresa, así que consideramos un nuevo lugar para la actividad experimental.

Las empresas desempeñan un papel central e incluso dominante en el proceso de experimentación, como equipos y mentores e innovadores, un hecho que no se refleja ni en la economía austriaca, ni a la economía dominante de la organización. Sin embargo, nuestra idea es que una perspectiva sobre las empresas como equipos de experimentación no solo mejora nuestra comprensión de la dinámica del proceso del mercado, sino que también nos permite desarrollar una perspectiva novedosa sobre la empresa.

Las empresas aportan las novedades y las prueban con el procedimiento experimental del proceso del mercado. Por ejemplo, las novedades pueden encarnarse en nuevos productos y entrar en el proceso del mercado en forma de transacciones con consumidores o usuarios industriales. Sin embargo, antes de esta introducción en el proceso del mercado, las novedades han sido fabricadas dentro de la empresa o, tal vez, en cooperación con dos o más empresas. Estos procesos también implican transacciones o, más precisamente, intercambio de derechos de propiedad entre diversos agentes. Como nos informa una enorme literatura, la definición, intercambio y aplicación de derechos de propiedad no es gratuita, siendo los costes relevantes costes de transacción. Por tanto, realizar experimentos económicos es costoso, no sólo en términos de desembolsos directos (gastos de I+D, etc.) o en forma de una posible experimentación paralela, sino también en términos de costes de transacción.

Centrarse en estos costes y en cómo son influidos e influyen en los experimentos económicos nos permite tratar asuntos de organización económica. Así, vemos con más detalle los mecanismos dentro de las empresas que producen cambio endógenamente, como el aprendizaje, la experimentación y el aumento en la división del trabajo, y ligamos esto al asunto de la coordinación por asignación directiva de derechos dentro de la empresa. Argumentamos que la empresa aparece como una institución que coordina una división compleja del trabajo en un sistema tecnológico, caracterizada por un cambio continuo y endógeno. Esta explicación contribuye al menos a dos áreas de investigación. Primero, contribuimos a la escuela austriaca al argumentar que el énfasis característicamente austriaco en la actividad cataláctica, tan a menudo experimental en la naturaleza, puede extenderse a la empresa. Segundo, contribuimos a la economía de la organización, incorporando asuntos de aprendizaje y experimentación a este cuerpo teórico.

Los experimentos económicos y el proceso de mercado

Muchos investigadores, de distintas maneras y desde distintos puntos de vista, han sugerido que la metáfora de la experimentación es una forma útil de caracterizar la actividad del mercado.[1] Así, Nelson y Winter (1982) basan su teoría evolucionista en la noción de que “el sistema de mercado es (en parte) un dispositivo para llevar a cabo y evaluar experimentos de comportamiento económico y organización” (Nelson y Winter 1982: 277).[2] En un contexto algo más amplio, el de la filosofía política, la apertura a experimentos en normas, organización, estilos de vida, etc. ha sido uno los argumentos tradicionales a favor de la sociedad liberal (“grande”, “abierta”), al menos desde los escritos de John Stuart Mill. Y varios historiadores económicos (por ejemplo, Rosenberg y Birdzell 1986) han argumentado que “la libertad de llevar a cabo (…) experimentos ha sido el elemento esencial que explica el hecho de que la industrialización ha sido, de manera única, un producto histórico de las sociedades capitalistas” (Rosenberg 1992: 181). Finalmente, se ha argumentado que el problema básico que afronta la política pública es el “diseño de disposiciones institucionales que proporcionen incentivos para animar a la experimentación (…) sin aislar completamente estos experimentos de la prueba final de la supervivencia” (Demsetz 1969: 19). El sistema de derechos de propiedad desempeña aquí el papel clave (North 1990).

Sin embargo, no está tan claro qué significa realmente decir que el proceso de mercado es un proceso de continua actividad experimental. Es importante aclarar esto porque, en general, un experimento puede ser un “ viaje de exploración a lo desconocido” (Hayek 1946: 101) completamente impredecible, por un lado. O puede ser del tipo completamente controlado en el que el propósito del experimento es meramente confirmar de nuevo una conjetura ya completamente resuelta (Bhaskar 1978), en el otro. De hecho, el muestreo bayesiano de información puede considerarse experimentación con una interpretación generosa.[3] Así, algunos tipos de actividad experimental pueden ser completamente coherentes con la economía dominante, mientras que otros son coherentes solo con aproximaciones subjetivista austriacas o radicales. Y algunos tipos de experimentos pueden requerir organización empresarial, mientras que otros no.

La actividad experimental en el proceso de mercado

Un paso hacia esta aclaración lo proporciona la explicación de Littlechild (1986) de “tres tipos de procesos de mercado”. En concreto, este (1986: 27) sugiere que distingamos entre modelos de “tipo ideal” del proceso de mercado, basados en

cómo perciben el mundo los que toman las decisiones, cómo estas percepciones cambian con el tiempo, cómo puede buscarse esta información adicional y cómo el que toma las decisiones puede limitar su exposición a la incertidumbre.

Esto lleva a Littlechild a identificar tres modelos típicos ideales, que son lo que llama el “modelo neoclásico” (por ejemplo, Frydman 1982), el “modelo austriaco” (por ejemplo, Kirzner 1973, 1992, 1997; High 1986) y el “modelo subjetivista radical” (por ejemplo, Shackle 1972; Lachmann 1986; Loasby 1976, 1991; O’Driscoll y Rizzo 1985). Los tres dan en principio espacio a la actividad experimental, aunque de distintas variedades.

Esto puede quedar más claro si también consideramos la distinción de Kirzner (1997) entre dos maneras de reflejar la ignorancia en el análisis económico. Primero, los modelos dominantes de la variedad de información asimétrica plantean esencialmente que aunque los agentes ignoren ciertas cosas, saben exactamente el grado de su ignorancia y pueden dar pasos, por ejemplo a través de actividades investigación, para remediar esta ignorancia. Por ejemplo, un agente puede pensar que la investigación de cierto precio de cierto bien en cierta área geográfica está garantizada, en el sentido de que el beneficio esperado es mayor que los costes esperados de investigación y de que la conjetura puede confirmarse a través de acontecimientos reales. Podría pensarse en esto como una actividad experimental en sentido limitado. Igualmente, tal vez estirando demasiado la idea, podríamos considerar un comportamiento que asuma riesgos como experimental en sentido amplio.[4]

Segundo, existe la clara posibilidad de que los agentes realmente ignoren lo que ignoran. En el trabajo de Kirzner, esta ignorancia se ve remediada por el descubrimiento espontáneo. Este parecería no tener la consideración de la actividad experimental, porque idear y realizar un experimento es una prueba a propósito de una conjetura con un resultado incierto y no un descubrimiento espontáneo. Sin embargo, podemos pensar en la actividad experimental como una manera en la que los agentes reducen la ignorancia de la que son inicialmente inconscientes, por ejemplo, a través de descubrimientos casuales. Además, la introducción de la incertidumbre en las actividades del emprendedor kirzneriano resuelve el problema: si las actividades del emprendedor pueden verse como conjeturas inciertas acerca de posibilidades de arbitraje, indudablemente también estas actividades pueden calificarse como experimentales.

Aunque la distinción de Kirzner claramente cubre lo que Littlechild (1986) califica como el modelo neoclásico y el modelo austriaco, está menos claro cómo se relaciona con el modelo subjetivista radical; de hecho, parecería aplicarse sólo en alguna medida. Está claro que, en el modelo subjetivista radical, los agentes están expuestos a sorpresas (Shackle 1972). Esto implica que ignoran su propia ignorancia, ya que, si no es así, no podrían tener lugar verdaderas sorpresas. Por otro lado, el modelo subjetivista radical destaca la imaginación, la capacidad de construir la alternativa elegida y la consiguiente prueba de alternativas en el proceso de mercado (O’Driscoll y Rizzo 1985). Es una opinión que quizá esté más conforme con la comprensión convencional de la experimentación que las otras dos. Sin embargo, las tres abarcan algunos aspectos de la actividad experimental. Podemos resumir estas ideas en la tabla siguiente.[5]

TABLA 1

Modelos del proceso de mercado

Neoclásico Austriaco Subjetivista radical
Caracterización del futuro El agente puede caracterizar totalmente el vector de variables que son relevantes para su acción y puede caracterizar completamente las distribuciones de probabilidad de estas variables. El futuro “es un vector del cual el agente conoce algunos componentes, pero no otros”. El futuro “no es tan desconocido como para ser inexistente o indeterminado en el momento de la decisión. La tarea del agente no es estimar ni descubrir, sino crear”.
Conocimiento de los agentes Los agentes saben lo que no saben. La ignorancia se reduce mediante investigación. Los agentes no saben lo que no saben. La ignorancia se reduce mediante descubrimiento espontáneo. Igual que el modelo austriaco. El conocimiento es de por sí una conjetura.
Experimentación económica Reducción de la ignoracia conocida; actualización bayesiana de lo previo; asunción de riesgos. Un medio para promover el descubrimiento espontáneo. Un resultado de la imaginación: una prueba de una conjetura audaz.

Como revela la tabla, cualquier tipo de mirada delante y toma arriesgada decisiones puede ser calificada en un sentido amplio como experimental. Sin embargo, para centrar la discusión, a partir de ahora asociaremos actividad experimental con situaciones de decisión caracterizadas por un alto grado de imperfección de conocimiento acerca del futuro y, por tanto, por un estado de incertidumbre que es más profundo del que normalmente se asume en la economía dominante. Así, el modelo convencional de investigación, en este caso, no refleja un comportamiento experimental. En nuestra opinión, los agentes pueden seguir teniendo probabilidades subjetivas acerca de los resultados de los acontecimientos. Sin embargo la clave es que cuando estamos hablando de actividad experimental propiamente dicha, de lo que hablamos es de acontecimientos sobre los cuales el conocimiento diseminado no está presente en el mercado.

Presentar un nuevo producto (en lugar de una variación de un producto), un nuevo proceso de producción o un nuevo tipo de organización (por ejemplo, la presentación de Dupont de la Forma-M después de la Primera Guerra Mundial (Chandler 1962)) son ejemplos de actividad comercial experimental. Por contrario, si de lo que hablamos es de eventos que son bien conocidos (en términos de conexiones causales y posiblemente incluso distribuciones de probabilidad), en nuestra terminología no estaremos tratando actividades experimentales propiamente dichas.

Implicaciones para la organización económica

En la economía de la organización hay algunas pistas dispersas (pero no muchas) de que la experimentación y la organización económica son temas relacionados. Así, Knight (1921) destacaba la naturaleza conjetural y orientada al futuro de la actividad emprendedora y relacionaba esto tanto con la existencia de beneficio como con la naturaleza de la empresa. En opinión de Knight, las conjeturas del emprendedor se ven muy oscurecidas por la incertidumbre y mucho de lo que hay dentro de la cabeza del propio emprendedor no puede ser comunicado a otros agentes o asegurado. Para conseguir beneficios de su conjetura comercial, el emprendedor tiene que crear una empresa con él mismo en el puesto de solicitante residual. Así, una combinación de costes de comunicación (Foss 1993) y riesgo moral (Barzel 1987) explican tanto la empresa como el beneficio, como una categoría de renta residual en opinión de Knight. Esta es una manera de relacionar organización económica y experimentación comercial en el mercado.

En su explicación de “La naturaleza de la empresa”, Coase (1937) establece implícitamente una segunda relación. Como observa Coase (1937) es “improbable que aparezca una empresa sin la existencia incertidumbre” está claro por el contexto que tiene en mente la incertidumbre de Knight. En un pasaje citado a menudo, Coase (1937: 21) señala que

Puede que se desee firmar un contrato a largo plazo para el suministro de algún artículo o servicio. (…) Ahora, debido a la dificultad de la previsión, cuanto más largo sea el período del contrato para el suministro de producto o servicio, menos posible y de hecho menos deseable será para el comprador especificar qué se espera de la otra parte contratante. (…) Por tanto, el servicio que se está proporcionando se expresa en términos generales, dejando los detalles exactos para fechas posteriores. (…) Cuando la dirección de los recursos (…) se hace dependiente del comprador de esta manera, puede llegarse a la relación a la que califico como “empresa”.

Aunque no hay nada en la explicación de Coase que sugiera que tuviera la experimentación en mente, creemos que un beneficio de la combinación de dirección jerárquica y contrato de empleo incompleto es que esta facilita la realización de experimentos dentro de la empresa (por ejemplo, con nuevas tecnologías o estructuras de organización) (ver también Loasby 1991). Más en General, la estructura de derechos de propiedad que caracteriza a la empresa puede reflejar de una manera crucial no sólo el deseo de llevar a cabo experimentos comerciales, sino también un deseo de protegerse contra la incertidumbre y sus consecuencias.[6] Para desarrollar esta visión de la empresa, nos basaremos en la economía de los derechos de propiedad (por ejemplo, Barzel 1997).

Una visión experimental de la empresa

En esta sección desarrollamos una visión experimental de la empresa. Nuestra argumentación se basa en una combinación de ideas acerca de las implicaciones económicas de los derechos de propiedad y las ideas subjetivistas austriacas y radicales sobre imaginación y descubrimiento emprendedor. A partir de esta base, buscaremos una justificación para la organización empresarial en su superior capacidad para llevar a cabo experimentos comerciales que pueden tener estas en relación con los mercados.

Derechos de propiedad

A primera vista, la aproximación de los derechos de propiedad (Alchian, 1965; Barzel, 1989; Coase, 1960; Demsetz, 1964, 1969; Eggertson, 1990; Libecap, 1989; North, 1990) parece discrepar de la economía austriaca.[7] De hecho, algunas partes de la aproximación, como (ciertas interpretaciones de) el teorema de Coase, han sido criticadas por economistas austriacos (por ejemplo, Kirzner 1973: 226-227). Sin embargo, lo que puede ser objetable en la aproximación de los derechos de propiedad desde un punto de vista austriaco no son las categorías analíticas concretas desarrolladas dentro de esta aproximación en sí mismas. De hecho, durante mucho tiempo los austriacos dedicaron interés a la categoría de la propiedad y sus implicaciones económicas (por ejemplo, Böhm-Bawerk 1881; Mises 1936).[8]

Convencionalmente, los derechos de propiedad incluyen derechos de uso, que definen los usos potenciales de un activo; derechos de renta, o el derecho a consumir un activo; derechos a excluir a los no propietarios del acceso a los activos, y derechos a transferir permanentemente a otra parte todos los derechos antes mencionados sobre un activo, es decir, a deshacerse o vender activos. Barzel (1994: 394) proporciona un buen resumen del concepto económico de los derechos de propiedad: “como una valoración neta de una persona, en términos esperados, de la capacidad de consumir directamente los servicios del activo o de consumirlos indirectamente a través del intercambio. Una palabra clave es capacidad: La definición no se refiere a lo que las personas tienen derecho legalmente a hacer, sino a lo que creen que pueden hacer”.[9]

Hay instituciones sociales porque los derechos de propiedad definen las relaciones entre personas con respecto a los recursos escasos. Sin embargo, es importante observar que los sistemas de derechos de propiedad pueden existir en diversos niveles (entre los cuales hay relaciones jerárquicas). Así, la ley, las normas y las costumbres de la sociedad definen y delimitan el rango de privilegios otorgados a las personas y a los activos. La combinación de derechos de propiedad y su apoyo institucional forman un “sistema de derechos de propiedad”. Sin embargo, los sistemas de derechos de propiedad también existen en niveles inferiores al de la sociedad, notablemente dentro de las empresas (Williamson, 1985; Grossman y Hart 1986; Barzel 1997). Así que el sistema de derechos de propiedad existente en una empresa se refiere al grupo de relaciones que definen la posición de cada agente con respecto a los demás y con respecto a los activos con los que trabaja el equipo (Alchian 1984).

Históricamente, la aproximación de los derechos de propiedad derivó de la idea de que lo que se intercambian no son los activos por sí mismos, sino más bien los derechos a esos activos (Coase, 1960; Alchian 1965). Sin embargo, el intercambio de derechos no deja de tener costes. Por ejemplo, a menudo activos físicos y humanos tienen distintas propiedades y pueden a veces atender a varios servicios diferentes dependiendo de cómo se usen. En principio, cada una de las propiedades y diferentes usos de los activos pueden especificarse y someterse a negociaciones entre partes en una transacción. Además, los derechos de uso sobre distintas propiedades o los usos de activos pueden compartirse entre individuos (Barzel, 1997). Especificar y contratar los diferentes usos posibles de activos son claramente acciones costosas, más concretamente, incluyen costes de transacción. Del marco de los derechos de propiedad, los costes de transacción se conceptualizan como los costes debidos a la transferencia, captura y protección de derechos (Barzel 1997: 2). Cuando existen esos costes, no todo se especificará en contratos: se dejan incompletos.

Derechos de propiedad cambiantes

Mientras que los teóricos de los derechos de propiedad han hecho mucho por clarificar los significados y ramificaciones de la propiedad, han hecho comparativamente poco por aclarar por qué los sistemas de derechos de propiedad cambian a lo largo de tiempo, aunque se han presentado algunas evidencias históricas para trabajar sobre este asunto (Demsetz 1964; North 1990). Cómo cambian los sistemas de derechos de propiedad también ha sido un asunto olvidado, debido al método comparativo-estático subyacente en la aproximación de los derechos de propiedad.[10]

Nuestra respuesta a estas dificultades empieza con la observación de que los dos asuntos de por qué y cómo cambian los derechos de propiedad son asuntos gemelos. Así, desde una perspectiva austriaca, los derechos de propiedad cambian debido al estado de alerta emprendedor:[11] los emprendedores alertados pueden descubrir que ciertas reorganizaciones de los derechos existentes de propiedad o algunas capturas de derechos que están en el dominio público aumentan su propia utilidad. Está claro que esta es una extensión de la visión kirzneriana del emprendedor (Kirzner 1973, 1992, 1997). Kirzner tiende a considerar como dada la estructura de los derechos de propiedad e investiga las actividades de arbitraje que buscan los emprendedores alertados dentro de esta estructura. Sin embargo, en nuestra visión del concepto del descubrimiento emprendedor, este debería ampliarse para abarcar también descubrimientos relacionados con redefiniciones y capturas de derechos de propiedad y no solo al intercambio de estos.

Es esta perspectiva emprendedora aumentada la que aplicamos a las empresas. En nuestra opinión, las empresas son los vehículos principales para la experimentación empresarial con productos y procesos, porque los sistemas de derechos de propiedad que caracterizan a las empresas a menudo permiten que se lleve cabo esta experimentación con costes menores que en los mercados. Además, y esto es algo en lo que nos centraremos a continuación, las empresas son también vehículos para la experimentación con las propias estructuras de derechos de propiedad. Los cambios organizativos (como externalización, cambios en la estructura organizativa, gestión basada en equipos, etc.) Son por tanto experimentos con las estructuras de los derechos de propiedad de las empresas. Pero también lo son las más mundanas pruebas y errores que suponen el establecimiento de un sistema de producción que funcione correctamente y que conste de muchas áreas especializadas interdependientes, posiblemente extendiéndose a lo largo de varias etapas de la producción. De hecho, para centrar nuestra explicación, nos centraremos exactamente en este tipo de experimentación.

Solo hace falta experimentar poniendo en marcha un sistema de producción si hay incertidumbre con respecto a la mejor manera de operar sistemas de producción técnicamente interdependientes. En el mundo retratado por la teoría neoclásica de la producción, esto no es esencialmente un problema: Todo aparece en el libro del proyecto, así que no es necesaria la experimentación (Nelson y Winter 1982). Sin embargo, como destacan los austriacos, las tecnologías de la producción no están dadas: Tienen que ser descubiertas y a menudo redescubiertas, por ejemplo, cuando los cambios previstos en preferencias, tecnología y regulación hacen necesario un cambio en la estructura de capital de la empresa (Lachmann 1956). En este tipo de experimentación con tecnologías heterogéneas de la producción encontramos una función clave del emprendedor. Como destacaba Lachmann (1956: 13, 16):

Vivimos en un mundo de cambios inesperados, por tanto las combinaciones de capital (…) estarán cambiando siempre, se disolverán y reformarán. En esta actividad descubrimos la función real del emprendedor.

La función del empresario (…) es especificar y tomar decisiones sobre la forma concreta que deberían tener los recursos de capital. Este específica y modifica el diseño de su fábrica. (…) Mientras no tengamos en cuenta la heterogeneidad del capital, la verdadera función del empresario debe también permanecer oculta. En un mundo homogéneo no hay espacio para la actividad de especificación.

Estamos de acuerdo con lo que dice Lachmann acerca de que las interdependencias entre activos son importantes para comprender el problema de la organización, de que las contingencias inesperadas afectan a las combinaciones existentes, de que la tarea del emprendedor es coordinar los usos de los activos y de que la mayoría de los problemas asociados resultarían triviales en un mundo homogéneo.[12] Con la terminología que se usa aquí, un mundo homogéneo sería uno en el que la asignación de derechos de uso para activos resultaría trivial. Como todos los activos serían sustitutivos (perfectos), no habría ningún problema de coordinación de la gestión, aunque podría haber problemas de riesgo moral relacionados con el uso de activos, recibiendo algún control. En este mundo, sería difícil discriminar entre empresas y mercados.

Especialización y derechos de propiedad

Como señalaba Adam Smith en La riqueza de las naciones, la especialización en la producción es una fuente de mejoras en la productividad. En concreto, atribuye las ganancias de productividad a mejoras en la habilidad del trabajador para realizar una tarea al irse repitiendo más a menudo, el tiempo que se ahorra por evitar tener que cambiar deuna tarea a otra y la habilidad mejorada de los trabajadores para identificar innovaciones que ahorran trabajo. Al menos la primera y la tercera ventajas de la división del trabajo están relacionadas con mejoras en el conocimiento. Así que el descubrimiento de nuevo conocimiento se ve ayudado por la división del trabajo (Richardson 1975). De hecho, como ha argumentado Brian Loasby (1995: 302):

La división del trabajo debe considerarse, no como un modelo de asignación eficiente de una serie concreta de habilidades, sino como un método de estimular el desarrollo de habilidades y en realidad generador de otros tipos de conocimiento. Es un proceso de descubrimiento.

Muchas de las innovaciones ahorradoras de trabajo concebidas por Adam Smith son el resultado de los experimentos de los trabajadores con sus propias tareas en sus propias “circunstancias de tiempo y lugar” (Hayek 1945). En nuestra perspectiva, el grado de esta experimentación depende de la asignación de derechos de propiedad (notablemente, derechos de uso) dentro de la empresa. Así, hay una relación entre descubrimiento y aprendizaje por un lado y asignación de derechos de uso por el otro. Esta relación es una consecuencia del hecho de que el aprendizaje y el descubrimiento requerirán a menudo el ejercicio de derechos de uso sobre activo. Los patrones de aprendizaje dependen de la asignación de derechos de uso entre diferentes personas a lo largo del tiempo y la especialización en la producción puede ser una razón para la reasignación de derechos de uso. Así que la especialización en la producción puede estar ligada a la posesión de derechos de uso en la medida en que interpretemos la especialización como reflejo de una subdivisión de los derechos de uso sobre activos.[13]

Esto implica que el grado de experimentación depende de lo bien especificados y fácilmente controlados que estén los derechos de uso, ya que, cuanto mejor especificados estén, menos capaces de experimentar serán  aquellos que los usan y más limitados estarán su experimentación y descubrimiento.[14] La discrecionalidad puede por tanto permitir a las personas aprender una serie más amplia de habilidades y realizar experimentos que pueden generar innovaciones. En este sentido, hay una relación directa entre derechos de propiedad y posibilidades de descubrimiento.

Coordinación y derechos de propiedad

Hasta ahora hemos contado una historia de color de rosa inspirada tanto por Smith como por Hayek, en la que el comportamiento discrecional de los agentes locales produce ganancias de productividad. Sin embargo, el comportamiento discrecional puede que no siempre produzca esas ganancias. Primero, si el comportamiento discrecional tiene lugar dentro de una empresa, vaguear u otras formas de apropiarse de una parte mayor del valor del uso de un activo son posibles ejemplos de comportamiento discrecional.[15] Así que hay una clara compensación entre la innovación local y la provisión de incentivos (Jensen y Meckling 1992). La asignación de derechos residuales de renta a partir del uso de un activo puede ser un medio poderoso para reducir la vagancia.

Segundo, el comportamiento discrecional puede dar lugar a problemas si afecta a fuertes interdependencias tecnológicas.[16] En este caso, el comportamiento discrecional puede generar cuellos de botella o un desarrollo desequilibrado de componentes. Desde nuestra perspectiva, estos problemas aparentemente tecnológicos pueden en realidad atribuirse a derechos especificados imperfectamente sobre activos al subdividir las tareas de producción. Esto pasa porque es difícil especificar todas las dimensiones valoradas de los activos antes de la especialización, ya que muchas de las dimensiones valoradas de los activos solo resultan evidentes al experimentar con los usos de los activos y descubrir los mejores usos de dichos activos.[17] Sin embargo, dado el alto grado de interdependencia en un sistema complejo, el mejor tiempo y lugar para usar un activo depende de la especificación de los usos de todos los demás activos que se necesitan en la producción.

Esto crea costes de especialización debido a problemas no resueltos de coordinación, es decir, problemas de integración los planes de los agentes (Hayek 1937; Malmgren 1961). En las empresas, esos problemas de coordinación aparecen, por ejemplo, como problemas de cuellos de botella. Son problemas en los que la complejidad y las actividades interdependientes hacen difícil especificar la mejor manera de crear una secuencia de diversas actividades o en los que la introducción de herramientas y equipos más especializados crean problemas de utilización de capacidad debido a indivisibilidades técnicas o en los que en las innovaciones en actividades individuales generan un desarrollo desequilibrado de herramientas, equipos y componentes. Básicamente, estos problemas aparecen cuando quienes entregan partes o llevan a cabo actividades no son conscientes de la necesidad de ajuste mutuo o no tienen los incentivos para hacer que sus actividades se integren con las de otros.

Resolver problemas que derivan de interdependencias tecnológicas es una fuente importante de mejoras innovadoras (Rosenberg 1976; Sahal 1981). Sin embargo, esas innovaciones no aparecen debido a una mayor especialización, sino por el aprendizaje en la coordinación. Así que se plantea la pregunta: ¿qué estructura de gobernanza resulta mejor para la experimentación de acumulación de experiencias en la coordinación? Seguiremos los argumentos básicos de Coase (1937, 1991) y destacaremos que una de las razones por las que la coordinación gestionada puede ser ventajosa en relación con la coordinación de precios es porque la primera reduce costes de aprendizaje acerca de la coordinación de tareas tecnológicas interdependientes. Trataremos de explicar a continuación esa opinión.

Experimentando y aprendiendo: el papel de la dirección

Prácticamente todos los contribuidores a la teoría de la empresa (siendo una excepción Langlois 1992) asumen como dados los costes de coordinar diversas tareas, así como el grado de especialización en la economía. Sin embargo, el coste de coordinación de las tareas puede depender esencialmente del grado de especialización. La autogestión de más tareas puede ser una alternativa a la especialización que reduzca los costes generales de producción en casos en los que resulte costosa la coordinación entre muchas áreas especializadas interdependientes. El grado de especialización depende por tanto de los costes marginales de coordinar tareas cada vez más especializadas y de los beneficios marginales de la especialización.

Es en el manejo de algunos de los problemas de coordinación asociados con las interdependencias entre tareas donde podemos encontrar una justificación de la empresa. En concreto, las empresas pueden verse como soluciones a problemas de coordinación en situaciones en las que los derechos de uso sobre activos no pueden especificarse y asignarse perfectamente de forma que garanticen la funcionalidad de tecnologías complejas. Esas situaciones pueden producirse porque los agentes tengan solo una capacidad computacional limitada (Williamson 1985), haciéndoles difícil especificar derechos de uso en formas que resuelvan problemas de interdependencias. O pueden producirse porque los agentes se enfrentan a incertidumbre, en el sentido de que les falta capacidad para imaginar “las alternativas entre las cuales se toma las decisiones” (Littlechild 1986: 29).

A este tipo de incertidumbre (que caracteriza al modelo de mercado subjetivista radical) se ha atribuido normalmente la posibilidad de invenciones que cambien la lista de alternativas de entre las cuales el agente económico puede elegir y por tanto la estructura de los precios (en la sombra). Sin embargo, la incertidumbre, en un sentido no probabilístico, también se asocia con mucha actividad experimental. En el contexto de la actividad de la empresa, los experimentos tienen lugar en forma de muchas pruebas y errores relacionadas con el establecimiento de un sistema de producción que funcione eficientemente y que conste de muchas áreas especializadas interdependientes. Por supuesto, esa experimentación solo se necesita si hay incertidumbre con respecto a la mejor manera de hacer funcionar sistemas de producción técnicamente interdependientes. Debido a esa incertidumbre tecnológica, las empresas pueden iniciar distintos tipos de experimentos y seguir diferentes vías de aprendizaje.

La empresa proporciona una forma de bajo coste de descubrir soluciones a problemas de coordinación relacionados con cuellos de botella y desarrollo desequilibrado de componentes. Para que sea eficiente una dirección gestionada de recursos, hace falta que los emprendedores estén al menos tan cualificados para descubrir los precios relevantes (es decir, descubrir los usos mejor valorados de los activos) como los contratistas independientes.[18] En caso contrario, podrían ahorrarse los costes de transacción a costa de la eficiencia en el uso de recursos. Si los emprendedores están más capacitados para determinar los usos valiosos de recursos comparados con otros agentes, tienen una ventaja de posesión sobre los recursos. Esa ventaja explicaría la empresa unipersonal, pero no necesariamente por qué los empresarios contratan a empleados que están dispuestos a recibir órdenes dentro de ciertos límites para aprovechar su conocimiento. Los empresarios podrían igualmente alquilar el tiempo de trabajo de un agente a cambio del ejercicio de una tarea concreta bien especificada.

Sin embargo, en realidad, los empresarios tienen buenas posibilidades de adquirir conocimiento superior acerca de los mejores usos de los activos que constituyen una tecnología compleja. En la literatura de la innovación, resulta evidente que la solución a los problemas de cuellos de botella y desarrollo desigual de componentes se basan en aprender haciendo en producción y desarrollo (Rosenberg 1976; Sahal 1981). El argumento aquí es que esta experiencia de aprender haciendo probablemente se acumule más fácilmente dentro de los límites de las empresas. Una de las razones por las que podría esperarse que este aprendizaje sea menos costoso dentro de los límites de las empresas puede ser que los empresarios que tengan derechos residuales sobre activos (incluyendo derechos para redefinir y reasignar derechos concretos) son capaces de llevar a cabo experimentos. Pueden hacer esto sin tener que renegociar contratos continuamente (lo que producirá más o menos resultados no previstos, debido la naturaleza incierta del proceso experimental). Esto ahorra todo tipo de costes relacionados con el tiempo, la negociación y la redacción de contratos.[19]

Así que los empresarios son capaces de crear experimentos “controlados” en los que solo cambian algunos aspectos de las tareas para apreciar los efectos de algunas redisposiciones concretas de derechos. Preparar un experimento controlado puede ser más difícil fuera de los límites de las empresas, particularmente cuando existen interdependencias entre empresas y si es difícil especificar todas las tareas que deben y no deben cambiarse. Coordinar tareas interdependientes dentro de los límites de la empresa puede proporcionar a los empresarios una imagen más completa de la naturaleza de las interdependencias. Esa información no solo es importante en relación con la eliminación de cuellos de botella, sino también en relación con evitar problemas de desarrollo desigual de componentes, estableciendo patrones de interfaz y otras soluciones más permanentes.

Hasta aquí, el argumento ha sido que, en relación con los mercados, las empresas pueden economizar en los costes de transacción de aprender la mejor manera de coordinar sistemas tecnológicos interdependientes. Una vez una empresa ha descubierto cómo coordinar algunas tareas especializadas, habría poca ventaja de la dirección gestionada en relación con la transacción en el mercado y la coordinación por contratos de órdenes sustituiría a la coordinación mediante gestión.[20] Sin embargo, esa especialización entre empresas daría paso a ganancias económicas de una mayor especialización en las tareas y esto a su vez crearía nuevas incertidumbres y nuevas oportunidades para reducir los costes de coordinación mediante experimentación. En otras palabras, habría un proceso continuo de especialización en tareas, aprendizaje en coordinación y especialización entre empresas se idearían continuamente nuevas formas de coordinación por parte de los emprendedores, una forma muy similar al proceso de causación acumulativa contemplado por Allyn Young (1928). Así que las empresas contienen muchos mecanismos que producen cambio endógenamente, como los mecanismos (relacionados) de aprendizaje continuo, experimentación y cambios en la división del trabajo. Por tanto, aunque pueda haber vías temporales óptimas de crecimiento empresarial, nuestro razonamiento indicaría que es dudoso que haya un tamaño óptimo de la empresa (cf. también Penrose 1959).

Conclusión

En este trabajo, hemos tomados ideas austriacas para aplicarlas a la teoría de la empresa. En particular, hemos argumentado que es posible llegar a una visión experimental de la empresa desde principios amplios austriacos. Así, la visión experimental de la empresa aquí desarrollada destaca el papel de la empresa como repositorio de un amplio rango de experimentos, sobre todo en tecnología de la producción. Es un punto de vista que destaca el papel del descubrimiento y el aprendizaje. Sin embargo, las actividades experimentales son en general costosas y han de serlo especialmente cuando implique la experimentación con tecnologías fuertemente interdependientes. Los costes de coordinar dichas tecnologías puede reducirse interiorizándolas. Esto explica la existencia de la empresa desde un punto de vista experimental.

La historia que hemos tratado de contar en este trabajo y es en general coherente con mucha de la economía moderna de la organización. Así, hemos tomado prestadas ideas de la literatura de los derechos de propiedad (por ejemplo, Barzel 1997) y hemos aplicado estas ideas a situaciones que implican complementariedades entre activos y actividades (Milgrom y Roberts 1992; Hart 1995). Sin embargo, hemos dado a estas ideas interpretaciones característicamente austriacas y subjetivistas radicales, primero, destacando la naturaleza experimental de la actividad económica, segundo, argumentando que una tarea primordial del empresario/director es llevar a cabo experimentos controlados con tecnologías interdependientes de producción y, tercero, destacando que el objetivo de estos experimentos es lograr coherencia en los planes internos (es decir, hacer que el proceso de producción funcione correctamente). Está claro que todo esto puede llevarse más allá. Por ejemplo, los empresarios también pueden iniciar experimentos para lanzar nuevos productos que a su vez puedan probarse en el procedimiento experimental del proceso del mercado. Sin embargo, nuestro principal objetivo en este trabajo ha sido sugerir que las ideas austriacas y subjetivistas radicales son acordes con ideas importantes de la economía dominante y que aparecen nuevas ideas al combinar estos cuerpos teóricos.

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El artículo original se encuentra aquí.

[1] A pesar de las connotaciones de condiciones de sistema cerrado en ciencias naturales que conlleva la palabra (Bhaskar 1978).

[2] Estos incluyen a Schumpeter (1911, 1943), Mises (1936, 1949), Hayek (1946, 1978), Alchian (1950), O’Driscoll y Rizzo (1985), Pelikan (1988), Eliasson (1990), Loasby (1991), Rosenberg (1992) y Harper (1996).

[3] Ver Cyert y Kumar (1996) para este interpretación.

[4] Una consideración relevante en relación con esto es si la información acerca de un acontecimiento de riesgo se comparte o no de forma generalizada. Así, el comportamiento que asume riesgos cuando hay un desacuerdo sustancial acerca de la probabilidad de ocurrencia de cierto evento (y por tanto es difícil de asegurar) merece más ser llamado experimental que cuando hay acuerdo sobre la probabilidad (y el evento es por tanto fácilmente asegurable).

[5] Las citas en la tabla son de Littlechild (1986: 24).

[6] Littlechild (1986: 35) sugería algo similar cuando argumentaba que “la propiedad de un recurso reduce la exposición a acontecimientos inesperados. Los derechos de propiedad son un medio para reducir la incertidumbre sin necesidad de saber exactamente cuál será el origen o la naturaleza de futuras preocupaciones” y esta visión general es posible encontrarla en mucha de la teoría moderna de la empresa (Grossman and Hart 1986; Hart 1995; Williamson 1996).

[7] Advirtamos que nos referimos principalmente a la “antigua” aproximación de los derechos de propiedad de Coase, Alchian, Demsetz, Barzel, etc., en lugar de la más reciente aproximación de los derechos de propiedad que ha sido desarrollada por Oliver Hart y varios colegas (por ejemplo, Grossman y Hart 1986; Hart y Moore 1990). Para una explicación de cómo son dos aproximaciones distintas y de que la aproximación más antigua es en varios aspectos importantes superior a la más reciente, ver Foss y Foss (1999).

[8] Los aspectos a los que un austriaco puede objetar son más bien las suposiciones en la aproximación de que los agentes siempre buscan maximizar el Valor de los derechos que controlan y de que el proceso de intercambiar derechos pueda representarse en términos de equilibrio. De hecho, al menos un escritor (Eggertson 1990) califica a la aproximación como “economía neoclásica generalizada”. Los austriacos no deberían tener problemas con la noción básica de que los derechos de propiedad son los derechos que las personas tienen sobre los activos.

[9] Señalamos de paso que esto es completamente coherente con lo que dice Mises de que la propiedad se refiere a “el poder de usar bienes económicos”, de que “la propiedad es una posesión de los bienes que requieren los objetivos económicos de los hombres” y de que “la importancia económica de lo que debería hacerse legalmente reside solo en el apoyo que presta a la adquisición, el mantenimiento y la recuperación de la posesión natural” ” (Mises 1936: 27).

[10] En el famoso ejemplo de Demsetz (1967) de cómo cambia en los derechos de propiedad entre los indios, del propio proceso de cambio resulta ser una caja negra.

[11] En el ámbito político, este proceso de emprendedores influyendo en la definición de los derechos de propiedad se conoce, por supuesto, como “búsqueda de rentas”. El concepto también se ha aplicado a la organización interna de empresas (Milgrom 1988). Pero los emprendedores en busca de derechos es un concepto mucho más amplio que el concepto de búsqueda de rentas. Todos los intentos de capturar derechos que están en el dominio público (Barzel 1997) pueden verse así como manifestaciones del estado de alerta emprendedor.

[12] Con “mundo homogéneo”, Lachmann se refiere a uno en el que los activos sean sólo sustitutivos, no complementarios y, además, en el que todo los activos de capital (salvo tal vez el capital humano) son sustitutivos perfectos.

[13] De forma que cada persona tuviera derechos sobre una serie más estrecha de activos o tuviera una serie más estrecha de derechos sobre los mismos activos.

[14] Si, por ejemplo, la manera en que ejecuta un programa un operador informático está especificada previamente en un contrato y esto es fácil de monitorizar, su aprendizaje por práctica puede limitarse a mejorar la velocidad con la que activa el teclado. Si tiene una mayor discrecionalidad a la hora de decidir cómo operar el programa, podría tener más oportunidades de aprender mediante experimentación.

[15] En el relato de Leijonhufvud (1986), las interdependencias que caracterizan la división del trabajo también presentan la posibilidad de retrasar (Klein, Crawford y Alchian 1978; Williamson 1985). Aquí dejamos aparte esta posibilidad.

[16] Ver Milgrom and Roberts (1992: capítulo 4). El concepto de “complementariedades” es la economía moderna de la organización (ídem; Hart 1995) cubre mucho de lo que queremos decir al hablar de interdependencias. (Las complementariedades/interdependencias también se destacan mucho en la teoría austriaca del capital, por ejemplo, en Lachmann 1956). Sin embargo, en contraste con la economía moderna de la organización, destacamos la coordinación en lugar de os problemas de retrasos y similares.

[17] Incluso si pudieran especificarse en la práctica dimensiones importantes, puede ser difícil asignar estos derechos en formas que aseguren el mejor uso de los activos. Este puede ser, por ejemplo, el caso de las dimensiones de tiempo y lugar de activos cuando asignaciones no óptimas generen existencias excesivas de productos intermedios o activos ociosos.

[18] Coase (1937) menciona “costes crecientes de oportunidad, debido al fracaso de los emprendedores para hacer el mejor uso del factor de producción” (p. 23) como uno de los factores que establece un límite al tamaño eficiente de una empresa. También supone que “los costes de pérdidas a través de errores aumentarán con un aumento en la distribución espacial de las transacciones organizadas, en  la falta de similitud de las transacciones y en la probabilidad de cambios en los precios relevantes. Si hay más transacciones organizadas por un emprendedor, parecería que las transacciones tenderían a ser diferentes en tipo o diferentes en lugar” (p. 25). Los directores, en otras palabras, tienen capacidad limitada para “descubrir los precios relevantes” y esto aumenta los errores a medida que se organizan cada vez más transacciones no similares en una empresa.

[19] En relación con esto, los contratos salariales pueden ser una manera eficiente de compartir los riesgos de la experimentación.

[20] La dirección gestionada podría seguir siendo ventajosa en casos en que se reclamara la adaptación de sistemas interdependientes de producción a contingencias no previstas.

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