En junio de 2016, el Consumer Financial Protection Bureau (CFPB) presentó una propuesta para regular el sector del préstamo a corto plazo. La Small Dollar Lending Rule busca “aliviar y resolver” la “aparente debilidad” de los tipos actuales y los prestamistas a corto plazo requiriendo que “los prestamistas evalúen y verifiquen la renta, costes de vivienda y crédito y obligaciones legales de los prestatarios”.
La intención de esta propuesta es proteger a las familias con ingresos bajos para que no se vean atrapadas en un ciclo eterno en el que muchas se ven “obligadas a tomar un préstamo tras otro para llegar a fin de mes”. A primera vista, parece que la norma resolvería problemas en un sector conocido por su “suciedad”. Salvo que los autores de la norma están pensando con el corazón, sentados en sus oficinas con aire acondicionado, lejos de los hechos y de cualquier forma de interacción con el mundo real de los préstamos a corto plazo. Solo el hecho de que vean al sector del préstamo a corto plazo como “sucio” es una razón suficiente para creer que o estos políticos tienen prejuicios de manera ignorante o son abiertamente manipuladores.
En lugar de apuntar con el dedo y llamar por su nombre al sector del préstamo a corto plazo, deberían aplicar una sencilla economía a sus propuestas para ver si tienen sentido.
En “Understanding the CFPB Proposal for Payday and Other Small Loans”, un informe publicado por el CFPB y PEW Charitable Trusts se pretende dar varios argumentos a favor de la nueva legislación.
El primero de sus argumentos es que con mercados de créditos nómina y con garantía de vehículo, los intereses de prestamistas y prestatarios no están alineados, porque la rentabilidad para los prestamistas depende de préstamos inasequibles para los clientes”. ¿Pero este argumento no vale para cualquier sector que venda un producto?
Por ejemplo, ¿están “alineados” los intereses de los vendedores y los compradores de iPhones de una manera aceptable para el CFPB? Cada iPhone 6 adicional se dice que cuesta 200,10$ producirlo y se vende por 699$. Son tres veces lo que cuesta fabricarlos. Por tomar una expresión de la izquierda, eso es “hinchar los precios” en torno al 300%. Aun así, no se oye nada de los políticos diciendo que Apple sea una empresa que engaña a sus clientes.
¿Por qué deberían ser entonces los prestamistas a corto plazo responsables de alguna manera distinta que Apple? ¿No deberían los prestamistas a corto plazo ser capaces de cobrar tipos de interés que cubran el enorme riesgo en que incurren al prestar dinero a prestatarios de rentas bajas?
Los estudios muestran que esto prestamistas cobran de media un 15% o 15$ por cada 100$ prestados, un margen de beneficio que es significativamente menor que la diferencia en porcentaje de precio de productos en otros mercados.
El segundo de los argumentos del CFPB es que para resolver las “ruedas de préstamos” o el ciclo de continua toma de préstamos para pagar préstamos, el CFPB “requeriría que la mayoría de los préstamos se convirtieran en préstamos a plazos, con cuota más pequeñas y manejables”.
El problema con esta afirmación es que ignoran completamente la razón por la que los préstamos a corto plazo están tan disponibles para los prestatarios: es porque las empresas de préstamos a corto plazo pueden compensar el riesgo obligando a los prestamistas a sopesar su propio riesgo comparándolo con su necesidad de tomar prestado.
Dicho de manera sencilla, los periodos de pago a corto plazo se fijan para disuadir a quienes definitivamente no deberían tomar prestado. Además, hacer más largos los periodos y los pagos más pequeños acabaría con el modelo de negocio, haciendo irrelevantes a los prestamistas a corto plazo, porque sus modelos se definen por su conveniencia.
El tercero de los argumento del CFPB es que su propuesta resolvería los “problemas” relacionados con la “hinchazón de precios del prñestmo” al requerir que “los prestamistas evalúen la condición financiera de los prestatarios”, obligando a estos a presentar declaraciones escritas de rentas, gastos de vivienda, toda deuda pendiente y apoyo a hijos. Entretanto, al prestamista se le obliga a obtener un informe nacional de crédito y luego entregar esos datos a todas las agencias propuestas de seguimiento del crédito.
Recordemos: todos estos requisitos impuestos por el estado cuestan dinero a los prestamistas a corto plazo. El coste de descubrir estos datos eliminaría cualquier capacidad que tengan las empresas para prestar cantidades pequeñas de efectivo a los tipos actuales de interés. O harían que las empresas de préstamos a corto plazo cerraran o dañarían aún más a los prestatarios al obligarles a tomar prestadas mayores sumas de dinero para poder conseguir los préstamos.
Finalmente, el CFPB señala que su rediseño está impulsado por un estudio de la encuesta de investigación de The Pew Charitable Trusts que indica que “la inmensa mayoría de los prestatarios quiere (…) que la mayoría de los productos se convietan en préstamos a plazos con pagos más pequeños y manejables”.
A primera vista, parece que os prestatarios necesitados están sufriendo y quieren una salida para una situación difícil. Aunque existan quienes se ven atrapados en la incapacidad de devolver préstamos porque se ven atrapados por unas malas finanzas (debido al riesgo de los préstamos a corto plazo), muchos de los “encuestados” en realidad calificaron entusiastamente a favor de los préstamos a corto plazo.
De hecho, más del 98% de los 12.308 envíos al programa “Tell Your Story” del Boureau (en el que la gente enviaba sus experiencias con respecto a los préstamos a corto plazo) fueron positivos y excesivamente agradecidos para estos préstamos.
Las respuestas fueron del “no hay por ahí otras vías que puedan prestar dinero como” esta, a un simple “gracias”. Este estudio fue realizado personalmente por el CFPB. Insatisfechos con los resultados, lo escondieron de la opinión pública hasta que una solicitud de la Ley de Libertad de Información les obligó a hacerlo público.
La retención de información demuestra que el Bureau no está realmente buscando ayudar a la gente a la que dice querer ayudar. Más bien tienen buen ojo para el simbolismo político y el impacto de “luchar por el desamaparado”, cuando en realidad le están dañándolo irreversiblemente apuñalándole por la espalda.
Los políticos continúan creyendo que los préstamos a corto plazo son tan malos como parecen o bien porque no fueron a sus clases de economía en la universidad o porque sencillamente quieren que se les vea como “alguien que se preocupa”. Pero no podemos dejar que los políticos tomen decisiones porque oigamos hablar sobre situaciones extremas en las que se daña a la gente. Por el contrario, tenemos que mirar fríamente los hechos: la cifras que el CFPB usa para defender sus argumentos son manipuladoras y abiertamente falsas.
La Small Dollar Lending Rule no debería aprobarse y la propuesta debería retirarse: solo daña a la gente a la que afirma ayudar. Dejemos que los estadounidenses tomen sus decisiones por sí mismos: son más inteligentes y más enemigos del riesgo que lo que piensa la gente de Washington.
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