domingo, 9 de octubre de 2016

La individualista y la comunista. Un diálogo, por Mises Hispano.

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scl_lpf0224_2543_3312_full_0scl_lpf1422_2446_3338_full_0INDIVIDUALISTA: “Nuestro anfitrión está comprometido y pide que me presente a mí misma a — le ruego que me disculpe, señor, pero ¿no he tenido el placer de conocer a la oradora comunista que dirigió el encuentro en la calle Blank anoche?”.

COMUNISTA: “Tu cara me parece familiar también”.

INDV.: “Sin duda pudiste haberme visto allí, o en algún lugar afín. Estoy encantada con la oportunidad de hablar contigo ya que tu discurso te probó que eres algún tipo de pensadora. Quizás—”.

COM.: “Ah, de hecho, te reconozco ahora. ¡Eres la apóstol del anarquismo capitalista!”.

INDV.: “¿Anarquismo capitalista? Oh, sí, si eliges llamarlo así. Los nombres son indiferentes para mí; no tengo miedo de espantapájaros. Entonces que así sea, anarquismo capitalista”.

COM:”Bueno, te escucharé. Sin embargo no pienso que tus argumentos tengan mucho efecto. ¿Con cuál miembro de tu Santa Trinidad empiezas: tierra libre, dinero libre o libre competencia?”.

INDV.: “Cualquiera que prefieras”.

COM.: “Entonces libre competencia. ¿Por qué haces esa demanda? ¿No es la competencia libre ahora?”.

INDV.: “No. Pero uno de los tres factores de la producción es libre ahora. Los trabajadores son libres de competir entre ellos, y los capitalistas lo son también hasta cierto punto. Pero entre trabajadores y capitalistas no hay ninguna competencia, porque a través del privilegio gubernamental garantizado al capital, de donde el volumen de la moneda y la tasa de interés se regula, los dueños de esto son capaces de mantener a los trabajadores dependientes de ellos para el empleo, haciendo así la condición de sujeción salarial perpetua. Mientras que un hombre o una clase de hombres, son capaces de evitar que otras personas trabajen para sí mismos porque no pueden obtener los medios de producción o capitalizar sus propios productos, con tal que aquellos otros no son libres para competir libremente con aquellos a quienes el privilegio da los medios. Por ejemplo, ¿puedes ver alguna competencia entre el granjero y su hombre contratado? ¿No piensas que él preferiría trabajar para sí mismo? ¿Por qué el granjero lo emplea? ¿No es hacer alguna ganancia de su trabajo? ¿Y el hombre contratado le da esa ganancia fuera de la buena naturaleza pura? ¿No preferiría tener el producto íntegro de su trabajo a su propia disposición?”.

COM.: “¿Y qué de eso? ¿Qué prueba?”.

INDV.: “Estoy llegando a eso directamente. Ahora, ¿esta relación entre el granjero y su hombre en alguna manera se asemeja a una relación cooperativa entre iguales, libres para competir, pero eligiendo trabajar juntos por beneficio mutuo? Sabes que no es así. ¿No puedes ver que ya que el hombre contratado no renuncia voluntariamente a una gran parte de su producto para su empleador (y está fuera de la naturaleza humana decir que él lo hace), debe haber algo que lo obliga a hacerlo? ¿No puedes ver que su falta de capacidad de disponer de los medios de producción fuerza la necesidad de un empleador? Él no puede emplearse a sí mismo, por lo tanto debe vender su trabajo en una desventaja para quien controla la tierra y el capital. Por lo tanto no es libre para competir con su empleador no más que un prisionero es libre para competir con su carcelero por aire fresco”.

COM.: “Bueno, admito mucho eso. Ciertamente el empleador no puede competir con su empleado”.

INDV.: “Entonces admites que no hay libre competencia en el estado presente de la sociedad. En otras palabras, admites que la clase trabajadora no es libre para competir con los poseedores del capital, porque no tienen, y no pueden obtener, los medios de producción. Ahora para tu ‘¿qué de eso?’ Sigue que si tuviesen acceso a la tierra y oportunidad para capitalizar el producto de su trabajo que ellos se emplearían a sí mismos, o, si empleados por otros, sus salarios, o remuneración, aumentaría al producto íntegro de su esfuerzo, ya que nadie trabajaría para otro por menos que lo que él pudiese obtener trabajando por sí mismo”.

COM.: “¡Pero tu finalidad es idéntica con la del comunismo! ¿Por qué todo esto para convencerme de que los medios de producción deben ser tomados de las manos de los pocos y dados a todos? Los comunistas creen eso, es precisamente por lo que estamos luchando”.

INDV.: “Me has malentendido si piensas que deseamos tomar de o dar a cualquiera. No tenemos esquema para regular la distribución. No sustituimos nada, no hacemos planes.  Confiamos al balance fehaciente de la oferta y la demanda. Decimos que con igual oportunidad para producir, la división del producto necesariamente se acercará a una distribución equitativa, pero no tenemos métodos de ‘promulgar’ tal igualación”.

COM.: ”Pero ¿algunos no serán fuertes y hábiles, otros débiles e inexpertos? ¿Uno no privará al otro porque él es más astuto?”.

INDV.: “¡Imposible! ¿No justo te he mostrado que la razón con la cual un hombre controla la manera de vivir de otro es porque controla las oportunidades para producir? Hace esto a través de un privilegio gubernamental especial. Ahora, si este privilegio es abolido, la tierra se vuelve libre y la habilidad para capitalizar productos removiendo el interés, y un hombre es más fuerte o más astuto que otro, sin embargo, él no puede hacer ganancia del trabajo de otro, porque él no puede pararlo de emplearse a sí mismo. La causa de la sujeción se elimina”.

COM.: “¡Tú llamas a eso igualdad! ¿Que un hombre tenga más que otros simplemente porque es más fuerte o más inteligente? Tu sistema no es mejor que el presente. ¿Contra qué estamos luchando sino contra esa misma desigualdad en las posesiones de la gente?”.

INDV.: “¿Pero qué es igualdad? ¿Igualdad significa que que yo disfrutaré lo que produces? De ninguna manera. Igualdad simplemente significa la libertad de cada individuo para desarrollar todo su ser, sin obstáculo de otro, sea el más fuerte o más débil”.

COM.: “¡Qué! ¿Tendrás a la persona débil sufriendo porque es débil? Él puede necesitar tanto, o más, que una fuerte, pero si no es capaz para producirlo ¿en qué se convierte su igualdad?”.

INDV.: “No tengo nada en contra de que dividas tu producto con el más débil si deseas hacerlo”.

COM.: “Ahí estás con la caridad de nuevo. El comunismo no quiere caridad”.

INDV.: “A menudo me he maravillado en la singularidad de las matemáticas comunistas. A mi acto lo llamas caridad, nuestro acto no es caridad. Si una persona hace un acto de bondad lo estigmatizas; si uno más uno, resumido y llamado comuna, hace la misma cosa, lo alabas. Según algunas especies de alquimia similar a la transmutación de los metales, ¡el arsénico de la caridad se convierte en el oro de la justicia! ¡Cálculo extraño! ¿No puedes ver que estás ejecutando desde una pesadilla de nuevo? Cambias el nombre, pero el carácter de una acción no se altera por el número de personas participando en este”.

COM.: “Pero no es la misma acción. Para mí asistirte por compasión es la caridad de la posición superior a la inferior. Pero basar la sociedad sobre el principio: ‘De cada quien según su capacidad, y a cada quien según sus necesidades’ no es caridad en ningún sentido”.

INDV.: “Esa es una discriminación más sutil que para la lógica no puede encontrar ninguna base. Pero supongamos que, por el momento, se nos cae la discusión de la caridad, la cual es realmente un punto menor, como una discusión más detallada mostrará”.

COM.: “Pero yo digo que es muy importante. ¡Ve! Aquí están dos trabajadores. Uno puede hacer cinco pares de zapatos en un día; el otro, quizás, no más de tres. De acuerdo contigo, los trabajadores menos rápidos serán privados de los placeres de la vida, o en todo caso no será capaz de obtener tanto como el otro, debido a su inhabilidad natural, una cosa no es su culpa, para producir tanto como su competidor”.

INDV.: “Es verdad que bajo nuestras condiciones presentes, hay tales diferencias en el poder productivo. Pero estas, en gran medida, serían aniquiladas por el desarrollo de la maquinaria y la capacidad para usarla en la ausencia de privilegio. Hoy la mayoría de la gente está trabajado en ocupaciones incompatibles. ¿Por qué? Porque no tienen la oportunidad para descubrir para lo que están adaptados, ni la oportunidad de dedicarse a esto si la tenían. Ellos morirían de hambre mientras lo buscan; o, hallándolo, solamente se llevarían la decepción de mantenerse fuera de los rangos de un camino congestionado de la vida. Los oficios son, por fuerza de las circunstancias, lo que antes eran por la ley, cuestiones de herencia. Soy un sastre por papá que era un sastre, y era más fácil para él presentarme ese modo de ganarse la vida que cualquier otro, aunque no tengo ninguna adaptaciónespecial para esto. Pero postulando oportunidades iguales, que es el acceso libre y capital no llevando interés, cuando un hombre se halla a sí mismo incapaz de hacer zapatos tan bien o tan rápidamente como su colega, él rápidamente buscaría una ocupación más compatible”.

COM.: “¡Y él estará viajando de un oficio a otro como un vagabundo después de los alojamientos”.

INDV: “Oh, no; ¡su alojamiento estará seguro! Cuando admitiste que la competencia no es libre ahora, no te dije que cuando se hace así, uno de dos cosas deben pasar: o el trabajador se empleará a sí mismo, o el contratante debe pagarle el valor completo de su producto. El resultado sería un aumento de la demanda por el trabajo. Capaz de emplearse a sí mismo, el productor obtendrá la medida completa de su producción, ya sea trabajando independientemente, por contrato, o cooperativamente, ya que la competencia de las oportunidades, si así puedo presentarlo, destruiría las posibilidades de lucro. Con la recompensa del trabajo aumentada a su resultado entero, seguirá necesariamente un estándar más alto de vida; la gente querrá más en proporción a su desarrollo intelectual; con la gratificación de los anhelos vienen nuevos deseos, todo lo cual garantiza la constante demanda de trabajo. Por lo tanto, incluso tu vagabundo de oficios estará seguro de su existencia.

“Pero debes considerar, además, que el negocio de oficios cambiantes ya no es el asunto difícil que era antes. Hace años, un mecánico o un trabajador se esperaba que sirviera de aprendizaje de cuatro a siete años. Nadie era un trabajador exhaustivo hasta que supiera todos los distintos servicios de su oficio. Hoy el sistema entero de producción está revolucionado. Los hombres se convierten en especialistas. Un zapatero, por ejemplo, pasa sus días en coser una costura particular. El resultado es gran rapidez y destreza en un plazo relativamente corto de tiempo. No se requiere gran cantidad de fuerza o habilidad; la máquina suministra ambos. Ahora, verás fácilmente que, incluso suponiendo que un individuo cambia su vocación media docena de veces, él no viajará muy largo antes de que el encuentre para lo cual está adaptado, y en el cual él puede exitosamente competir con otros”.

COM.: “Pero admitiendo esto, ¿no crees que siempre habrá algunos que pueden producir más que sus hermanos? ¿Qué impide que su obtención de ventajas sobre los menos afortunados”.

INDV.: “Ciertamente creo que hay tales diferencias en habilidad, pero que niego que ellas llevarán a la iniquidad que temes.  Supón que A produce más que B, ¿hace en alguna forma daño al último mientras él no previene a B de aplicar su propio trabajo para explotar la naturaleza, con iguales facilidades como él mismo, ya sea por autoempleo o contrato con otros?”.

COM.: “¿Es eso a lo que llamas?, ¿correcto? ¿Eso producirá compañerismo mutuo entre los seres humanos? Cuando veo que estás disfrutando cosas que no puedo esperar obtener, ¿qué piensas que serán mis sentimientos hacia ti? ¿No te envidiaré y odiaré como el pobre hace al rico hoy?”.

INDV.: “¿Por qué odiarás a un hombre porque él tiene ojos más finos o mejor salud que tú? ¿Quieres destruir el manuscrito de una persona porque él se destaca en caligrafía? ¿Cortarías la longitud extra del cabello de Sansón y dividirías por todos lados en partes iguales entre todas las personas de cabello corto? ¿Compartirás un pedazo del genio de un poeta y lo colocarás en el almacén común para que todos puedan ir y tomen algo? Si sucede que hay una mujer guapa en tu vecindario que dedica sus sonrisas a tu hermano, ¿te molestarás e insistirás que deben ser ‘distribuidas de acuerdo a las necesidades de la comuna? Las diferencias en habilidad natural no son, en libertad, lo suficientemente grandes como para dañar a alguien o perturbar el equilibrio social. Ningún hombre puede producir más que otros tres; e incluso contemplando mucho eso puedes ver que esto nunca crearía la sima que yace entre Vanderbilt y el guardagujas en sus pistas”.

COM.: “Pero en el establecimiento de la igualdad de la justicia, el comunismo impediría incluso la posibilidad de la injusticia”.

INDV,: “¿Es justicia tomar del talento para recompensar la incompetencia? ¿Es justicia decir que prácticamente la herramienta no es para sastre, ni el producto para el productor, sino para otros? ¿Es justicia robar el esfuerzo del incentivo? La justicia que buscas no yace en tal injusticia, donde la igualdad material pudiese solo ser alcanzada con la muerte del nivel de la mediocridad. A medida que aumenta la libertad de contrato, los sentimientos más nobles y simpatías invariablemente se amplían. Con libertad de acceso a tierra y a capital, no pudiese resultar ninguna desigualdad flagrante. Ningún trabajador se elevaría muy por encima o se hundiría muy por debajo del trabajo promedio del día. Nada sino el poder de esclavizar a través de controlar la oportunidad de usar la fuerza de trabajo pudiese alguna vez crear tales diferencias amplias como ahora presenciamos”.

COM.: “Entonces sostienes que tu sistema prácticamente resultará en la misma igualdad que el comunismo demanda. Con todo, concediendo eso, tomará un centenar de años, o mil, para llevarlo a cabo. Mientras tanto la gente se muere de hambre. El comunismo no propone esperar. Propone ajustar las cosas aquí y ahora; arreglar las cosas de forma más equitativa mientras estemos aquí para verlo, y no esperar hasta el dulce imposible momento de lo cual nuestros tataranietos quizás verán el nacimiento. ¿Por qué no puedes unírtenos y ayudarnos a hacer algo?”.

INDV.: “Sí, sostenemos que se obtendrá igualdad comparativa, pero el prearreglo, institución, ‘dirección’ nunca puede traer el resultado deseado: la sociedad libre. Agitando el punto de que un acuerdo es un golpe al progreso, es realmente una cosa imposible de hacer. Los pensamientos, como las cosas, crecen. No puedes saltar desde el germen a un árbol perfecto en un momento. Ningún sistema de sociedad puede ser instituido hoy el cual aplicará a las demandas del futuro; eso, bajo la libertad se ajustará a sí mismo. Esta es la diferencia esencial entre comunismo y cooperación. Uno arregla, ajusta, acuerda cosas, y tiende a la rigidez la cual caracteriza el reparto de los depósitos de las sociedades del pasado; el otro confía a la supervivencia infalible del más apto, y la ampliación de las simpatías humanas con la libertad; la seguridad de que lo que está en la línea del progreso tiende hacia el ideal industrial, obtendrá, en un campo libre, por la fuerza de su atractivo superior. Ahora, debes admitir, ya sea que habrá bajo la libertad, diferentes acuerdos sociales en sociedades diferentes, algunas comunistas, otras todo lo contrario, y que la competencia aumentará necesariamente entre ellos, dejando a los resultados determinar cuál es la mejor, o debes aplastar la competencia, instituir el comunismo, negar la libertad e ir en contra del progreso. Lo que el necesita, amiga, no es nuevos métodos de instituir cosas, sino la abolición de restricciones sobre la oportunidad”.


El artículo original se encuentra aquí.

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