jueves, 1 de septiembre de 2016

La presidenta izquierdista Dilma Rouseff, destituida del cargo, por Mises Hispano.

dilma rouseff

Ya es oficial: Dilma Rouseff ya no es presidenta de Brasil. Después de casi dos años de espera, el senado del país aprobó su imputación. Voy a tratar de hacer un breve resumen de lo que ha ocurrido y de escribir algunas de mis expectativas para el futuro político cercano de Brasil.

Los detalles de la ley brasileña y el juicio a Rouseff pueden ser algo complicados, pero lo esencial es que gastó dinero público que legalmente no podía gastar, probablemente con fines electorales.

Pero también hay razones más importantes de base política para la oposición que afronta. Rouseff tienen básicamente una mentalidad económica keynesiana (me pregunto si los socialistas brasileños se dan cuenta de lo lejos que están realmente de Marx) y afirma públicamente que sus políticas basadas en el estímulo eran la respuesta correcta la crisis económica de 2008. El tiempo en el cargo de Rouseff ha sido un continuo gasto de dinero, montones de dinero.

El problema de esto es que desde el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), la ley brasileña limita a los gobernantes en la forma en la que pueden gastar el dinero de los contribuyentes. El partido de Rouseff se oponía a estas limitaciones y votó en contra de estas leyes, creyendo que eran “antidemocráticas”.

Tras ese gasto desmesurado, los senadores que se oponían a Rouseff han afirmado que su exceso es el responsable de la crisis actual de Brasil. Su defensa fue que no podía predecir el futuro. Sin embargo, este hecho no le detuvo en su intento de planificar la economía.

¿Es Rouseff una mártir de la democracia?

En su defensa, los seguidores de Rouseff la comparan a menudo con el antiguo Presidente brasileño Getúlio Vargas, al que consideran un mártir de la democracia. Vargas fue presidente de 1930 a 1945 y de nuevo de 1951 a 1954. Y aun así, las únicas elecciones populares que ganó realmente se llevaron a cabo en 1950. De 1930 a 1945, Vargas fue un dictador y asumió el poder en un golpe de estado contra el gobierno electo. Se suicidó en 1934, porque, según sus propias palabras, no podía soportar la creciente oposición a su gobierno.

En resumen, Vargas no fue un gran ejemplo de gobierno democrático. Considerando a sus seguidores modernos, resulta aún más extraño que Vargas también persiguiera los comunistas. Sin embargo, paradójicamente, la comparación de Rouseff con Vargas es muy buena: aunque el anticomunismo de Vargas podría parecer que le aleja de Rouseff en el espectro político convencional, ambos comparten en realidad lo básico: ambos son intervencionistas radicales.

Igual que el antiguo icono comunista brasileño Luis Carlos Prestes luchó contra Vargas durante años hasta que se convirtió en su aliado (aunque Vargas fuera responsable personalmente del asesinato de la esposa de Prestes), Rouseff se encuentra ahora mismo en el bando del mayor dictador de la historia brasileña.

¿Qué deparará el futuro?

¿Qué podemos esperar del futuro político de Brasil? Parece que el Partido de los Trabajadores, el partido de Rouseff, ha recibido un fuerte golpe. Pero no está claro cuánto cambio significa esto realmente: Brasil tiene más de treinta partidos y la imputación de Rouseff no significa que la izquierda haya perdido completamente su lugar en la política brasileña. Con la excepción del recientemente creado Partido Novo, ningún partido se presenta como económicamente liberal. La mayoría de los partidos siguen en la izquierda o al menos en el centro del espectro político.

Sin embargo, hay un movimiento libertario en marcha en Brasil, especialmente entre los jóvenes. Aunque este movimiento no esté representado por ningún partido político concreto, probablemente desempeñará algún papel en las futuras elecciones. Aparte de eso, algunos políticos están empezando a mostrarse más a favor del mercado, aunque sus partidos no les apoyen completamente. El mejor ejemplo es Jair Bolsonaro, del que se espera que se presente a la presidencia en 2018. En el pasado, Bolsonaro no era amigo de políticas económicas orientadas al mercado, pero hoy parece ir en una dirección distinta. A pesar de todo, aunque muchos de sus admiradores son conservadores en su comportamiento personal, no son conocidos por su apoyo a los mercados en política o política económica. Siguen esperando mucho del gobierno.

Otra estrella en alza en la política brasileña es Marina Silva, del recién creado partido REDE. Después de casi 20 años en el Partido de los Trabajadores, lo abandonó primero por el Partido Verde, para acabar formando su propio partido. Silva acabó en tercera posición en las elecciones presidenciales de 2010 y 2014 y sigue esperándose que se convierta en un personaje importante de la política brasileña. Sin embargo, sus ideas políticas no son nuevas en absoluto y parecen reflejar principalmente las reformas políticas de Cardoso de la década de 1990, pero no mucho más. Aparte dos tonos partidos por los candidatos, Brasil sigue teniendo sus viejos aliados políticos. El partido de Cardoso, el PSDB, sigue siendo una fuerza política importante y fue esencial en el proceso de imputación de Rouseff. Aunque socialdemócrata de nombre, el partido es conocido por albergar algunos liberales verdaderos a favor del mercado en sus filas.

A la izquierda tenemos muchos partidos. Algunos apoyan a Rouseff y dicen que la imputación fue un golpe de estado. Otros simulan no apoyarla, al tiempo que siguen planteando dudas sobre la legitimidad del proceso de impugnación. El PSOL es el mejor ejemplo y tiene un considerable apoyo entre los jóvenes y los artistas.

Rouseff es, como ha dicho ella misma, “una carta fuera del mazo” y esto es una victoria para Brasil, especialmente para quienes creen que el futuro del país está en una política más liberal.

Algunas posibilidades políticas se inclinan esta dirección, mientras que otras siguen inclinándose hacia la izquierda. El electorado brasileño sigue pareciendo dividido y no solo en afiliación a los partidos: los brasileños en general parecen vivir con la paradoja de ser algo tradicionales en moral, pero muy izquierdistas en economía y política. Pero con Rouseff y el Partido los Trabajadores fuera de combate, parece haber espacio para la esperanza


Publicado originalmente el 31 de agosto de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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