lunes, 26 de septiembre de 2016

Al cine con el estado., por Libertario.es

Leía hace unos días como el Estado italiano quería fomentar la cultura. Magnífica medida me dije, un pueblo con una mayor cultura es más difícil de engañar. El asunto fue cambiando cuando profundicé en el contenido de la buena nueva. El Gobierno Italiano dará quinientos euros a todos aquellos que cumplan dieciocho años, incluidos los residentes extranjeros, para que gasten libremente en cultura.

No es objetivo del Estado dar dinero indiscriminadamente. Estoy seguro de que las finanzas italianas no son tan abundantes como para que este dinero sea un excedente. El montante final de la medida supondría 290 millones para las arcas italianas.  Obviando el apartado meramente contable, podemos entrar en el aspecto ético de cómo esta medida puede repercutir en la sociedad. El Estado vuelve a dar un paso más en la intervención en la sociedad civil. Siempre utilizamos el subsidio en vez de buscar otras vías. Probablemente porque esos otros caminos son arduos, difíciles, y seguramente porque significa la pérdida de privilegios de algún importante colectivo. Nadie pensó en quitar trabas a los productores de cine, rebajar los impuestos a aquellos negocios con trasfondo cultural o fomentar la presencia de grupos de teatro en la educación pública. Todos estos requieren un paso atrás del estado que no va a suceder. No pido volver a los tiempos remotos donde ahorrabas para comprar un CD o un vinilo y todos tus esfuerzos durante esos meses se dedicaban a buscar dinero de donde fuese posible. Suprimir consumo presente por consumo futuro en definitiva. Indirectamente, es cuestionable en que se gasta ese dinero. La cultura no es; ni alta ni popular, ni de izquierdas o de derechas, es simplemente buena o mala. En una aplicación creada por el ministerio de Bienes Culturales se pondrá a disposición de los jóvenes en qué gastarlo. El Estado te dirige a un abanico de opciones que no será representativa de tus gustos sino de los del propio estado.

La mayoría estamos de acuerdo en que el Estado debe ayudar a personas que están en situaciones de extrema dificultad, en riesgo de pobreza, desempleadas o que están en una situación familiar conflictiva pero seguro que no entenderíamos que fuesen financiadas bodas o vacaciones particulares.

Es poco probable por ejemplo que una película como “Suicide Squad” (David Ayer, 2016) sea instructiva o beneficie a la sociedad en su conjunto.

Si somos malpensados podemos entender la medida como un acercamiento del gobierno a un estrato concreto de la sociedad para sacar rédito electoral.  Crea muchas dudas si en el caso de que no se satisfaga el gasto total de la ayuda, el montante de la subvención sería devuelta. Puede ser que la medida tenga una buena intención, pero es fácilmente pervertible. El Estado entra en otro ámbito más de nuestra vida, donde firmemente creo que no debería intervenir.  Con esta medida eliminamos una variable muy importante en el propio ser humano, el coste de oportunidad. Cuanto estarías realmente dispuesto a sacrificar por ese libro que tanto te gusta o esa obra de teatro tan famosa. Lo tendrías todo, infinidad de oportunidades que difícilmente valorarías. Que cada ciudadano gestione libremente su apetencia cultural, sin más incentivo que su propia curiosidad.

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