Todo acaba envejeciendo. Me dijeron que un día los planetas y las estrellas se convertirán en polvo. Así que supongo que no es extraño que el arsenal de armas nucleares de Estados Unidos también esté mostrando signos de edad avanzada, y pueda tener que ser reemplazado.
Uno podría pensar que, dada la creciente decrepitud de nuestras armas nucleares, sería un buen momento para desmantelar y desechar estas terribles armas. El presidente Barack Obama ha predicado exageradamente durante los últimos siete años sobre la necesidad de librarnos de las armas nucleares. Muy bonito.
Sin embargo, cuando se encuentra lejos de los micrófonos, Obama ha permitido que el complejo militar-industrial-financiero haga planes para renovar y actualizar el arsenal nuclear estadounidense en un gran proyecto con un costo estimado de al menos 1 billón de dólares.
No se ha hecho un gran esfuerzo para reunir a las potencias nucleares declaradas y no declaradas del mundo y elaborar un plan para deshacernos de todas las armas nucleares y asegurarnos de que no se las reemplaza. Al contrario, las están produciendo a toda máquina en el taller del diablo.
La Fuerza Aérea de Estados Unidos quiere que para 2044 todos sus viejos misiles balísticos intercontinentales Minuteman de 1960 hayan sido reemplazados con 642 nuevos misiles balísticos intercontinentales, lanzados desde silos con base terrestre. Ya se gastaron unos 7.000 millones de dólores en las últimas dos décadas para modernizarlos.
Allá por la década de 1980, me invitaron a inspeccionar la sede del Comando Espacial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y el Comando de Defensa Aérea, enterrados en las profundidades del Monte Cheyenne en Colorado. Se me mostró una habitación del tamaño de un hangar llena de un centenar de ordenadores en posición vertical, todos haciendo zumbidos. Un oficial me susurró, “mi portátil tiene más potencia que todos estos equipos juntos”. Del mismo modo, el avance de la tecnología ha dejado a muchos de nuestros sistemas de defensa o bien anticuados o totalmente obsoletos. Así que puede que sea necesaria cierta renovación.
Unos nuevos misiles balísticos intercontinentales aún no son suficientes para la Fuerza Aérea estadounidense. Los aviadores también quieren un nuevo misil de crucero con armas nucleares para reemplazar al venerable AGM-86B de los 80, transportado por bombarderos pesados B-52 y el aún en construcción bombardero furtivo B-21 “Stealth”.
Mientras tanto, está previsto que la Armada de Estados Unidos, siempre una de las favoritas del Congreso, reemplace sus submarinos nucleares clase Ohio con una nueva clase más potente de 12 submarinos, cada uno de los cuales cargará con 16 misiles Trident D5. Cada misil puede volar más de 8.000 km y transportar entre 8 y 10 ojivas.
Muchos otros buques de guerra de propulsión nuclear estadounidenses, tanto submarinos como de superficie, necesitarán nuevas plantas nucleares.
Un billón de dólares es mucho dinero, incluso para la nación más rica del mundo. Muchos cuestionarán ese enorme gasto, en un momento en el que muchos puentes que cruzan EE.UU. se están colapsando, los aeropuertos están decayendo, el sistema de control del tráfico aéreo está obsoleto, y 44 millones de personas viven con cupones de alimentos.
Necesitamos esas armas nucleares desesperadamente, dice el alto mando del Pentágono, sus partidarios civiles en el Congreso, y la floreciente industria armamentística estadounidense, que parece que este año va a tener unos ingresos récord.¡Hay que defenderse contra los rusos y los chinos!
Rusia tiene una potente tríada de misiles nucleares de aire, mar y tierra. Algunos están siendo modernizados. Moscú ha dejado claro que, dada su fuerte reducción de efectivos terrestres, dependerá cada vez más de las fuerzas nucleares estratégicas y tácticas. Esta importante y nueva política debería hacer que Washington se replantee su peligrosa política actual de poner en un apretón militar a Rusia en Ucrania, Crimea, el Mar Báltico y el Mar Negro.
China también está desarrollando lentamente sus fuerzas nucleares, pero siguen siendo modestas para una potencia mundial y se centran más en disuadir un ataque nuclear extranjero. Hasta ahora, China sólo aparece interesada en su propia región.
En resumen, ni Rusia ni China han inclinado la actual balanza nuclear del terror. Por desgracia, la actualización del arsenal nuclear de Washington probablemente hará que actualicen sus fuerzas nucleares estratégicas.
El próximo presidente estadounidense heredará este problema. Todo el mundo dice que odia las armas nucleares, pero parece que no pueden dejar el hábito. El candidato Donald Trump preguntó con razón cuál es el propósito de estas armas, y le intentaron hundir por hacer esta pregunta tan acertada. Los medios de comunicación sesgados no paran de decir que no se le puede confiar el botón rojo a Trump. Pero fue Hillary Clinton quien en realidad amenazó con usarlas contra Irán si se atrevía a atacar a Israel.
En lugar de debatir sobre los aseos de los transgénero, los votantes estadounidenses deberían estar exigiendo: “¡Señor Presidente / señora Presidenta, deshágase de nuestras armas nucleares”
Traducido por Verónica Santamaría
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