¿Será Hungría el próximo país en salir de la disfuncional Unión Europea? La cuestión no es en absoluto tan descabellada como podría parecer. El 2 de octubre, los votantes húngaros participarán en un referéndum nacional para decidir si están de acuerdo o no con el asentamiento forzoso de inmigrantes en Hungría por parte de la UE. Es un tema importante en Hungría, tierra de un pueblo orgulloso y de mentalidad firmemente independiente que soportó 150 años de dominio otomano, y guerras con la Austria de los Habsburgo hasta que el compromiso austro-húngaro de 1867 creó una coexistencia pacífica bajo la monarquía dual de Austria-Hungría. Después de eso, los húngaros permanecieron sujetos a la Unión Soviética desde 1945, inicialmente bajo el temido Mátyás Rákosi, hasta que se convirtió en el primer país comunista del Pacto de Varsovia en declarar una república constitucional en octubre de 1989, abriendo sus fronteras a Austria, y poniendo en marcha la caída en dominó de Alemania del Este, de todo el Pacto de Varsovia después y, en última instancia, de la Unión Soviética. Al igual que todas las naciones, tiene una historia muy especial.
Bien podría decirse que los húngaros, siempre una población étnica crisol cuyo Parlamento fue el primero del mundo en promulgar las primeras leyes de protección de los derechos étnicos y de las minorías en 1849, no son un pueblo pasivo cuando sienten que se les está tratando mal. Y así sigue siendo hoy en día respecto a la propuesta de Bruselas de que Hungría y los otros estados miembros de la UE deben aceptar un número determinado por Bruselas de refugiados de guerra procedentes de Oriente Medio y pagar por todos sus costos, tanto si quieren como si no. Los países que se nieguen a asumir su cuota se enfrentarán a sanciones económicas severas. En 2015 unos 400.000 refugiados llegaron a Hungría antes de que se levantase una valla de alambre de púas de cuatro metros en la frontera con Serbia.
Alrededor de la mitad, unos 200.000, intentaron obtener asilo en Hungría, y después de los procedimientos gubernamentales, sólo se les concedió asilo político a 264 refugiados. Desde la construcción de la valla las migraciones a través de la denominada ruta de los Balcanes prácticamente se han detenido. El Gobierno austriaco también ha decidido cooperar con el gobierno de Orban para patrullar conjuntamente su frontera común.
La República Checa, Eslovaquia y Polonia – el llamado grupo de Visegrad Cuatro – se unieron a Hungría al oponerse a la propuesta de cuotas de refugiados obligatorias de Bruselas. Hasta ahora, sólo Hungría ha decidido celebrar un referéndum nacional sobre el tema. Las encuestas muestran que más del 66 por ciento de la población está en contra de las cuotas obligatorias, incluyendo a Orban, que ha pedido el voto en contra de la propuesta.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, que no tiene pelos en la lengua, es el único primer ministro desde 1989 que ha servido un período completo y ha sido reelegido, y es muy popular entre los húngaros por decir lo que piensa acerca de las políticas equivocadas de Bruselas. Muchos húngaros lo ven como un moderno David enfrentándose al mucho más grande Goliat, la Comisión de la UE sin rostro, con miembros no elegidos democráticamente.
El 2 de octubre los húngaros votarán en un referéndum nacional especial que tendrá una sola pregunta: “¿Quieres que la Unión Europea pueda prescribir un asentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría, sin el consentimiento del Parlamento?”
Orban: “riesgo de terrorismo…”
En la cuestión de los refugiados de guerra Orban no tiene pelos en la lengua: “Hungría no necesita un solo inmigrante para que la economía funcione, o la población se sostenga a sí misma, o para que el país tenga un futuro”, dijo en una entrevista reciente. Todo lo contrario, dijo, “Cada inmigrante plantea un riesgo de seguridad pública y de terrorismo. Por eso una política europea común de inmigración es innecesaria. El que necesite inmigrantes que se los quede, pero no nos obliguen a nosotros a acogerlos, no los necesitamos.” En lo que se refiere a Hungría, declaró en una entrevista con RT, “la inmigración no es una solución sino un problema… Nosotros no la necesitamos y no tragaremos con ella” el gobierno húngaro insiste en que el derecho a decidir cuestiones sobre los refugiados debe reservarse exclusivamente a los gobiernos nacionales.
Hungría y los otros tres estados de Europa central que constituyen el grupo de Visegrad Cuatro, que incluye la República Checa, Eslovaquia y Polonia, se han opuesto a las cuotas obligatorias que la UE quiere imponer a cada Estado miembro. En diciembre pasado, Hungría presentó una demanda ante el Tribunal de Justicia Europeo para frustrar el intento de la UE de redistribuir las llegadas a la Unión Europea. Podría tardarse años en tomarse una decisión sobre el asunto. El referéndum pretende conseguir un amplio plebiscito contra los intentos de cuotas forzosas de Bruselas.
¿El primer paso para salir de la UE?
Todos tienen claro en Bruselas, Berlín y Budapest que los húngaros votarán de forma abrumadora por el No a las cuotas forzosas de refugiados. A partir de ese momento la verdadera pregunta será si los húngaros celebrarán un segundo referéndum, como hicieron los ingleses hace poco, para votar si salir o no de la UE cuando sea evidente que Bruselas ignorará el voto húngaro con su habitual silencio ensordecedor. La idea de una salida húngara de la UE no es impensable en absoluto llegado este punto ya que Reino Unido se ha convertido “el primero en salir”, estableciendo el precedente de que la salida es posible.
El gobierno de Orban hasta la fecha se ha movido con cierta precaución, cuyo objetivo es poner a prueba los límites de las normas de la UE. Lejos de ser un “tirano de derechas”, como le han retratado los burócratas de Bruselas y los medios de comunicación mainstream de la UE políticamente correctos, el graduado en Oxford Orban es un genuino demócrata altamente sofisticado, y aparentemente, no corrupto (si esto es cierto, se trata de una auténtica novedad en la política de hoy en día), que siempre se gira hacia sus votantes en las decisiones políticas clave para asegurarse de que están alineados con él, algo anatema para la oligarquía no electa de Bruselas.
Los puntos de vista de Viktor Orban sobre la actual crisis de refugiados, que los medios de comunicación deliberadamente denominan como “la situación migratoria de la UE”, que suena mucho más benigno, se describen detalladamente en su discurso anual del 28 de febrero del Estado de la Unión ante la nación, a mediados de su tercer período como primer ministro (elegido).
En referencia a la experiencia reciente del país liberándose de las destructivas décadas del régimen comunista, ahora como un estado miembro de la UE desde 2004, Orban señala, “nos preocupa cómo debemos proteger nuestros intereses nacionales dentro de la Unión Europea.” Esto suena bastante razonable salvo si uno se da cuenta de que el objetivo de la UE como institución es, precisamente, el opuesto, destruir en última instancia cualquiera y todos los intereses nacionales a favor de una autocracia de políticos no electos cuyo centro es Bruselas, desde donde se dictan los mandatos a las demás naciones.
Logros reales
Como los principales medios de comunicación no húngaros ignoran o hacen afirmaciones engañosas sobre la verdadera Hungría y sobre los logros reales de Orban, será útil en primer lugar explicar un poco lo que Viktor Orban logró en su primer mandato en el período de 1998-2002, cuando su partido Fidesz ganó en una coalición con el Foro Democrático de Hungría (MDF), los Pequeños Propietarios Independientes, los Trabajadores Agrarios y el Partido Cívico (FKGP), y en su único gobierno mayoritario desde 2010. Tras 8 años fuera del poder, el partido Fidesz de Orban ganó un abrumador apoyo popular con el 53 por ciento del voto y dos tercios de los escaños del Parlamento en 2010, y la reelección desde 2014 hasta la actualidad.
Como señala Orban en su discurso de febrero ante la nación, “en tres años hemos consolidado el presupuesto, estabilizado la economía, evitado la quiebra, contenido la inflación y reducido el desempleo – este último no marginalmente, sino del 11,5 por ciento al 6,2 por ciento. Hemos mandado a paseo al FMI, hemos devuelto nuestro préstamo antes de lo previsto, y este año también pagaremos el último céntimo de nuestra deuda con la Unión Europea. Con todo, en 2014 completamos este período de estabilización con un crecimiento económico del 3,7 por ciento, y abrimos un nuevo capítulo”.
Además, bajo el mandato de Orban, el gobierno logró “reducir en cinco años el impuesto sobre la renta del 35 por ciento a 15 por ciento, y en cinco años hemos dejado 1.300 millones de florines en los bolsillos de las familias. Hemos reducido las facturas de los servicios domésticos en un 25 por ciento, y en cinco años el salario mínimo en Hungría ha aumentado en un 50 por ciento. Lo hemos logrado juntos: el estado y el mercado; el Gobierno y el sector empresarial; empleadores y trabajadores; las micro, pequeñas y medianas empresas y las filiales locales de los conglomerados globales… En comparación con 2010, se han asignado un cuarenta por ciento más de fondos a la asistencia sanitaria. Hemos reducido a la mitad las listas de espera. Hemos asignado más de quinientos mil millones – más de quinientos mil millones de florines – al desarrollo de nuestros hospitales”.
Este es el trasfondo de la actual economía de Hungría bajo el mandato de Orban y la base para entender por qué la población apoya su petición de un no a las cuotas obligatorias de refugiados. Ahora expliquemos por qué sus declaraciones sobre la crisis de refugiados son relevantes.
“El nombre de este peligro es la migración masiva…”
Orban continúa, “ahora me gustaría explicar por qué he dicho todo esto. En resumen, es porque todo esto está ahora en peligro. La estabilidad financiera que hemos trabajado tan duro para conseguir está en peligro… Nuestra política exterior orientada a nivel nacional – que ha sido construida con una atención meticulosa a los detalles – está en peligro. El restaurado orden público y la seguridad pública libre de amenazas terroristas están en peligro. Y nuestra cultura nacional… también está en peligro”.
Orban precisa: “El nombre de este peligro es la migración masiva… El año 2015 puso fin a una edad en la que, creyendo que estaba bajo el control de Europa, dimos por sentadas la protección y la seguridad de nuestro continente. Hace un año, en esta misma ocasión, estábamos ya advirtiendo de que una nueva era de migración masiva había comenzado. Se burlaron de nosotros sin piedad, y fuimos insultados por amigos, aliados y rivales por igual… La realidad es que los que vienen aquí no tienen ninguna intención de adoptar nuestra forma de vida, porque consideran más valiosa la suya propia… ¿Y por qué, de hecho, iban a renunciar a ella? La realidad es que no van a suministrar la mano de obra necesaria a las fábricas de Europa Occidental. Los hechos demuestran que, a través de generaciones enteras, la tasa de desempleo es mucho mayor – a veces varias veces superior -entre los nacidos fuera de Europa. La realidad es que los países europeos ni siquiera han sido capaces de integrar las masas que llegaron de Asia y África gradualmente, durante varias décadas. ¿Cómo van a tener éxito ahora, con tanta rapidez y con un número tan grande de gente? ”
Todas estas afirmaciones son discutibles. Pero aquí está el argumento central sobre el que Orban basa su estrategia para el Referéndum, y la razón última por la que tras el 2 de octubre se verá obligado a comenzar a preparar un “Huexit“ de la UE para Hungría:
…No es con los inmigrantes con los que deberíamos estar enfadados. La mayoría de ellos son también víctimas: víctimas de los gobiernos en colapso de sus países, víctimas de las malas decisiones internacionales, víctimas de los traficantes de personas. Ellos están haciendo lo que consideran que es bueno para sus propios intereses. El problema es que los europeos no estamos haciendo lo que sería bueno para nuestro propio interés. No hay mejor palabra para lo que Bruselas está haciendo que “absurdo”. Es como un capitán de un barco a punto de colisionar que, en vez de querer tomar medidas para evitarlo, está más interesado en decidir cuáles deben ser los botes salvavidas para los no fumadores. Es como si, en lugar de reparar las fugas del casco, estuviésemos discutiendo sobre qué cantidad de agua debe inundar las cabinas…
Continúa Orban:
Que Bruselas no sea capaz de organizar la defensa de Europa es un problema bastante grande, pero es un problema aún mayor que carezca de la intención de hacerlo. En Budapest, Varsovia, Praga y Bratislava nos resulta difícil entender cómo hemos llegado a un punto en el que incluso es posible que se pueda dejar entrar sin controles a quien quiera venir de otros continentes y otras culturas. Es difícil entender el debilitamiento del instinto natural y fundamental de nuestra civilización de defendernos a nosotros mismos, a nuestras familias, nuestros hogares y nuestra tierra… Esto es Europa. Europa es la Hélade, no Persia; es Roma, no Cartago; es el cristianismo, no un califato. Cuando decimos esto no estamos afirmando que seamos mejores, sino que somos diferentes. Señalar la existencia de una civilización europea independiente no significa que sea mejor o peor; sólo significa que “nosotros somos así, y que vosotros sois así”.
Este movimiento de Hungría, de su primer ministro y de su población no es ninguna estratagema política superficial para negociar un mejor trato con Bruselas, como pretende David Cameron con su fiasco del Brexit (visto desde el punto de vista de Cameron). Es el trazado fundamental de una línea de separación en la arena de toda la Unión Europea entre los países que creen en una soberanía nacional disuelta a favor de una Europa supranacional unida con sede en Bruselas, y los países que ferozmente desean exigir derechos esenciales de soberanía nacional a raíz de esta crisis de refugiados y de todas sus ramificaciones.
Bruselas, y claramente la Berlín de Merkel, se opondrán a Hungría y lucharán con uñas y dientes por defender su concepto supranacional. Lo harán con el respaldo de George Soros y su think tank el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. No es de extrañar que Viktor Orban se haya opuesto abiertamente en repetidas ocasiones al multimillonario de origen húngaro George Soros y sus ONG por tratar de desestabilizar a Hungría. El dinero de Soros también financió el documento conocido como el Plan de Merkel, que es una oposición directa a la defensa de la soberanía nacional de Orban sobre la admisión de refugiados.
Llegado este punto el desafortunado experimento conocido como la Unión Europea está volando en pedazos. Es posible que Hungría se vea obligada a reconsiderar su identidad dentro de la UE después del 2 de octubre, o mucho antes si los acontecimientos siguen su curso actual, y eso inevitablemente alimentará a las fuerzas de la disolución dentro de la UE, tal vez una consecuencia no del todo mala.
Traducido por Verónica Santamaría
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