Este mismo mes, el Banco de Inglaterra alteró el tipo bancario de interés por primera vez desde 2009, bajándolo del 0,5% al 0,25%, con un recorte adicional al 0,1% esperado durante este año y un programa acompañamiento de 70.000 millones de libras de una nueva flexibilización cuantitativa.
Este cambio radical, aunque predecible, en la política monetaria británica (más detallado en un reciente artículo de Mises Wire) ya ha tenido un impacto importante a corto plazo, con la libra esterlina cayendo un 1,5% frente al dólar dentro de la primera media hora después del anuncio del gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney. Sin embargo, en los días posteriores ha habido rumores ominosos en ciertos rincones de la economía británica, que anuncian posibles consecuencias mucho más graves a largo plazo de la decisión.
Con los bancos centrales en todo el mundo ajustándose en una carrera aparentemente inexorable hacia tipos negativos de interés, merece la pena prestar atención a estas pequeñas pistas que aparecen en la superficie en Gran Bretaña y a los posibles mayores problemas que podrían estar apuntando en el horizonte. Las consecuencias que probablemente sufrirá Gran Bretaña en los próximos meses pueden servir, o bien como advertencia para los banqueros centrales y políticos de todo el mundo contra la aplicación de las mismas políticas, o bien como un anuncio del triste futuro al que la economía mundial puede estar empezando a descender.
Una huída hacia inversiones “seguras”
Particularmente notable es el hecho de que la reducción en los tipos está exacerbando los problemas ya graves de los ahorradores, que se ven obligados a dirigirse hacia inversiones supuestamente “seguras” y que están causando burbujas en esos activos como consecuencia de esto. Con la nueva reducción de tipos coincidiendo con la inflación del IPC de Reino Unido llegando al 0,5% en junio, un máximo relativo en los pasados dos años, los ahorradores encontrarán cada vez más difícil conseguir un rendimiento real sobre su dinero simplemente teniéndolo en el banco. La demanda consiguientemente creciente de inversiones “seguras” ha causado así burbujas en sus precios alimentadas artificialmente con tipos bajos.
Cabe esperar que este problema sea especialmente grave en dos inversiones que ya han albergado burbujas peligrosas incluso antes del nuevo recorte de tipos: vivienda y deuda pública. Desde 2013, el índice de precios de la vivienda de Reino Unido ha estado aumentando a un ritmo alarmante, muy por encima de los niveles anteriores al crash, y los rendimientos de los bonos del Tesoro del Reino Unido a 30 años han caído persistentemente desde 2011, sugiriendo una desconexión artificial de la confianza de los inversores en la deuda pública por encima del resto de la economía. Aunque estas burbujas deberían preocupar especialmente a los inversores británicos, noticias recientes de que incluso los rendimientos de los fondos españoles a 10 años están en mínimos históricos ilustran el ámbito global de los problemas que se están manifestando ahora mismo en Gran Bretaña.
Otro tipo de inversión del que puede esperarse un aumento en la demanda después de la nueva política del Banco de Inglaterra es el creciente abanico de oportunidades de inversión que se han creado directamente o se han hecho más atractivas debido a las intervenciones públicas en la economía. Tipos inusuales de iniciativas de préstamo público (como los bonos Premium, que realizan una lotería entre los tenedores de bonos, en lugar de dar directamente un interés) resultarían relativamente más atractivos a la vista de los tipos rebajados del resto de la economía. El recorte de tipos probablemente también acelere el ritmo al que los ahorradores de Reino Unido se retiran a vías de inversión a las que el gobierno ha concedido benignamente un estatus fiscal favorable, como las llamadas cuentas individuales de ahorro (ISA, por sus siglas en inglés).
El estado no escatima ningún gasto
Es especialmente preocupante el programa “Help to Buy ISA”, a través del cual el gobierno acuerda cubrir los ahorros de los tenedores de cuentas en un 25% si el dinero se usa en la compra de una primera vivienda. La fuente de donde el gobierno adquiere este 25% extraordinario, que nos entrega tan generosamente, queda a la imaginación del lector. Políticas como estas, tanto en Reino Unido como en todo el mundo, no solo deberían preocupar por sus efectos sobre la inflación y su aumento de la nueva burbuja inmobiliaria, sino que también deberían producir una mayor expansión en el nivel de la deuda pública (actualmente doblando la esquina del 90%del PIB en Reino Unido) tenderán a empeorar el crash de la deuda pública que está por llegar.
Otro acontecimiento desde la nueva política del Banco de Inglaterra que podría ser una señal de problemas por venir, es la huida de los ahorradores del sistema bancario en general. Con los intereses sobre los ahorros de los bancos disminuyendo cada vez más, unido a varios grandes bancos de Reino Unido anunciando que están considerando cobrar a las empresas que tengan depósitos con ellos, el resultado sería un crecimiento en el número ya significativo de ahorradores de Reino Unido manteniendo su dinero fuera del sistema bancario. Esto podría ser preocupante sencillamente debido a sus efectos negativos sobre la capacidad de los bancos para prestar a las empresas y a que el sostenimiento de la tendencia pudiera también asustar a los políticos y llevar a impulsar una nueva economía sin efectivo en un futuro no muy distante. Esto no solo obligaría en la práctica a los consumidores a seguir siendo parte de un sistema bancario al que ya no quieren pertenecer, sino que dicha digitalización de la oferta monetaria podría potencialmente crear un nivel de control público sobre la economía sin precedentes en la historia.
Sin embargo, incluso esos negros nubarrones tienen sus líneas de salvación. En los días posteriores al anuncio, el Banco de Inglaterra se ha encontrado en una posición extraordinaria al tener que preguntarse si será capaz de completar su nuevo paquete de estímulo, ya que las empresas parecen no estar dispuestas a venderle los bonos que ha solicitado. Además, el gobernador del Banco de Inglaterra y rey de facto de la economía británica, Mark Carney, hablado previamente en contra del concepto cada vez más popular de los tipos negativos de interés. Esto podría considerarse como una señal de que el futuro de la economía mundial puede no ser tan penoso como parece, o al menos que los banqueros centrales están empezando a ser conscientes del rincón en el que se han encerrado. Como señala tristemente el MacDuff de Shakespeare: “Es difícil reconciliar esas cosas buenas y malas al mismo tiempo”, una frase que música poco después de cortar la cabeza el rey y concluir la tragedia. Sólo podemos esperar tener esa suerte.
Publicado originalmente el 22 de agosto de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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