Cuando se habla sobre Patrón Oro clásico buena parte del mainstream económico, vía innumerables libros de texto de Economía, suele describirlo como un sistema de “tipo de cambio fijo” o que el Estado “fija el precio del oro” (Sachs y Larraín, 2006: 251-52; Mankiw, 2014: 516-17; Eichengreen, 1996: 260; Mastrianna, 2013: 328).
Los partidarios de la Escuela de Chicago, quienes en buena parte son responsables de ligar al Patrón Oro clásico con los tipos de cambio fijos, suelen criticar a los de la Escuela Austriaca más o menos en estos términos: “Mantener un precio fijo entre el dólar y una unidad de oro es simplemente un control de precios. ¿Por qué ustedes austriacos, que creen en el mercado libre con tanta pasión, impulsan ese intervencionismo? ¿Cómo es posible que favorezcan el Patrón Oro clásico si en él el Estado aplica un control de precios? ¿Por qué si son liberales no dejan fluctuar el precio del oro libremente?” Como veremos a continuación, esa identificación de “Patrón Oro clásico = tipo de cambio fijo” es completamente errónea.
Recuerden que el término “tipo de cambio” es solo otro nombre para “precio”. En particular, el precio de una divisa extranjera en términos de la nacional. Por lo tanto, “tipo de cambio fijo” implica por necesidad un precio fijado, generalmente por la autoridad.
¿Qué es un precio? Simplemente es un cociente (una división o ratio) entre cantidades intercambiadas de dos bienes distintos. Por ejemplo, si para obtener (la cantidad de) una pizza la persona debe entregar (la cantidad de) 100 pesos, entonces el precio es $100/1 pizza o como comúnmente lo expresa la gente: “la pizza vale $100”. Noten que son dos bienes diferentes, dos mercancías independientes (pizzas por un lado y pesos-dinero por otro). No necesariamente deben ser desiguales en términos físicos, sino en términos subjetivos de los actores que intercambian. Es fundamental entender que en el caso de cualquier precio las entidades intercambiadas son independientes o distintas las unas de las otras, ya sea que estemos en una economía de trueque (bienes pizzas a cambio de bienes zapatos) o monetaria (bienes pizzas a cambio de bien dinero). La propia idea de un mercado únicamente tiene sentido entre diferentes entidades, distintos bienes y servicios (Rothbard, 2011: 743-44; Salerno, 2010: 350-51). En resumen, cualquier mercado, cualquier intercambio o cualquier precio, única y exclusivamente tiene sentido con bienes o servicios considerados diferentes.
Con el dinero bajo Patrón Oro clásico la historia es opuesta. El oro y el dólar (o la libra, el franco, el marco, el peso y cualquier otra denominación) NO son dos bienes independientes o diferentes. El dólar y el oro son uno y el mismo bien, solo que uno (el dólar) es la unidad de peso del otro (el oro). Dado que son lo mismo, es absurdo que haya un mercado y, por ende, un precio para un bien en términos de sí mismo. Se estaría intercambiando el bien por el mismo bien.
A nivel mundial, en ese sistema los nombres de las diferentes monedas nacionales no son entidades independientes, como frutillas y zapatos, sino solo motes de la misma cosa. Son denominaciones para distintos pesos de oro o plata. Por ende, deben tener el mismo estatus que cualquier definición fija de peso o medida. Un mercado y precios no tienen sentido entre distintas unidades de la misma entidad. Hay mercado para intercambiar entre bienes distintos como el cobre, la leche, la carne o las frutillas; pero no lo hay para cambiar entre onzas de cobre y kilos de cobre o entre litros de leche y galones de leche o entre metros de tela y pies de tela (Rothbard, 2011: 744; Salerno, 2010: 350-51).
Pero aun suponiendo el caso absurdo de que se creara un mercado para, por ejemplo, centavos y dólares, sería completamente caótico que la relación fija de 100 centavos = 1 dólar fluctuara día a día u hora a hora. Por supuesto, algo con tal volatilidad jamás podría cumplir la función de unidad de medida para contabilidad o cálculo económico. Las unidades de medida (1 dólar = 100 centavos, 1 onza = 28,35 gramos, 1 metro = 3,28 pies, etc.) deben ser necesariamente fijas para que cumplan su propósito, sino no sirven. Cualquier intento de medida se desvanece cuando se cambian las relaciones entre, por ejemplo, metros y pies. Para los cálculos humanos, las unidades de medida o son fijas o no son unidades de medida (Rothbard, 2011: 743). Una libra es universalmente definidacomo consistente de 16 onzas, un dólar es definido como consistente en 100 centavos. Los estándares de peso o medición se establecen por definiciones comunes y es precisamente para que sean fijos para todos los que los usan.
Decir que, bajo Patrón Oro, el gobierno “fijó arbitrariamente” el tipo de cambio entre varias monedas es como decir que definió arbitrariamente 1 libra de peso como compuesta de 16 onzas o 1 metro como 3,28 pies o un dólar como 100 centavos. Esas definiciones, todas las de peso o medida, no tienen por qué haber sido necesariamente impuestas por el gobierno. No hay nada que impida que puedan ser fijadas por grupos de científicos o costumbre y uso común del público general (Rothbard, 2011: 745-46). De hecho, la libra es universalmente definida como consistente en 16 onzas, no por un edicto del gobierno sino porque los estándares de peso y medida se establecen por definición de uso común.
Otra forma de verlo es como explica George Selgin: “Patrón Oro significa que una masa estándar de oro (tantos gramos u onzas de oro puro) definela unidad monetaria doméstica. La unidad monetaria (“dólar”) no es otra cosa que una unidad de oro, no es un bien por separado con un potencial precio fluctuante contra el oro… la moneda doméstica (y las cuentas corrientes) estaba denominada y era redimible en oro, pero no tenían un precio en oro.”
Veamos un ejemplo con diferentes monedas de distintos países como el de Rothbard (2011: 745-46): un dólar fue definido como aproximadamente un veinteavo de onza de oro, la libra esterlina como un poco menos de un cuarto de onza de oro y el franco como un centésimo de onza de oro. Es decir:
Dadas esas definiciones, las equivalencias son simples operaciones aritméticas. Por ejemplo, para saber cuánto equivale una libra en términos de otras monedas hay que hacer: (1/4)/(1/20) para el dólar y (1/4)/(1/100) para el franco. Por lo tanto, la libra se cambiaba por cinco veces lo que se cambiaba por un dólar, la “tasa de cambio” entre dólar y libra es cinco dólares. Repitiendo el proceso tenemos:
Una libra es igual a cinco dólares por el simple hecho matemático de que 0,25 (1/4) es cinco veces 0,05 (1/20). La libra tenía aproximadamente cinco veces la cantidad de oro y por ello era cinco veces más valiosa que el dólar y veinticinco veces el franco. Pero noten que ello es así no por las leyes del mercado ni porque el gobierno “fijó el precio del oro”, sino simplemente por las leyes de la aritmética (Salerno, 2010: 350). 5/20 onzas de oro (5 dólares) es igual a 1/4 de onzas de oro (una libra). ¿Hay algo arbitrario allí? ¿Existe control de precios en eso? No y no. Había 5 veces la cantidad de oro en una libra, porque fue definida como 1/4 de onza, de lo que había en un dólar americano, que fue definido como 1/20 de onza. Es, por tanto, incorrecto usar el término “tipo de cambio” o “tasa de cambio” para describir la relación entre dólares y libras. Como ya se repitió varias veces, los tipos de cambio o precios designan una división de cantidades de dos bienes distintos, mientras la libra y el dólar designan dos pesos diferentes del mismo bien, el oro.
Si la gente llevaba su oro al banco, se hacía un contrato con este por el cual devolvería la propiedad del depositante (el oro) cuando el cliente redimiera la nota de banco o dólar. Pero la nota de banco o la chequera o el dólar no eran dinero en si mismos, eran un recibo que permitía redimir esa nota por dinero (oro). Podían usarla de sustituto monetario porque era más conveniente si querían. Aun así, la nota o el dólar no era dinero y, lo más importante, la gente lo comprendía perfectamente. Si le dan a alguien un título de propiedad de un auto, esa persona sabe perfectamente que el título no es el vehículo. De la misma forma, el banco no les vendía oro a sus depositantes cambio de la nota de banco o dólar, sino que cumplía un contrato de redimir la propiedad a cambio del título de la misma. Por ende, la tasa a la cual el banco devolvía oro a cambio de redimir la notano era un precio. En Patrón oro clásico, todas las naciones del sistema tienen el mismo dinero: el oro. Aunque sí pueden tener diferentes nombres que designan distintas unidades o pesos del dinero (oro).
Como se ve, la paridad fija se establece tanto (a) entre las notas de banco o billetes y el oro, como (b) entre distintas monedas de diferentes países (y distintos bancos centrales). En ambos casos el dinero es el oro. En cuanto a (a), el banco, banco central o gobierno cumplen su contrato para redimir dinero (oro) a cambio del título de propiedad, no están vendiendo oro. Y en cuanto a (b), todas las naciones usan un solo dinero: oro. Las divisas son solo nombres de distintos pesos de la misma cosa y, por ende, las diferencias de cambio siguen las leyes de la aritmética, no las de oferta y demanda.
En conclusión, bajo Patrón oro clásico no hay tipo de cambio fijo ni hay fijación por parte del gobierno del precio del oro. Un tipo de cambio es un precio entre dos cosas diferentes. Lo que conocemos como nombres de distintas divisas nacionales no son entidades independientes en absoluto. No son, en esencia, cosas diferentes, sino diferentes pesos de la misma cosa (oro o plata). Dado que son eso, deben tener necesariamente el mismo estatus de definición fija que el peso o la medida (Rothbard, 2011: 743). La equivalencia entre ellas está regida por las leyes de la aritmética y no por las leyes de oferta y demanda o por una fijación de precio del gobierno. Describir el Patrón oro como “fijar el precio del oro” o como “tipo de cambio fijo” es un grave malentendido. Bajo Patrón Oro clásico, el dinero es el oro y el oro es el dinero (Mises, 1949: 425) y, contra lo que dicen los monetaristas, no hay ningún control de precios.
Eichengreen, Barry (1996), La globalización del capital: historia del sistema monetario internacional. Barcelona, España: Antoni Bosch editor, S.A.
Mankiw, N. Gregory (2014) Macroeconomía, 8ª ed. Barcelona, España: Antoni Bosch editor, S.A.
Mastrianna, Frank V. (2013) Basic Economics, 16ª ed. Estados Unidos: South-Western, Cengage Learning.
Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar’s Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.
Rothbard, Murray N. [Ludwig von Mises Institute Ed.] (2011) Economic controversies. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.
Sachs, Jeffrey D. y Larraín B., Felipe (2006), Macroeconomía en la economía global. Buenos Aires, Argentina: Pearson Education, S.A.
Salerno, Joseph T. (2010) Money, Sound and Unsound. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.
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