El senador Joe McCarthy perfeccionó la técnica en Estados Unidos: cuando estés en desacuerdo con alguien, no debatas ideas, califícale directamente. Los tiempos de McCarthy, el calificativo elegido era “comunista”. En años recientes, se ha transformado en “racista, sexista, homófobo, latinófobo, islamofobo, xenófobo, etcétera, etcétera”.
En tiempos de McCarthy había comunistas, lo que hizo que su técnica pareciera funcionar durante un tiempo. A Nixon se le acusó de ser un macarthista porque pensaba que el empleado del Departamento de Estado y favorito de la clase alta de Georgetown, Alger Hiss, era un agente stalinista, aunque los archivos soviéticos acabaran confirmando que Hiss era realmente un agente stalinista. Como hay racistas y sexistas en nuestra sociedad resulta más sencillo tratar de destruir personas con estos calificativos, sean verdad o no.
Hillary Clinton llamaba a esto “la política de la destrucción personal”. Se quejaba de que se estaba ejerciendo contra ella, pero ella dio al menos tanto como recibió. Toda la campaña reciente se consumió en esto y había razones para esperar que el fin de la campaña proporcionara algún alivio. Pero aparentemente no va a ser así. Los medios de comunicación de masas no dejarán que pase.
Hoy el programa Evening Edition de la NPR explicaba algunos nombramientos recientes de Trump. El senador Jeff Sessions, nombrado Fiscal General por Trump, fue descrito como un racista. Cualquiera que conozca a Sessions sabrá que es una completa falsedad. No es ni remotamente un racista.
La base para utilizar el calificativo de es la afirmación de una sola persona, ahora muerta, de que en la década de 1970 Sessions había utilizado la expresión “la gente blanca”, cuando Sessions dijo que sólo había dicho “la gente”. También había una broma de la misma época acerca de los miembros del KKK fumando hierba. Advirtamos que de esto ha pasado un cuarto de siglo.
Evening Edition continuaba entrevistando a alguien de la revista Foreign Policy, que describía al jefe de personal de la Casa Blanca nombrado por Trump, Steve Bannon, como un “etnonacionalista”. A primera vista, esto parecía suave comparado con la oleada de calificativos recientes lanzados contra Bannon: “racista, antisemita”, etc. Pero nada de esto tiene una brizna de evidencia que lo respalde. Yo mismo conozco algo a Bannon y, como ha dicho muy apropiadamente su colega Peter Schweizer: “no tiene ni un solo hueso racista o intolerante en su cuerpo”. Si esto no es difamación y libelo no sé qué puede ser.
Es una objeción bastante pequeña, pero considerad también el término “etnonacionalista”. ¿Qué significa? ¿Qué puede significar? Es sabido que EEUU es una nación que no es una etnia. Así que si soy un nacionalista estadounidense no puedo estar en contra de ningún grupo étnico estadounidense.
¿Por qué se usa entonces esta terminología ilógica en este programa y es aceptada sin recato por el presentador? Porque es una manera esquinada de sugerir la lamentable falsedad de que Bannon es un racista blanco cuya lealtad no es para con la nación sino para con su supuesta raza. Digo su supuesta raza porque nadie ha definido ni podrá nunca definir exactamente qué es una persona blanca en términos científicos.
Al propio Bannon no podría preocuparle menos la raza de nadie. Tampoco es antisemita, islamófobo o cualquier cosa parecida. Es todo una caza de brujas sin una brizna de veracidad de los hechos. La tolerancia con otras personas y otras opiniones es una de nuestras creencias esenciales. Basta con ver su personal en Breitbart. Ha contratado y promocionado gays, judíos y musulmanes.
Sessions y Bannon fueron solo los entremeses. Tras las secciones dedicadas a Sessions y Bannon, Evening Edition de la NPR pasó a entrevistar al nieto de un judío que escapó de Austria antes de la Segunda Guerra Mundial para ir a Palestina y así salvar su vida. La lección del nieto parecía ser que deberíamos considerar a Trump como una especie de Hitler y protegernos antes de que sea demasiado tarde.
Sugerir de esta manera que Trump es alguna especie de antisemita hitleriano es ridículo. Uno de sus asesores más cercanos, su yerno Jared Kushner, es un judío ortodoxo y su hija Ivanka se convirtió al judaísmo.
La NPR no hizo ningún esfuerzo por equilibrar ninguna de estas evidentes mentiras insinuaciones macarthistas. Es curioso. Los medios de comunicación se ganaron los aplausos de los historiadores por ir en contra de McCarthy cuando la mayoría de los políticos temían enfrentarse a él. Durante años, no hubo palabra más denigrante entre los periodistas de izquierda que macarthista. Y ahora son ellos los que están practicándolo y no van a renunciar a ello.
Tal vez la única manera de hacer que los medios de comunicación de masas reconsideren su postura sea que los consumidores se quejen a sus anunciantes. (Sí, la NPR tiene anunciantes). Eso podría atraer su atención. Evidentemente, la credibilidad que han perdido con ese comportamiento infantil no les preocupa.
Haciendo un aparte, un énfasis en la “corrección política” y en particular el uso frecuente de los calificativos “racista y sexista” en conjunción con “clase” (¿clasista?) se describe a veces como “marxismo cultural”. La razón de esto es que el propio Marx dijo que todo lo que nos afecta está determinado por la clase.
Por ejemplo, en esta opinión no existe la lógica humana. Solo existe la lógica de las clases trabajadoras y la lógica bastante diferente de los jefes. Otro término para esto, rebatida por Mises en La acción humana es polilogismo.
Paul Cantor observaba recientemente que la izquierda ha llegado a tal fijación con la “raza” y el “género” que no se han dado cuenta de que Trump le robaba la “clase”. Quienes pensamos que nada está “determinado” absolutamente por raza, género, clase o lo que se quiera podemos apreciar especialmente la broma.
El artículo original se encuentra aquí.
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