Desde la votación del bréxit en Reino Unido ha habido un montón de especulaciones acerca de los próximos países en abandonar la Unión Europea. Francia ha sido repetidamente nombrada en esas listas. Hay varias razones por las que Francia no es probable que abandone la UE a corto plazo.
Mientras que los políticos británicos son bastante impopulares en Bruselas, los miembros franceses del Parlamento Europeo constituyen el núcleo de los grupos políticos y de sus mensajes, especialmente los que han impulsado la integración y centralización política. Unirse a la burocracia de la UE se considera una piedra angular para una carrera política de éxito y una posibilidad de ser considerado un “verdadero” estadista. La clase política francesa está bastante comprometida con el proyecto de la UE.
Además, hay evidencias importantes de que la población francesa en general tiene una opinión relativamente buena sobre la UE y sus instituciones. Una encuesta realizada después de la votación del bréxit en Reino Unido respalda esto: en una encuesta de Paris-Match/iTELE de junio de este año, solo el 35% de las personas encuestadas apoyaba la idea de que Francia abandonara la Unión Europea. Una encuesta similar de la TNS solo encontraba a un 33% apoyando lo mismo. Esta tendencia también se confirma por el actual liderazgo e importancia del candidato presidencial para 2017, Alain Juppé, exprimer ministro, que se presenta con un programa de ser “un europeo” mientras favorece la integración política en la UE. El pro-UE Juppé es el actual líder en sus primarias con el 42% (solo el 28% va a su principal rival, el expresidente Nicolas Sarkozy) y por tanto es quien tiene más posibilidades de convertirse en el próximo presidente.
Los franceses pueden ser más fáciles de amedrentar que los británicos
Las reacciones oficiales al bréxit de los oficiales de la UE solo prueban que la tendencia general de esta es: únete a nuestro club o te acosaremos. Después de crear un mercado único y restringir las políticas comerciales de sus miembros, la UE fuerza luego a quienes no se rinden a aceptar todos los edictos de La Comisión Europea o atenerse a las consecuencias. Si algunos sectores de la población francesa empezaran a impulsar la separación, la UE pondría de nuevo en marcha la máquina del miedo para impedir que otros países abandonen.
Esto puede verse en el mismo lenguaje utilizado por el bando a favor de la UE: el abandono de la UE se describe habitualmente como “abandonar Europa” como si estar en la UE fuera sinónimo de ser europeo. Evidentemente, Europa como continente (físico) es bastante diferente de la Unión Europea (política), pero igualar ambas cosas hace que cualquier país potencialmente desertor sienta el efecto de alejarse físicamente. Es el matón del patio diciendo a sus amigos que no jueguen con un niño concreto para que este obedezca a las normas.
Tal vez el principal factor a la hora de aplicar presión contra los separatistas sea la prensa. Mientras que la prensa británica ha sido, por decirlo francamente, enormemente crítica con la UE a veces, la prensa francesa no siente esta necesidad en absoluto. En Reino Unido, la prensa presiona a los partidos, en Francia los partidos presionan a la prensa. Las agencias de noticias o son dirigidas por el estado o están asociadas a uno de los dos partidos principales, alabando ambos a la Unión Europea por encima todas las cosas.
Tras la votación del bréxit, el editorial del importante periódico Le Monde escribía: “Creemos (…) que el bréxit desatará algunas de las fuerzas más oscuras que hay actualmente en la opinión europea: el nacionalismo agresivo, un aumento de las manifestaciones de extrema derecha y (aquí y allí) amenazas a la democracia”. El rival conservador de Le Monde, Le Figaro expresaba su preocupación por que la votación de Reino Unido disparara un referéndum en Francia: “Hay un gran riesgo de que otros países se precipiten hacia la brecha abierta por el Reino Unido”. El periódico de extrema izquierda Libération parecía contento con al resultado, porque Reino Unido se oponía a una mayor integración, a un “proyecto común”. Les Echos iniciaba el día titulando que el día del referendo quedaría como “un día negro para Europa”. (Fuente). La televisión del estado, France Télévision estaba claramente aturdida, así que siguió su propio programa contra el bréxit durante semanas mostrando el “mercado bursátil británico en desplome”. La influyente cadena política de radio Europe 1 cargaba contra eL bréxit invitando (de entre todas las personas posibles) a Tony Blair a sus programas, reafirmando a los oyentes que “es posible llegar un acuerdo para que Reino Unido siga siendo parte de la Unión Europea”.
El anterior referéndum de Francia
En 2005, el electorado francés dijo “no” a la constitución de la UE. La razón de esto fue que los votantes franceses tenían que la UE impusiera “un modelo económico neoliberal” y redujera los estándares de la seguridad social en los estados miembros. En respuesta, el entonces presidente Nicolas Sarkozy se unió a otros líderes europeos en un acuerdo secreto llamado el Tratado de Lisboa, pero dejó bastante claro que no se volvería a votar este nuevo tratado. Los fracasos en Holanda y Francia para aprobar los tratados a través de los procesos de referendo enseñaron una lección a la UE: no deberían permitirse los referéndums.
La UE es un seguro para el régimen francés
Esta es con mucho la parte más importante de este argumento que tiene que hacerse: Francia fue una voz importante para la solidaridad de los rescates irlandés y griego, con apoyo del público, porque la UE y su banco central serían la mejor póliza de seguro de Francia en la próxima crisis.
Los políticos franceses han aprendido del legado de François Mitterrand. En los primeros años de su administración, Mitterrand empezó a implantar diversas políticas de izquierda dura. Estas políticas perjudicaron tanto a la economía francesa que Mitterrand se vio obligado hacer un duro giro a favor del mercado solo unos pocos años más tarde. Muchos políticos franceses hoy siguen creyendo que Mitterrand transigió demasiado.
Para esta nueva raza de políticos de izquierdas a favor de la UE, la estrategia está clara: a toda máquina hacia delante. Ni reformas, ni disculpas. Si resulta que las políticas de izquierda dura fracasan esta vez, bueno, el Banco Central Europeo puede sencillamente intervenir. Como el Banco Central Europeo debe apechugar por las consecuencias de la sangría francesa sobre el euro, el resto del continente tendría que rescatar a la République, donde, incluso fuera de una crisis, su nivel de deuda está entre los más altos de Europa siendo de casi el 100% del PIB.
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