Ahora parece estar de moda comparar a Donald Trump con Marine Le Pen o al movimiento de Trump con el Frente Nacional francés. La idea detrás de esta comparación es sugerir que la extrema derecha francesa bien podría ganar las próximas elecciones presidenciales de mayo de 2017 y crear una “sorpresa Trump” francesa. Pero, como pasaba con los comparaciones entre el bréxit y Trump, las comparaciones entre Trump y Le Pen tienden a exagerarse.
Hay algunas similitudes evidentes entre Le Pen y Trump, pero también hay diferencias esenciales. Es verdad que ambos tienden a rechazar la emigración en masa y el globalismo, que su discurso es profundamente antielitista y que el establishment, al menos durante el tiempo electoral, los desdeña frenéticamente. Sus actuales éxitos derivan del escepticismo global hacia la política y los medios del establishment y la intelectualidad. Además, Francia, tal vez más que ningún otro país occidental, experimenta una profunda crisis de identidad que fue reavivada recientemente por la crisis migratoria. Esto ha sido un terreno fértil para que ganara el Frente Nacional.
Sin embargo, Marine Le Pen tiene algunas diferencias esenciales con Trump. Primero, no es multimillonaria. Aunque esto podría parecer irrelevante, una de las razones por las que Trump atrajo a tantos electores es que no estaba en deuda con los intereses especiales, no necesitaba ser presidente y había demostrado ser un empresario eficiente, llevando a cabo proyectos antes de plazo y por debajo del presupuesto. Para los seguidores de Trump, su candidato se presentaba a estas elecciones debido a un amor genuino por su país, no por interés material. Marine Le Pen, por el contrario, es una política de carrera. Igual que cualquier política de carrera, su trabajo es ser elegida y reelegida. Mientras que Trump era parte del sector privado, Marine Le Pen hizo de la política su carrera y por tanto no se ve tan ajena a la política como él.
A partir de este punto, el perfil de Trump puede que se parezca más al de otro candidato presidencial: Emmanuel Macron. Macron fue un importante cargo oficial del gobierno francés y banquero de inversión en Rothschild antes de entrar en política. En 2014, se convirtió en ministro de economía del gobierno socialista hasta su dimisión en 2016. Al contrario que Trump, Macron no es multimillonario, pero sin embargo aparece como un político sin carrera, que no necesita ser elegido (es decir, cuyos motivos son supuestamente altruistas). Así que la capacidad de Trump para identificar temas de interés para el electorado está a veces más cerca de las habilidades de Macron que de las de Le Pen.
Después de tres décadas de creciente desigualdad en EEUU, Trump identificó que el juego está trucado. Su elección fue la venganza de los excluidos. Igualmente, la capacidad de Macron para identificar implicaciones se basa en la división entre incluidos y excluidos. Evidentemente, las conclusiones políticas de Trump y Macron difieren. Macron está mucho más a favor del mercado o, al menos, a favor del libre comercio.
Por el contrario, el programa de Marine Le Pen se acerca mucho más a lo que podría llamarse nacional-colectivismo. La justicia social y la condena del “ultraliberalismo” son temas importantes en todas sus campañas y sus inspiraciones económicas se acercan mucho más a la extrema izquierda que a cualquier otra cosa. Por ejemplo, en su programa, el Frente Nacional planea hacer más progresiva la estructura fiscal. Mientras que hay algunos indicios a favor de las empresas o el mercado en las prioridades sugeridas por Trump, no hay ninguno en las de Marine Le Pen.
En lo que se refiere a la personalidad y el estilo probablemente sea el fundador del frente nacional, Jean Marie Le Pen (padre de Marine) el que se parezca más a Donald Trump. Le Pen el Viejo empezó su carrera política en el movimiento poujadista. En la década de 1950, Pierre Poujade lideró una resistencia convenciendo a los comerciantes de un pequeño pueblo del sur de Francia, St. Céré, para que no pagaran impuestos. Las bases del movimiento poujadista crecieron rápidamente y consiguió 41 escaños en la asamblea nacional en 1956. Rothbard escribe brillantemente sobre el poujadismo como sigue:
Realmente el poujadismo es un “movimiento al pueblo” en el sentido más completo de ese término excesivamente utilizado. París se quedó atónito al ver a los delegados poujadistas llegar al pueblo: un desfile de carniceros, panaderos, tenderos, estudiantes, libreros: la primera delegación de bases reales en décadas.
Pero aunque Jean Marie Le Pen empezara en política en un movimiento de base contra los impuestos, el Frente Nacional es ahora mismo un partido de 44 años bien establecido en la escena política. El movimiento de Trump tiene poco más de un año. Marine Le Pen es ahora una constante en el panorama político francés, no la novedad que es Trump.
Otras diferencias esenciales entre estos dos animales políticos rubios son evidentes. Trump, por un lado, nunca trató realmente de atraer a los medios de comunicación de masas e intelectuales. Marine Le Pen, por el contrario, después de que su padre abandonara la vida política en 2011, ha intentado, hasta ahora con poco éxito, “desdemonizar” al Frente Nacional. Abrió el partido a intelectuales, tecnócratas y la generación joven más moderada.
Jean Marie Le Pen, que sigue siendo el presidente honorario del Frente Nacional, señaló inmediatamente las diferencias esenciales entre la estrategia de Trump y la de Marine. En Twitter, al tiempo que elogiaba la “patada en el culo para los mundialistas de los sistemas políticos y mediáticos franceses” que implicaba la elección de Trump, también escribía:
¡Larga vida a Trump! La desdemonización es una basura y un callejón sin salida. Los pueblos necesitan verdad y valentía. ¡Felicidades, Estados Unidos!
Este tweet parece dirigirse directamente contra la estrategia de su hija.
Por todas estas razones, tenemos que ser cuidadosos cuando comparemos a Le Pen con Trump. En muchos aspectos, Trump es estrictamente un fenómeno estadounidense y es dudoso que los franceses puedan elegir alguna vez a un multimillonario. Pero si Le Pen es más socialista, es solo porque el electorado francés tiende a ser más antimercado y proestado. Igual que en Washington, el poder político en Francia reside principalmente dentro de París y establece una distancia no discutida entre los parisinos y la gente sobordinada de las “provincias”. Pero, al contrario que el populismo en EEUU, el Frente Nacional pide constantemente más centralización en un país ya excesivamente centralizado.
Las diferencias entre el trumpismo y la extrema derecha francesa no son en sí mismas obstáculos para los franceses, sino más bien adaptaciones a distintos entornos. Lo único que podría causar un perjuicio al Frente Nacional es que ya podría ser demasiado ortodoxo. Sin embargo, aunque no sea deseable desde un punto de vista libertario, es posible una sorpresa Le Pen las elecciones presidenciales de 2017. Probablemente Le Pen conseguirá llegar a la segunda ronda de las elecciones presidenciales, pero no ganará. Esto ya debería ser una sacudida para el sistema bipartidista. Si Marine fuera elegida, tendría que cambiar las reglas electorales si quiere tener una mayoría del parlamento.
El futuro es incierto. Marine Le Pen tiene un largo camino que recorrer antes de convertirse en la Donald Trump francesa.
El artículo original se encuentra aquí.
de Instituto Mises http://ift.tt/2gEtSDE
http://ift.tt/2gEvCg4
de nuestro WordPress http://ift.tt/2gbdGEZ
http://ift.tt/2gEvCg4
Blogs replicados, Euribe, Instituto Mises, mises
No hay comentarios:
Publicar un comentario