miércoles, 16 de noviembre de 2016

La elección de Trump puede tensionar al euro hasta el punto de romperse, por Mises Hispano.

euro_2

Muchos no habrían descartado la idea de que los mercados financieros acogerían bien el anuncio de que Donald J. Trump había ganado las elecciones. Pero cuando el 9 de noviembre estalló la noticia de que este sería el 45º presidente de los Estados Unidos de América, los precios de las bolsas internacionales aumentaron, la tasa de cambio del dólar de EEUU subió y los tipos de interés fueron al alza.

Todo esto sugiere que la postura de los mercados financieros internacionales sobre la presidencia de Trump es mucho más alegre que el Louvre aspecto que muchos habrían predicho. Mr. Trump ha sido muy claro acerca de sus pensamientos sobre política exterior y económica de EEUU, pero queda por ver si pondrá estas ideas en acción y cómo lo hará.

Parece que Mr. Trump no tienen nada que ver con los globalistas que, en sus intentos por establecer un nuevo orden mundial, han implicado a Estados Unidos en continuas malhadadas aventuras en el exterior. Tal vez la política exterior de Estados Unidos cambie durante su guardia: puede que se haga mucho menos agresiva. Si Mr. Trump mantiene en un tono conciliatorio, en particular en sus tratos con Rusia, una relación más cooperativa podría ayudar a desescalar conflictos en puntos calientes, por ejemplo en Oriente Medio y Lejano Oriente.

En términos de política económica, la prioridad de Mr. Trump parece ser estimular el crecimiento económico y crear empleos en el país. ¿Cómo lograría esto su administración? Básicamente hay dos opciones. Primera: El nuevo presidente puede centrarse en el lado de la oferta, recortando impuestos a las empresas y los perceptores de rentas, al tiempo que disminuye el gasto público. Segunda: Puede centrarse en el lado la demanda, estimulando más gasto en infraestructura financiada con crédito y similares, al tiempo que sigue una política monetaria generalmente laxa y adopta una postura proteccionista sobre el comercio.

El primer escenario sería claramente un cambio de régimen. La maquinaria del gobierno de EEUU, un acorazado de enormes proporciones, puede que no se detenga de golpe entre chirridos, pero su crecimiento se vería controlado. Por supuesto, este sería el acto político por parte del estado más importante en años recientes y haría falta bastante fortaleza para llevarlo a cabo.

Pero Mr. Trump es un empresario rico con poca lealtad al partido y poco que temer de los cabilderos. Tal vez capitalizará este independencia y aprovechará la oportunidad para suponer una diferencia real. La situación es sin duda lo bastante esperanzadora, con una mayoría republicana garantizada en el Congreso durante los próximos dos años.

La mera probabilidad de que la economía de EEUU mejore bajo la presidencia de Trump ha hecho que los mercados financieros se preparen para tipos de interés más altos. Ahora la mayoría espera que la Reserva Federal (la Fed) actúe siguiendo su plan de aumentar más los costes de tomar prestado en diciembre. Si pasara esto, el dólar de EEUU puede apreciarse aún más frente a otras divisas, en particular el euro.

Una razón es que a diferencia de rendimientos entre el dólar y el euro aumentaría, haciendo a este último menos atractivo frente al billete verde. Además de eso, incluso aunque la administración Trump no adopte completamente la ideología neoaislacionista que defendió durante la campaña electoral, sencillamente no va a defender la causa de los globalistas. Como consecuencia, el proyecto de integración europea se vería privado de su más poderoso defensor intelectual y político.

Esto debería añadirse a la incertidumbre del inversor en lo que se refiere al futuro del euro. La decisión de junio de Reino Unido de llevar a cabo el “bréxit” ya ha supuesto un fuerte golpe a la confianza del la gente en que la Unión Europea (UE) sea una institución deseable económica y políticamente. Las posibilidades de que el proyecto se pare son ahora todavía mayores y los lazos que mantienen la unidad de la UE pueden incluso desatarse.

Todo esto plantea la pregunta con respecto a la razón de ser de la divisa única. Las dudas acerca de su viabilidad exacerbarían la miseria económica, especialmente de los estados débiles miembros del euro. La inversión en estos países disminuiría, rebajando más la producción y el empleo. Es más, muchos bancos de la Eurozona se dedican han préstamo más allá de sus fronteras y por supuesto sufrirían si se pone en cuestión la misma existencia del euro.

Los inversores ya son reticentes a extender nuevo capital para los bancos de un euro enfermo a la vista de su baja rentabilidad y sus considerables pasivos con muchos malos préstamos de sus cuentas. Más que nunca, la prosperidad o miseria de los bancos del euro está en manos del Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, la poco sana relación entre el BCE de los gobiernos y bancos en el área del euro podría suponer ahora un giro realmente negativo.

El 26 de julio de 2012, el presidente del BCE, Mario Draghi, aseguraba que “el BCE está dispuesto a hacer todo lo que haga falta para conservar el euro. Y créanme, será suficiente”. El BCE puede verse ahora obligado a hacer exactamente eso: A comprar cantidades siempre crecientes de deuda y emitir cantidades siempre crecientes de dinero para impedir que los tipos de interés suban e impedir que los gobiernos y bancos con problemas dejen de pagar sus deudas.

Si resulta ser un cambio de régimen (renunciando a las malas prácticas económicas que hasta ahora gustaban al establishment actual), la presidencia de Mr. Trump podría en realidad poner a prueba la divisa única hasta el punto de ruptura. Un escenario perfectamente factible será que antes o después el BCE, intentando desesperadamente impedir que la pirámide de la deuda del euro se desmorone, siga una política de alta inflación antes de que el euro acabe desplomándose.


El artículo original se encuentra aquí.

de Instituto Mises http://ift.tt/2fZnq8Y
http://ift.tt/2fHx5xT




de nuestro WordPress http://ift.tt/2gjZa2G
http://ift.tt/2fHx5xT
Blogs replicados, Euribe, Instituto Mises, mises

No hay comentarios:

Publicar un comentario