[Adaptado de Apostle of Peace (2013)]
Las elecciones de 2016 ha sido notables por muchas cosas: desde la frecuencia de argumentos ad hóminem, a la frecuencia de escándalos, a la frecuencia de reacciones “Dios mío” ante la victoria de Donald Trump. Pero algo notable por su ausencia ha sido la adhesión a los principios que crearon Estados Unidos como un faro único de esperanza para la libertad.
Ahora los estadounidenses “desean” un presidente que ha expresado poca afinidad por los principios de la libertad o las limitaciones constitucionales pensadas para defenderla. Pero, como recordatorio de la importancia esencial de estos dos conceptos, puede ser útil recurrir a Leonard Read, quien, en su libro de 1976, Comes the Dawn, del que se cumple su 40 aniversario, decía:
Unos pocos hombres que sí investigaron “la ley de la libertad” legaron a los estadounidenses actuales una herencia única. Son los autores de la Declaración de Independencia, la Constitución y la Declaración de Derechos. ¿En qué sentido eran únicos estos documentos políticos? Primero, derrocaban al gobierno como otorgador de derechos a los hombres. (…) Segundo, limitaban a los gobiernos más severamente que nunca antes: por primera vez en la historia apenas había ninguna coacción organizada contra la exposición de energía creativa. ¿El resultado? El mayor estallido de energía creativa nunca conocido, simplemente porque millones fueron libres de actuar creativamente a su gusto. El poder político disminuyó y se dispersó más allá del entendimiento de autoritarios que dirigirían nuestras vidas. ¡Ese fue el milagro estadounidense!
Sin embargo, los estadounidenses empezaron a dar por sentados los beneficios de la libertad. Un bienestar sin precedentes pasó a considerarse como un acto de la naturaleza, el progreso parecía tan inevitable como la aparición del sol por la mañana. El que la práctica de difíciles virtudes humanas y sabiduría política estuviera en las raíces de este milagro del nuevo mundo fue he olvidado o, más probablemente, nunca aprendido por las nuevas generaciones (…) inconscientes de la justificación sobre la que se erigió su magnífica construcción. Los cimientos intelectuales y morales se debilitaron y se relajaron las limitaciones sobre el gobierno. El desastre (en forma de una vuelta al patrón del viejo mundo de estado soberano y pueblo sirviente) era sólo cuestión de tiempo. (…)
La mayoría los ciudadanos, disfrutando del impulso hacia delante hecho posible bajo estructuras públicas limitadas, creyó que la siempre creciente intervención pública que votaron posteriormente fue la responsable de su prosperidad y bienestar. Hoy no ven que las verdaderas recompensas en su situación no son sino el resultado de un impulso anterior. (…) La confianza en uno mismo y las energías liberadas han creado aquella riqueza que puede, al menos por el momento, tomar la palabrería pública sin un daño inmediato aparente. Y muchos creen que la palabrería es la causa de su vitalidad.
¿Qué pasos hay que dar entonces para una vuelta a la libertad de millones que han seguido inocentemente a los “líderes” de la sociedad autoritaria? (…) el paso inicial es entender la misma esencia de Estados Unidos: (…) “que todos los hombres han recibido de su Creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales está la vida, la libertad (…)”.
Esto (…) por primera vez en la historia de las naciones, elimina al gobierno de ese papel. (…) Nuestra herencia deriva de este glorioso triunfo de la libertad humana: todos libres para actuar creativamente como queramos.
El siguiente paso es entender el significado real de la Constitución y la Declaración de Derechos. (…) Advirtamos que hay 45 “no” limitando el poder público. Reducidos a una sentencia, decretan: “¡Gobierno, mantén alejadas tus manos coactivas de estas actividades; reservamos estas (todas) para nosotros mismos como ciudadanos libres y responsables!”
Que nuestro pensamiento mejore hasta que quienes ostenten cargos públicos ya no rivalicen entre sí con respecto al bien que pueden hacernos con nuestro dinero. Mejoremos nuestro pensamiento (…) y competirán entre sí para mejorar el mercado libre, la propiedad privada, las ideas e ideales del gobierno limitado (…) Los problemas que observamos hoy no son sino el efecto de seguir este mal pensamiento del ayer.
Los estadounidenses parecen haber “evolucionado” hacia la opinión de que un gobierno limitado es un anacronismo, si las campañas que hemos sufrido nos sirven de guía. Hemos abandonado en buena parte lo que crearon nuestros fundadores y documentos fundacionales para lo que es esencialmente un gobierno ilimitado, restringido solo por unos pocos derechos constitucionales “favoritos” todavía defendidos por el Tribunal Supremo. Pero ahora hemos elegido a un “agente de cambio”, que ofrece potencial para mejorar y para inquietar. Leonard Read puede recordar al nuevo presidente, y a nosotros, lo realmente estupendo que fueron la creatividad y el crecimiento humanos desatados por la mayor degradación del gobierno desde su control autoritario sobre las vidas personales y también cuanto hemos retrocedido desde la sociedad más libre de la historia hasta lo que ahora es en buena parte una sociedad autoritaria. Dado el desplazamiento público de la libertad en Estados Unidos, podemos esperar que Donald Trump “capte” algo de la sabiduría de Read. Como escribía Read: “Estoy con el poeta inglés, William Cowper”.
Es solo la libertad la que da a la flor
De la vida fugaz su lustre y perfume,
Y somos malas hierbas sin ella. Toda limitación
Excepto la que la sabiduría impone a los malvados
Es mala.
El artículo original se encuentra aquí.
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