Los pasillos de la Facultad de Ciencias Económicas de Córdoba son ruidosos, se escuchan pasos, alumnos hablando y repasando para su próxima evaluación, perros ladrando, profesores… Pero todo ese ruido poco sentido tiene. Hoy los estudiantes parecen dormidos, o encerrados en sus propios círculos de confort. El día a día de la Facultad consiste en ir a clase, escuchar a un profesor, anotar lo que dice, memorizarlo y escribirlo en un examen. No encontramos lo que debería ser el alma de una universidad, la generación de debates de ideas, la contrastación. Como si todavía estuvieran en el secundario, absorben conocimientos con obediencia. Se encuentran agrupaciones políticas, que de vez en cuando hacen ruido, se quejan o exigen que alguien les solucione sus problemas, pero no interactúan entre sí, no generan una preocupación intelectual en los estudiantes universitarios. Hay pocas personas dispuestas a tomarse en serio una charla sobre economía, a ver qué piensan los otros y aprender de cómo ven el mundo los demás. Pareciera que eso no es para los estudiantes, no tienen la capacidad o la autoridad para hacerlo.
Además, parece existir un monopolio de las ideas, los autodenominados “colectivos críticos”, agrupaciones políticas de pensamiento marxista parecen ser la única estructura que presenta ideas y las expone. Se les debe reconocer la valentía y el mérito, pero esto no hace más que confirmar la situación de decadencia, ya que quienes no comparten esa visión no replican, ni abren espacios para expresar otras ideas. Si alguien lo intenta, parece ser un desubicado, más si las ideas que intenta presentar no van acorde al consenso socialista de los estudiantes, que implícitamente aceptan todos los estudiantes de la universidad.
Se nota especialmente con los estudiantes liberales. Por lo general no se encuentran muchos estudiantes liberales en las universidades argentinas, pero los que hay permanecen en silencio. Sea por prudencia, comodidad o falta de tiempo, éstos no quieren defender sus ideas, y si lo hacen, caen en el mismo error que los demás, encerrándose en las agrupaciones (pocas) que ya comparten sus ideas.
Sin duda esto es muy triste de decir. Las universidades deberían ser criaderos de ideas, de jóvenes intelectuales que puedan defender ideas Es así como la sociedad avanza y evoluciona, tal y como sostenía el profesor F.A. Hayek con su teoría del cambio social, son las ideas las que llevan a cambios sociales que todos demandan pero por los cuales poco se hace. Es hora de empezar a debatir, de nutrirse de lo que piensan los demás y aprender a defender nuestras posiciones, las universidades están para eso, no solo para emitir un título al acabar las 34 materias de una carrera.
“La única manera de cambiar el curso de la sociedad será cambiando las ideas. Primero, debes llegar hasta los intelectuales, profesores y escritores con un argumento razonado. Su influencia sobre la sociedad será la que prevalezca; los políticos la seguirán”. –
F.A. Hayek
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