jueves, 6 de octubre de 2016

El gran problema del Impuesto de Sociedades, por D. Lacalle

¿Se han preguntado por qué en medio de un bloqueo político sin precedentes no se ha dado la menor discusión a la hora de aumentar el pago anticipado del Impuesto de Sociedades? Tenemos un problema en general en cuanto a la percepción de los impuestos. Se ignora -o se quiere ignorar- de dónde vienen. Sin un sector privado potente y rentable no hay sector público. Los ingresos por Impuesto de Sociedades no se “desploman” por culpa de un partido.

Primero, repitamos el efecto estacional. El 84% de la recaudación de Impuesto de Sociedades de 2015 se generó entre agosto y diciembre. Hablar de desplomes sin analizar el impacto de las liquidaciones mensuales es simplemente equivocado. Pero lo más importante es que los ingresos han caído porque los beneficios empresariales han bajado. Y debería preocuparnos la debilidad de beneficios en un entorno de recuperación. Lo hemos comentado para muchas economías (lean Recesión de beneficios, un peligro real).

Una sociedad que piensa en las empresas como cajeros y no se preocupa de que los beneficios crezcan y tengamos más grandes empresas ni recauda ni prospera.

Unos políticos realmente preocupados por su país deberían estar alarmados y organizando reuniones diarias para analizar y solventar el problema de recesión de beneficios que vivimos. Y buscando la manera de apoyar para solventarlo. No pensando en cómo rascar un céntimo adicional de lo que queda. Lo explicamos hace un tiempo aquí: el problema de España es que tenemos muy pocas grandes empresas, muy cíclicas y con rentabilidades muy pobres.

Los ingresos fiscales no van a aumentar subiendo impuestos porque los beneficios se estancan. Rascar de lo que queda sólo lleva a que la inversión productiva caiga y los beneficios reales empeoren. Según el Banco de España, el resultado ordinario neto ha caído un 5,9% con respecto al primer semestre de 2015. Pero es que, además, las empresas del Ibex muestran una caída de beneficios en el último dato reportado del 12,5% y, lo que es más preocupante, más de la mitad generan rentabilidades inferiores a su coste de capital en España.

Cuatro empresas suponen casi el 40% de los beneficios del Ibex y llevan una caída de beneficios de entre un 31 y un 40%. Debería preocupar, y mucho, a los políticos que la recaudación dependa de unos beneficios tan débiles, con unos balances aún frágiles, y que un factor, el sector del refino, genere semejante caída de la cifra agregada.

Me preocupa mucho que en el parlamento la enorme mayoría de los partidos se estén mesando los cabellos porque no se cumplen las recaudaciones de hoja de Excel que se habían inventado. Ya saben vds. que toman la cifra récord de 2015 y la aumentan cada año un 10-20% como si fuera la gallina de los huevos de oro. Y la gallina tiene un problema.

– Los beneficios de las grandes empresas alcanzaron un máximo histórico de 55.000 millones de euros en 2007, con una exposición al ciclo preocupante y un nivel de endeudamiento excesivo.

– Los beneficios de las grandes empresas no han alcanzado el nivel de 2007 y, a pesar de que han hecho un esfuerzo incuestionable por reducir deuda, hasta niveles de 2007, la rentabilidad del negocio sigue siendo en la mayoría muy inferior a su coste de capital.

– Un sector bancario extremadamente debilitado por los tipos de interés negativos, la ralentización global y la bajísima rentabilidad de su negocio.

– Un sector industrial poblado por conglomerados estilo “keiretsu japonés”, muy similar también a los conglomerados europeos. Pero tanto el tamaño de las empresas, muy inferior a sus comparables líderes, como su rentabilidad sobre el capital empleado nos muestran la debilidad de los beneficios.

Si miramos a EEUU comparado con Europa o España entenderemos el problema de la debilidad de los conglomerados. No dan seguridad ni tampoco pueden soportar la creciente carga impositiva a la que se les somete. Luego viene un genio y decide que hay que eliminarles las deducciones y subirles los impuestos., y con ello se carga la inversión y tampoco recauda lo que le sale en la hoja de Excel.

En EEUU hace diez años las diez primeras empresas eran conglomerados como los europeos, hoy, los primeros puestos están copados por empresas tecnológicas, de alto valor añadido.

Nos encontramos con varios problemas. Grandes empresas que son en realidad bastante pequeñas comparativamente para competir a nivel global -con honrosas excepciones, pero pocas-. Empresas medianas que no crecen por el tsunami burocrático e impositivo al que se les somete en cuanto salen del caparazón. España tiene una de las tasas de transición de pequeña a gran empresa más bajas de la OCDE.

Un componente cíclico evidente. El aumento de los beneficios empresariales en España sigue una correlación casi perfecta con los ciclos macroeconómicos globales. La evidente diversificación e internacionalización de las empresas no ha reducido ese componente, porque la gran mayoría de las inversiones en el extranjero han sido pro-cíclicas.

Enormes desincentivos desde la política impositiva a la inversión en innovación y tecnología.

Luego, como miramos sólo a nuestro país, pensamos que tenemos gigantes líderes globales y recurrimos al engaño de que las grandes empresas no pagan lo suficiente (lean aquí). No es un problema sólo español, lo estamos viendo, con creces, en Italia o Francia. La demonización de la gran empresa, sumada al expolio de las medianas, nos lleva al estancamiento.

A los sucesores del Sheriff de Nottingham que buscan arrancar una moneda más de lo que queda, les daré de antemano la mala noticia. Subiendo impuestos no van a reducir el déficit. España ha sido deficitaria todos los años menos tres desde 1980. Porque todo lo que se recauda se gasta, y con creces. En 2015 subieron los ingresos más que el PIB nominal y gastamos mucho más. Para sostener el Estado de Bienestar hay que tener empresas potentes, beneficios crecientes y rentabilidad inversora. Atraer capital, no detraerlo.

Los que abogan por la represión fiscal son los mismos que hacen que ese Estado de Bienestar que fingen defender se haga insostenible, y quiebre. El agujero fiscal no se va a solucionar con políticas que desincentiven el crecimiento. Incumplirán los ingresos estimados y volverán a desincentivar el cambio.

Señores políticos, no se pongan tan fácilmente de acuerdo en rascar del fondo del barril, faciliten que el barril se llene.

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