La nueva indignación que no se materializa, por Libertario.es

La sociedad española ha entrado desde hace unos años en un largo y profundo proceso de indignación con la clase política y otros ámbitos, lo cual es lo más normal y sano que puede pasar en una democracia: exigir y no dejar pasar ni una. A causa de esta indignación han surgido nuevas fuerzas políticas que han fragmentado el panorama bipartidista anterior, creándose así un nuevo problema que esta creando una indignación creciente: la falta de acuerdos entre los partidos y sus consecuencias. Esta situación está ahora más patente que nunca por la falta de una mayoría para formar un Gobierno, pero también lo estuvo en las autonómicas y municipales. Sin embargo, y pese a todo, parece ser que la indignación no se ha materializado: seguimos confiando en la clase política con altos porcentajes de participación en todas y cada una de las elecciones.

Desde el año pasado, e incluyendo las elecciones vascas y gallegas de este mes, hemos votado nada más y nada menos que 7 veces. Las administraciones públicas se gastaron en 2015 alrededor de 317 millones de euros en cifras electorales. Las segundas elecciones repetidas de este año han tenido un coste de 160 millones según el Ministerio de Interior. A parte del gasto monetario, no se debe dejar a un lado la incertidumbre que genera la falta de un Gobierno estable y con todas sus funciones y otras situaciones como la gran multa que nos espera desde Bruselas por incumplimiento del déficit.

En la repetición de las generales en junio, la participación rozó el 70%, casi igual que las del 20-D. Recordemos que echar una papeleta no deja de ser un voto de confianza no solo a un partido en concreto sino a toda una clase política. Con las primeras elecciones no se pusieron de acuerdo y tuvimos que volver a las urnas. Ahora todo indica que volveremos a volver votar por el mismo motivo. ¿Por qué seguir confiando en esta manada? ¿Por qué seguir votando a unas personas que son incapaces de ponerse de acuerdo, ya sea por personalismos o por egoísmos? ¿Por qué seguir votando, pudiéndoles dar un escarmiento con un alto porcentaje de abstención? ¿Por qué tanta indignación por algunas cosas y no por esto?

Los españoles nos hemos percatado de muchas situaciones indignantes y hemos reaccionado. Mal, a base de confiar en populismos que han sabido canalizar esa indignación, pero al menos ha habido un proceso de reflexión muy importante y por el cual hoy se pueden explicar muchas cosas. ¿Reaccionaremos ante la incompetencia de nuestros políticos?

 

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