En este espacio hemos insistido en que la divisa mexicana, nuestro peso, está condenado a sufrir una depreciación inevitable en el futuro cercano. Hemos explicado que hay tanto razones externas como internas, en especial, el gasto público elevado y el aumento acelerado de la deuda.
Vale la pena recordar que el Brexit –la salida de la Unión Europea, decidida en el referéndum británico del 26 de junio-, disparó el precio del dólar hasta los 19.50 pesos. Sin embargo, casi de inmediato comenzó una subida del peso que, con altibajos, concluyó a mediados del mes pasado en niveles cercanos a los 18.30 por dólar. A partir de entonces regresó la tendencia hacia la depreciación que por el momento está teniendo un nuevo “respiro”.
Las últimas cinco jornadas hasta ayer fueron positivas para el peso, lo que le valió acumular una ganancia de 2.55 por ciento.
¿A qué se debe esta renovada fortaleza? A la debilidad del dólar, sobre todo.
Ayer por ejemplo, dicha debilidad fue impulsada por una caída en la productividad no agrícola en Estados Unidos de 0.5 por ciento en el segundo trimestre de este año, cuando se esperaba una subida ganancia de 5 por ciento. Ese resultado negativo implica un retroceso de tres trimestres consecutivos, el más largo desde 1979. A pesar del discurso de los optimistas, la economía estadounidense no está fuerte.
Como el gobierno mexicano no tiene prisa alguna en recortar en serio el gasto hasta equilibrar el presupuesto y el contexto externo no ha variado significativamente, reiteramos nuestra recomendación de recortar al mínimo posible las posiciones de los inversores en pesos y aprovechar las bajas del dólar para comprar.
A esto súmele el factor Trump, que pese a ir por ahora abajo en las encuestas, no debe ser descartado aún para llegar a la Casa Blanca, y eso, tampoco es positivo para nuestra moneda.
Por cierto, a nuestra sugerencia se suma ahora el mismísimo banco Goldman Sachs, que ha recomendado esta semana a sus clientes la compra de dólares. En su opinión, el billete verde está “subvaluado” por las tenues y rezagadas expectativas del mercado de que la Reserva Federal (Fed) suba de nuevo los tipos de interés en 2016.
Y es que esa institución señala que las probabilidades de un alza de tasas por parte de la institución que preside Janet Yellen, son ya del 75 por ciento. Lo anterior, dice, tras los datos de nóminas no agrícolas publicados el pasado 5 de agosto, que fueron mejores a lo esperado.
Aunque no coincidamos con esa opinión de fortaleza en la economía americana y el alza de tipos, lo cierto es que durante la última semana el peso ha avanzado alrededor de 50 centavos, por lo que pensamos que en efecto, sí es hora de tener el “dedo en el gatillo” para la compra de divisa norteamericana.
Conforme nos acerquemos más a niveles de 18 pesos el soporte será fuerte, y si se rompe, habrá que tomar posiciones todavía con más fuerza.
El peso es un “corto” más cantado que el Himno Nacional, lo que significa que después de su fortaleza temporal, volverá a flaquear.
Negocios que dependan de la compra de insumos en esa divisa para su producción, deberían tomar previsiones y buscar instrumentos financieros adecuados que les permitan protegerse del riesgo cambiario. En Inteligencia Financiera Global les podemos orientar al respecto.
El resto –ahorradores e inversionistas-, más allá de un “colchón” en pesos para emergencias y compras de oportunidad, debería prepararse expandiendo sus tenencias de divisas fuertes y otros activos que preserven mejor su poder adquisitivo –como el oro y la plata físicos amonedados-.
Es una pena, pero las malas decisiones de gobierno y el contexto internacional, no nos dejan otra alternativa que la autodefensa financiera.
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