miércoles, 3 de agosto de 2016

Salario mínimo, racismo y eugenesia, por Libertario.es

El otro día, Donald Trump explicó que pretende elevar el salario mínimo federal si es presidente. Comenté (desconozco si a sorpresa de algunos) que es típico de los políticos anti-inmigración como Donald Trump propongan subir el salario mínimo. El candidato republicano a la presidencia quiere hacer básicamente lo mismo que los progresistas americanos del primer cuarto del siglo XX.

Los progresistas americanos de la época tenían el ideal de acabar con el laissez faire, y en su lugar crear un gobierno administrativo regulador, guiado por la ciencia, que se encargara de dirigir a la sociedad para lograr cierto progreso. Los progresistas tenían elementos generalmente vistos positivamente, como el reconocimiento del voto de las mujeres y la democratización de los Estados Unidos. No obstante, también tenían su lado oscuro. Eran racistas, en el sentido de que creían que existían variedad de razas diferenciadas (y las estudiaban) y que algunas de ellas eran superiores a otras (según esta gente, la superior era la suya, por si alguien lo dudaba). También apoyaban la eugenesia, es decir, la “aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana”, eliminando de una forma u otra a las razas inferiores si era necesario.
A finales del siglo XIX, los Estados Unidos iniciaron un proceso para restringir la inmigración después de un siglo en que ésta fue bastante libre. En ese momento, la influencia de los reformistas progresistas era enorme. Una de las ideas de estos progresistas era que los inmigrantes provocaban que los salarios de los americanos bajasen, así como sus estándares de vida. Según ellos, como consecuencia, los americanos no reaccionaban rebajando su nivel de vida, sino teniendo menos hijos, cosa que era considerada un peligro al impedir el progreso y el mantenimiento de los altos estándares de vida, ya que mientras la natalidad de los americanos se reducía, la de las supuestas razas inferiores no lo hacía. Algunos críticos afirmaban justificadamente que la reducción en la natalidad nada tenía que ver con la inmigración, pero hicieron oídos sordos.
Así pues, se plantearon cuál era la mejor forma de restringir la inmigración y de evitar que los extranjeros se introdujeran en el mercado laboral, provocando las consecuencias no deseadas anteriormente comentadas. Algunos proponían un examen de alfabetismo porque sería una forma de filtrar a los individuos de esas razas que consideraban no inferiores, aunque esta idea no fue aceptada por diversos motivos, entre ellos que era demasiado costosa. Otros proponían que los inmigrantes, para ser aceptados, tuviesen que depositar una fianza de 100 dólares (de la época) para poder entrar al país: muy pocas personas de razas inferiores, argumentaban, podían poseer tal cantidad de dinero. Pero sin duda, la opción más interesante es la de Paul Kellogg, que propuso un arancel a los trabajadores inmigrantes. Más concretamente, obligaba a los inmigrantes a ganar al menos 2.50 dólares por día si querían entrar a los Estados Unidos. Pues bien, esto que formalmente era llamado arancel, a efectos prácticos era un salario mínimo de $2.50 al día: no puedes trabajar por menos de esa cantidad, de forma que aquellas personas que no produzcan esa cifra diaria, no serán contratadas y no podrían entrar en el país.
El salario mínimo tiende a perjudicar a aquellos trabajadores menos productivos. En este caso, las personas menos productivas y, por lo tanto, las más perjudicadas por el salario mínimo solían ser los inmigrantes. La mayoría de economistas americanos conocían los efectos negativos del salario mínimo sobre el empleo: un nivel de salario mínimo por encima del nivel del salario de mercado suele dejar desempleados a aquellos trabajadores que produzcan menos que el salario minimo (aunque algunos progresistas intentaban, sin éxito, reemplazar la teoría neoclásica). Así pues, el salario mínimo era útil en dos de los frentes eugenésicos que apoyaban los progresistas: detectar a aquellos trabajadores inferiores (que no solo podían ser inmigrantes, sino también discapacitados o, según muchos de ellos, incluso mujeres) e impedir que puedan trabajar y con ello quitar el empleo a los americanos o reducirles el salario. La intención de algunos progresistas era que los individuos de “razas inferiores”, fácilmente detectados, ya serían aquellos que quedaran desempleados, tuviesen que acabar dependiendo del estado, que procedería a segregarlos o incluso practicar esterilizaciones para evitar la propagación de tales razas. De esta forma, dejando a las razas inferiores fuera de juego, el progreso y los altos estándares de vida no estarían discutidos.
El “arancel” al trabajo inmigrante no se aplicó como tal, pero un salario mínimo para todos, que al fin y al cabo tenía los mismos efectos esperados, sí se introdujo. No a nivel federal, pero se empezó a imponer en algunos estados como Massachusetts, en 1912. ¿Se hizo para beneficiar a los trabajadores? Sí y no. Beneficiar a algunos (los Anglo-sajones) a cambio de perjudicar muchísimos a otros, en especial los inmigrantes (negros, Europeos del sur, etc.), con horribles intenciones eugenésicas. Así pues, cada vez que un político (Trump, Pablo Iglesias o quien sea), proponga una subida del salario mínimo, recordad los orígenes de éste, y las intenciones que tenían sus impulsores. El salario mínimo no es algo que sale gratis, ni es algo que beneficia a todos: es algo que va a llevar a muchas personas al desempleo, sobre todo a los inmigrantes. Por eso me hacían tanta gracia esas personas que apoyan simultáneamente incrementar mucho el salario mínimo y acoger a refugiados. Todos ellos deberían leer este artículo o, si no están convencidos, leer el libro de Thomas C. Leonard “Illiberal Reformers: Race, Eugenics & American Economics in the Progressive Era”.
Si, al contrario que los progresistas americanos de principios del siglo XX, no tienes intenciones eugenésicas y no quieres que los menos productivos y los inmigrantes se queden sin trabajo pudiendo hacer poca cosa para evitarlo, piénsatelo un par de veces antes de pedir un aumento del salario mínimo o apoyar a un partido que lo proponga.

Artículo Original

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