martes, 2 de agosto de 2016

Jason Bourne, por Libertario.es

Nueve años después de El Ultimátum de Bourne, la saga ha sacado una nueva película titulada Jason Bourne, la cual, al igual que las anteriores, supone una visión distinta a la mayoría de películas de espías y agentes secretos en las cuales el gobierno es a menudo el bueno de la película, no siendo ninguna de las acciones que estos agentes realizan bajo su mandato cuestionadas.

Antes de empezar este artículo, he de avisar que aquí no se desvelará ningún spoiler de la nueva película Jason Bourne, estrenada el viernes pasado en cines. Sin embargo, si trataremos temas relacionados con las 4 películas anteriores de la saga Bourne, los cuales, pueden considerarse como spoilers. El personaje fue creado por  Robert Ludlum (1927-2001) para una serie de novelas. Sin embargo, vamos a tratar exclusivamente las películas.

¿Quién es Jason Bourne?

Nacido bajo el nombre de David Webb, Jason Bourne es un ex capitán el ejército de tierra de Estados Unidos que se presentó voluntario para ser un agente de la CIA y formar parte del programa Treadstone.

Dicho programa consistía en una división secreta de la CIA encargada de realizar operaciones especiales, dichas operaciones incluyen el asesinato extrajudicial de ciudadanos americanos. Los agentes de dicho programa desconocían en todo momento las identidades de las personas a las que asesinaban, siendo Jason Bourne parte de dichas operaciones. Aquejado por las dudas sobre la moralidad de las funciones que estaba realizando para la agencia, Bourne falló una misión siendo herido y quedando en estado amnésico, con la consecuente cancelación del programa. Es entonces cuando la agencia decide cortar por lo sano y perseguir a Bourne para eliminarle (Hechos ocurridos en la primera película: The Bourne Identity, 2002).

La agencia no cesa en su empeño y tras escapar Bourne, le sigue la pista hasta perseguirle de nuevo (The Bourne Supremacy, 2004) y reiniciar el programa Treadstone, esta vez bajo el nombre en clave Blackbriar. Finalmente , Bourne consigue escapar de nuevo revelando al mundo los documentos clasificados del programa Blackbriar (The Bourne Ultimatum, 2007)

Estos programas, permiten que la agencia ejecute a ciudadanos considerados como “peligrosos” sin el permiso ni la supervisión de ningún cargo público, ya sean secretarios o incluso el presidente.

jason bourne

Estos actos, de darse en la vida real, incluso con la aprobación del presidente deberían ser considerados altamente ilegales, dado que la Carta de Derechos de los Estados Unidos (1789) tiene establecida en la  VI enmienda el derecho de todo ciudadano a un juicio justo, especificando que:

“En toda causa criminal, el acusado gozará del derecho de ser juzgado rápidamente y en público por un jurado imparcial del distrito y estado en que el delito se haya cometido, Distrito que deberá haber sido determinado previamente por ley; así como de que se le haga saber la naturaleza y causa de la acusación, de que se caree con los testigos en su contra, de que se obligue a comparecer a los testigos que le favorezcan y de contar con la ayuda de un abogado que le defienda”

Como podemos ver, esta saga de películas (entre las cuales se encuentra otra llamada The Bourne Legacy, 2012) suponen entrar de lleno en sólo en el debate libertad vs seguridad habitual, sino también en plantear dudas sobre hasta qué punto puede llegar el Estado para cumplir sus objetivos, y sobre todo, si tiene objetivos propios independientes del servicio a la ciudadanía que dice representar, o incluso contrarios a esta.

El debate libertad vs seguridad es bastante antiguo y habitual, responde a cuestiones básicas tales como si debe estar el Estado Autorizado a dañar nuestras libertades o no en beneficio de una mayor seguridad.

Desde un punto de vista liberal, la respuesta es que no. El Estado no sólo no debe dañar la libertad de sus ciudadanos sino que, de existir, su única función debe ser la de proteger los derechos naturales básicos del ser humano, que incluyen libertad, vida y seguridad, estando además los ciudadanos legitimados para deponer al gobierno de forma violenta si esta viola dichos derechos.

Esta filosofía es parte de la tradición lockeana, y se ve perfectamente reflejada en la creación de los Estados Unidos de América. Padres fundadores como Thomas Jefferson (1743-1826) o James Madison (1751-1836) fueron muy conscientes de esto y se encargaron de dejar estos conceptos bien claro tanto en la Declaración de Independencia (1776) como en la Carta de Derechos (1789)

Es por ello, por lo que la saga Bourne supone un argumento interesante a tener en cuenta, dado que defiende las supuestas acciones realizadas por el gobierno de Estados Unidos como perversas.

Evidentemente, la saga Bourne es ficción, las operaciones Treadstone y Blackbrian no son reales, sin embargo ¿podrían darse casos similares en la vida real?

Desgraciadamente, no solo pueden darse sino que hay indicios suficientes como para suponer que se han dado estos casos en diversas ocasiones

Después de que el gobierno americano aprobase la Patrioct Act tras el 11 de Septiembre, el gobierno americano ha cometido múltiples búsquedas sobre ciudadanos estadounidenses sin una orden previa. Esto, pese a ser ahora legal, supone una violación de la privacidad de cualquier ciudadano que pueda ser considerado como “sospechoso” por el gobierno.

Dichos actos han sido denunciados en repetidas ocasiones por el Senador Rand Paul, representante del Estado de Kentuky. Además, Rand Paul se ha opuesto también al uso de drones por parte del gobierno para operaciones militares, los cuales, han causado la muerte a varios ciudadanos norteamericanos.

A nuestro juicio, el Estado simplemente no debería existir, independientemente de que una existencia mínima del mismo fuese necesaria por motivos pragmáticos, en tal caso, el Estado seguiría siendo un mal necesario. La farsa del contrato social (del cual no existe ningún documento), expone en su versión liberal (John Locke) que el Estado debe existir para garantizar los derechos y libertades básicos, en sus versiones más totalitarias (Hobbes y Rousseau) el Estado debe existir porque el ser humano es perverso por naturaleza.

Incluso asumiendo la versión liberal clásica lockeana e ignorando el absurdo de las otras dos (Asumen que el ser humano es malo por naturaleza o se pervierte y que por tanto debe existir un Estado para controlarlos, ignorando deliberadamente que los miembros de dicho estado también son seres malos y con tendencia a pervertirse de acuerdo a sus teorías), lo cierto es que incluso esta visión lockeana llega a una contradicción: si el Estado es malo por naturaleza dado que su mera existencia ya daña los derechos negativos básicos como la libertad o la propiedad (dado que para existir tiene que cobrar impuestos, que no dejan de ser un robo), entonces, ¿Qué sentido tiene que la función del estado sea la de proteger a aquellas personas a las que por su mera existencia daña? ¿acaso no pueden protegerse los ciudadanos por si mismos?

Los padres fundadores creyeron que en efecto la ciudadanía debía defenderse por sí misma, de ahí que en la Carta de Derechos de 1789 este como segunda enmienda el derecho a llevar y portar armas de fuego. Esta enmienda no está  para permitir cazar ciervos, tiene como función el permitir que los ciudadanos estén bien armados para que, en caso de que haya un gobierno tiránico estos puedan eliminarlo.

Aquí entramos de nuevo en otro debate, ¿tiene el Estado motivaciones propias independientes de su supuesta función de servir a sus ciudadanos? Y, de tenerlas ¿puede darse el caso de que dichas motivaciones sean contrarias precisamente a sus ciudadanos?

A nuestro juicio, esto es cierto en los dos casos. No solo es que el Estado (en este caso los políticos) persigan objetivos propios independientes de la labor de servir al ciudadano, objetivos tales como la acumulación de riqueza y poder. Es que además, la administración persigue evitar a toda costa que los ciudadanos puedan alzarse contra el Estado, aumentando para ello los poderes del mismo más y más. A este respecto, es curioso el hecho de que a pesar de que los rifles de asalto supongan un porcentaje minúsculo de muertes con respecto al resto de armas en USA, sean dichas armas en concreto las que los políticos americanos quieran prohibir y/o regular. Esto, de conseguirse, violaría de facto la segunda enmienda de forma absoluta, dado que si el Estado se vuelve tiránico, los civiles armados con simples pistolas poco van a poder hacer, pero con rifles de asalto ya cambia el asunto.

Otro ejemplo de que el estado tiene agenda propia es el concepto de traición que tiene. Cuando el exempleado de la NSA Edward Snowden publicó documentos confidenciales , estaba traicionando al gobierno americano para contar al pueblo americano que su gobierno estaba llevando a cabo acciones poco éticas como operaciones de vigilancia masiva a ciudadanos.

Por tanto, ¿Quién traiciona a quién?, es cierto que, conforme a las regulaciones estatales los actos de Snowden suponen una traición al gobierno, pero ¿suponen una traición al pueblo de los Estados Unidos de América?, a mi juicio, obviamente no. Edward Snowden estaba advirtiendo al pueblo de Estados Unidos, que, en verdad, era el Estado quien les estaba traicionando, al espiarles masivamente y ocultarlo.

Por ello, resulta curioso que cuando el Estado le acuse de traición, lo haga acusándole de traicionar al país. Edward Snowden no ha traicionado a Estados Unidos, no ha traicionado a sus ciudadanos, sino que, traicionando al Estado para el que trabajaba, contó a sus conciudadanos que es el Estado el que les estaba traicionando al espiarles.

No deja de ser irónico por tanto, que el Estado o bien se identifique como el pueblo al que representa (cosa evidentemente falsa porque Estado y sociedad no son lo mismo) o que directamente considere como la mayor de las traiciones que alguien revele al pueblo que el estado daña constantemente los derechos del pueblo, traicionando así la confianza que se supone el pueblo ha depositado en dicha organización.

La pregunta no es si podría ser considerado Jason Bourne un traidor en la vida real, porque obviamente el gobierno americano le acusaría y perseguiría por ello. La cuestión es, ¿Hace bien Jason Bourne en traicionar al Estado para contarle al pueblo americano que el Estado le está traicionando?

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