viernes, 1 de julio de 2016

Una unión infeliz: El matrimonio y el estado, por Libertario.es

La sentencia del Tribunal Supremo que legaliza el matrimonio gay en el caso Obergefell v. Hodges ha traído con ella tanto celebración como ira. Lo que parece haber desaparecido sin embargo en esta discusión son los aprietos que ha sufrido la institución del matrimonio en Estados Unidos y Occidente en general.

Algunos, como Rand Paul, han recomendado dejar al gobierno “completamente fuera del asunto del matrimonio”. De hecho ¿qué le importa al gobierno haber definido que el matrimonio tenga que ser heterosexual u homosexual? Pero esto deja de lado el mayor problema de que el gobierno ha hecho todo lo posible por destruir la institución con incentivos perversos y leyes punitivas. Dejar al gobierno “completamente fuera del asunto del matrimonio” puede ser la única forma de salvarlo. Pero hacerlo requerirá mucho más que sencillamente privatizar las ceremonias de boda.

Cómo el gobierno se implicó en el matrimonio

La institución del matrimonio ha sido un fundamento de la civilización, pero no tenía nada que ver con el gobierno. De hecho, es importante señalar que los gobiernos no se implicaron en la institución hasta fechas relativamente recientes. Y una vez implicado, su papel ha estado lejos de ser benevolente. Stephanie Coontz escribe la historia como sigue:

Durante 16 siglos, la cristiandad también definía la validez de un matrimonio sobre la base de la voluntad de una pareja. Si dos personas afirmaban que habían intercambiado votos maritales (aunque fuera  solos en el pajar) la Iglesia Católica aceptaba que estaban válidamente casados.

No fue hasta el siglo XVI cuando los estados europeos empezaron a requerir que los matrimonios se llevaran a cabo bajo el auspicio de la ley. En parte, fue un intento de impedir uniones entre jóvenes cuyos padres se oponían a su relación.

En las colonias americanas se obligaba a registrar los matrimonios, pero eso era todo. Luego vino una combinación de Jim Crow y el movimiento eugenésico y los sabios burócratas decidieron que tenían que dirigir las decisiones de su ignorante ciudadanía.

En la década de 1920, 38 estados prohibieron que los blancos se casaran con negros, mulatos, japoneses, chinos, indios, mongoles, malayos o filipinos. Doce estado no darían licencias de matrimonio si un miembro de la pareja era alcohólico, adicto o tenía un “defecto mental”.

La guerra del gobierno contra el matrimonio

No debería ser difícil ver que el gobierno ha estado desincentivando el matrimonio durante mucho tiempo con programas sociales y de otro tipo. En los primeros tiempos del estado del bienestar, era tan descarado como sencillamente no pagar si había un hombre en el hogar. Hoy se ha aliviado ese requisito. Aun así, el matrimonio está declinando rápidamente en Estados Unidos en toda su demografía. En 1960, el 72% de la gente con 18 años o más estaba casada; en 2010, era el 51% y una cifra récord de gente que no se ha casado nunca.

El estado del bienestar ha reducido los incentivos para mantener familias y formarlas en primer lugar sustituyendo por el gobierno los beneficios económicos de tener un cónyuge vivo. Un ejemplo particularmente bueno de esto es La Encuesta de Mantenimiento de Renta de Seattle-Denver. Como señala John C. Goodman: “El divorcio aumentó un 36% más entre los blancos y un 42% más entre los negros. (En una encuesta en Nueva Jersey, la tasa de divorcio era un 84% superior entre hispanos).

Esto tiene un efecto particularmente malo sobre los niños. Hoy el 40,6% de todos los niños son extramatrimoniales, comparados con el 15% de 1930 a 1960. En la comunidad negra, pasó de en torno al 15% en 1950 (sustancialmente menos que la tasa actual blanca del 28,6%) a un tremendo 72,3% actual.

Este aumento en nacimientos extramatrimoniales producido por los incentivos públicos ha desencadenado algunas de sus peores consecuencias sobre los niños a los que aparentemente trata de ayudar. El estudio NIS-4 descubría que solo 2,9 niños de cada 1.000 fueron maltratados en familias intactas frente a entre los 10,2 y los 33,6 de otras estructuras familiares.

Además, está clara la evidencia de que lo que más interesa a los niños en la mayoría de los casos es ser criados por sus padres biológicos. A lo niños en esos hogares les va mejor en casi cualquier medición, incluso cuando se cuentan por estado socioeconómico. E incluso usar esas cuentas es cuestionable, ya que la pobreza está muy correlacionada con la quiebra familiar y la ilegitimidad. Entre 1967 y 2003, la tasa de pobreza para cada base de población (mujeres solteras, parejas casadas con hijos, etc.) cayó sustancialmente. Por ejemplo, la tasa de pobreza para madres solteras cayó del 67,3% al 44,2%. Aun así, la tasa general de pobrezapermaneció casi inalterada porque la tasa de maternidad en solteras ha aumentado drásticamente. Sí, muchas madres solteras (y padres) hacen un gran trabajo, pero es bastante evidente que es mucho más duro criar solos a los niños.

Y el daño del gobierno también afecta al divorcio. No es ningún secreto que algunas sentencias de divorcio resultan increíbles. Y las mujeres no son en modo alguno tampoco inmunes a esto. Madonna se vio obligada a pagar unos 76 millones de dólares a su marido, Guy Ritchie (que resulta ser también multimillonario) por un matrimonio de solo ocho años.

Repartir millones entre millonarios palidece sin embargo en comparación con lo que les puede ocurrir a los ciudadanos normales. En su libro, Taken Into Custody, Stephen Baskerville describe las muchas formas en que los tribunales de familia pisotean libertades constitucionales básicas. Por ejemplo, señala:

La prohibición de la Octava Enmienda de un “castigo cruel y desmedido” no impide a los tribunales de familia privar sumariamente los los padres de licencias profesionales, permisos de conducir y pasaportes que no tienen ninguna relación con la supuesta falta. Los padres que supuestamente (pero, repito, ni acusados formalmente ni probados) delincuentes en los pagos de manutención de los hijos, también han visto requisados sus vehículos y sus nombres publicados en los periódicos.

Incluso se han recuperado los encarcelamientos por deudas, abolidos en Estados Unidos una generación antes de la esclavitud.

La Quinta Enmienda garantiza que “Ninguna persona (…) será privada de vida, libertad o propiedad sin el debido proceso legal” no impide a los tribunales de familia encarcele a padres por desacato civil durante semanas, meses o incluso años sin juicio. En diciembre de 2003, en respuesta a una carta de la American Civil Liberties Union, un juez del condado de Montgomery, Pennsylvania, liberó a unos cien prisioneros que habían sido encarcelados sin el proceso debido supuestamente por no pagar la manutención de los hijos. Los padres fueron sentenciados sin audiencia ni oportunidad de obtener representación legal. La abogada de la ACLU, Maila Brink, dice que los tribunales en toda Pennsylvania encarcelan habitualmente a estos hombres por desacato civil sin previo aviso ni a tiempo para conseguir abogado. Los padres explican que las audiencias normalmente duraban entre treinta segundos y dos minutos, durante las cuales eran sentenciados a meses en prisión. (…) Nada indica que Pennsylvania sea algo extraño (…) cien de esos prisioneros en cada uno de los 3.000 condados de Estados Unidos no es en modo alguno algo improbable.

En Carolina del Sur, donde Walter Scott fue abatido por huir de un policía que trataba de arrestarle por no haber pagado la manutención de su hijo, todo un octavo de los reclusos fue encarcelado por retrasos en pagos de manutención de los hijos. Como informaba el The New York Times: “Un estudio del Urban Institute de 2007 sobre deuda en la manutención de hijos descubrió que el 70% de los retrasos se debían a personas que reportaban menos de 10.000$ de renta anual. Se esperaba, de media, que pagaran un 83% de su renta en la manutención”. Algunos casos son auténticas farsas. A un hombre se le ordenó pagar 30.000$ en manutención de hijo a un niño que no era suyo y a un niño de 15 años se le obligó a pagar manutención a la mujer de 34 años que legalmente le violó. Y esto también les puede pasar a las mujeres.

Indudablemente el divorcio es necesario a veces. Pero incluso en esos casos las evidencias demuestran que la custodia conjunta normalmente es lo mejor para el niño. Por supuesto, no siempre es así. Si, por ejemplo, una mujer está siendo golpeada por su marido, debería evidentemente abandonarle y llevarse con ella a sus hijos. Pero en general, un patrón de custodia compartida parece una solución bastante evidente a la negligencia de los tribunales de familia que el gobierno ha evitado muy a menudo. De hecho, un estudio concluyó que “Las tasas de divorcio disminuyeron casi cuatro veces más rápido en estados con custodia compartida, comparados con los estado en que esta es rara”.

El gobierno ha dañado al matrimonio a cada paso. De verdad que es hora de hacer que dejar al gobierno “completamente fuera del asunto del matrimonio”.

Artículo Original

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