lunes, 25 de julio de 2016

El Brexit muestra por qué no funciona la planificación centralizada, por Mises Hispano.

crystal

crystal ballDurante meses antes del referéndum del Brexit el 23 de junio, en sectores enteros trabajaron denodadamente tratando de predecir cómo votaría el electorado de Reino Unido.

Las empresas de sondeos encuestaron barrios, hicieron llamadas telefónicas, enviaron encuestas por correo electrónico, monitorizaron sitios web y hablaron con la gente en calles abarrotadas, en el proceso de recabar multitud de datos que luego analizaron y redujeron a probabilidades a favor y en contra.

Las encuestas y predicciones se equivocaron

Los medios de comunicación de prácticamente todos los países del mundo se apoyaron en estas encuestas y en las resmas de artículos de expertos con (y sin) enorme experiencia en banca, finanzas, política y diplomacia, para pronosticar los resultados del referéndum. Obstaculizar las elecciones se convención responsabilidad de secciones completas de redacciones.

Los directores de fondos de inversión y banqueros de inversión hicieron cuentas y trataron desesperadamente de averiguar en qué sentido soplarían los vientos políticos en Reino Unido. Miles de millones (billones) de dólares estaban en el alero mientras empresas e intermediarios trataban de encontrar un punto de apoyo en medio de torbellinos de adivinación.

Una semana antes de las opciones, las casas de apuestas estaban aproximadamente 3 a 1 contra el abandono. Esas apuestas y las predicciones que suponían resultaron ser incorrectas.

La planificación centralizada se basa en predicciones adecuadas del futuro

La planificación centralizada (intento de los gobiernos de predecir el futuro y controlarlo) fracasa precisamente porque es imposible predecir el futuro. El voto por el Brexit es solo un ejemplo más de este mismo hecho básico de la existencia humana. Y aun así, al haberse ajustado por los mercados el voto del Brexit semanas recientes, los gobiernos en todas partes están prometiendo aún más intervención en los asuntos financieros y económicos de sus propios países incluso del mundo entero. El fracaso en predecir el futuro sobre el Brexit significa, a los planificadores centrales, que solo hay una solución para el caos: aún más predicciones.

En Japón, por ejemplo, funcionarios del Banco de Japón meditan rebajar aún más los tipos de interés de lo que ya lo han hecho. Después de dos décadas de adormecer los terminales nervioso sensibles del mercado libre con la anestesia de un establecimiento artificial de tipos, la economía japonesa está sumida en un profundo sopor que se está convirtiendo en sueño. Los sucesivos planes de “estímulo” solo sirven para atontar más al paciente, una lección repetida una y otra vez a lo largo de los últimos 20 años. Pero la receta, increíblemente, es mayores dosis de tranquilizante.

El Banco de Japón sorprendió a muchos cuando bajó los tipos de interés por debajo de cero el año pasado. Como era inevitable, esto no hizo sino deprimir todavía más la economía japonesa. Aun así, los funcionarios del banco de Japón están considerando reducir los tipos aún más en las próximas semanas y meses.

Como informaba el Wall Street Journal el 24 de junio:

Yuichi Kodama, economista jefe de Meiji Yasuda Life Insurance, dijo que espera que el Banco de Japón impulse un tipo clave de interés sobre algunas reservas bancarias aún más dentro del territorio negativo desde el actual -0,1%. “Solo tendrían que soltar todo lo que tienen”, aunque pueda no funcionar, dijo.

Esta respuesta se ha repetido por parte de economistas y bancos centrales en todo el mundo. “La planificación centralizada intervencionismo económico puede que no funcionen”, les oímos decir, “pero tenemos que hacer algo”.

No, no tenemos.

Los planificadores centralizados confían en una mala economía, lo que les lleva predicciones aún peores

Como demostraba Ludwig von Mises en La acción humana, no es que el intervencionismo económico y la producción centralizada puedan no funcionar, es que no pueden funcionar. ¿Por qué? Porque sencillamente no tenemos la capacidad de predecir la acción humana en el futuro, ni en un futuro inmediato, ni en un futuro más a medio plazo. Modelos, encuestas, apuestas, pronósticos, experiencia, minería de datos… todo esto resulta inútil para los acontecimientos reales. Los seres humanos actúan cada uno a su manera y por sus propias razones. Sus preferencias no pueden estar determinadas por ningún otro y las formas en las que responden a las cosas no pueden predecirse con certidumbre.

El voto del Brexit fue un sorprendente rechazo a todos los pronosticadores, pero los banqueros públicos ahora están teniendo reuniones políticas de emergencia para preparar formas de interferir en la acción humana cada vez más invasivamente. Los propios líderes de la UE, que podrían haber aprovechado esta oportunidad para reflexionar sobre por qué el pueblo de Reino Unido ansiaba tanto abandonar su compañía, planean consolidar su unión en un “superestado” leviatán masivo.

En las mentes de los intervencionistas, la cura para la interferencia del estado es siempre más intervención. La cura para la planificación centralizada es siempre más planificación. La cura para los déficits presupuestarios es más gasto. La cura para la inflación y la manipulación de la divisa es imprimir más dinero. La forma de salir un agujero profundo es aumentar el ritmo de cavado.

Después de la sacudida del Brexit, lo único que sí parece cierto acerca del futuro es que los planificadores centralizados realmente no aprenderán nunca.


Publicado originalmente el 8 de julio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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