Los Kirchner gobernaron Argentina entre 2003 y 2015, un período que estuvo caracterizado por los peores rasgos del peronismo: populismo, clientelismo, inflacionismo, intervencionismo y parasitismo. Uno de los casos más sonados de degeneración institucional se produjo a comienzos de 2007, cuando el gobierno utilizó los cuerpos policiales para tomar el control del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y relevar a los encargados de calcular la inflación. La autonomía del INE argentino frente al dirigismo político se vio totalmente socavada desde entonces, de modo que las estadísticas oficiales perdieron cualquier credibilidad de manera irremisible.
Las razones de este salvaje intrusismo político no son difíciles de comprender: incluso creyéndonos los datos del INDEC gubernamental, los precios se multiplicaron por cinco desde finales de 2006 a finales de 2015… una media del 19% anual. Lógico, pues, que se quisiera ocultar estadísticamente el desastre inflacionista que estaba orquestando la cleptocracia kirchnerista con tal de multiplicar el tamaño del Estado sin oficializar subidas de impuestos.
Pero la magnitud de la mentira peronista no termina en haber enmascarado la inflación. No es posible manipular la evolución de los precios sin, a su vez, tergiversar la evolución del PIB. Por ejemplo, si el valor de mercado de los bienes y servicios fabricados dentro de un país pasa de 100 a 150, diremos que el PIB nominal ha crecido un 50%: si suponemos que en ese período la inflación ha sido del 10%, el crecimiento económico real será del 40%; si, en cambio, calculamos que la inflación ha sido del 30%, entonces el crecimiento económico real será sólo del 20%.
Pues bien, el pasado miércoles el INDEC argentino publicó su nueva estimación del PIB desde 2004: a día de hoy, la economía argentina es un 24% más pobre que lo que nos vendieron los Kirchner; consecuencia esencial de que el país creciera entre 18 puntos menos de lo anunciado 2004 y 2014. Especialmente significativo es el desfase en el período 2011-2014, la segunda y terrible legislatura de Cristina Fernández de Kirchner: mientras que el INDEC politizado declaró un crecimiento débil pero positivo del 4,2%, la realidad fue que se contrajo un 1,5%.
En suma, la recuperación argentina fue mucho más débil de lo que nos contaron, sobre todo a partir de 2011. El peronismo no ofrece ningún modelo económico acerca de cómo desarrollarnos: sólo constituye un modelo político de cómo engañar sistemáticamente a la población.
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