Los economistas españoles Juan Carlos Barba, Juan Laborda, Juan Carlos Bermejo yRoberto Centeno han publicado un detallado análisis sobre las persistentes dudas en torno a las cifras oficiales del PIB español. Desde hace años viene especulándose con la posibilidad de que las cifras periódicamente publicadas por el INE no reflejen la realidad de nuestra economía sino que, más bien al contrario, se encuentren manipuladas para así ocultar la terrible situación de nuestra economía. A la postre, si el PIB real fuera menor al oficial, la ratio de deuda pública sobre el PIB, la presión fiscal o el tamaño relativo del Estado serían mucho más elevados que los revelados en las estadísticas oficiales del Reino.
Así, estos cuatro economistas estiman que el PIB real es un 18% inferior al oficial, de manera que el peso de los pasivos estatales sobre el PIB ascendería al 122% (frente al 99,2% actual), el déficit de 2015 sería equivalente al 6,6% (frente al 5% oficial), los ingresos estatales representarían el 47% del PIB (y no el 38%).
La razón fundamental para justificar su desconfianza en las estadísticas de Contabilidad Nacional recogidas por el INE consiste en la “extraña” ruptura de correlación a partir del inicio de la crisis entre dos series: el VAB agregado del sector servicios y el Indicador de Actividad del Sector Servicios (IASS). Como puede observarse en el siguiente gráfico, la correlación entre ambas variables se mantiene entre 2000 y 2007, pero se rompe a partir de entonces. Aquí es donde surgen las sospechas: el VAB del sector servicios es el principal componente del PIB, por lo que si lo ajustáramos a la caída que experimenta el IASS, habría que revisar a la baja el PIB por importe de 173.000 millones de euros. Si a esta cifra le añadimos otras incoherencias menores, llegamos a la desviación del 18% anteriormente mencionada.
¿Es posible que el INE nos haya engañado tanto durante tantos años? Ciertamente, no seré yo quien ponga la mano en el fuego por ningún organismo público ni quien reverencie a las burocracias públicas como infalibles oráculos estadísticos: si algo nos ha enseñado la Escuela de la Elección Pública es que las instituciones estatales están dirigidas por personas de carne y hueso que son igual de honestas o de corruptas que cualesquiera otros ciudadanos (acaso más corruptas que el resto, dado el proceso de selección adversa propio de la política por el cual los peores son los que tienden a llegar al poder).
Sin embargo, en este caso concreto, no creo que los argumentos aportados permitan sostener la tesis de que el PIB está manipulado. Acaso quepa aportar otras razones que nos conduzcan a concluir que tal tergiversación se ha producido, pero, según intentaré explicar en el resto del artículo, la ruptura de la correlación en ambas series no prueba en absoluto que tal engaño se haya materializado y, mucho menos, que lo haya hecho en un porcentaje preciso que podamos extraer a partir de la propia gráfica.
¿Qué es el PIB?
Antes de exponer con más detalle los errores específicos del análisis anterior, resulta imprescindible explicar qué es y qué no es el PIB. El Producto Interior Bruto es el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos dentro de un país a lo largo de un período de tiempo (por ejemplo, un año). El PIB puede calcularse a partir de una igualdad muy sencilla que, a su vez, nos ayuda a distinguirlo de otras magnitudes:
Esta ecuación sólo está reflejando que la suma del valor de lo que producimos dentro de un país más lo que importamos de fuera (orígenes de fondos) se puede destinar a tres menesteres: a satisfacer la demanda intermedia de empresas que producen otros bienes y servicios (una empresa produce acero y otra lo compra para usarlo como input del vehículo que está fabricando), a satisfacer la demanda final (consumo o inversión de carácter final) o a satisfacer las exportaciones (la demanda extranjera). El PIB es el resultado de restar la demanda intermedia a la producción interior (incluyendo en la misma los impuestos netos sobre la producción): es decir, lo que nos interesa medir no son aquellos inputs que hemos producido y que ya hemos incorporado en otros productos, sino sólo el valor del producto final (o, dicho de otro modo, la suma de todos los valores añadidos a cada uno de los inputs en las distintas etapas del proceso de producción). Por ejemplo, si el acero que incorporaremos en un vehículo vale 1.000 euros y, por su parte, el vehículo (que ya tiene el acero incorporado) vale 10.000 euros, el PIB será de 10.000 euros, no de 11.000 euros. Es decir, el PIB es igual a la producción interior total (acero+vehículo => 11.000 euros) menos la demanda intermedia (acero => 1.000 euros).
De hecho, apenas despejando la ecuación anterior en este sentido, alcanzamos la conocida formulación del PIB:
Dado que la demanda final es consumo (público y privado) más inversión (pública y privada), llegamos a:
La ecuación del PIB no sólo nos sirve para describir el conjunto de la producción final, sino también cualquier subdivisión de la misma: por ejemplo, el PIB del sector servicios (también llamado VAB del sector servicios). Gracias a ello, ya podemos proceder a reflexionar acerca de la relación entre el VAB del sector servicios y el IASS.
Dos variables heterogéneas
El VAB agregado del sector servicios y el IASS miden magnitudes distintas: el VAB del sector servicios mide el volumen de producción final del sector servicios, entendiendo por tal la diferencia entre la producción interior total del sector servicios menos la demanda intermedia del sector servicios; en cambio, el IASS pretende medir losingresos de las empresas de servicios, esto es, el valor monetario corriente de la demanda intermedia, de la demanda final y de las exportaciones del sector servicios. Las diferencias son, pues, patentes: uno mide el valor añadido bruto real del sector servicios; el otro, los ingresos corrientes del sector servicios.
Pero las discrepancias no terminan aquí: la definición de “sector servicios” que se emplea en Contabilidad Nacional y en el IASS no son la misma. El IASS no mide los ingresos de los siguientes subsectores que sí están incluidos en el VAB agregado del sector servicios: actividades financieras y seguros, actividades inmobiliarias, investigación y desarrollo, actividades de alquiler, administración pública y defensa, seguridad social obligatoria, educación, actividades sanitarias y de servicios sociales, actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, reparación de artículos de uso doméstico y otros servicios. No se trata de una discrepancia baladí, pues estos subsectores representan algo más de la mitad de todo el VAB agregado del sector servicios.
Y todavía hay más: el IASS es un índice sintético de los ingresos monetarios de diversas ramas del sector servicios, y para agrupar todas esas ramas en un solo índice resulta necesario ponderar el peso de cada una de ellas en el IASS. Las ponderaciones de cada una de esas ramas dentro del VAB no tienen por qué coincidir con las ponderaciones dentro del IASS: por ejemplo, la hostelería dentro del IASS pesó en 2013 el 5%, mientras que un VAB de ramas equivalentes a las del IASS pesaría el 18,5%; a su vez, el comercio al por mayor pesó en el IASS el 36,5%, mientras que en un VAB sectorialmente equivalente al IASS representaría el 15,7%.
En suma, no es posible tomar como referencia del valor añadido bruto de la totalidad del sector servicios (VAB) sólo la mitad de los ingresos del sector servicios ponderándolos de un modo distinto (IASS). Aunque la gráfica que relaciona el VAB agregado del sector servicios con el IASS puede ser visualmente muy impactante, su magia esfuma tan pronto como pasamos a representar la correlación entre los distintos subsectores que componen el VAB y el IASS. En los siguientes gráficos podemos observar la evolución del VAB en algunas de las ramas del sector servicios y de su correspondiente IASS: la conclusión obvia es que en algunos casos la correlación se mantiene antes y después de 2007 (sector turístico), en otros se da después de 2007 pero no antes (transporte y almacenamiento) y en otros antes de 2007 pero no después (comercio minorista).
No hay relación alguna entre los distintos componentes del IASS y del VAB. Que la creación de un índice sintético a partir de los ingresos de las distintas ramas de del sector servicios dé lugar a una aparente correlación durante algunos años con el VAB agregado del sector servicios es un mero hecho anecdótico. Y conviene remarcar que la correlación entre el VAB agregado del sector servicios y el IASS es más aparente que real: entre 2001 y 2007, el coeficiente de correlación entre las tasas de variación anuales del VAB y el IASS fue del 31%, mientras que el coeficiente de correlación entre las tasas de variación anuales entre 2008 y 2013 fue del 66% (es decir, la evolución de ambas series se correlaciona mejor a partir de 2008 que antes).
Como hemos dicho, el IASS mide los ingresos (que no el valor añadido bruto) de una sección de la economía mucho más restringida que el VAB del sector servicios y, para más inri, incluso la ramas que sí comparte el IASS y el VAB agregado del sector servicios se ponderan de un modo distinto en cada uno de ambos indicadores. Dicho de otra manera, ¿por qué podría haberse desplomado el IASS a partir de 2007 sin que lo haya hecho el VAB del sector servicios?
Primero, el valor añadido bruto de las ramas de servicios no incluidas en el IASS y sí en el VAB agregado del sector servicios podría haber aumentado con respecto a 2007 (y, según el INE, esto es justo lo que sucede en las ramas de actividades inmobiliarias, en las de actividades vinculadas con el sector público y en las de servicios vinculados al ocio y la reparación de artículos de uso doméstico). Segundo, aquellas ramas donde las diferencias entre el VAB y el IASS eran más estrechas (como en el sector turístico) podrían haber ganado peso en el VAB agregado del sector servicios frente a las ramas donde esas diferencias eran más amplias. Tercero, aunque los ingresos del sector servicios se hayan hundido (según refleja el IASS), si la demanda intermedia del sector servicios ha caído aun en mayor medida (y si, además, lo ha hecho a costa de las importaciones y no de la producción interior), entonces el VAB puede terminar subiendo a pesar de la reducción de ingresos: por ejemplo, si la producción interior del sector servicios se reduce de 1,11 billones de euros a 1,106 billones pero, a su vez, su demanda intermedia cae de 0,45 billones a 0,405, entonces su VAB aumentará de 0,66 a 0,701 billones (y esto, según el INE, ese exactamente lo que sucedió entre 2007 y 2013, período en el que además las importaciones españolas cayeron desde 0,32 billones de euros a 0,296).
Conclusión
No es posible detectar ninguna manipulación del PIB a partir de la representación gráfica de dos series de variables heterogéneas como son el IASS y el VAB agregado del sector servicios. Existen, además, sobrados motivos para explicar por qué a partir de 2007 ambas series siguen rumbos divergentes: desde motivos que guardan relación con la diferente definición de las variables estudiadas cuanto con fenómenos estrictamente económicos (sustitución de importaciones por producción interna como consumo intermedio del sector servicios).
Lo anterior, claro, no significa que el PIB español no haya sido manipulado: tan sólo que las evidencias aportadas al respecto no sirven de momento para demostrarlo. Acaso existan otras razones que permitan probar esa manipulación, pero desde luego la ruptura de correlación entre el IASS y el VAB agregado del sector servicios no es la prueba que se requiere para ello. De hecho, deberíamos recordar que el IASS es un indicador que también calcula el INE: no estamos ante una variable estimada por una agencia estadística independiente del gobierno, sino por la misma agencia a la que se acusa de manipular el PIB. ¿Por qué razón iba el INE a manipular el PIB pero no el IASS cuando el propio INE reconoce que uno de los inputs que utiliza para calcular el PIB es el IASS? En caso de hallarnos ante una mascarada deliberada, ¿no habría sido más lógico manipular ambos?
Por mi parte, no tengo ningún prejuicio ideológico a negarme a admitir una posible manipulación del PIB español —al contrario: si el PIB estuviera inflado, sería mucho más sencillo defender las reducciones de impuestos y del gasto público en nuestro país—. Simplemente, hasta la fecha no me he encontrado con argumentos de peso que la acrediten: y, a falta de evidencias, la hipótesis de la manipulación no se verifica.
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