Tengo mis dudas acerca de la utilidad de la teoría de privilegio (y fuertes preocupaciones acerca de los efectos que tienen sobre el discurso civil). Pero para aquellos que se lo toman en serio un aspecto del privilegio que ha sido explorado en menor grado es la seguridad personal. Es decir, si se habla de ella en absoluto, normalmente es sobre cómo es posible que sea más probable que los grupos infraprivilegiados sean el objetivo de la violencia debido a su identidad, especialmente si al perpetrador se le considera que pertenece a una clase privilegiada.
Sorprendentemente, se presta muy poca atención al hecho de que los actores del estado disfrutan de tremendos privilegios (por ejemplo, advirtamos cómo, en caso de brutalidad policial, casi siempre el foco se pone en las razas del policía y de la víctima y casi nunca en los privilegios de los que disfruta la policía, como inmunidad cualificada frente a responsabilidades civiles, protecciones extraordinarias en el proceso debido incluidas en la declaración de derechos de las fuerzas policiales y tratamiento preferencial de los investigadores y fiscales).
Al menos parte de la razón para esta falta atención está en que criticar los privilegios de la policía es también cuestionar la legitimidad del propio poder del estado, algo que los partidarios de la teoría del privilegio se resisten a hacer, ya que tienden a ver el poder estatal como la solución para los problemas sociales. Es justamente lo que necesita la gente correcta para encargarse de ellos.
Probablemente por esto vemos tan pocas críticas de la defensa del control de armas por parte de los teóricos del privilegio (cuya abrumadora mayoría probablemente defiendan dicho control), aunque esto (la capacidad del individuo, especialmente el individuo infraprivilegiado, de poseer legalmente medios de autodefensa) tendría que ser celosamente defendido por ellos, ya que argumentan que estas personas son precisamente las que corren más peligro en la sociedad. Basándonos en los tipos de argumentos planteados por los teóricos del privilegio sobre otros temas, deberían ser altamente críticos con los defensores del control de armas.
Para empezar, advertid el tipo de violencia con armas de fuego, así como el tipo de arma, en el que más se centran los medios de comunicación y los políticos: tiroteos masivos y armas “tipo asalto”. Esto es raro, si tenemos que creer que están verdaderamente preocupados por proporcionar un retrato adecuado de la violencia con armas. Según la Oficina de Estadísticas de la Justicia, menos del 1% de todos los homicidios cada año en EEUU se producen en tiroteos en los que mueren tres o más personas. Y entre 1993 y 2011, del 70% al 80% de los homicidios con arma de fuego (y el 90% de las víctimas no fatales) se produjeron con un arma de mano, no con un rifle de asalto de esos que dan miedo.
También los actos de violencia armada en los que las personas bancas de clase media son las víctimas (es decir, el grupo demográfico que no es más frecuentemente la víctima) tienden a recibir la mayor atención de los medios. Sin embargo, los afroamericanos sufren una tasa de homicidios por arma de fuego de 5 a 6 veces mayor que todos los demás grupos raciales. A pesar de suponer aproximadamente el 13% de la población de EEUU, los afroamericanos fueron el 59% de las víctimas de heridas no fatales por disparos que fueron tratadas en emergencias de hospitales en 1993, el año de máxima violencia con armas de fuego de los últimos 23. (Desde entonces, ha habido un declive en la violencia con armas de fuego: los homicidios disminuyeron un 39% entre 1993 y 2011, mientras que los delitos no fatales con arma de fuego disminuyeron un 69%). Pero estas no son las víctimas en las que se centran los medios de comunicación ni los políticos.
¿Por qué no? Una buena parte de la explicación puede atribuirse a sus privilegios. Pocos de los políticos, celebridades o personalidades de los medios de comunicación que defienden mayores restricciones en las armas de fuego viven en un barrio peligroso. Muchos de ellos pueden permitirse vivir en una comunidad cerrada y contratar seguridad privada personal o hacer que se les proporcione dicha seguridad a costa de los contribuyentes. Pueden conducir, no andar, a través de áreas peligrosas, si no evitarlas completamente.
Como tales, tienen poco a perder en términos de seguridad si se implantan mayores restricciones sobre la propiedad de armas privadas. Los tipos de violencia con armas de fuego que les preocupan más son los raros acontecimientos que se producen en lugares donde la gente de clase media y alta pueden imaginarse a sí mismos: lugares como campus universitarios, clubs nocturnos y cines, no el centro de la ciudad. A pesar a manifestarse contra el racismo policial que afrontan las comunidades pobres, tienden a no pensar cómo se protegerán estas personas, que no disfrutan del mismo nivel o calidad de protección policial que ellos. El privilegio (especialmente de los políticos) es del peor tipo: privilegio estatal que no sólo es indiferencia ante el sufrimiento de los menos privilegiados, sino trabajar activamente para empeorar las cosas.
Publicado originalmente el 27 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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