lunes, 9 de enero de 2017

Ron y socialismo no combinan, por Mises Hispano.

En 1862, José Arechabala y Aldama llegó a La Habana, Cuba, con quince años. Con treinta y uno, fundó Industrias Arechabala , una pequeña destilería en Cárdenas, Cuba, que entonces era una pequeña pero floreciente ciudad portuaria con un puerto animado y una incipiente industria ferroviaria.

En 1888, esta ciudad fue devastada por un huracán. La empresa de Don José sufrió 50.000$ en pérdidas (aproximadamente 1,3 millones de dólares de 2015), pero sobrevivió y continuó creciendo. En 1921, Don José transformó la empresa en José Arechabala, S.A. y murió dos años después. Su familia volvió a España después de una serie de tragedias (uno de sus hijastros fue asesinado por secuestradores) y la empresa pasó a ser propiedad de su ahijado Josechu, que entonces tenía 36 años.

Otro huracán golpeó Cárdenas el 1 de septiembre 1933. Esta vez murieron más de 30 personas y la empresa sufrió 500.000$ en daños (9,25 millones de dólares de 2015). Como parte de estrategia de recuperación de esta pérdida masiva, José Arechabala, S.A. presentó el ron Havana Club. En 1935, esta marca de ron fue registrada en la oficina de patentes y marcas de EEUU.

En las décadas de 1930, 1940 y 1950, José Arechabala, S.A. fue la principal razón por la que Cárdenas se mantuvo en competencia con La Habana. En la década de 1950, la empresa poseía refinerías de azúcar, plantas de fabricación de caramelos, la destilería más antigua de Cuba y diversas otras fábricas para tecnologías emergentes, incluyendo algunas que estaban tratando de remplazar la gasolina por alcohol para mover los automóviles.

Entonces llegó Fidel Castro.

El 31 de diciembre de 1959, el gobierno comunista revolucionario de Castro expropió José Arechabala, S.A. e hizo que se exiliara la familia Arechabala, ordenando a los herederos de Don José abandonar Cuba “con solo las ropas que llevaran”.

“Recuerdo vívidamente ese día”, dijo Amparo Arechabala a la CBS en una entrevista. “Mi marido llegó a casa. Había ido pronto a trabajar y luego llegó a casa y dijo: ‘Nos han echado. Se acabó’”. La familia acabó en EEUU, donde vendieron su receta a Bacardí por 1,25 millones de dólares y una participación en las ventas del ron Havana Club. Bacardí, también una empresa cubana, había sido competencia de los Arechabala, pero después de la revolución fueron capaces de sobrevivir porque mantenían activos fuera del país. Aunque sus destilerías cubanas fueron expropiadas, Castro no podía tocar sus propiedades en Puerto Rico, así que la empresa sobrevivió y fue capaz de asociarse con los Arechabala exiliados con los que habían competido en otros tiempos.

En la década de 1970, la familia dejó que expirara su marca registrada sobre el ron y el gobierno cubano registró la misma marca a su propio nombre. Esto no logró nada, ya que los Estados Unidos impusieron un embargo comercial sobre Cuba una década después, pero sin embargo la marca comercial se ha renovado continuamente.

Cuba se asoció con el gigante de las bebidas alcohólicas Pernod Ricard (fabricante de Absolut Vodka, Chivas Regal y otras marcas conocidas) en 1993 para vender ron Havana Club fabricado en la propiedad robada a los Arechabala. Esto desató lo que iba a ser una disputa sobre propiedad intelectual a partir de una violación original de propiedad física. En 1995, Ricard traspasó la marca comercial a una empresa de Luxemburgo llamada Havana Club Holdings, S.A., que se formó para crear una vía legal que eludiera el embargo comercial cubano.

Desde mediados de la década de 1990, Bacardí y Ricard han estado peleando continuamente por el derecho a vender ron Havana Club en Estados Unidos. Los tribunales han estado alternando acerca de qué empresa posee la marca. En 1994, Bacardí empezó a vender ron Havana Club en Estados Unidos y apeló la concesión de marca registrada a HCH en 1995. En 1996, HCH renovó la marca registrada, pero éste fue también el año en el que el embargo cubano y se hizo permanente con la Ley Helms-Burton. En 1997, los Arechabala vendieron el resto de sus derechos sobre la marca y la receta de Havana Club a Bacardí.

En 1998, parecía que Bacardí había ganado la “guerra del ron” cuando se aprobó la Ley Bacardí, revocando en la práctica cualquier marca comercial en EEUU en posesión de empresas expropiadas por el gobierno cubano. La Organización Mundial del Comercio declaró sin embargo ilegal esta ley en 2001, reiniciando así la disputa.

Estados Unidos ignoró la sentencia de la OMC hasta 2016, cuando la oficina de patentes y comercio devolvió la marca registrada del ron Havana Club al gobierno cubano. Bacardí sigue apelando esta sentencia mientras Cuba continúa acumulando existencias de este ron a la espera de que se reabra el mercado estadounidense.

Bacardí sigue vendiendo su ron Havana Club en EEUU a pesar de estar técnicamente violando la marca registrada. También puede comprarse la versión cubana del mismo ron, pero las cantidades son escasas, ya que las barreras aduaneras se han rebajado pero no han desaparecido, impidiendo así grandes envíos.

Pocas disputas demuestra mejor la incompetencia de cualquier gobierno a la hora de resolver conflictos y mantener el comercio pacífico. El asunto se presenta como una disputa por una marca comercial, pero en realidad esta difícilmente es un problema desde la perspectiva de las marcas en el mercado Incluso con el mismo nombre de Havana Club, ambas empresas tienen un el incentivo para mostrar la distinción en su producto. Bacardí tiene las palabras “Puerto Rican Rum” impresas en cada etiqueta, mientras que el ron cubano tiene un logo completamente distinto y las palabras “El Ron de Cuba” señalando el lugar de fabricación. La primera empresa quiere mantener su distinción como el ron Havana Club más conocido en Estados Unidos, mientras que la segunda quiere anunciar que es el único ron que se fabrica realmente en Cuba. No hay ningún conflicto de presentación equivoca de un producto: los tribunales son inútiles a la hora de facilitar la distribución eficiente de información acerca de sus productos.

Por el contrario, el conflicto gira en torno al derecho a hacer negocios en general y solo se ha producido debido a la expropiación por parte del gobierno cubano (que dejó que las destilerías cayeron en la ruina hasta que finalmente si asociaron con una empresa privada europea) y a que el gobierno estadounidense impuso restricciones comerciales a un país y ha centrado inútilmente estos conflictos en una disputa de propiedad intelectual que ya se ha resuelto naturalmente en el mercado a través de las etiquetas distintivas que usa cada empresa.


El artículo original se encuentra aquí.

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