Ahorrar, lo que se dice ahorrar, es guardar para el futuro una parte de los ingresos recibidos en determinado periodo, y para que eso sea posible, es indispensable que nuestros gastos sean menores. De hecho, esta es la característica más importante a la hora de identificar la buena o mala salud financiera de una persona, empresa o gobierno.
Conozco personas con ingresos muy altos que tienen más problemas económicos que otras con ingresos medios o hasta bajos. Si usted es de aquellos que repiten el lugar común de que “entre más ganas más gastas”, podría encontrarse en esta situación si ese comportamiento se vuelve indisciplina, al grado de que sus egresos superen de manera reiterada sus entradas de dinero.
No hay excusa: gane lo que gane, debe procurar que siempre exista un ahorro. Es más importante que lo haya en sí, que el porcentaje del mismo. Considero que como mínimo reservar un 10 por ciento del ingreso es fundamental, y de ahí para arriba.
Ahorrar es un buen hábito que se suele enseñar de padres a hijos, pero si no fue su caso, nunca es tarde para empezar.
Con frecuencia cuando abordo este tema abundan los que se quejan con otro lugar común: “¿Cómo ahorrar si no nos alcanza?” Es cierto que no todos pueden hacerlo siempre, pero también es falso que no se pueda nunca. De hecho, si esto le pasa, considérelo un foco amarillo que le dice: “hace falta ser más austeros”.
Ojo. No se trata de vivir austeramente toda la vida. Lo que digo es que si a lo largo de su vida va mejorando su ingreso –algo muy deseable para poder elevar el nivel de vida de su familia-, es importante que conserve la noble costumbre del ahorro en todo momento.
Hoy inicia El Buen Fin, en el que se supone que hay ofertas para que podamos comprar bienes y servicios a precios más convenientes que de costumbre.
Aquí entra la otra forma de “ahorro”. No me gusta llamarlo de esa forma porque como le digo, ahorrar es primero que nada guardar dinero para ser consumido con posterioridad. Aun así, como consumidor siempre será más inteligente adquirir algo al mejor (más bajo) precio posible.
Recuerde: los precios de NADA son fijos. Por eso es recomendable también aprender a negociar y regatear cada vez que se pueda, pues le puede significar que menos pesos salgan de su bolsa para disfrutar de ellos en otra cosa o para ahorrarlos.
No hay mujer u hombre de negocios que conozca que no regatee, pues sabe que en el comercio esta es una actividad normal y permanente. Tómelo en cuenta.
Para estos días de promociones considere asimismo que con frecuencia pagar en efectivo le puede representar un descuento importante, pero antes de pagar compare en dos o más establecimientos el precio de lo que busca.
Las ventas a “meses sin intereses” son una muy buena estrategia de ventas para los negocios, pero debe saber que es solo publicidad. En realidad, es una forma de acordar un precio fijo y sus abonos, pero ya lleva implícito el interés. Es por eso que en ocasiones le ofrecen un descuento si el mismo producto lo paga de contado.
Tenga cuidado porque acumular varias mensualidades de promociones “sin intereses” se pueden volver una carga muy pesada para su ingreso. Una vez que termine de liquidarlas, considere seguir destinando esa misma cantidad al ahorro.
Eso sí, dadas las condiciones adversas que se vislumbran para la economía mexicana es mejor no conservarlo en pesos. Tenga un mínimo para emergencias en moneda nacional, pero el resto páselo a activos que preservarán mejor su valor en el tiempo como dólares, oro y plata amonedados de inversión, obras de arte, ciertos bienes raíces, etc.
Cada caso es diferente, pero ojalá estas recomendaciones generales le sean de utilidad.
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