viernes, 6 de enero de 2017

¿Qué causa las burbujas económicas?, por Mises Hispano.

[Las primeras burbujas especulativas, Douglas E. French, 185 p. Unión Editorial]

Esta obra es fruto de la tesis de Maestría en Economía de Douglas E. French en la Universidad de Nevada-Las Vegas (UNLV) donde Murray Rothbard fue su profesor de “Historia del Pensamiento Económico” e “Historia Económica de EE.UU”, además de su director de tesis. Hans-Hermann Hoppe por su parte sería seleccionado por Rothbard como miembro del comité evaluador, ambos, dos grandes de la economía austríaca y el libertarismo como es de esperar no eran muy queridos por los demás miembros del departamento dadas sus posturas a favor del libre mercado.

Este texto nos habla de tres burbujas especulativas; la de Tulipomanía (1634-37), Misisipi, Mares del Sur y una amplia biografía de quien pondrían en marcha políticas económicas keynesianas 200 años antes de Keynes, John Law. Se desarrolla de tal forma que cualquier lego inteligente puede comprenderlo, explica y describe muy claramente con eventos históricos la creación de burbujas especulativas y sus efectos malversos de acuerdo con la teoría austríaca del ciclo económico (TACE).

Por mi parte, mi objetivo aquí es únicamente resaltar la burbuja de Tulipomanía en Ámsterdam Holanda dada su particularidad al tener origen en las políticas monetarias sólidas del Banco de Ámsterdam con coeficiente de caja del 100 %, el derecho de libre acuñación y no como de costumbre, a políticas expansivas deliberadas de algún banco central con sistema de reserva fraccionaria.

Ciclo Económico

Una forma típica que usan los economistas para ejemplificar el ciclo económico es la de imaginar una gran noche de fiesta con los amigos, te diviertes, gastas todo tu dinero, todo es euforia y hasta terminas debiéndole dinero al administrador, pero al día siguiente tienes la resaca de esa borrachera, a esto se le llama un proceso de auge y declive.

Cuando se trata de buscar las razones del declive económico (recesión o depresión económica) las economistas se dividen en dos bandos, la ortodoxia económica neoclásica culpa al libre mercado y la falta de regulaciones y controles por parte del Estado. En el segundo bando, los economistas conductuales (behavioral economics)[1] siendo actualmente capturados por los neoclásicos en sus modelos, culpan a la naturaleza irracional humana, los sesgos de los individuos, un exceso de motivación y riesgo, en suma, una llamada exuberancia irracional. Uno de los exponentes vivos más importante de lo que ha venido a llamarse economía conductual o del comportamiento, Dan Ariely, lo mencionaba en 2009 en el Harvard Business Review a propósito de la crisis financiera de 2008:

“Por fin estamos empezando a comprender que la irracionalidad es la verdadera mano invisible que impulsa la toma de decisiones humana. Ha sido una lección dolorosa, pero el lado positivo puede ser que las empresas ven ahora lo importante que es protegerse contra las malas suposiciones. Armados con el conocimiento de que los seres humanos están motivados por prejuicios cognitivos de los que son en gran parte inconscientes (una verdadera mano invisible si alguna vez hubo una), las empresas pueden comenzar una mejor defensa contra las tonterías y los derroches.”

Sin embargo, existe un tercer bando, lleva ya casi más de un siglo sin claudicar insistiendo en que el origen tanto de las crisis económicas como de las burbujas se debe al aumento de la oferta monetaria, naturalmente, es fácil notar para cualquiera que existe una institución que puede legítimamente llevar a cabo esta función, esta es, el Estado, a través de los bancos centrales de reserva fraccionaria, para hacerlo más simple, todos nuestros males se deben a la intervención del Estado en la economía.

Para los austríacos es el Estado quien mediante el banco central realiza una política monetaria expansiva, aumentando la oferta monetaria, inyectando este dinero al mercado directamente o indirectamente prestando dinero a bajos tipos de interés disparando el ciclo económico y la creación de burbujas especulativas. Considero que no puede hacerse una explicación más clara y resumida de este camino que la que realiza en el prólogo del presente libro el economista austríaco Adrián Ravier, toda burbuja especulativa sigue tres etapas; auge, crisis y depresión:

[…] expansión crediticia, bajos tipos de interés, proceso de mala inversión que conduce a una fase de auge, generación artificial de empleo, alza generalizada de precios, burbujas especulativas en las acciones de algunas empresas, subida en los tipos de interés que abre una etapa de crisis, quiebras generalizadas, caída en el valor de las acciones, aumento del desempleo y depresión en la actividad económica. Cada ciclo económico puede concluir con la apertura de uno nuevo, como de hecho ocurrió en 2001/2002 con el fin de la burbuja bursátil y el comienzo de la burbuja inmobiliaria americana.[2]

Está distorsión artificial del mercado crea un boom, es decir, un auge, donde muchos comienzan una malinversión que posteriormente conduce a un stock (crisis).

Burbujas especulativas

Es muy fácil ex post identificar lo que fueron burbujas, lo difícil en cambio es poder detectarlas con antelación, a saber, si se está en una o cuando están a punto de estallar. La idea predominante es que estas se originan por problemas psicológicos donde muchas personas (especuladores e inversores) valoran subjetivamente de forma vertiginosa (exagerada) determinados activos haciendo que su precio aumenten más de lo que sería el precio “correcto o fundamental”, en palabras de Douglas French:

“A lo largo de la Historia ha habido distintas burbujas especulativas. Estos periodos se caracterizan por un aumento pronunciado del precio de un activo concreto o de un grupo de activos relacionado que es sucedido por posteriores aumentos como consecuencia de la aparición de nuevos especuladores en busca de beneficios gracias a sus precios aún mayores. Estos precios superiores están motivados por los beneficios potenciales que se pueden obtener en el mercado, en lugar de por la capacidad para producir ingresos o el valor económico del activo. Estas manías especulativas tienen finales bruscos y dramáticos, ya que las expectativas cambian y los compradores se convierten en vendedores de manera rápida y en masa. Las consecuencias son, a menudo, desastrosas, y la región o país afectado es azotado por el dolor financiero infligido por el consecuente crack. La euforia se convierte en desesperación, dado que el reajuste obligatorio que tiene lugar en la economía crea desajustes laborales masivos y un gran número de bancarrotas”.[3]

Esta es precisamente la descripción de lo que ocurre durante una burbuja especulativa pero no lo que las causa. De hecho, puede haber burbujas especulativas que no signifiquen un aumento exorbitar en los precios, por ejemplo; si a un aumento de la oferta monetaria se le corresponde un aumento igual de los bienes ceteris paribus no cambiarían los precios. Las burbujas especulativas son fruto del ciclo económico que inicia por un incremento de la oferta monetaria[4] y su respectiva distorsión en el mercado redirigiendo la actividad económica a inversiones no productivas que finalmente se liquidan puesto que es imposible seguir manteniendo el boom (estímulos monetarios) teniendo lugar el proceso de reajuste visibilizando todas estas malas inversiones.

La crisis de los Tulipanes

Los Tulipanes no tienen ningún olor particular o uso medicinal, su valor proviene de la exposición, es decir, de la apreciación de muchos por la belleza de sus variados colores y formas exóticas producidas de un virus que transmite el pulgón, conocido como Tulip Breaking Potyvirus.[5]

Acuarela anónima del siglo XVII del Semper Augustus, el bulbo más famoso, vendido por un precio récord: 6000 florines.

Durante el periodo (1634-37) en Ámsterdam Holanda tiene origen la llamada fiebre o manía de los tulipanes. Los economistas en general sostienen que la exuberancia irracional llevó a todo el país a invertir en tulipanes inflando sus precios a lo que sería hoy en día hasta €15.000 por 99 tulipanes. Se podían comerciar los bulbos de tulipanes por toneladas de cereales, animales, licores y propiedades.

Posteriormente debido a la peste bubónica (1636) se genera escasez de mano de obra inflando los precios mucho más de lo que ya lo había subido tanta especulación. Debido a que el tiempo de vida de los tulipanes es de apenas unas pocas semanas era imposible especular sobre ellos, de modo que se crea un mercado de futuros de los bulbos de tulipán, un mercado de pura especulación para un negocio que generaba rendimientos de hasta el 500 % donde todos querían comprar para vender.

Finalmente, la burbuja estalla, dejando ver las malinversiones donde muchos bancos, la aristocracia, burguesía y la clase trabajadora quedaron en las calles. El valor del tulipán cae en picada, por lo que todos comienzan a vender lo más rápido posible para recuperar su inversión bajando así aún más el precio[6], hasta que a falta de compradores no valían nada.

Figura 1. Evolución del precio del tulipán en Holanda entre 1636 (12 de noviembre) y 1637 (1 de mayo).

Estas razones desde luego, son una buena explicación de la burbuja de los tulipanes, empero, estas no nos dicen su causa, más bien son una explicación de las consecuencias.

El economista español Fernando Trias de Bes en su obra “El hombre que cambió su casa por un tulipán”, explica de forma correcta y detallada los hechos, no obstante, mantiene la misma idea general sobre las burbujas especulativas como; «fenómenos que trascienden lo económico… aúna política, psicología y sociología» y de cualquier forma se deben a la «irracionalidad» con la diferencia que le denomina principalmente síndrome del necio, sin embargo, para sorpresa y contrario a lo antes mencionado, atribuye la causa de las burbujas especulativas y recesiones económicas a una previa expansión monetaria, siendo una de las conclusiones más importantes de su obra pues:

“va a ser el factor explicativo de todos los problemas ulteriores, tanto de las burbujas financieras como de las recesiones económicas: para que se forme una burbuja tiene que darse una época de política monetaria expansiva, en otras palabras, de muy fácil acceso al dinero. Esto significa algo tan sencillo como que aumenta el número de billetes y monedas en circulación más de la cuenta.”(p. 270)

Continúa más adelante:

“En la Holanda de 1636 los excedentes de oro de los comerciantes y mercaderes hicieron posible que un sistema financiero incipiente dispusiera de cantidades grandes de dinero para prestar.” (p. 273)

En el orden de las ideas anteriores el llamado síndrome del necio[7] no es la causa de las burbujas, sino su consecuencia, siendo su razón de ser, el aumento de la oferta monetaria más allá del crecimiento real de la economía. En la actualidad es el Estado, mediante el cartel de la banca que inyecta este dinero (imprimiendo), mediante un plumazo (decreto) en la economía o indirectamente con tipos artificiales de interés cercanos a cero o negativos (fácil acceso al crédito) que no representan las tasas reales de preferencia temporal en la economía. Todo este dinero fácil y barato es el que genera el ambiente adecuado para que surja la especulación económica.

Por consiguiente, exploremos si durante esos años existió algún importante aumento de la oferta monetaria en Ámsterdam.

Origen de la burbuja

En primer lugar, durante 1572 el gobierno revolucionario que se había levantado contra Felipe II estableció el derecho de libre acuñación que atrajo plata y oro de las Américas y diversas partes del mundo a Holanda (Tabla 1)[8], convirtiéndolo en centro de comercio mundial, además, el Banco de Ámsterdam generaba grandes ingresos para la ciudad en forma de custodia, transferencia y ventas respaldados en un sólido 100 %.

La Tabla 1 muestra cómo durante los años cercanos a la crisis hay un gran arribo de plata y oro proveniente del Nuevo Mundo a España y de allí a Ámsterdam fuere por comercio, como por saqueo de embarcaciones llenas de plata, oro y demás joyas, escribe French:

Las consecuencias de la libre acuñación, combinada con la estabilidad del Banco de Ámsterdam impulsaron la canalización de vastas cantidades de metales preciosos descubiertos en América, y en menor medida en Japón, hacia Ámsterdam.[9]

Tabla 1 Importaciones Españolas de oro y plata finas desde América (En Gramos)

Otra prueba de este abrupto aumento de producción de dinero se encuentra en la Tabla 2[10], estoy hablando aquí de un aumento de casi el 100 %  del periodo 1630-32 al periodo 1633-35 y del 40 % 1936-38, siendo el periodo de la Tulipomanía (1634-1637).

Tabla 2 Producción total de monedas acuñadas en el sur de Holanda entre 1598-1789 (En Florines)

Vemos entonces que esta sobreproducción de dinero[11] resulta en una manía de comprar tulipanes como símbolo de prestigio y riqueza. El 27 de abril de 1637 por orden del gobierno quedarían todos los contratos cancelados recayendo de esta forma una parte importante de las pérdidas en los productores aunque con grandes quiebras y dolor financiero para todos. Concluye French:

La historia de los tulipanes no solo trata de tulipanes y de las oscilaciones de sus precios y, desde luego, el estudio de los «fundamentos del mercado de los tulipanes» no explica cómo se produjo esta burbuja especulativa. El precio de los tulipanes solo sirvió como manifestación del resultado de una política gubernamental que expandió la oferta monetaria y, así, creó un ambiente propicio para la especulación y la maña inversión…No obstante, lo que hizo esta situación única fue el hecho de que la política gubernamental no expandiera la oferta monetaria mediante un sistema bancario de reserva fraccionaria, que es un instrumento moderno. De hecho, ocurrió todo lo contrario… los holandeses ofrecían una política monetaria sólida que exigía que el dinero estuviera respaldado al 100 %… Esta política… sirvió para atraer monedas y lingotes de todas las esquinas del mundo. El resultado fue un importante aumento de la oferta monetaria y lingotes en Ámsterdam durante la década de 1630. Después, las leyes de libre acuñación ayudaron a crear más dinero del que el mercado demandaba a partir de la incrementada oferta de monedas y lingotes. Este aumento acentuado de la oferta monetaria contribuyó a la creación de la atmósfera perfecta para la especulación y mala inversión que se manifestaron a través del intenso comercio de tulipanes.[12]


[1] Existe una gran cantidad de artículos de seguidores de la economía conductual donde insisten en que no se le llame de este modo sino economía del comportamiento. Para el caso de la economía austríaca una forma correcta de llamarles sería psicología y economía, ya que para estos últimos, la economía como ciencia pura, derivada del axioma de la acción, no es de importancia los motivos que llevan a los hombres a actuar (behavioral economics) ni los procesos físico-químicos producidos en el cerebro (neuro-economics).

[2] Ibíd. p. 13-14

[3] Ibíd. p. 27

[4] Comprender esto resulta ser importante ya que incluso en un sistema de banca libre, aunque en menor medida, podrían darse ciclos económicos.

[5] De Norton Museum, RECUPERADO DE: Commons.wikimedia.org

[6] De Henry Jay, Trabajo propio, RECUPERADO DE: Commons.wikimedia.org

[7] Exceso de confianza, autoengaño, envidia del beneficio ajeno, gula del dinero, irracionalidad, poca aversión al riesgo, Etc.

[8] Fuente: Earl J. Hamilton, American Treasure and the Price Revolution in Spain (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1934), reprinted in Shepard B. Clough, European Economic History: The Economic Development of Western Civilization (New York: McGraw-Hill, 1968), p. 150. Citado en French E. Douglas, Early Speculative Bubbles and Increases in the Supply of Money p. 28.

[9] Ibíd. p. 56.

[10] Fuente: Jan A. van Houtte and Leon van Buyten, “The Low Countries” in An Introduction to the Sources of European Economic History 1500–1800, Charles Wilson and Geoffrey Parker, eds. (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1977), p. 100. Citado en French E. Douglas, Early Speculative Bubbles and Increases in the Supply of Money p. 29.

[11] Sobre esto explica Murray N. Rothbard en su clásico “Qué ha hecho el gobierno de nuestro dinero” p. 23: “¿Qué es lo que determina el precio del dinero? Las mismas fuerzas que determinan todos los precios del mercado, esa ley venerable pero eterna verdad: “oferta y demanda”. Todos sabemos que si la oferta de huevos aumenta, el precio de los huevos tenderá a bajar; si la demanda de los compradores de huevos aumenta, el precio tenderá a subir. Lo mismo es cierto en el caso del dinero. Un aumento en la oferta de dinero tenderá a hacer bajar su “precio” un aumento en la demanda de dinero lo hará subir ¿Pero cuál es la demanda de dinero? En el caso de los huevos, sabemos lo que quiere decir su “demanda”; es el monto de dinero que los consumidores están dispuestos a gastar en huevos más los huevos retenidos y no vendidos por los hueveros. Paralelamente, en el caso del dinero, su “demanda” equivale a los variados bienes que los consumidores ofrecen a cambio de dinero, más el dinero retenido en efectivo y no gastado durante cierto período temporal. En ambos casos, la “oferta” se refiere a la cantidad total del bien que está disponible en el mercado”.

[12] Ibíd. p. 65-6.


 

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