Los medios occidentales no se lo podían creer. El Donald había ignorado la diplomacia, se había escabullido de la reunión del G7 en Canadá sin apoyar el acuerdo del G7 y había acabado estrechando la mano con un enemigo previamente reconocido en Singapur. El ritmo formalmente pausado de la diplomacia global, donde todo está previamente acordado antes de la foto que muestra la unanimidad y el liderazgo, se había abandonado a favor del Arte del Acuerdo. Los corresponsales extranjeros de los medios habituales estaban confundidos y evidentemente no podían explicárselo, especialmente el acuerdo con el presidente Kim Jong-un.
Como señalaba una periodista en la conferencia de prensa después de la reunión, Kim ha demostrado ser despiadado e indigno de confianza, matando a miembros de su propia familia y encarcelando y torturando su propio pueblo. ¿Cómo es posible que Trump pueda llegar a acuerdos con él y que conceda, aparentemente sin consultar a Corea del Sur, suspender los ejercicios conjuntos y acuerde el objetivo de una completa desnuclearización de la península, cuya consecuencia sería la retirada eventual completa de las fuerzas estadounidenses en el Sur?
El acuerdo de Singapur en realidad no era un acuerdo, sino un apoyo a la anterior declaración de las dos coreas en Panmunjom el 27 de abril. Y de esto se trata, Singapur fue EEUU confirmando que aceptaba Panmunjom.
La teatralidad en la cumbre de Singapur funciona bien con la base electoral de Trump, igual que su desdén por el G7 y su crítica feroz a Trudeau, a quien describe como “poco honrado y débil” acerca del comercio. Los seguidores de Trump también se creen sus acusaciones de noticias falsas, colocándole cómodamente más allá de la crítica en lo que respecta a ellos. Ahora están viendo resultados concretos del hombre al que le hicieron presidente, antes de las elecciones de mitad de mandato de noviembre.
Tenemos que ver la situación de Corea del Norte con mayor objetividad antes de comentar sobre la evolución reciente de la política comercial.
Corea y su papel económico en Asia
La Declaración de Panmunjom fue un acuerdo solo entre las dos coreas. Ninguna otra potencia fue parte de ella. Por eso Singapur tenía que apoyarla, habiéndolo hecho ya China. Esencialmente, era la manera más fácil para todos de retirarse de una posición insostenible, vestida como una victoria para Trump, mientras que en realidad es también la eliminación de una china en el zapato de China.
Corea del Norte tiene una frontera mucho más larga con China que con Corea del Sur. Tener un estado totalitario en su flanco oriental nunca fue algo ideal, aunque actuara como un colchón entre China y los estadounidenses en Corea del Sur. Las similitudes con el caso anterior del Telón de Acero en Europa a finales de los ochenta son sorprendentes. En un lado había una creciente prosperidad capitalista, ampliando la distancia con el estancamiento socialista en el otro. China podría tolerarlo hoy, pero Kim habría sido cada vez más consciente de que el tiempo se estaba acabando para su gobierno, igual que se dio cuenta el secretario general Gorbachov cuando propuso la histórica reunión en Reikiavik come presidente Reagan en octubre de 1986.
Los acontecimientos en ese momento se desarrollaron rápidamente, aunque la reunión de Reikiavik acabara sin un acuerdo formal. Veinticinco meses después cayó dramáticamente el Muro de Berlín, indicando simbólicamente el fin de setenta años de comunismo soviético. Hoy existen esas mismas tensiones económicas entre China y Corea del Norte. La quiebra de Corea del Norte significa que no tiene recursos económicos para continuar con su programa nuclear de una manera creíble. Kim estaba obligado a llegar a un acuerdo con China como salida sus dificultades y por eso visitó Pekín para reunirse con el presidente Xi un mes antes de Panmunjom.
La cumbre de Singapur de Trump fue un reconocimiento de que China tiene las cartas de triunfo sobre Corea y que EEUU se verá obligado a retirar a su ejército de la masa territorial del Oriente Asiático. Indica algo más, y es que los neoconservadores han perdido mucha de su influencia Washington. Trump está consiguiendo poner a la administración bajo su control con respecto a la política exterior. Vemos esto en los juicios sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales quedándose en nada y trasladando la atención hacia alegaciones en contra de los Clinton. Muy inteligentemente, Trump está maniobrando para colocarse en una posición convincente ante las elecciones de mitad de mandato.
En lo que se refiere a China, también es un gran triunfo. Al menos en el este se ha reforzado frente a una presencia militar de Estados Unidos, que se retirará a Japón y sus islas. E incluso Japón se da cuenta de que su futuro está cada vez más relacionado con China. La industrialización de Corea del Norte traería importantes beneficios económicos también para china, igual que el desarrollo de Europa Oriental los trajo para Alemania.
Comercio y aranceles
Parece haber pocas dudas de que Trump está jugando con fuerza la carta del arancel comercial debido a las elecciones de mitad de mandato. Estuve recientemente en una mesa redonda en televisión con Steve Malzberg, un periodista estadounidense y presentador de TV cercano al bando republicano, que insistía en que Trump se limitaba a cumplir con sus promesas electorales. Es importante entender que este es su motivo principal, pero no es necesariamente el consejo que recibe de Larry Kudlow, su asesor económico.
Kudlow fue economista de la administración Reagan, con el profesor Steve Hanke de la Universidad Johns Hopkins. Hanke escribió un artículo en Forbes en el momento del nombramiento de Kudlow señalando que él, Kudlow (y también Reagan) eran librecambistas. El conocimiento de Hanke de la verdadera comprensión de la economía de Kudlow es personal. Podemos por tanto suponer que Kudlow habría informado a Trump de los errores de los aranceles, que no son difíciles de explicar y entender.
La disputa de Trump con Canadá y la UE con respecto a los aranceles en el G7 es interesante en este sentido. Trump estaba hablando acerca de los aranceles impuestos contra EEUU como algo que obstruía el libre comercio, una diferencia sutil pero importante frente a su política comercial proteccionista establecida originalmente como esencial en su mandato para hacer de nuevo grande a América. Hay más evidencias de esto en parte de la transcripción de una entrevista que Kudlow dio a la CNN el 10 de junio:
TAPPER: Reconocemos que el comercio y la inversión libres, justos y mutuamente beneficiosos, al tiempo que crean beneficios recíprocos, son instrumentos clave para el crecimiento y la creación de empleo. Luchamos por reducir barreras arancelarias, barreras no arancelarias y subvenciones. Reclamamos el inicio de negociaciones este año para desarrollar normas internacionales más fuertes sobre subvenciones industriales distorsionadoras del mercado y acciones distorsionadoras del comercio por parte de empresas propiedad del estado.
En eso cree el presidente Trump,
KUDLOW: Sí.
Pocas dudas puede haber, basándose en los acontecimientos del G7 y los comentarios de Kudlow, de que Trump realmente ha modificado silenciosamente su postura sobre el comercio. Y es notable que su pretendida introducción de aranceles contra China se centre en productos que los chinos apoyarán bajo su política “Made in China 2025”. Esta política, que tiene similitudes con el plan “Industry 4.0” de Alemania adoptado en 2013, es más amplia. El plan de Alemania era estimular las pequeñas y medianas empresas para interconectarse en sus cadenas de producción y así mejorar la producción, la calidad y la eficiencia la fabricación. El plan de China es hacer lo mismo y también mejorar la protección de la propiedad intelectual para pequeñas y medianas empresas. El estado proporcionaría hasta 40 nodos de innovación, pero se animaría a las empresas a funcionar sobre patrones más basados en el mercado. En el contexto una economía mercantil, esta política pretende asegurar que el sector industrial del país sigue patrones mundiales, no solo para las crecientes clases medias de China, sino también para ser competitivos en el exterior en términos de calidad y no solo de precio.
El problema de esta es la sospecha estadounidense de que la política 2025 pretende ser proteccionista. Un objetivo del plan es una “autosuficiencia” del 70% en componentes de tecnologías avanzadas. Los fabricantes de propiedad extranjera pueden experimentar el cierre de cadenas de producción, salvo para papeles menores. Las corporaciones chinas también están adquiriendo activamente empresas de propiedad extranjera para conseguir su tecnología, que puede luego transferirse a China. Las alegaciones sobre comportamientos patrocinados por el estado incluyen acuerdos forzosos de transferencia de tecnología, espionaje comercial e infracción de patentes.
Trump está promoviendo su guerra comercial con China como contra un comercio que no es libre, aunque el problema sea considerablemente más complejo. Trump fue elegido sobre un programa proteccionista, mientras que China se ha beneficiado de libre comercio. Trump fue elegido como un nacionalista, mientras que China se limita tener una estrategia nacional. Su estrategia es evolucionar su economía de ser un fabricante de bienes estándar a convertirse en la Alemania de Oriente, de ahí su interés por Alemania 4.0. En 2025, China pretende tener solo un interés residual por sus actuales líneas exportadoras a EEUU y todos los fabricantes extranjeros tendrán un acceso en China a un mercado relativamente libre de productos finalizados. Pero con la tasa de ahorro de China del 45%-50%, incluso si el plan 2025 no llegara al objetivo del 70% de autosuficiencia, es difícil imaginar que en la práctica sea otra cosa.
Así que los chinos podrían renunciar fácilmente a este objetivo y ser convencidos de que resultan innecesarios los movimientos agresivos para transferir tecnología e infringir las patentes internacionales. Es posible que este sea el objetivo que quiere lograr la retirada de Trump. Pero tiene que tener cuidado, porque las corporaciones estadounidenses tienen mucho que perder. Ahora mismo, los fabricantes de bienes que incorporan el acero y aluminio sujetos aranceles con sede en EEUU han quedado en desventaja frente a la competencia extranjera. General Motors, Ford y Chrysler pueden considerar ahora más rentable fortalecer sus operaciones mexicanas para la producción para la exportación en relación con las instalaciones existentes en EEUU.
En 2025, el jugo realmente serio en el escenario mundial será un juego de la infraestructura en toda Eurasia con un mercado que actualmente cubre 4.620 millones de almas (el 67% del total global) en el que China y Rusia serán los señores del anillo. No hay nada que pueda hacer el gobierno de EEUU para detenerlo, salvo una guerra nuclear. Esa es la realidad ahora aceptada Washington y tal vez también en Langley, dado que los inamovibles neoconservadores se están yendo ahora mismo al banquillo.
Si es así, ¿se retirará Estados Unidos al aislacionismo o, mediante políticas exteriores realistas, maximizará las oportunidades para los negocios estadounidenses en Asia? Estos resultados son muy distintos. Y ese momento de decidir para EEUU se está aproximando rápidamente y es indudable que el Donald lo sabe. Necesita eludir guerras comerciales todavía más que China.
El artículo original se encuentra aquí.
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