viernes, 31 de agosto de 2018

El salario mínimo no hace lo que pensáis que hace, por Mises Hispano.

La suposición de que el salario mínimo ayuda a los trabajadores con salarios bajos permea el discurso público sobre el tema. Uno de los fenómenos políticos más curiosos es cómo la idea del salario mínimo se acepta sin discusión por el público como una política que indudablemente ayuda a los pobres. Esta transformación del salario mínimo de una política que pretendía originalmente mantener a las minorías fuera de la fuerza laboral a una dirigida a proteger trabajadores marginados ha sido un asombroso truco de magia política.

Es importante cómo enmarcamos el debate

Esa confusión la causa en parte la manera en que la retórica de salario mínimo encuadra el tema. A veces la gente discute si las empresas pueden permitirse pagar salarios mínimos más altos a los trabajadores, si una ley que ordena un salario mínimo es filosóficamente moral o si aumentar el salario mínimo aumenta el desempleo. Sin embargo, debemos tener cuidado de no atribuir al salario mínimo más de lo que es capaz de hacer. Si un empresario paga en total 100$ por hora a sus empleados, aumentar el salario mínimo de 10$ a 13$ por hora no aumenta la cantidad total de salarios pagados a los empleados. Solo ordena que aquellos 100$ de salarios se paguen en no menos de grupos de 13$ por empleado. Así que las leyes de salario mínimo solo pueden cambiar la distribución de los salarios pagados por los empresarios y, paradójicamente, el cambio en la distribución va a menudo en dirección a una mayor desigualdad entre los trabajadores de salarios bajos.

El salario mínimo solo se ocupa de una componente de los salarios

Los salarios anuales tienen tres componentes: salario por hora, horas trabajadas y prestaciones no monetarias. El salario anual de una persona se calcula multiplicando su salario por hora por el número de horas que trabaja y añadiendo el valor de las prestaciones no monetarias, como el seguro sanitario. El problema práctico con un salario mínimo es que solo se ocupa del componente del salario por hora del salario anual total. El salario mínimo ordena que una persona debe cobrar cierta cantidad de dinero por hora, pero no dice nada acerca de la cantidad total de dinero que un empresario debe pagar a sus empleados. Cualquier aumento obligatorio en el salario por hora puede compensarse con una disminución en el número de horas trabajadas y en el valor de las prestaciones no monetarias.

¿Es posible que alguna política pública que se ocupe del salario ayude la gente pobre? Una política pública dirigida a ayudar a la gente pobre a través del salario tendría que obligar a los negocios aumentar la cantidad total de dinero que pagara a sus empleados como colectivo. De otra manera, la política se limitaría a cambiar la distribución de ese dinero entre los trabajadores en lugar de la cantidad total de dinero pagado a estos. Como las empresas pueden mantener en equilibrio sus costes laborales ajustando salarios, número de horas y prestaciones no monetarias de acuerdo con ello, esa política pública tendría que tratar los tres componentes. Así que esto requeriría obligar a las empresas a contratar trabajadores con un salario mínimo más alto, usar un número mínimo de horas totales de trabajo y proporcionar un valor mínimo de prestaciones no monetarias.

¿A qué ese parecería esa política? En lugar de aumentar solo el salario mínimo, hipotéticamente también habría una ley que obligaría a los negocios a contratar a cada trabajador por al menos 40 horas semanales y a proporcionar un nivel mínimo de prestaciones sanitarias (u otras prestaciones no monetarias). Esa ley aseguraría que el salario anual total de cada trabajador aumentaría y que las empresas no podrían eludir el salario mínimo disminuyendo horas de prestaciones. Por desgracia, nos encontramos con otro problema más. Estas leyes no dicen nada acerca de cuántos empleados debe contratar una empresa.

Ordenar salarios totales más altos requeriría tiranía

Así que las empresas todavía podrían evitar pagar más dinero en total a sus empleados contratando a menos trabajadores. Para ocuparse de esto, el gobierno tendría que convertirse en tirano y aprobar una ley adicional que ordenara un número mínimo de empleados por empresa para asegurarse de que el número de empleos disponibles no disminuye. Pero ordenar que cada empresa contrate a un cierto número de trabajadores no garantizaría un numero seguro de trabajos disponibles, ya que el número de empresas sigue siendo capaz de fluctuar.

Por tanto, para mandar verdaderamente un aumento en el salario total pagado a los trabajadores de bajos salarios en su conjunto, el gobierno tendría que ordenar salario mínimo por hora, número de horas, valor de las prestaciones no monetarias, número de empleados y número de empresas. Dado que las dos cosas son lógicamente dependientes entre sí, la idea de que el gobierno ordene que exista un número mínimo de empresas en la economía es tan absurda como la idea de que el salario mínimo puede aumentar la cantidad de dinero pagada por los empresarios a los trabajadores de salarios bajos en su conjunto.

Las empresas sí tienen costes laborales fijos

La premisa para las conclusiones de este experimento mental es que se supone que las empresas mantienen sus costes laborales aproximadamente fijos. Es hipotéticamente posible que las empresas respondan aumentando los precios. Sin embargo, no deberíamos centrarnos necesariamente en aumentar la cantidad absoluta de dólares pagados a los trabajadores de salarios bajos, sino más bien en aumentar el poder adquisitivo de sus salarios anuales. Si un número importante de empresas responden a los aumentos en los salarios mínimos aumentando los precios, el poder adquisitivo del salario de los trabajadores de bajos salarios se reducirá por los aumentos de precios, haciendo ineficaces los aumentos en el salario mínimo.

La otra posibilidad es que las empresas disminuyan sus márgenes de beneficio para ajustarse a unos mayores costes laborales. Sin embargo, si esta fuera realmente la manera en la que las empresas respondieran a unos mayores costos laborales, deberíamos esperar que aumentara el ingreso total de los trabajadores de bajos salarios como resultado de los aumentos del salario mínimo. Sin embargo, un estudio innovador sobre el aumento del salario mínimo en Seattle de 11$ a 13$ demostraba que el trabajador medio con salarios bajos experimentaba una disminución de 1.500$ en rentas anuales debido al aumento del salario mínimo. Además, una revisión de los trabajos sobre salario mínimo de 2006 indica que el 85% de los estudios más sólidos sobre salario mínimo encontraba efectos negativos sobre el empleo debido a los aumentos en salario mínimo. Además, el 15% de los que encontraban efectos insignificantes o positivos sobre el empleo solo se centraban en el sector de la restauración o usaban datos a corto plazo. Usar el sector de la restauración como representativo de los trabajadores de bajos salarios generaba un sesgo en los efectos en el desempleo de los aumentos en salario mínimo cercanos a cero por parte del estudio antes mencionado en Seattle.

En definitiva, tenemos que cambiar las preguntas que planteamos acerca del salario mínimo. Debíamos dejar de preguntar si los trabajadores merecen un “salario vital” y empezar a preguntarnos si el salario mínimo realmente ayuda a los trabajadores a obtener uno.


El artículo original se encuentra aquí.

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