El UK’s Express informa esta semana de que el gobierno Sudafricano ha comenzado a apoderarse de granjas en el país luego de no negociar las ventas con los propietarios.
El 31 de julio, el presidente Cyril Ramaphosa, que solo había sido elegido para el cargo en Febrero, confirmó que su partido Congreso Nacional Africano (ANC por sus siglas en inglés) aprobaría una enmienda a la constitución del país para permitir la incautación de tierras de cultivo de blancos sin compensación.
El Sr. Ramaphosa afirmó que la nueva enmienda estaba diseñada para “delinear claramente las condiciones bajo las cuales la expropiación de tierras sin compensación puede verse afectada”.
La semana pasada, el presidente de ANC, Gwede Mantashe, provocó el pánico entre la comunidad agrícola cuando dijo que a los agricultores que posean más de 25.000 acres de tierra se les quitaría sin compensación.
El gobierno de Sudáfrica ahora ha comenzado a apoderarse de tierras de los granjeros blancos, inicialmente dirigidas a dos granjeros de caza en la provincia del norte de Limpopo después que las conversaciones con los propietarios de Akkerland Boerdery se rompieron debido a las enormes diferencias en su valor estimado.
Técnicamente, parece que el programa de confiscación se dirige a los propietarios de granjas en función del volumen de sus tierras, y no, en sentido estricto, en función de su condición racial.
En la práctica, sin embargo, el efecto ha sido que los propietarios que enfrentan confiscaciones son abrumadoramente “blancos”.
Por lo tanto, la política ha tenido un componente racial desde hace mucho tiempo. Donald Trump tuiteó esta semana que ha ordenado al Departamento de Estado que estudie el tema de las confiscaciones de tierras propiedad de “granjeros blancos”. Trump fue condenado por el partido gobernante de Sudáfrica por invocar el tema racial, pero el componente racial de la controversia es evidente.
Después de todo, la compañía francesa de medios de comunicación estatal France24 afirma con total naturalidad que la política “busca corregir el legado de décadas de gobierno de la minoría blanca que despojó a los negros de su tierra”.
El Socialismo es Socialismo
Sin embargo, es fácil hacer demasiado del componente racial. Si bien la animosidad racial y el deseo de reparación por crímenes pasados que “despojaron a los negros de su tierra” parecen ser el factor motivador para el régimen gobernante, el hecho es que las confiscaciones de fincas son también buenas políticas desde la perspectiva del partido gobernante. Es decir, las confiscaciones podrían estar motivadas por nada más que el deseo cínico de recompensar la base política del partido con cosas “gratuitas”. Los propietarios de granjas, después de todo, son un pequeño porcentaje de la población votante sudafricana.
Y es por eso que es importante no fijarse en el aspecto racial de la política agrícola y ver la política por lo que es en esencia. Es simplemente otra política ordinaria y mundana diseñada para expropiar propiedad privada de un grupo y dársela a otro.
En esto, las confiscaciones de tierras no son fundamentalmente diferentes de cualquier otro momento en que un Estado haya confiscado tierras, industrias o negocios en cualquier otra parte del mundo.
En el siglo pasado, los regímenes inspirados por los marxistas han confiscado tierras y granjas con la mayor frecuencia, basándose en la idea de que los propietarios eran demasiado “burgueses” o enemigos de la “revolución” en algún otro aspecto. Este ha sido el caso en los últimos años en Venezuela donde las empresas son confiscadas de presuntos “traidores de clase”.
Aún más importante, ni la motivación declarada ni la real significan gran cosa cuando se trata de los efectos de las confiscaciones de tierras y la expropiación de propiedades de cualquier tipo.
Independientemente de la motivación, la confiscación estatal de la propiedad conduce a consecuencias económicas que pueden tener efectos desastrosos en la economía local.
Lo que es más importante, las expropiaciones de propiedad conducen a serios problemas de “incertidumbre de régimen” (un término desarrollado por Robert Higgs) en el que esta incertidumbre sobre el estatus legal y político de la propiedad puede conducir a disminuciones significativas en inversión y producción. En otras palabras, si los propietarios no están seguros de si sus bienes serán confiscados, no invertirán en la propiedad ni la mantendrán.
Por lo tanto, la incertidumbre del régimen conduce a una retención de la inversión y la destrucción de capital gracias a la falta de inversión y mantenimiento.
Vemos esto ya en acción en Sudáfrica. Según Express, “un número récord de agricultores sudafricanos blancos puso a la venta sus tierras en medio de temores de que el partido gobernante esté considerando confiscar propiedades de más de 25.000 acres”.
Los propietarios esencialmente planean su escape de la economía sudafricana, pero les será difícil encontrar compradores. Después de todo, ¿qué inversor, con medios reales para comprar y mantener las granjas, comprará estas granjas en las circunstancias actuales? Al menos, nadie va a comprar a un precio que no sea drásticamente reducido.
Dado que todavía no se sabe con certeza cuán extensas o duras serán las confiscaciones, la mayoría de los potenciales propietarios esperarán y verán cómo van las cosas antes de invertir algo más en la economía agrícola sudafricana.
Y esto, como señala Higgs en su trabajo sobre la certeza del régimen, es uno de los aspectos centrales de la incertidumbre del régimen: impulsa a los inversores y propietarios a retrasar las inversiones hasta que la incertidumbre amaine. Mientras tanto, los salarios de los trabajadores disminuirán, los propietarios renunciarán a las reparaciones necesarias de máquinas y herramientas, y la economía en general sufrirá. Higgs escribe:
La inversión privada es el motor más importante del progreso económico. Los empresarios necesitan nuevas estructuras, equipos y software para producir nuevos productos, para producir productos existentes a un costo menor y para hacer uso de nueva tecnología que requiere una incorporación en la maquinaria, diseños de plantas y otros aspectos del stock de capital existente. Cuando la tasa de inversión privada disminuye, la tasa de crecimiento del ingreso real per cápita se reduce, y si la inversión privada cae rápida y sustancialmente, ocurre una recesión o depresión.
Un efecto más amplio en este caso también puede ser que muchos de los residentes más experimentados, conocedores y ricos en la capital de Sudáfrica huirán del país, llevando consigo sus conocimientos técnicos. El Estado Sudafricano, como lo hacen los estados con frecuencia, probablemente intente dificultar que los emigrantes se lleven su capital con ellos. Esto será relativamente fácil para los propietarios cuya riqueza está vinculada a la tierra. Los inversores extranjeros, sin embargo, no tendrán tales problemas. Será relativamente fácil para los inversores extranjeros retirar su riqueza de Sudáfrica como resultado de las expropiaciones. Esa inversión puede que nunca regrese.
Entonces, aunque las confiscaciones de tierras tienen sentido político para el partido gobernante en Sudáfrica, el hecho es que la política tiene muy poco sentido económico. Es el mismo tipo de cosas que hemos estado viendo en Venezuela en los últimos años, y los efectos, proporcionales en tamaño a la cantidad de expropiación efectuada, serán los mismos.
Y tal vez este problema de “proporcionalidad” es sobre lo que el régimen está apostando. Incluso si el régimen Sudafricano entiende las implicaciones económicas de la expropiación, el régimen también reconoce que la agricultura sigue siendo una parte relativamente pequeña de la economía sudafricana. Menos del tres por ciento del PBI de Sudáfrica está actualmente impulsado por la agricultura.
El régimen puede esperar que pueda salirse con la suya al destruir la inversión en ese sector si la destrucción económica resultante sigue siendo bastante limitada. Después de todo, si la economía Sudafricana sufre, como ya lo está haciendo debido a una variedad de otros factores, el régimen siempre puede culpar a algún otro grupo por el problema, como los capitalistas extranjeros o los detractores nacionales.
Sin embargo, desde el punto de vista económico, podemos estar seguros de que en caso que las expropiaciones continúen, las tierras en los márgenes se perderán, los trabajadores agrícolas en los márgenes se encontrarán sin trabajo, y la incertidumbre del régimen dará lugar a disminuciones generales en la inversión nacional y extranjera.
La motivación para este último movimiento hacia la destrucción de los derechos de propiedad es irrelevante para el resultado económico.
El artículo original se encuentra aquí.
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