Recientemente, un joven investigador austriaco hacía una observación interesante en una discusión informal en Facebook:
Me he dado cuenta de que cuando citas a Mises en lugar de a Rothbard (y ellos dicen básicamente lo mismo la mayoría de los casos) otros austriacos normalmente son más receptivos y está más dispuestos a iniciar una discusión. ¿Os ha pasado lo mismo?
Claro que sí, y la razón se ha hecho cada vez más evidente. Aproximadamente en los últimos diez años habido un esfuerzo concertado en algunos barrios del movimiento económico austriaco para negar a Rothbard su justo valor como investigador prodigiosamente productivo y principal seguidor de Mises, cuyo trabajo inspiró el reavivamiento moderno de la economía austriaca.[1]La historia, según los negacionistas de Rothbard, es algo así. “Sí, sí”, admiten con reticencias, Rothbard escribió algunas de las obras fundacionales de la teoría y la historia económica austriacas, incluyendo El hombre, la economía y el estado; America’s Great Depression; The Panic of 1819 y Poder y mercado. Pero eso fue en la década de 1960. En la década de 1970 se había “desenganchado” de la economía y la profesión económica ortodoxa y había empezado a centrarse en la filosofía política y la teoría social libertarias. Aparentemente, para los negacionistas de Rothbard, no hay un mayor fracaso intelectual por tanto que rechazar enfrentarse a los economistas matemáticos y positivistas en interminables e infructuosas “conversaciones” y concentrarse en su lugar en desarrollar el paradigma praxeológico misesiano. En la década de 1980 continúa este cuento, Rothbard abandonaba totalmente cualquier objetivo académico serio y se convertía en un activista y propagandista político de las ideas libertarias. Al entremezclar teoría política y económica, alegan los negacionistas, Rothbard desviaba a la economía austriaca a una vía errónea y abandonaba la tradición de Menger, Böhm-Bawerk, Mises y Hayek.
Bueno, pongamos a prueba las dos afirmaciones esenciales de la explicación de los negacionistas. Para evaluar la afirmación de que Rothbard abandonó los empeños investigadores después de 1980, listo los principales artículos, monografías, tratados y libros de ensayos publicados desde 1980:
Artículos
- “The Myth of Neutral Taxation” (1981)
- “Ley, derechos de propiedad y contaminación del aire” (1982)
- “The Federal Reserve as Cartelization Device” (1984)
- “The Case for the Genuine Gold Dollar” (1985)
- “The End of Socialism and the Calculation Debate Revisited” (1991)
Libros
- The Ethics of Liberty (1982)
- The Mystery of Banking (1983)
- Ludwig von Mises: Scholar, Creator, Hero (1988)
- The Case against the Fed (1994)
- Making Economic Sense (1995)
- An Austrian Perspective on the History of Economic Thought (dos tomos, 1995)
De hecho, los trabajos investigación de Rothbard han continuado brotando hasta hoy mismo, más de 22 años después de su muerte prematura. Su último libro, The Progressive Era, un tomo de 500 páginas editado expertamente por el profesor Patrick Newman, fue publicado el año pasado por el Instituto Mises.[2] Sería justo considerar esta obra el estudio definitivo de los orígenes y consecuencias políticos y económicos de esa época trágica en la historia estadounidense. Pero no olvidemos el flujo de otras obras póstumas de Rothbard, que incluirían The Logic of Action (dos tomos, 1997); The Irrepressible Rothbard: The Rothbard-Rockwell Essays of Murray N. Rothbard (2000); A History of Money and Banking in the United States (2002); Betrayal of the American Right (2007) Strictly Confidential: The Private Volker Fund Memos of Murray N. Rothbard (2010) y Science, Technology, and Government (2015). Estad atentos, porque hay más obras por venir del tesoro de manuscritos inéditos en los archivos de Rothbard en el Instituto Mises.[3]
Esta breve reseña de sus escritos académicos echa abajo la absurda alegación de los negacionistas de que Rothbard abandonó totalmente la “conversación” académica después de 1980 para describir panfletos no académicos de propaganda como activista político. De hecho, la constante corriente de contribuciones de Rothbard de 1962 a 1995 y más allá en teoría económica, historia del pensamiento económico, economía política e historia económica creo que hace de él el mayor economista de los últimos 50 años. ¿Qué pasa con la afirmación de los negacionistas de que el contenido de los escritos de Rothbard le descalifica como verdadero heredero de la tradición misesiana? Esto revela una sorprendente falta de familiaridad con la historia de la economía austriaca. De hecho, sería algo noticiable para el propio Mises, así como para sus discípulos y compañeros de fatigas más cercanos, como Henry Hazlitt y Friedrich A. Hayek.
Mises reseñó la obra maestra de Rothbard en teoría económica, El hombre, la economía y el estado y la apoyó con entusiasmo. Alababa el trabajo de Rothbard como una “contribución histórica a la ciencia general de la acción humana”. Continuaba declarando: “Por tanto, todos los estudios esenciales en estas ramas del conocimiento tendrán que tener totalmente en cuenta las teorías y críticas expuestas por el Dr. Rothbard”.[4] Cualquiera familiarizado con los escritos de Mises puede atestiguar el hecho de que este raramente prodigaba sus alabanzas sobre las obras de otros autores. De hecho, Mises comentaba una vez: “Nunca han vivido al mismo tiempo más de un puñado de hombres cuya obra contribuyera a algo esencial para la economía”.[5] Aun así, Mises alababa abundantemente el tratado de Rothbard a pesar del hecho de que partes del libro pretendían corregir, mejorar y cubrir los huecos del sistema de teoría económica que había presentado Mises en su propio tratado, La acción humana. A partir este contexto, la revisión del tratado de Rothbard por Mises parece a todo el mundo como un viejo investigador al final de su carrera pasando el relevo alguien al que considera su protegido más cercano.
Esta interpretación se refuerza cuando examinamos la reacción de Mises al ejemplo más notable en el que Rothbard rechazaba explícitamente una de las doctrinas de aquel. Por supuesto, me estoy refiriendo a la teoría del precio de monopolio. Mises había aceptado que la formación un precio de monopolio por encima del precio competitivo era teóricamente concebible en un mercado no intervenido, aunque era muy improbable que se produjera en la práctica. Por el contrario, Rothbard argumentaba que la distinción entre un precio de monopolio y uno competitivo no tenía conceptualmente sentido en una economía de libre mercado. Joaquín Reig, el traductor de La acción humana al español, pidió una vez a Mises su opinión acerca del desacuerdo de Rothbard con su teoría del precio de monopolio. Esto se produjo en una reunión de la sociedad Mont Pelerin en 1965. Mrs. Mises, que fue testigo de la conversación, dijo que su marido había replicado “Todo lo que Rothbard ha escrito en este trabajo es de la máxima importancia”.[6] Sin embargo, el economista español Jesús Huerta de Soto ha dicho que cuando el propio Reig solía contar este incidente, citaba así la respuesta de Mises: “Estoy de acuerdo con cada palabra que ha escrito el profesor Rothbard sobre el asunto”.[7] Independientemente de qué relato del incidente sea más preciso, lo que importa es que Mises veía claramente a Rothbard como un economista que había desarrollado enormemente su propia obra en el campo de la teoría económica.
Henry Hazlitt era un seguidor y socio cercano de Mises y un eminente economista austriaco por derecho propio. En su reseña de El hombre, la economía y el estado, Hazlitt reafirma la descripción de Rothbard del método que había usado para crear su estructura de teoría económica.[8] Hazlitt escribe que fue “el método de los economistas ‘austriacos’. Es el método de Ludwig von Mises. De hecho, Rothbard, antiguo alumno de Mises, parte abiertamente de La acción humana”. Hazlitt concuerda con las diversas contribuciones que el propio Rothbard identifica como realizadas para el sistema misesiano, incluyendo su novedosa teoría del monopolio. Pero Hazlitt cuestiona si Rothbard “ha hecho la justicia apropiada a su propia contribución [es decir, la de Rothbard]”. Hazlitt luego continýa alistando siete u ocho otros “puntos importantes” en los que Rothbard “contribuye con lucidez y brillantez”, incluyendo y presentando especialmente “un reconocimiento tan completo del papel inherente y omnipresente (pero olvidado) del tiempo, no solo en la explicación del interés, sino en toda la actividad económica”.
Tal vez el apoyo de más peso de Rothbard como verdadero heredero de Mises proviene de Friedrich Hayek, que disfrutaba de una relación intelectualmente intima pero sutilmente en conflicto con Mises. Hayek fue también un distinguido historiador del pensamiento económico y entendía especialmente la intrincada relación entre las dos ramas paralelas pero distintas que constituían la Escuela Austriaca de economía. Aunque ambas tradiciones estaban enraizadas en último término en los escritos del fundador de la Escuela Austriaca, Carl Menger, se trataba de dos sistemas teóricos distintos y, en varios asuntos claves, en conflicto, desarrollados por los dos principales seguidores de Menger, Eugen von Bohm-Bawerk y Friedrich von Wieser.[9] Hayek estaba acuerdo con la mayoría de las conclusiones analíticas y políticas de Mises y las defendía y promovía con vigor. Sin embargo, explicaba Hayek, tenía diferencias teóricas con Mises porque se había educado en la tradición de Wieser, mientras que Mises seguía la tradición rival de Bohm-Bawerk:
Aunque sí debo [a Mises] un estímulo decisivo en un momento esencial de mi desarrollo intelectual y una continua inspiración a lo largo de una década, tal vez haya aprovechado más sus enseñanzas porque no fui inicialmente su alumno en la universidad, un joven inocente que tomara su palabra como el evangelio, sino que le conocí como economista ya formado, educado en una rama paralela de la economía austriaca de la cual me sacó gradualmente, pero nunca del todo. Aunque he aprendido que normalmente tenía razón en sus conclusiones, no siempre estuve satisfecho con sus argumentos y mantuve hasta el final cierta actitud crítica, que algunas veces me obligaba a crear construcciones diferentes, que, sin embargo, para mi satisfacción, normalmente llegaban a las mismas conclusiones.[10]
Todavía en 1977, Hayek admitía, con algo de remordimiento, que la tradición que representaba Mises había eclipsado a la tradición en la que él había sido educado. Entonces señalaba: “La Escuela Austriaca hoy activa, casi exclusivamente en EEUU, es realmente la de los seguidores de Mises, basada en la tradición de Bohm-Bawerk”.[11] Y hay sólidas evidencias de que Hayek consideraba a Rothbard un seguidor principal de Mises. Así, por ejemplo, en el segundo tomo de su obra maestra sobre economía política, Ley, legislación y libertad, Hayek citaba los argumentos paralelos de Mises y Rothbard negando la existencia en una economía de mercado de un proceso de distribución independiente de los procesos de producción e intercambio.[12] Y en el tercer tomo de la misma obra, Hayek citaba el libro de Rothbard Poder y mercado al inicio de su capítulo sobre intervención pública en el mercado, señalando que fue uno de los diversos libros (incluyendo libros de Dominick Armentano y “especialmente” de Israel Kirzner) “que ha desarrollado sustancialmente las concepciones aquí esbozadas”.[13]
Tal vez la declaración más clara de la visión de Hayek de Rothbard como el principal economista misesiano de su momento pueda encontrarse en el prólogo de Hayek al manual de Rothbard Individualism and the Philosophy of the Social Sciences, que se publicó en 1979 y contiene dos de los ensayos de Rothbard sobre la metodología de las ciencias sociales, especialmente la economía. Hayek trataba a Rothbard como su igual intelectual en el proyecto para interpretar y extender la aproximación praxeológica de Mises a la economía y las ciencias sociales. Según Hayek:
Entre los pensadores que han realizado contribuciones importantes a los problemas peculiares planteados por la ciencia de la acción humana, Ludwig von Mises ha sido probablemente el pensador más sagaz y más original de los tiempos modernos. El profesor Murray N. Rothbard se ha visto profundamente influido por su trabajo en este campo. Ambos hemos tratado de desarrollarlo más y esto nos ha llevado algunas veces a modificar conclusiones de Mises, tal vez incluso en direcciones distintas. Y estoy seguro de que esto es lo que habría esperado e incluso deseado Mises. (…) Que el estado presente de esta tradición, establecida por los tratados largos y sistemáticos que completaba Mises’s desde la tercera a la séptima década de este siglo, debería ser accesible para los lectores de la novena en una forma condensada por uno de sus discípulos más autorizados es algo a lo que sin duda hay que dar la bienvenida.[14]
La calificación de Rothbard por Hayek como alguien que “se ha visto profundamente influido” por la postura metodológica de Mises y como uno de sus “discípulos más autorizados”, junto con la admiración por la obra de Rothbard expresados por Hazlitt y el propio Mises indudablemente son razón suficiente para rechazar las afirmaciones extravagantes y vacías realizadas por los negacionistas de Rothbard. Murray Rothbard fue un verdadero heredero de la tradición misesiana, cuyas voluminosas y profundas investigaciones e intelectualidad desarrollaron enormemente la economía austriaca y continúan inspirando hoy a nuevas generaciones de jóvenes economistas.
El artículo original se encuentra aquí.
[1] Para el papel central de Rothbard en el renacimiento de la economía austriaca, ver Joseph T. Salerno, “The Rebirth of Austrian Economics—in Light of Austrian Economics”, The Quarterly Journal of Austrian Economics, Vol. 5, Nº 4 (Invierno de 2002): 111-128.
[2] Murray N. Rothbard, The Progressive Era, ed. Patrick Newman, Mises Institute, Auburn, AL, 2017.
[3] Para una visión general del pensamiento de Rothbard, que incluye una bibliografía en 53 páginas de sus trabajos hasta 2005, ver David Gordon, The Essential Rothbard, Mises Institute, Auburn, AL, 2007. Ver también la bibliografía anotada de los escritos de Rothbard en 1985, recopilada por Carl Watner, con anotaciones, y un ensayo bibliográfico de David Gordon, Murray N. Rothbard: A Scholar in Defense of Freedom, Mises Institute, Auburn, AL, 1986.
[4] Ludwig von Mises, “Man, Economy and State: A New Treatise on Economics,” en idem, Economic Freedom and Interventionism: An Anthology of Articles and Essays, ed. Bettina Bien Greaves, The Foundation for Economic Education, Inc. , Irvington-on-Hudson, NY, pp. 156-157.
[5] Ludwig von Mises, Human Action: A Treatise on Economics, Scholar’s Edition, Mises Institute, Auburn AL, 1998, p. 869.
[6] Margit von Mises, My Years with Ludwig von Mises, Arlington House Publishers, New Rochelle, NY, 1976, p. 160.
[7] “The Spanish Roots of the Austrian School: An Interview with Jesús Huerta de Soto”. Austrian Economics Newsletter, vol. 17, nº 2 (Verano de 1997), p. 1.
[8] “Hazlitt on Rothbard’s Man, Economy, and State”, Mises Wire (2 de enero de 2007) .
[9] Para una completa distinción de estas dos tradiciones, ver Joseph T. Salerno, “Friedrich von Wieser y Friedrich A. Hayek: La tradición del equilibrio general en la economía austriaca”, Journal des Economistes et des Etudes Humaines, 2002, vol. 12, nº 2, 1-24; Salerno “The Place of Mises’s Human Action In the Development of Modern Economic Thought”, The Quarterly Journal of Austrian Economics vol. 2, nº 1 (Primavera de 1999).
[10] F. A. Hayek, “Coping with Ignorance”. Y En Friedrich A. Hayek, Knowledge, Evolution and Society, The Adam Smith Institute, Londres, p. 18.
[11] The Collected Works of F. A. Hayek, Vol. 4: The Fortunes of Liberalism: Essays on Austrian Economics and the Ideal of Freedom, ed. Peter G. Klein, University of Chicago Press, Chicago, p. 157.
[12] F. A. Hayek, Law Legislation and Liberty: A New Statement of the Liberal Principles of Justice and Political Economy, Vol. 2: The Mirage of Social Justice, University of Chicago Press, Chicago, 1976, p. 157, n. 12.
[13] “Hazlitt on Rothbard’s Man, Economy, and State”, Mises Wire (2 de enero de 2007) .
[14] F. A. Hayek, Prólogo en Murray N. Rothbard, Individualism and the Philosophy of the Social Sciences, Cato Institue, San Francisco, 1979, pp. ix-x.
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