miércoles, 22 de junio de 2016

¿Optará Reino Unido por la libertad?, por Mises Hispano.

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Estamos a una semana del referéndum de la UE, el momento en el que el pueblo británico será llamado a tomar una decisión histórica: ¿votará el “Brexit” o el “Bremain”? Ambos bandos se han atacado entre sí con feroces campañas para inclinar el voto su dirección, pero, según las últimas encuestas, con el último aumento en el bando de “abandonar” todavía dentro del margen de error, en el resultado previsto es demasiado ajustado como para preverlo.

Es un momento extraño en la historia. Los británicos no han tenido la palabra desde que votaron para unirse a la Comunidad Europea en 1975. Lo que se pensó inicialmente como un proyecto para unir Europa en un mercado común, con los beneficios del libre comercio y grandes promesas de aumentar la riqueza nacional, ha multado en una entidad completamente distinta. En su lugar, los británicos se han visto arrastrados hacia una economía regional con crecimiento cero, un euro débil y estados muy endeudados. Podemos revisar los argumentos de ambos bandos, pero aquí queremos ocuparnos de lo que supondría para gran Bretaña un escenario de “Brexit” o de “Bremain”.

Si Reino Unido permanece

Si los británicos votaran “Bremain”, Gran Bretaña empezaría a funcionar con un “estatus especial” dentro de la Unión, después de que supuestamente el primer ministro David Cameron renegociara la relación de su país con la UE en previsión del referéndum. Cameron trató de cambiar algunas de las reglas del acuerdo, para tratar las preocupaciones del público británico que hacían que este estuviera en principio a favor del Brexit. El asunto de la “soberanía” estaba el primero en la lista de las quejas más comunes contra la UE, ya que la gente creía en que el país ya no tenía voz sobre sus propios asuntos y que se le presionaba para cumplir con las regulaciones de la UE como parte de una mayor unión. Cameron consiguió que se dispensara a Reino Unido de cualquier compromiso para integrarse políticamente en el cuerpo de la UE y hubo conversaciones sobre conceder cierta autonomía y poder a los parlamentos nacionales a través del “mecanismo de tarjeta roja” (es decir, si el 55% de los parlamentos nacionales objetara a una votación, podrían bloquear una propuesta presentada por la Comisión Europea). Sin embargo, esta propuesta no altera en modo alguno la relación Reino Unido-UE, mientras que también es improbable que se aplique en la práctica, igual que la tarjeta “amarilla” preexistente, que solo se ha usado dos veces hasta ahora. Así que la autonomía británica, en concreto, sigue inamovible.

En lo que se refiere al autogobierno económico, Cameron obtuvo un reconocimiento explícito de que el euro no es la única moneda de la UE y de que no se presionaría a Reino Unido para que participara en los rescates de la Eurozona. ¿Pero qué pasa con la propia economía británica? Las empresas británicas llevan quejándose mucho tiempo sobre la pérdida de competitividad. En general, el mercado único de la UE hace más fácil mover dinero y productos y concede a los negocios una gran base de consumidores. Sin embargo, los datos presentados por la Oficina de Estadísticas Nacionales muestran un aspecto diferente sobre esto: Europa se ha convertido en un socio comercial menos importante. En 2000, la UE representaba el 60% de las exportaciones totales de Reino Unido. En abril de 2016, esta cifra ha caído al 48%. Al mismo tiempo, las importaciones desde la UE han estado dentro del rango del 47% al 55% desde finales de 2014 y por tanto están contribuyendo a un creciente déficit comercial.

Según el ejecutivo jefe de la campaña “Vota abandonar”, Matthew Elliott, la caída en las exportaciones de Reino Unido a Europa está relacionada con las malas condiciones económicas en la Eurozona, reduciendo así la demanda desde Europa, mientras que ha crecido la demanda desde socios fuera de la UE. Por tanto, un Brexit permitiría a los negocios británicos hablar por sí mismos, frente a hablar como uno de 28 países. El gráfico siguiente refleja el aumento en la balanza comercial de los socios comerciales fuera de la UE, comparado con el de la UE, especialmente desde 2012.

La inmigración y su impacto en el mercado laboral nacional es otra importante preocupación para los votantes. Según los últimos datos presentados por la Oficina de Estadísticas Nacionales, la emigración anual neta al Reino Unido llegó a niveles máximos con 336.000 en junio de 2015, como se muestra en el gráfico inferior. Curiosamente, después de su victoria en las elecciones del año pasado, David Cameron prometió llevar la emigración neta por debajo de los 100.000, supuestamente una promesa excesivamente optimista, dado que la última vez en que la cifra fue tan baja fue en 1997.

Y no es coincidencia que 1997 fuera el mismo año en el que llegó al poder el Partido Laborista (fundado por la sociedad Fabiana). Andrew Neather, exconsejero del primer ministro Tony Blair, revelaba que la verdadera naturaleza detrás de la política de inmigración masiva de fronteras abiertas del Partido Laborista estuvo motivada por ayudar a construir un “país verdaderamente multicultural”. Respecto de Neather, los ministros se resistieron a revelar públicamente sus planes, algo que podía enajenar el “voto nuclear de la clase obrera” del Partido. Por tanto, para promover su programa de fronteras abiertas, se centraron en argumentos basados en proyecciones tentativas de prestaciones económicas potenciales.

Reino Unido: Emigración internacional a largo plazo

Aunque Cameron consiguió limitar algunas prestaciones concedidas a trabajadores emigrantes, no consiguió hacer algo que hubiera supuesto la mayor diferencia: imponer cuotas de inmigración. De hecho, la aproximación de Cameron empeoró las cosas. No restringir la inmigración sin recortar simultáneamente el gasto público es una receta para el desastre: solo aumenta el riesgo de una crisis de inmigración que evolucione hacia tensiones y violencia.

¿Qué hay aquí realmente en juego?

La emigración realmente ha crecido hasta convertirse en una crisis y se ha obligado a los británicos a tratar nuevas realidades que vienen con ella. No solo afectó al mercado de trabajo, sino que también ha afectado a la cultura británica, incluso al lenguaje. Ya en 2009, el inglés no era la lengua materna de más de medio millón de estudiantes de las escuelas británicas de primaria. En Gran Bretaña y más allá, la ola de inmigración masiva se presentó a menudo como un gran salto adelante, llevándonos más cerca de las sociedades multiculturales, un concepto que lleva mucho tiempo promoviéndose como ideal. Sin embargo, por debajo de la superficie, esta idea tan vendida de “multiculturalismo”, o “marxismo cultural”, por describirlo más adecuadamente, tiene muy poco que ver con la diversidad y los intercambios culturales positivos, como se anuncia. En esencia, permite a los gobiernos intervenir extensamente en la sociedad, bajo el pretexto de actuar como protector de unas minorías que se hacen cada vez más dependientes del estado. La división social, las tensiones y desacuerdos que se producirían inevitablemente proporcionarían terreno fértil para mayores restricciones a la libertad personal y la autodeterminación.

Si Reino Unido abandona

El bando del Brexit argumenta que Gran Bretaña ha perdido su soberanía y autonomía en la toma de decisiones y ha pagado un alto precio, tanto económico como político, para ser parte de la unión. La crisis de la inmigración y la incapacidad de reaccionar ante ella son solo otras manifestaciones más de su excesiva centralización. Sin embargo, después del Brexit, Gran Bretaña ya no tendría que responder ante una entidad superior ni verse limitada por ella. Disfrutaría además de autodeterminación y sería capaz de ocuparse directamente de los intereses del pueblo británico. Eso no significa que haya menos comercio o que Gran Bretaña cierre sus fronteras en nombre del proteccionismo. No olvidemos que Reino Unido es la segunda mayor economía de la UE, así que un Brexit sería un duro golpe para esta. Con este poder de influencia en mente, un Reino Unido independiente podría sencillamente renegociar sus acuerdos comerciales y lo más probable es que consiguiera también un acuerdo mejor en general. El Brexit, a pesar de las predicciones de “llanto y crujir de dientes” y las lúgubres advertencias del bando del Bremain, simplemente permitiría al país tomar libremente cualquier decisión que sea buena para sus ciudadanos en cualquier momento concreto.

El referéndum de Reino Unido es realmente de gran importancia, pero hay otro país que ya ha abandonado la UE, aunque nadie parece recordarlo: Groenlandia, un territorio autónomo danés, que votó en un referéndum en 1982 abandonar la CEE (Comunidad Económica Europea), la predecesora de la UE. Los pescadores groenlandeses querían acabar con las restricciones impuestas externamente sobre cuánto pescado podían sacar de sus propias aguas y el resultado del referéndum logró exactamente eso y más: a Groenlandia se le dio acceso libre de aranceles al mercado de la Comunidad para productos de pesca, a cambio de permitir acceso continuo a las aguas groenlandesas, al tiempo que también obtuvo financiación de la UE, además del dinero que recibía y continúa recibiendo de Dinamarca. A Groenlandia le llevó tres años negociar con éxito esta salida, pero lo hizo.

Volviendo a Suiza, las encuestas más recientes demostraban un impresionante apoyo al bando de Brexit. El pasado año, los suizos votaron en un referéndum en contra de la inmigración. Al hacerlo, rechazaban esencialmente obedecer las regulaciones de la UE y reclamaban limitar las cuotas de inmigración de acuerdo con lo que veían aceptable para su economía y cohesión social. Manteniéndose fieles a su historia, los suizos conocen muy bien el valor de la autonomía.

La importancia del resultado de un Brexit va incluso más allá de la economía, los juegos políticos regionales y las relaciones comerciales. También supondría un punto de inflexión cultural y filosófica: el Brexit sería un acto de ilustración moderna. Como decía Kant hace 250 años:

La ilustración es el paso del hombre de su minoría de edad autoimpuesta. La minoría de edad es la incapacidad de usar la propia comprensión sin la guía de otro. Esta minoría de edad es autoimpuesta si su causa reside, no en la falta de comprensión, sino en la indecisión y falta de valentía para usar la propia mente sin la guía de otro. ¡Atreveos a saber!” (Sapere aude). “Tened la valentía de usar vuestro propio conocimiento” es por tanto el lema de la Ilustración.

Toda persona amante de la libertad en el planeta tiene sus ojos fijos en este referéndum. Una clara mayoría votando a favor del Brexit y por tanto de mayor descentralización, demostraría que los británicos se han dado cuenta de que pueden liberarse de su minoría de edad autoimpuesta y reclamar libertad individual. Sería nada menos que un acto de valentía desafiar el estatus quo y una posibilidad para los británicos de hablar por sí mismos. Escribo desde un pequeño pueblo en Suiza y deseo al pueblo británico una transición sin sobresaltos hacía un Reino Unido soberano, por el bien de la libertad, la autodeterminación y la paz.


Publicado originalmente el 20 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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