«Se desatará una crisis financiera sin precedentes». «Subirán los precios del petróleo». «Perderemos poder adquisitivo». «Será el fin de las pensiones». Incluso, «es la antesala de la Tercera Guerra Mundial» o, más agorero aún: «el principio del fin de la Civilización Occidental».
Ninguna de estas expresiones hace referencia a la amenaza del terrorismo islamista, el calentamiento global, la escasez de agua y de comida en África o la falta de vacunas para tratar enfermedades curables. No. Son frases que políticos y burócratas —en su mayoría no elegidos por los ciudadanos como son los dirigentes de la Comisión Europea, del FMI, el Banco Mundial, la OCDE, el BCE y otros grupos de intereses— han pronunciado para referirse a Brexit, es decir, a la posibilidad de que el Reino Unido, o mejor dicho sus ciudadanos, decidan dejar de pertenecer a la Unión Europea.
¿Ahora se ponen de acuerdo? ¿En serio? Para decidir por los ciudadanos británicos, todos a una y prietas las filas. Pero para solucionar la crisis de los refugiados, las muertes en el Mediterráneo; o para ayudar a las personas que sufren las consecuencias de sus decisiones económicas en Grecia, España o Portugal, ahí ya no; para eso no hace falta ponerse de acuerdo. ¿Y esto por qué? ¿Tal vez porque eso no pone en peligro el descomunal entramado burocrático del que depende su status quo, su posición, su comodidad y sus sueldos desproporcionados libres de impuestos que, para más inri, pagamos los ciudadanos?
Todos los años vemos como en cada cumbre de líderes mundiales, desde las reuniones de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas hasta las conferencias sobre el cambio climático o de ayudas al desarrollo son un absoluto brindis al sol. No sirven para nada, no se llega a ningún acuerdo importante o mínimamente ambicioso y, al final, cada uno sale en la televisión pública de su país para decirnos que en estos asuntos hay que ir paso a paso, que se trata de decisiones difíciles y que hay muchos intereses en juego.
Hablemos claro: esto es una tomadura de pelo. ¿Por qué sobre Brexit se han puesto de acuerdo tan rápido y todos a la vez? ¿Qué credibilidad tienen todas estas amenazas sobre la quiebra de las pensiones, la caída de la libra y el aislamiento internacional viniendo de unos señores que la última vez que se pusieron de acuerdo fue para decirnos que el euro supondría una subida del 1% del PIB de cada país cada año? No nos engañemos. La batalla que libran no tiene que ver con Brexit. Tampoco con el bienestar de los ciudadanos de Gran Bretaña. Todo esto vas mucho más allá. Se trata de mantener un status quo y unos privilegios propios de una nueva nobleza que nosotros, los ciudadanos, creíamos que había desaparecido hace más de 200 años.
Los defensores de Brexit no buscamos acabar con Europa, sino con un sistema que solo trabaja para sí mismo; queremos el fin de unas estructuras que sólo están al alcance de esa nueva aristocracia que toma todas las decisiones. Eso es lo que queremos cambiar. Y aquí, los ciudadanos británicos por lo menos están dando la batalla. ¿Qué estamos haciendo nosotros?
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