[Este artículo se publicó por primera vez en Mises Daily el 20 de noviembre de 1999]
Cada año en estas fechas, a los escolares de todo Estados Unidos se les enseña la historia oficial de Acción de Gracias y periódicos, radio, TV y revistas dedican a ello gran cantidad de tiempo y espacio. Todo es alegre y fascinante.
También es muy engañoso. Esta historia oficial no se parece a lo que ocurrió realmente. Es un cuento de hadas, una colección blanqueada y edulcorada de medias verdades que desvían la atención del verdadero significado de Acción de Gracias.
La historia oficial muestra a los peregrinos embarcando en el Mayflower, llegando a América y estableciendo la colonia de Plymouth en el invierno de 1620-21. Este primer invierno es duro y mueren la mitad de los colonos. Pero los supervivientes trabajan duro y son tenaces y aprenden nuevas técnicas granjeras de los indios. La cosecha de 1621 es abundante. Los peregrinos hicieron una fiesta y dieron gracias a Dios. Agradecían la nueva tierra abundante que Él les había dado.
La historia oficial muestra luego a los peregrinos viviendo más o menos felices desde entonces, repitiendo cada año la primera Acción de Gracias. Otras primeras colonias tuvieron también tiempos duros al principio, pero prosperaron pronto y adoptaron la tradición anual de dar gracias por esta nueva tierra próspera llamada América.
El problema con esta historia oficial es que la cosecha de 1621 no fue abundante, ni tampoco los colonos trabajaban duro ni eran tenaces. 1621 fue un año de hambruna y muchos de los colonos eran unos vagos ladrones.
En su History of Plymouth Plantation, el gobernador de la colonia, William Bradford, indicaba que los colonos pasaron hambre durante años porque rechazaban trabajar en el campo. Preferían robar comida. Dice que la colonia estaba llena de “corrupción” y de “confusión y descontento”. Las cosechas eran escasas porque “mucho se robaba tanto de noche como de día, antes de que se convirtiera en apenas comestible”.
En las fiestas de cosecha de 1621 y 1622 “todos tuvieron llenas sus hambrientas panzas”, pero solo brevemente. La condición habitual durante esos años no fue la abundancia que afirma la historia oficial, fue el hambre y la muerte. La primera “Acción de Gracias” no fue tanto una celebración como la última comida de hombres condenados.
Pero en años posteriores algo cambia. La cosecha de 1623 fue diferente. De repente, “en lugar de hambre, ahora Dios les dio abundancia”, escribe Bradford, “y la cara de las cosas cambió, para regocijo de los corazones de muchos, por lo que alababan a Dios”. A partir de entonces, escribía, “ningún deseo general ni hambre hubo entre ellos desde ese día”. De hecho, en 1624 se produjo tanto alimento que los colonos pudieron empezar a exportar maíz.
¿Qué ocurrió? Después de la mala cosecha de 1622, escribe Bradford, “empezaron a pensar cómo podían cultivar tanto maíz como pudieran y obtener una mejor cosecha”. Empezaron a cuestionar su forma de organización económica.
Esta había obligado a que “todas las ganancias y beneficios que se logren por comercio, tráfico, transporte, trabajo, pesca o cualquier otro medio” se llevaran al almacén común de la colonia y a que “todas las personas que hay en esta colonia han de tomar su carne, bebida, ropa y todas las provisiones del almacén común”. Una persona tenía que poner en el almacén común todo lo que pudiera y tomar solo lo que necesitara.
Este “de cada uno según su capacidad, para cada uno de acuerdo a su necesidad” era una forma temprana de socialismo y por eso los peregrinos pasaban hambre. Bradford escribe que “los jóvenes que eran los más capaces y apropiados para el trabajo y el servicio” se quejaban de verse obligados a “dedicar su tiempo y fortaleza a trabajar para las esposas e hijos de otros hombres”. Asimismo, “los fuertes o con talento no conseguían más vituallas ni ropas que los débiles”. Así que los jóvenes y fuertes rechazaban trabajar y la cantidad de comida producida nunca era la adecuada.
Para rectificar esta situación, en 1623 Bradford abolió el socialismo. Dio a cada familia una parcela de tierra y le dijo que podían guardar lo que produjeran o comerciar con ello como les pareciera. En otras palabras, reemplazó el socialismo con un mercado libre y ese fue el fin del hambre.
Muchos primeros grupos de colonos crearon estado socialistas, todos con los mismos terribles resultados. En Jamestown, fundada en 1607, de cada grupo de colonos que arribaban, menos de la mitad sobrevivían a sus primeros doce meses en América. La mayoría del trabajo lo hacía un quinto de los hombres, eligiendo los otros cuatro quintos se parásitos. En el invierno de 1609-10, llamado el “tiempo del hambre”, la población cayó de quinientos a sesenta. Luego la colonia de Jamestown se convirtió a un mercado libre y los resultados fueron punto por punto tan espectaculares como los de Plymouth. En 1614, el secretario de la colonia, Ralph Hamor, escribía que después del cambio había “abundancia de comida, que cada hombre por su propia industria puede procurarse fácilmente y lo hace”. Decía que cuando había prevalecido el sistema socialista, “no cosechábamos tanto maíz con el trabajo de treinta hombres como el que consiguen ahora tres hombres”.
Antes de que se establecieran estos mercados libres, los colonos no tenían nada que agradecer. Estaban en la misma situación en la que están hoy los etíopes y por las mismas razones. Pero después de que se establecieran mercados libres, la abundancia resultante fue tan espectacular que las celebraciones anuales de Acción de Gracias se hicieron comunes en todas las colonias y el 1863 Acción de Gracias se convirtió en una festividad nacional.
Así, el significado real de Acción de Gracias, borrado de la historia oficial, es: el socialismo no funciona, la única fuente de abundancia son los mercados libres y damos gracias a Dios por vivir en un país donde podemos tenerlos.
El artículo original se encuentra aquí.
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