Mariana es el más útil para desenredar un mayor número de aspectos metafóricos y sociopolíticos de Don Quijote. Seguro que se leyeron mutuamente.
Entre los cervantistas, el consenso sobre el carácter intelectual del autor es que era humanista reformista, seguidor de Erasmo. Cervantes mismo nos enmarca su orientación ideológica en Don Quijote (1605, 1615) cuando su protagonista visita una imprenta y alude al libro La luz del alma cristiana (1554) del erasmista fray Felipe de Meneses (2.62). Dado que los reformistas se convirtieron en el blanco del fanatismo ortodoxo español de la segunda mitad del siglo XVI, es lógico que el mismo capítulo critique por enésima vez a la Inquisición que veta la máquina ingeniosa de la cabeza encantada de don Antonio Moreno. Las principales obras que se hacen eco de esta interpretación de Cervantes son El pensamiento de Cervantes (1925) de Américo Castro, Erasmo y España (1950) de Marcel Bataillon y Cervantes y la visión humanista (1983) de Alban Forcione.
Debido al lugar dominante que ocupa la interpretación erasmista de Cervantes, especialmente en universidades fuera de España, queda por demostrar la influencia del neoescolasticismo de la Escuela de Salamanca, el movimiento intelectual más cercano al autor. Y hacia principios del siglo XVII, Juan de Mariana se contaba entre los más importantes miembros de esa escuela. Vayamos más lejos aún: entre todos los pensadores de la época, incluyendo a Erasmo, Mariana es el más útil para desenredar un mayor número de aspectos metafóricos y sociopolíticos de Don Quijote.
Aquí, ofrezco nueve maneras de describir la retroalimentación intelectual que hubo entre Mariana y Cervantes.
– Contra la Inquisición. Los humanistas de los Países Bajos no fueron los únicos en meterse con la Inquisición. Tanto el primer historiador moderno de España como el inventor de la novela eran esencialmente anti-inquisitoriales: rechazaban las políticas de pureza de sangre y objetaban a la persecución de individuos, como, por ejemplo, el poeta teológico fray Luis de León o el arzobispo reformista Bartolomé de Carranza. En su manual principesco De rege et regis institutione (1598), Mariana defiende al converso:
“Todas las familias que brillan hoy por su esclarecido linaje tuvieron principios bajos y oscuros; si se hubiese cerrado la puerta a los plebeyos y a los conversos, no tendríamos hoy nobleza” (3.4).
Por su parte, a lo largo de su carrera literaria, Cervantes se mofa de la obsesión española por la pureza racial y sanguínea. Lo hace en episodios de Don Quijote que resaltan el estatus mestizo de parejas como Aldonza Lorenzo y don Quijote (1.25-26) y Ruy Pérez de Viedma y Zoraida (1.37), y el estatus multirracial de las supuestas enamoradas del hidalgo manchego como Dulcinea (2.10) y Altisidora (2.57). Y no solo encontramos esta crítica en Don Quijote, sino también en novelas ejemplares como La novela del casamiento engañoso y La novela y coloquio de los perros (los dos c.1605) y en entremeses como el Retablo de las maravillas (p.1615), donde Cervantes logra cuestionar la pureza de dos perros parlantes y hasta la del público del teatro español.
– Contra la censura. Complementando sus críticas al Santo Oficio, Mariana y Cervantes se opusieron a la censura. Mariana escandalizó a muchos cuando aprobó la edición políglota de Benito Arias Montano de la Biblia Regia (1572). En variados episodios de Don Quijote –la quema de los libros de caballerías del hidalgo loco (1.6-7), la defensa de los mismos por el ventero Palomeque (1.32), la crítica a la Inquisición en la imprenta (2.62), la visión de Altisidora de los diablos torturando libros en el infierno (2.70) y el rucio que Sancho viste del bocací de un reo en un auto de fe (2.73)–, Cervantes vincula la persecución de los individuos con la de los libros. Dadas sus otras conexiones, la presencia de “la reina doña Maguncia” en Don Quijote 2.38 podría ser una alusión a la ciudad en donde Mariana tuvo que publicar, en 1605, la segunda edición de De rege. Esta contenía el nuevo capítulo sobre las monedas que le iba a servir como base para De monetae mutatione (Colonia, 1609), que resultó en su arresto por los Habsburgo y su procesamiento por la Inquisición.
– Derecho a defensa propia. Como base de mucho de su pensamiento, los neoescolásticos partieron de la idea de la ley natural. De ahí que Mariana no solo arguyera en De rege a favor del derecho a las armas por parte de hombres libres, sino que indicó también que es importante que “robustezcan su cuerpo con ejercicios militares” (1.5). Cervantes deja que Sancho exprese su apoyo por la ley natural cuando rechaza las leyes de caballería:
“en lo que tocare a defender mi persona no tendré mucha cuenta con esas leyes, pues las divinas y humanas permiten que cada uno se defienda de quien quisiere agraviarle” (1.8).
Hay una continuidad entre las figuras de Antonio Moreno, Claudia Jerónima y Roque Guinart que indica la resistencia de la nobleza catalana al intento de los Habsburgo de prohibir un tipo de escopeta de la época. Y hay una profunda ironía histórica en el hecho de que Sancho gane su pelea física contra don Quijote (2.60), porque fue su amo quien le ayudó a tener la autoestima suficiente para rebelarse contra la sumisión feudal. La ley natural de que nadie merece ser forzado contra su voluntad tiene graves implicaciones para la política, el sexo y la esclavitud.
– Límites al poder del rey. Tanto Mariana como Cervantes querían poner en jaque el poder del monarca. Eso no nos debería sorprender: los escolásticos enfatizaron los orígenes populares de la soberanía y la aprobación del tiranicidio por parte de varias fuentes medievales, Aquino es un ejemplo de ello. Como casi siempre, Mariana es más radical acerca del asunto que la gran mayoría, no solo insistiendo en el derecho a matar a tiranos, sino también ampliando la definición del tirano para incluir al príncipe que adultere las monedas. Hasta abogó en De rege por la necesidad de matar a monarcas de vez en cuando para recordarles el castigo si se volvieran en tiranos:
“Es, sin embargo, saludable que estén persuadidos los príncipes de que si oprimen al reino, si se hacen intolerables por sus vicios y por sus delitos, pueden ser privados de la vida, no sólo con derecho, sino hasta con aplauso y gloria de las generaciones venideras” (1.8).
Por su parte, Cervantes establece un tono parecido en Don Quijote al citar el refrán “debajo de manto mi manto, al rey mato” en el primer prólogo y al aludir a “alguna traición de lesa majestad” en el segundo. También se refiere al calvinismo en los piratas de La Rochela (1.41), quizás expresando un apruebo momentáneo de los monarcómacos.
– Política monetaria. Tanto Mariana como Cervantes calificaban la adulteración monetaria como tiranía. En su Historia general de España (latín, 1592; español, 1601), Mariana investigó la política monetaria de reyes medievales como Alfonso X, Pedro I y Enrique II. En el nuevo capítulo “De moneta”, añadido a la segunda edición de De rege, anunció la adulteración monetaria como base de su condena política de los Habsburgo; y divulgó la misma idea de manera contundente en De monetae cinco años después, en 1609. En Don Quijote, Cervantes alude a la adulteración de las monedas por los Habsburgo en múltiples ocasiones: la primera descripción de Rocinante (1.1), los temas del robo y del adulterio en los episodios de Sierra Morena (1.23, 1.33, etc.), la fantasía de Sancho de volverse negrero (1.29), la aventura de don Quijote contra los leones (2.17), la reina Maguncia (2.38) y los primeros tres casos juzgados por el gobernador Sancho Panza en la Ínsula Barataria (2.45).
– Aristóteles versus Platón. Otra manera de entender la mentalidad compartida por Mariana y Cervantes es subrayar su preferencia por Aristóteles en lugar de Platón. Se ha exagerado la oposición, pero es verdad que los humanistas enfatizaban el currículo de estudios, el idealismo cósmico y el carácter del alma del príncipe que encontraron en Platón; mientras que los escolásticos enfatizaban el realismo, la atención a lo económico, la variedad de formas políticas, el método histórico-analítico y la limitación al poder del tirano que encontraron en Aristóteles. Historiadores como Joseph Schumpeter, Murray Rothbard y Quentin Skinner han localizado los orígenes de la teoría política moderna en pensadores como Vitoria, de Soto, Molina, Suárez y Mariana. En Don Quijote, Cervantes plantea este mismo contraste a través de una serie de alusiones a la Alegoría de la cueva de Platón que resultan risibles frente al lema escolástico en la carta de don Quijote al gobernador Sancho: “Amicus Plato, sed magis amica veritas”.
– Nostalgia por fueros y cortes medievales. En Don Quijote también encontramos cierta ansiedad por la falta de constitucionalismo en el sentido más moderno del término. Antes de que parta el gobernador Sancho Panza hacia la Ínsula Barataria, don Quijote le da extensos consejos políticos que consisten en dos capítulos. Al final, expresa su horror ante el analfabetismo de su escudero. Hay también un juego onomástico con los dos sentidos de la palabra “documentos” (2.42-43), significando tanto “consejos” como “textos escritos”. Sancho subraya la importancia política de la segunda definición: “será menester que se me den por escritos”. Luego tenemos el caos que contienen “Las constituciones del gran gobernador Sancho Panza”, que sirve como un reto moral para cualquier lector jurisprudente.
Mariana nos ayuda a entender la especificidad de los anticipos del constitucionalismo moderno en Don Quijote y a comprender qué tiene todo eso que ver con Zaragoza, la ciudad más mencionada de la novela. Mariana articula en De rege su trágica nostalgia por las riendas sobre la autoridad real que eran las Cortes y los fueros medievales. Encima, señala las tradiciones formalistas y las leyes propias de Aragón como ideales y lamenta la brutal represión de la rebelión de nobles que transcurrió allí en 1591. Una de las grandes ironías de la trayectoria de Don Quijote es que el hidalgo hubiera tenido representación política en las Cortes de Aragón, a toda diferencia de las Cortes de Castilla, institución en donde, por un lado, la baja nobleza jamás entró y, por otro, los Habsburgo ya habían impuesto su poder cada vez más absolutista.
– Historia versus leyenda. Además de sus consejos principescos y su teoría monetaria, se puede percibir la influencia del proyecto histórico de Mariana en Don Quijote, sobre todo en la tendencia por parte del protagonista a confundir eventos históricos con fantasías caballarescas. Una especie de trauma psicológico nacional resultó del duro realismo de la Historia general de España, según el cual héroes tradicionales como Alfonso X “el Sabio”, Enrique II “el Caballero” y villanos como Pedro I “el Cruel” cambiaron de lugar conforme al contenido metálico de sus respectivas monedas. El docto jesuita descubrió que Alfonso X carcomió la riqueza de sus súbditos y que las monedas de Pedro I eran superiores a las de Enrique II. La locura de don Quijote tiene todo que ver con la desorientación ideológica provocada por el tema de la adulteración monetaria, asunto al que Mariana volvió en el desiderátum de la fidelidad política.
– Cinismo. La política antiimperialista, barroca y desengañada, que compartieron Mariana y Cervantes, nos permite entender un curioso solapamiento figurado en dos de sus obras magistrales. Los dos escritores tomaron gran interés en el ejemplo clásico del filósofo cínico griego Diógenes de Sinope, famoso por preferir la compañía de los perros a la de los hombres, por llevar una linterna durante el día en busca de un buen hombre y, finalmente, por pedir que Alejandro Magno dejara de bloquearle el sol. En el prólogo de Monetae mutatione, Mariana explícitamente se autorretrata como el viejo cínico, y de ahí que no tenga miedo alguno a decir la verdad sobre el rey Felipe III y el duque de Lerma. En La novela y coloquio de los perros, texto datado en torno a 1605, Cervantes señala que la locura quijotesca del alférez Campuzano tiene íntima relación con Diógenes y luego critica la política monetaria de los Habsburgo. Muy fácilmente, Mariana pudiera haber leído una versión manuscrita de la novela ejemplar sobre los perros parlantes antes de escribir el prólogo para su tratado sobre la misma temática. O vice versa, algunas partes de La novela y coloquio de los perros pudieran haber sido escritas más tarde, quizás un poco antes o después de 1609, para poder haber sido influidas por alguna versión del controvertido tratado de Mariana.
En conclusión, las sintonías entre Mariana y Cervantes se podrían atribuir a otros factores: su educación jesuita, el general redescubrimiento de Platón y Aristóteles, incluso experiencias personales parecidas en cuanto a cierto desencanto con las políticas de los Habsburgo. Sin embargo, dado el estatus intelectual de Mariana y dado el triunfo literario de Cervantes, creo que es mucho más probable que se leyeran mutuamente.
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