domingo, 24 de diciembre de 2017

La anti-singularidad, por Mises Hispano.

Sospecho que la mayoría de los lectores, al igual que yo, crecimos aprendiendo a pensar en la historia como progreso.

Pero en UR (Unqualified Reservations) no nos preocupamos por la tradición. No aceptamos hechos dados, ni servimos ningún ídolo. Au contraire – nos cagamos sobre ellos. (Cuenta con una nueva cosecha de amargas y perversas peroratas contra la democracia, próximamente.) Así que vale la pena preguntar: ¿Es la historia en realidad un relato de progreso? ¿O solamente hemos sido programados a pensar que sí, como buenos alumno-bots?

La idea de decadencia, a la Spengler, no está de moda en estos días. Pero por supuesto, ha ocupado un lugar destacado en muchas culturas y civilizaciones, como la China clásica, la República Romana, diversas tradiciones católicas, etc, etc. Y como señala Deogolwulf, la fe universal en el progreso es evidencia a favor del declive, y no lo contrario.

Aún así, tenemos televisores de alta definición y discos duros de 500 gigas. ¿Acaso Marco Porcio Catón tuvo cualquiera de estas finas comodidades? ¿Las tenía Oswald Spengler, para el caso? Así que tal vez podamos burlarnos de ellos, después de todo. Spengler era un nazi, Catón caminaba flanqueado por lictores empuñando fasces. El pasado es oscuridad y superstición. El futuro es fibra óptica e ilustración universal.

Ray Kurzweil, cuyos sintetizadores nos trajeron toda una era de death disco, y que es sin duda un hombre muy inteligente, ha llevado la idea de progreso al extremo, y predicho un evento que llama la Singularidad. En la singularidad, los ordenadores se vuelven tan inteligentes que se diseñan ellos mismos, lo que los hace aún más inteligentes que Kurzweil, y así ad infinitum. Kurzweil espera esto tan pronto como 2035.

Yo no soy un Kurzweil, pero sé una cosa o dos acerca de computadoras. No encuentro la Singularidad improbable en absoluto. Ciertamente, el progreso técnico se acelera exponencialmente. Creo que 2035 es un poco pronto, pero no tengo sentimientos fuertes sobre el tema.

Pero el progreso histórico – sea lo que sea esto – es otra cosa. La historia está llena de ruinas de civilizaciones que han fallado. Sin entrar en la trampa de la definición de “progreso” o “decadencia”, seguramente podemos estar de acuerdo en que Roma cayó y Babilonia ya no existe. No cambiaron el nombre del Foro por el de Campo Vacuno por nada.

La historia no es un experimento. No podemos separar el progreso (o decadencia) social, del progreso técnico. Tenemos, sin embargo, imaginación. Y podemos imaginarlos por separado.

En los últimos 200 años, vemos un enorme progreso técnico – la Revolución Industrial. Claramente la punta de lanza de la Singularidad. Exponentes por todas partes. Exponentes pequeños, pero exponentes.

Pero en 1776 Edward Gibbon escribía: “Por tanto, podemos convenir en la agradable conclusión que cada edad del mundo ha aumentado la verdadera riqueza, la felicidad, el conocimiento, y tal vez la virtud, de la raza humana y sigue haciéndolo.” (Haz clic en el enlace para ver el contexto.) Claramente, aquí el amigo tenía una definición de “progreso”.

¿No crees que si Gibbon pudiera ver el estado del mundo en – digamos – 1976, no podría querer editar esa predicción un poco? Él, sin duda, mantendría sus afirmaciones sobre el conocimiento, probablemente también la riqueza, tal vez incluso la felicidad. Sin embargo, ¿”La virtud?” Según nuestra definición, tal vez. Según la suya ni en broma.

Veinte años después de lo escrito por Gibbon, los jacobinos estaban haciendo cuero de pieles humanas. Lee el pasaje de Gibbon, que es justamente famoso. No hay presentimiento en absoluto de todas las barbaridades increíbles que estallarían, no en Papua Nueva Guinea, sino en Francia, Alemania, Rusia y América del Norte. (Europa puede haber perfeccionado la “guerra total”, pero no la inventó.)

Ahora imagina la historia de los dos últimos siglos con estas brutales guerras de democracia totalitaria, pero sin Revolución Industrial. Um…

O incluso olvida las guerras. Imagínate todos los cambios políticos, económicos y culturales de la civilización occidental – el crecimiento explosivo del Estado centralizado, el ascenso de la clase criminal y la destrucción de la claridad jurídica, la desaparición de la figura del aprendiz de destreza artesanal en las artes, la esclerosis Dilbertiana de la industria, el reemplazo de la guerra uniformada por los atentados suicidas, la colonización del primer Mundo por pueblos del Tercer Mundo, y sobre todo el tremendo estrechamiento mental que ha destruido cualquier tradición intelectual que se atreva a desviarse un milímetro de la fe milenarista de los vencedores aliados, el catecismo moral de las incursiones Baedeker, un universalismo robótico cripto-cristiano, un desastre que aún así se adorna con los nombres orwellianos de “diversidad”, “derechos humanos” y “multiculturalismo”, pero a nada se parece tanto como a la Iglesia Católica de su inquisitorial y peor momento de catarsis y hogueras. Pero sin discos duros de 500 gigas o televisores de alta definición.

Llamemos a esto la “hipótesis débil anti-singularidad” – la idea de que el progreso técnico y el progreso social no están correlacionados, e incluso pueden discurrir en direcciones opuestas.

La hipótesis débil anti-singularidad no implica que la Singularidad no sucederá. Lo que significa es que el progreso técnico ha compensado las tendencias decadentes la sociedad occidental. Tal vez en ausencia de Revolución Industrial, hubiéramos revivido la experiencia de la antigüedad tardía, y jinetes uzbekos habrían galopado a través de las ruinas de París. Pero tenemos la máquina de vapor, los todo terrenos y televisores de alta definición, y tendremos la Singularidad. La aceleración técnica exponencial ha roto el ciclo salvaje de la historia.

Por desgracia, también hay una “hipótesis fuerte anti-singularidad”. La hipótesis fuerte anti-singularidad sugiere que la coincidencia de los avances técnicos y la descomposición social no es, de hecho, una coincidencia. En realidad es un caso de causa y efecto.

Es muy fácil que el progreso técnico cause la decadencia social. La evolución ha diseñado a los seres humanos para competir en una variedad de ambientes brutalmente selectivos. Cuando los robots – o Ilotas – hacen todo el trabajo, ¿Por qué molestarse? Podemos simplemente sentarnos en el sofá, jugar XBox 360, fumar un poco de hierba y masturbarnos frenéticamente. La idiocracia llama a la puerta.

Si el progreso técnico realmente causa la decadencia social y política, Mike Judge es un optimista. ¿Qué sucede cuando la Singularidad realmente se acerca, pero no está aquí todavía? ¿Cuando la curva de la tecnología es casi vertical, pero no tiende aún a infinito? “La hostia, tron.”

Lo que la hipótesis fuerte anti-singularidad sugiere es que no hemos escapado el patrón cíclico en absoluto. Estamos justo en un empinado ciclo alcista sin precedentes. Los uzbekos todavía pueden llegar a abrevar a sus caballos en el Sena – si aún quedan uzbekos. O caballos, para el caso.


El artículo original se encuentra aquí.

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