domingo, 2 de julio de 2017

¿Qué está impulsando el populismo global?, por Mises Hispano.

Trump[Extraído de The Austrian 3, nº 3 (2017): 12-15]

[The Populist Explosion: How the Great Recession Transformed American and European Politics · John B. Judis · Columbia Global Reports, 2016]

La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 a presidente de Estados Unidos dejó atónito al mundo. Aunque nunca había ejercido ningún cargo político, gano la nominación republicana. Las principales encuestas predecían que perdería con Hillary Clinton en las elecciones general, pero ganó. ¿Cómo fue posible? El libro de John Judis se escribió antes del triunfo definitivo de Trump, pero ofrece una explicación importante de las razones de la victoria de Trump. Por desgracia, esta explicación se basa en una mala economía.

Judis sitúa el movimiento de Trump dentro del contexto más amplio del populismo. “Hay un tipo de política populista originada en Estados Unidos en el siglo XIX, se ha repetido en los siglos XX y XXI y en la década de 1970 empezó a aparecer en Europa occidental. Mientras que los partidos y movimientos populistas en Latinoamérica han tratado a veces de subvertir la competencia por el poder, las compañas y movimientos populistas en Estados Unidos la han aceptado. En las últimas décadas, estos partidos y movimientos han coincidido en sus preocupaciones y tras la Gran Recesión [de 2008] han prosperado. Ese es el tema de este libro”.

El tipo de populismo que considera Judis tiene dos variedades. “Los populistas de izquierdas defienden al pueblo frente a una élite o establishment. La suya es una política vertical de la clase inferior y media contra la alta. Los populistas de derechas defienden a la gente contra una élite a la que acusan de consentir a un tercer grupo, que puede incluir a islamistas o militantes afroamericanos. El populismo de izquierdas es diádico. El populismo de derechas es triádico. Mira hacia arriba, pero también hacia abajo a un grupo externo”.

Judis tiene razón en ver al populismo como una rebelión contra la élite, pero su respuesta a la evidente pregunta que aparece a continuación sufre un defecto esencial. Si los populistas están contra la élite, ¿por qué creen que la élite ha fracasado? Tal y como lo ve Judis, la economía capitalista se estropea cada cierto tiempo. Resulta ser incapaz de atender adecuadamente a grandes grupos de la población y por tanto la gente se alza contra las élites hasta que el gobierno limita el mercado para atender sus preocupaciones. Pero no demuestra que las dificultades resulten de defectos en el mercado libre, sino que da por sentado que esa intervención pública es necesaria.

El patrón empezó con lo que Judis ve como los orígenes del populismo. Los granjeros estadounidenses cerca del final del siglo XIX estaban siendo aplastados por el mercado no regulado que defendían tanto demócratas como republicanos. “Los populistas fueron los primeros en reclamar al gobierno que regularan e incluso nacionalizaran industrias que eran esenciales en la economía, como los ferrocarriles: querían que el gobierno redujera desigualdad económica que estaba creando el capitalismo libre de trabas. (…) Buena parte del programa populista (…) se incorporó al New Deal y a la visión del liberalismo del New Deal”.

El capitalismo, según Judis, necesitó de nuevo la dirección del gobierno para ocuparse de la Gran Depresión. De nuevo, sostiene, el populismo abrió el camino. El increíble héroe de Judis es el gobernador de Luisiana, Huey Long, cuya panacea “Compartir nuestra riqueza” preocupaba a Franklin Roosevelt. Había sido elegido bajo un programa conservador, pero si no seguía la dirección de Long afrontaría el descontento popular. “Ese temor fue un factor importante para que Roosevelt y demócratas unieran fuerzas para aprobar lo que se llamaría el ‘segundo New Deal’. Al contrario que el primero, trataba directamente el asunto de la desigualdad económica que había planteado repetidamente Long”.

Judis ve con aprobación las políticas del New Deal que prevalecieron de la década de 1940 a la de 1960. Por desgracia, en su opinión, después de esto una mala política nefasta se enfrentó al orden establecido. La amenaza era el “neoliberalismo”. “Esto significó, en Estados Unidos, la modificación, pero no el completo abandono, del liberalismo del New Deal (apoyo para la red de seguridad del New Deal, pero, aparte de esto, prioridad para los imperativos del mercado)”.

La nueva política llevó a problemas y el libre comercio se llevó una parte sustancial de la culpa. “Muchos estadounidenses tuvieron problemas por la continua pérdida de empleo industrial frente a Japón y Europa Occidental”. La insatisfacción con la economía llevó al movimiento de Ross Perot, pero se desinfló enseguida. El “neoliberalismo”, al que Judis considera el mayor error económico de los tiempos modernos, prevaleció y la desigualdad y la pérdida de empleo industrial continuaron a un ritmo rápido. “Con la economía floreciente de finales de la década de 1990, el neoliberalismo parecía funcionar. Las distancias entre los más ricos y todos los demás estaban creciendo, la inmigración legal e ilegal estaba aumentando y el déficit comercial de Estados Unidos estaba aumentando, pero ni Perot (…) ni [Pat] Buchanan (…) podían ganar terreno”.

Las cosas cambiaron radicalmente después de la recesión de 2008 y estos cambios explican en opinión de Judis el auge de Trump. Por supuesto Judis acusa al neoliberalismo de la crisis económica. “Cuando estalló la burbuja inmobiliaria en 2007, millones perdieron sus empleos y las instituciones financieras quedaron en riesgo. (…) Pero es desplome también se vio precipitado por las políticas del neoliberalismo: la desregulación financiera (…) las políticas de comercio e inversión que llevaron a inmanejables superávits de dólares en manos de China y otras naciones asiáticas y por políticas fiscales y empresariales en contra de los sindicatos que aumentaron las desigualdad económica y llevaron a la necesidad de estimular la demanda mediante la acumulación de deuda”.

La economía nunca se recuperó del todo y la campaña de Trump aprovechó esto. “La base política de Trump estaba entre los votantes de clase obrera y media del partido [republicano]. (…) Se había convertido en el portavoz del radicalismo estadounidense y más en general de los estadounidenses blancos que se sentían dejados de lado por la globalización y la transformación a una economía postindustrial”.

La revuelta contra el neoliberalismo fue mundial. Por ejemplo, en España y Grecia la “crisis de la deuda soberana” amenazaba con producir la ruina económica. “Al aumentar las deudas, las agencias de calificación de bonos rebajaban las clasificaciones de los países y aumentaban los tipos de interés en sus pagos, aumentando en la práctica la propias deudas”. En circunstancias normales, estas naciones habrían devaluado sus divisas, pero los despiadados neoliberales que controlaban los bancos principales de las Eurozona no lo permitirían. Por el contrario, reclamaron medidas de austeridad. No sorprende que los movimientos populistas, deseando acabar con la esclavitud de los intereses, aumentaran su poder e influencia.

¿Qué podemos hacer con todo esto? Los lectores de The Austrian tendrán pocas dudas de que Judis es un ignorante económico. ¿Por qué es malo el déficit comercial? ¿Qué pruebas hay de que el comercio destruya más empleos de los que se crean? ¿Por qué debe una economía próspera evitar un declive relativo en el empleo industrial? No cabe duda de que la gente cuya renta no aumente se verá insatisfecha, ¿pero  realmente a la gente le importa que los muy ricos ganen mucho más que ellos? ¿Por qué los salarios altos dependen de tener sindicatos fuertes? ¿Hace falta un amplio gasto público para estimular la demanda durante una recesión? No puedo examinar aquí las razones de Judis para estas diversas ideas, porque no ofrece ninguna. Debería bastar con un ejemplo de su dudoso pensamiento. Presenta la “crisis de la deuda soberana” como el fracaso de un capitalismo desatado. Pero la situación es una en la que los gobiernos buscan nuevos préstamos para pagar deudas. Aunque las deudas aparecieran por los intentos del gobierno de rescatar a bancos en quiebra, ¿cómo puede ser esto un fallo del mercado, en lugar de un ejemplo de los peligros del gobierno entrometiéndose en la economía?

¿De dónde ha sacado Judis todas estas tonterías? Aparte de los sospechosos habituales, como Paul Krugman, tiene una fuente más exótica, el marxista populista argentino Ernesto Laclau y su esposa, Chantal Mouffe. “Al analizar cómo funciona [el populismo], recibí la influencia de uno de los últimos libros de Ernesto Laclau, La razón Populista (FCE, 2005). Laclau retrata al populismo como una lógica que puede ser utilizada tanto por la izquierda como por la derecha y explica cómo las reclamaciones que realizan los populistas son distintas de las de otros partidos y candidatos”. Me atrevo a sugerir que Judis habría tenido en Mises un mejor guía en la economía que este marxista disidente.

Mis comentarios sobre Judis deben encontrar una objeción obvia. Si desde el punto de vista austriaco comete errores sobre economía, ¿qué importa? ¿No podría responder que está tratando de presentar las opiniones de los propios populistas y lo que importa es lo que estos creen, sea verdad o no?

No creo que la objeción tenga éxito. Los errores de Judis sobre economía le llevan a errar en aspectos clave del movimiento populista que culminaron en Trump. Mucho e esto estuvo motivado por una oposición a un estado poderoso e intrusivo, Judis reconoce la oposición populista a los impuestos altos, pero la minimiza. La oposición a los impuestos fue en realidad básica no solo para el populismo en Estados Unidos, sino también en Europa, como ilustra el movimiento poujadista de la década de 1950 en Francia. (Sobre esto, ver el importante artículo de Murray Rothbard, “Poujade: Menace or Promise?”). En su explicación de la recesión de 2008 Judis no dice nada acerca de la heroica campaña de Ron Paul para acabar con la Fed, a pesar del gran interés en esta de muchos seguidores de Trump. Judis ha dedicado mucho estudio a los populistas, pero sus supuestos no examinados acerca de la economía limitan la utilidad de su libro.


El artículo original se encuentra aquí.

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