martes, 25 de julio de 2017

La ‘ciencia’ de la libertad, por Mises Hispano.

Atlas_statue_at_High_Point_University.jpg[Extraído del prólogo a Egalitarianism as a Revolt Against Nature, 1974. Publicado en The Rothbard Reader]

Probablemente la pregunta más común que me han lanzado (con cierta exasperación) a lo largo de los años sea: “¿Por qué no te atienes a la economía?” Por distintas razones, me han arrojado esta pregunta mis colegas economistas y pensadores y activistas políticos de convicciones muy diferentes: Conservadores, liberales y libertarios que han estado en desacuerdo conmigo sobre doctrina política y a los que les molesta que un economista se aventure “fuera de su disciplina”.

Entre los economistas, una pregunta así es un triste reflejo de la hiperespecialización entre intelectuales de la época presente. Creo manifiestamente cierto que muy pocos, incluso entre los técnicos económicos más fervientes, empezaron a interesarse por la economía porque estuvieran fascinados por curvas de costes, clases de indiferencia y el resto de la parafernalia de la teoría económica moderna. Casi sin excepción, se interesarían por la economía porque estarían interesados en los problemas sociales y políticos y porque se darían cuenta de que los problemas políticos realmente difíciles no pueden resolverse sin un conocimiento de la economía. Después de todo, si hubieran estado realmente interesados principalmente en ecuaciones y tangentes en gráficos, se habrían convertido en matemáticos profesionales y no habrían dedicado sus energías a una teoría económica que es, en el mejor de los casos, una aplicación de tercer grado de la matemática. Por desgracia, lo que ocurre habitualmente con esta gente es que al ir aprendiendo la estructura menudo imponente y el aparato de la teoría económica quedan tan fascinados los detalles técnicos que pierden de vista los problemas políticos y sociales que habían atraído su interés. Esta fascinación se ve también reforzada por la estructura económica de la propia profesión económica (y de todas las demás profesiones académicas): me refiero a que el prestigio, las recompensas y los puntos extra no se obtienen ponderando los grandes problemas, sino ajustándose a su estrecho campo y convirtiéndose en experto relevante sobre un problema técnico insignificante.

Entre algunos economistas, este síndrome ha llegado tan lejos que desdeñan cualquier atención a los problemas político-económicos como una impureza degradante y a limpiar, incluso cuando dicha atención la conceden economistas que han dejado su huella en el mundo de la técnica especializada. E incluso entre aquellos economistas que tratan con problemas políticos, cualquier consideración dedicada a asuntos extraeconómicos más importantes como los derechos de propiedad, la naturaleza del gobierno y la importancia de la justicia es desdeñada como algo totalmente “metafísico” y fuera de lugar.

Sin embargo no es casualidad que los economistas de este siglo con la visión más amplia y las ideas más claras, hombres como Ludwig von Mises, Frank H. Knight y F.A. Hayek, llegaran pronto a la conclusión de que el dominio de la teoría económica pura no bastaba y de que era vital explorar problemas relacionados y fundamentales de filosofía, teoría política e historia. En particular, se dieron cuenta de que era posible y esencialmente importante construir una teoría sistemática más amplia que abarcara la acción humana en su conjunto, en la que la economía podría tomar su lugar como una parte coherente pero subsidiaria.

En mi propio caso particular, el principal foco de mi interés y mis escritos a lo largo de las últimas tres décadas ha sido una parte de esta aproximación más amplia (libertarismo): la disciplina de la libertad. Pues he llegado a creer que el libertarismo es realmente una disciplina, una “ciencia” si queréis llamarla así, por sí misma, aunque apenas se haya desarrollado a lo largo de las generaciones. El libertarismo es una disciplina nueva y emergente que tocan muchas otras áreas de estudio de la acción humana: economía, filosofía, teoría política, historia, incluso (aunque no en último lugar) biología. Pues todas estas proporcionan de diversas maneras la base de trabajo, la elaboración y la  aplicación del libertarismo. Tal vez algún día la libertad y los “estudios libertarios” sean reconocidos como una parte independiente, aunque relacionada, del currículum académico.


El artículo original se encuentra aquí.

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