domingo, 16 de julio de 2017

El pluralismo metodológico, por Mises Hispano.

PROGRAMAS DE INVESTIGACIÓN EN LA CIENCIA ECONÓMICA

EL PLURALISMO METODOLÓGICO

Recientemente, diversos autores especializados en la metodología de la Ciencia Económica, encabezados por Bruce Caldwell, (64) han concluido que la economía actualmente está atravesando por un momento de intensa producción, recibiendo muchas aportaciones que continuamente suscitan la polémica. Esto está haciendo que se reconozca cada vez con más facilidad que tanto la actuación de los agentes económicos como la realidad que generan es muy cambiante, por lo que la respuesta que la Ciencia Económica dé a los nuevos desafíos puede y debe ser muy variada. Se concluye, pues, que hay que defender en el campo de la metodología una postura pluralista, según la cual hay que evitar el peligro de caer en la tentación de tratar de imponer y limitarse a un consenso restrictivo, puesto que no existe un único tipo de verdad que tenga con carácter evidente la exclusividad en el análisis fructífero de todos los problemas económicos. El ámbito y método de nuestra materia necesita, pues, ser definido en todo momento en relación con las teorías pertinentes habiendo lugar, por tanto, para más de un programa de investigación científica, si bien la potencialidad de los distintos programas para plantear nuevas preguntas (65) y solucionarlas es muy distinta.

Estos autores también mantienen que la actitud abierta y tolerante frente a los otros paradigmas y, en especial, a los que no forman parte del núcleo dominante, debería prevalecer en el campo metodológico de la Ciencia Económica. Además, la multiplicidad de puntos de vista metodológicos supone también la multiplicidad de autoridades, cuya pluralidad parece conveniente para dividir las lealtades de quienes se sientan tentados a una adscripción esclava o automática a un determinado sistema o escuela. Y es que la variedad debilita la fuerza particular de cada polo de atracción y facilita la contrastación y la crítica, manteniendo el vigor y frescura con que se deben enfrentar los economistas ante el planteamiento de nuevos problemas, la solución de los ya planteados pero aún no resueltos y la reconsideración de las viejas respuestas.

Personalmente, soy partidario del pluralismo metodológico pero, más que por las razones que exponen los autores citados, porque considero que, de la misma manera que en el mercado se prueban múltiples soluciones empresariales a los distintos problemas que rivalizan y compiten entre sí por preponderar, es muy sano que el mismo esquema se reproduzca en el mundo de las teorías e ideas científicas. Mantengamos, pues, “un mercado libre de ideas y teorías”, en el que cada escuela y corriente pueda y deba defender sus puntos de vista, con tanto ahínco y convicción como estime conveniente, pero reconociendo, en todo caso, que la competencia entre las diferentes posiciones metodológicas dará lugar a resultados variados y, en muchas ocasiones, imprevisibles. Esta extensión de la concepción del libre mercado al mundo de la investigación científica ha sido defendida, entre otros, por Michael Polanyi en su fascinante artículo “The Republic of Science: Its Political and Economic Theories” (66) .

En esta misma línea hay que mencionar el llamamiento realizado por los profesores Geoffrey Hodgson, Uskali Mäki y Donald McCloskey a favor de una Ciencia Económica rigurosa y pluralista y que, en sólo tres breves párrafos reclama la coherencia de la profesión que, de la misma manera que apoya mayoritariamente la libre competencia de los mercados debería de proteger celosamente el mercado libre de las ideas y del desarrollo científico de la economía:

“A Plea for a Pluralistic and Rigorous Economics”

“We the undersigned are concerned with the threat to economic science posed by intellectual monopoly. Economists today enforce a monopoly of method or core assumptions, often defended on no better ground than that it constitutes the ‘mainstream’. Economists will advocate free competition, but will not practice it in the market place of ideas.”

“Consequently we call for a new spirit of pluralism in economics involving critical conversation and tolerant communication between different approaches. Such pluralism should not undermine the standards of rigour; an economics that requires itself to face all the arguments will be a more, not a less, rigorous science.”

“We believe that the new pluralism should be reflected in the character of scientific debate, in the range of contributions in its journals and in the training and hiring of economists.” (67)

Por último, y a modo de conclusión de nuestra excursión teórica sobre los distintos paradigmas de nuestra ciencia, ilustramos de manera resumida en el Cuadro III-1 de la página siguiente las diferencias existentes entre los principales paradigmas analizados y la concepción dinámica del mercado expuesta en el capítulo II.


(64)Bruce Caldwell, Beyond Positivism: Economic Methodology in the Twentieth Century, George Allen & Unwin, Londres, 1982, y Routledge, Londres, 1994, especialmente las pp. 244-252.

(65)“Fundamental advances seldom come through providing new answers to old questions. Fundamental advances occur when someone poses new questions. What constitutes a lasting contribution in economics is asking a new question, setting a new direction of research … The basic reason most economists did not understand the theoretical argument against socialism is that they were asking the wrong question. Hayek’s opponents kept asking whether an economic czar could efficiently allocate resources if he had all the necessary information. The answer to that question is of course ‘Yes’. Hence, in the mythology of economic history the defenders of socialism are credited with having ‘refuted’ Mises and Hayek. The defenders did not such a thing, they simply posed and answered an irrelevant question.” Gerald P. O’Driscoll, “A Tribute to F.A. Hayek”, The Cato Journal, vol. IX, nº 2, otoño de 1989, pp. 345-352 y en especial pp. 345 y 348 (las cursivas son mías).

(66)Michael Polanyi, “The Republic of Science: Its Political and Economic Theories”, incluido en Knowing and Being, Marjorie Grene (ed.), The University of Chicago Press, Chicago, 1967. Don Lavoie, en su trabajo “The Market as a Procedure for Discovery and Conveyance of Inarticulate Knowledge”, Comparative Economic Studies, vol. 28, nº 1, 1986, pp. 1-19, profundizando en la analogía que debe existir entre el mercado y el proceso de desarrollo de la ciencia que debemos a Polanyi, concluye que “market participants are not and could not be ‘price takers’ any more than scientists could be ‘theory takers’. In both cases a background of unquestioned prices or theories are subsidiarily relied upon by the entrepreneur or scientist, but also in both cases the focus of the activity is on disagreeing with certain market prices or scientific theories. Entrepreneurs (or scientists) actively disagree with existing prices (or theories) and commit themselves to their own projects (or ideas) by bidding prices up or down (or by criticizing existing theories). It is only through the intricate pressures being exerted by this rivalrous struggle of competition (or criticism) that new workable productive (or acceptable scientific) discoveries are made or that unworkable (or unacceptable) ones are discarded … Without the ‘pressure’ that such personal commitments impart to science and to the market, each would lose its ‘determining rationality’. It is precisely because the scientist has his reputation -and the capitalist his wealth- at stake that impels him to make his commitments for or against any particular direction of scientific or productive activity. Thus private property and the personal freedom of the scientist play analogous roles. When either form of personal commitment is undermined, for example when scientific reputation or economic wealth depend on loyalty to a party line rather than to a personal devotion to truth or a pursuit of subjectively perceived profit opportunities, each of these great achievements of mankind, science and our advanced economy, is sabotaged” (ob. cit., pp. 34-35). En este mercado de ideas tenderían a sobrevivir y preponderar, de manera selectiva y evolutiva, las teorías que relativamente mejor hayan criticado a los paradigmas ajenos y hayan aguantado la crítica proveniente de ellos. Véase Evolutionary Epistemology, Rationality and the Sociology of Knowldege, Gerard Radnitzky y W.W. Bartley III (eds.), Open Court, Illinois, 1988, y W.W. Bartley III, The Retreat to Commitment, Open Court, Illinois, 1984.

(67)Este llamamiento fue publicado en la American Economic Review, volumen 82, nº 2, mayo de 1992, y fue firmado, entre otros, por los siguientes profesores: Moses Abramovitz, Robert Axelrod, Mark Blaug, Kenneth Boulding, Eirik Furubotn, J.K. Galbraith, Geoffrey Harcourt, Robert Heilbroner, Albert Hirschman, Charles Kindleberger, János Kornai, David Laidler, Harvey Leibenstein, Franco Modigliani, Mancur Olson, Luigi Pasinetti, Mark Perlman, Paul A. Samuelson, Herbert Simon, Jan Tinbergen y Roy Weintraub.


Publicado originalmente en JHS (http://ift.tt/10nnpjK)

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