Prólogo de Llewellyn H. Rockwell
TODA ÉPOCA OFRECE SU PROPIA VERSIÓN DE UN CÓDIGO MORAL FALSO. Del mismo modo en que Tom Sawyer creyó que era del malvado sin remisión por haberse visto tentado a liberar a un esclavo, nosotros también vivimos presos de ilusiones sobre el bien y el mal cuando los aplicamos al reino de lo social. El que no se deba discriminar constituye un principio incuestionable en nuestros días. Con el profesor Block, sin embargo, se nos invita a que al fin nos liberemos.
Es probable que el mismísimo título del profesor Block ya dispare de por sí las sirenas de alarma. ¿Está éste en verdad diciendo que da igual todo eso que se nos ha enseñado como inmoral? ¿Se encuentra éste una vez más defendiendo lo indefendible? Si él es libertario, por qué no se limita a defender el derecho a discriminar en lugar de hacer una defensa de ello?
La confusión depende primero del lenguaje y luego de la teoría económica, y los dos puntos son críticos. La palabra discriminación no significa nada más que elegir entre dos opciones en un entrono escaso. Si sólo puedes tener un coche, y tanto una mini furgoneta como un utilitario están disponibles, tienes que elegir entre ellos, tanto si te da igual el uno como el otro. Tienes que discriminar y, por lo tanto, tienes que tener la libertad para hacerlo, lo cual sólo significa libertad de elegir. Sin discriminación, es imposible economizar. Se trata del caos.
Pero es obvio que la controversia sobre la discriminación no consiste en vehículos. Ésta atañe a la gente, grupos de gente, y grupos de gente que han ejercido presión en la política para que se les proteja. La ley dice que no se les puede excluir del trabajo, o negarse a su ingreso, o lo que sea, por causa de su raza, sexo, religión, discapacidad, o cualquier otra característica que la ley pudiera estipular.
Para México: http://bit.ly/DefendiendoDiscriminacionMex Para España: http://bit.ly/DefendiendoDiscriminacionEsp Para Brasil: http://bit.ly/DefendiendoDiscriminacionBr Resto de América: http://bit.ly/DefendiendoDiscriminacion |
¿Y el Estado cómo puede estar seguro? Éste podrá aparentar leer en las mentes y saberse los motivos, lo que probablemente es imposible. Para saber quién tiene razón, el Estado escucha las quejas y decide si son válidas contando las bajas. Ahí es donde entran las comillas, y hay pocas formas de planificación central que sean más indignantes que esta. El Estado crea resentimiento de grupo y alimenta el conflicto y el odio en lugares donde no deben de existir-todo en nombre de la resolución de disputas y prohibición del odio. Aquí tenemos un clásico ejemplo del fin manifiesto y el Estado que las emprende para conseguir precisamente todo lo contrario.
Pero en lugar de ofrecer una crítica más detallada-esto lo hace brillantemente Walter Block en este emocionante libro-permítaseme tratar un tema mucho más fundamental. ¿Cuál es la base teórica de la ley contra la discriminación? Recordemos la época del marxismo, y su idea central de que el capitalismo introducía un problema insoluble, que se entretejía con la propia fibra de la sociedad, entre los dueños del capital y los trabajadores. La ganancia de uno no podía darse si no más que a expensas del otro. En un libre mercado, creían, el capital explotaría al trabajo hasta la muerte. Por consiguiente, el papel de los revolucionarios consistía poner patas arriba el curso de la historia y posibilitar que los trabajadores-las masas-exploten al capital hasta la muerte. Los expropiadores serán expropiados.
Por supuesto que la mayoría de la gente se da cuenta de que esta es una manera estúpida de considerar el mercado laboral. Los trabajadores y propietarios realizan acuerdos basados en la expectativa del beneficio mutuo. Éstos se apadrinan mutuamente gracias a un acto de cooperación humana. El conflicto principal en la sociedad no se da entre labor y capital, sino entre estos y la agencia que los explota, principalmente el Estado, que les grava y regula. Los expropiadores que deberían ser expropiados son los burócratas y políticos que hacen de la vida un infierno.
El marxismo es algo sabido; prácticamente nadie se lo toma ya en serio. Pero el modelo de conflicto social que se encuentra en su centro -válido en la medida en que atañe al Estado-ha sido cambiado por otra retahíla de mundos imposibles. Se nos dice que los hombres y mujeres se hallan en desacuerdo en todo lugar y tiempo, que blancos y negros siempre saltaran el uno al cuello del otro, que practicantes de diferentes credos siempre tratarán de imponerse al otro, que la gente que padece alguna discapacidad siempre sufrirán en manos de quién no las tiene, etc. Esta es la visión de la sociedad que los proponentes de las leyes antidiscriminación han heredado del marxismo. La ironía de esta política es que crea el conflicto mismo-como todas las leyes que niegan la libertad de asociación-y de ahí la evidencia propuesta de que esta visión confusa de la sociedad es en verdad la correcta.
La alternativa a todo esto es la que propone Walter Block, el viejo enfoque liberal, hoy día llamado libertarianismo, de que la sociedad no hunde sus raíces en el conflicto, sino en la cooperación, y que no hace falta organismo central alguno para garantizar la paz social. Si, hay problemas y conflictos, pero no existe institución alguna que los pueda resolver con más seguridad que el mercado mismo. A la gente hay que darla la oportunidad de que solucionen sus propios problemas, y el resultado de esto será la prosperidad de todos los grupos. Este es su enfoque, y el de toda la tradición liberal que va desde la Edad Media hasta nuestros días.
El libro de Walter Block constituye una práctica competente del enfoque libertario de la sociedad, aplicada a una controversia particular de nuestro tiempo. Se trata de un volumen bastante raro a la hora de coger este problema por los cuernos y ofrecer una alternativa sin compromisos: abolir todas las leyes antidiscriminación sobre la base de que no tienen sentido económico y sólo crean conflicto allí donde no debería existir ninguno. ¿Causará el libro revuelo? Lo más seguro. Pero no es esa su meta. Lo que persigue es arrancar de raíz una teoría social que tiene fallos y sustituirla por otra realística que hunda sus raíces en una preocupación verdadera por los derechos humanos y el bien común.
Llewellyn H. Rockwell, Jr.
Auburn, Alabama
Publicado 26th October 2014 por Editorial Innisfree
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