jueves, 6 de julio de 2017

Las lecciones desastrosas de la ingeniería social, por Mises Hispano.

Resultado de imagen de social engineering[Extraído de Inclinado hacia la libertad. Publicado por cortesía de Unión Editorial]

Quienes intentan manipular a la sociedad en una dirección contraria a la naturaleza humana solo consiguen ver frustrados sus intentos. Cuarenta años y 5 billones de dólares después, la “guerra contra la pobreza” del gobierno de EEUU (al estilo del presidente Lyndon Johnson en 1964) no solo ha fracasado, sino que también ha dejado más pobreza a su paso y ha arruinado a más familias que si el gobierno se hubiera limitado a no hacer nada.[1] En su libro de 1984 Losing Ground, Charles Murray explica las trágicas consecuencias que siguieron a la adopción de políticas sociales públicas entre 1950 y 1980 y explica por qué dichas consecuencias son previsibles siempre que se instituyen programas de derechos sociales.

La “guerra contra las drogas” del gobierno (al estilo del presidente Richard Nixon en 1969) es otro ejemplo en el que la ingeniería social creó una economía sumergida lucrativa que generó más delincuencia y caos que si nunca se hubiera iniciado la “guerra”. El gobierno gasta más de 5.000 millones de dólares al mes (solo en costes directos) y arresta cada 20 segundos de media a un infractor de las leyes contra las drogas, con un total de más de 500.000 arrestos durante los primeros cuatro meses de 2006.

La guerra contra las drogas ha fracasado rotundamente a la hora de disminuir el uso de drogas. Desde el inicio de la “guerra”, el uso de drogas ilegales ha aumentado en todas las categorías. Sin embargo, la guerra tuvo éxito a la hora de reducir la cantidad de marihuana importada por EEUU. Como consecuencia no pretendida, los contrabandistas de drogas se pasaron a la cocaína, que era más fácil de transportar y daba un margen de beneficio muy superior con respecto al peso y volumen de ese producto. También daba incentivos a los cultivadores de marihuana en EEUU, que actuaron para atender la demanda aumentando la producción nacional y mejorando su calidad. Los resultados desastrosos que siguieron a la prohibición pública de fabricación, transporte y venta de alcohol de 1920 a 1933 deberían haber servido como advertencia de qué esperar cuando sencillamente se sustituye la sustancia objeto de la prohibición.

Las fuerzas de la naturaleza que gobiernan la atención sanitaria no son distintas de aquellas fuerzas que gobiernan otros mercados. Con el gobierno haciendo ingeniería con nuestro sistema de atención sanitaria, vamos camino de otra catástrofe. La intrusión pública en los mercados de la atención sanitaria ha sido persistente durante muchos años. Los costos crecientes actuales de la atención sanitaria derivan de los servicios subvencionados y de la acumulación de intervención pública en casi todas las fases en este sector. En un mercado libre, la atención sanitaria, como otros bienes y servicios, estaría disponible con unos menores costes que los actuales. Consideremos el sector informático, en el que la interferencia pública es minúscula en comparación con el de la atención sanitaria. En el sector informático las complejidades son tan grandes como en el de la atención sanitaria, pero nos vemos constantemente asombrados ante los precios decrecientes (incluso con dólares inflados), con aumentos asombrosos en rendimiento. Hoy prácticamente cualquiera puede poseer una computadora que hace solo una generación solo las grandes empresas podrían haberse permitido.

No es posible ahora mismo que gobierno abandone el sector de la atención sanitaria, pero abandonar uno mismo el sistema público es una opción que están eligiendo muchos pacientes y proveedores de la misma. La afirmación de que el gobierno debe estar en el negocio de proveer atención sanitaria porque mucha gente no puede pagarla es completamente errónea. Mucha gente no puede permitirse atención sanitaria porque el gobierno ha entrado en ese servicio. Tommy Thompson, exsecretario de Sanidad y Servicios Humanos, predice que los costes anuales de atención sanitaria doblarán los dos billones de dólares anuales actuales en 2013.[2]

La lección de la manipulación estatal de la atención sanitaria, como las lecciones previas de los desastres resultantes, probablemente no sea entendida por los planificadores sociales, porque no aceptarán la manera en que la naturaleza nos explica que esos medios involuntarios para mejorar el bienestar no conseguirán el objetivo propuesto, independientemente de cómo se intente lograrlo.

Pero el más triste de todos los fracasos actuales en EEUU es la educación manipulada por el estado, en la que se incorporan a los programas las mismas ideas de ingeniería social y preeminencia del estado.[3] Cualquier estudiante que pueda razonar se sentirá confuso entre lo que es una conducta adecuada o inadecuada cuando se le enseñe que la gente del gobierno está autorizada para actuar en maneras que serían un delito si fueran realizadas por otros.

Además, estos estudiantes cuestionarán los imperativos morales que sus padres tratan de inculcarles como vía para una vida responsable y satisfactoria cuando vean dichos imperativos violados por aquellos que son reverenciados como héroes en sus libros de historia. Aparte de estos conflictos morales, consideremos la dificultad de enseñar a los alumnos los beneficios de la libertad y del sistema de libre empresa, conocido históricamente como el “estilo americano”. ¿Cómo pueden los estudiantes apreciar los valores de la libre empresa cuando ni siquiera sus escuelas operan bajo ese sistema? Y al hacer obligatoria la asistencia a la escuela, no se pueden enseñar la libertad y los efectos perjudiciales de la coacción. Los beneficios de la libertad y la moralidad no son materias difíciles de señalar ni de entender, pero esas enseñanzas son prácticamente imposibles en una escuela estatal.

Como otros servicios proporcionados por el gobierno, la educación es predeciblemente mala en calidad y cara en coste. Para empeorar las cosas en las escuelas públicas de EEUU están la National Education Association (NEA), el mayor sindicato del país, representando a 3,2 millones de maestros y personal auxiliar de escuelas públicas, y la Federation of Teachers, afiliada a la AFL/CIO, con un millón de miembros. La combinación de sindicatos que hace casi imposible el despido de maestros incompetentes[4] y las dificultades que afrontan los padres para trasladar a sus hijos a una escuela pública con mejor rendimiento aceleran el declive de un sistema fracasado. Las escuelas públicas de EEUU están muy por debajo de las escuelas estatales europeas, en las que los padres tienen la opción de elegir a qué escuela llevar a sus hijos. Esa decisión de los padres, aunque indudablemente no sea un mercado libre, al menos proporciona alguna competencia entre escuelas patrocinadas por el estado.

“Con 10 años, los estudiantes estadounidenses realizan un examen internacional y puntúan muy por encima de la media internacional. Pero con 15 años, cuando se examina a estudiantes de 40 países, los estadounidenses se sitúan el puesto 25”.[5] En 1998, se evaluó a 20.760 estudiantes con la educación secundaria finalizada y educados en casa en 11.930 familias tanto en los exámenes de capacidades básicas de Iowa como en los exámenes de logros y competencias. Los resultados de los exámenes logrados por este grupo de estudiantes educados en casa fueron excepcionalmente altos: las puntuaciones medianas estuvieron normalmente en el percentil del 70º al 80º nacionalmente. Por ejemplo, los estudiantes educados en casa en el grado 3 tienen una puntuación media compuesta de escala de 207, lo que se corresponden con el 81º percentil en toda la nación.[6]

Ajustado a la inflación, el coste por estudiante en las escuelas públicas elementales es aproximadamente ocho veces mayor que hace solo 25 años y 25 veces mayor que hace cien años.

Si gobierno no estuviera en el negocio de la educación, parece improbable que la educación primaria y secundaria se limitara a un aula física, un sistema igual para todos o incluso que se mantuvieran esas designaciones de grado. El mercado de la educación no es distinto de cualquier otro mercado en el que se reúnen empresarios y clientes de formas numerosas e impredecibles, y cuanto más libres sean esos mercados, más creativas y favorables serán esas formas.

Paradójicamente, la gente que nos impone estos programas y políticas no está tratando de hacer daño. Pero se está haciendo daño, ya que no se elimina la causalidad por comportarse con buenas intenciones.

Los planificadores sociales estatales han adoptado repetidamente políticas que han generado sacrificios y sufrimientos humanos catastróficos que podrían haberse evitado con solo haber buscado una comprensión rudimentaria la naturaleza humana. La historia está repleta de experimentos desastrosos como esos, porque los que los han realizado rechazan aceptar la idea de que pueda haber principios comunes de la naturaleza detrás de cada uno de los desastres precedentes.

Los 30 millones de muertes de la hambruna de China tras la institución de una política agraria colectiva son un ejemplo tan demostrativo de estos fracasos mal dirigidos que incluso los socialistas más apasionados deberían, solo por este evento, revisar su comprensión de naturaleza humana. ¿Cuántos desastres más deben ver los ingenieros sociales antes de dejar de experimentar con vidas humanas y concluir que las políticas igualitarias pensadas para promover el bienestar no solo no funcionan, sino que no pueden funcionar ni funcionarán?

Por supuesto, los problemas no desaparecen en los mercados libres; simplemente en ellos se resuelven o disminuyen más eficazmente que en un sistema que emplee la coacción. En los mercados libres, los problemas invitan a los emprendedores a resolverlos, utilizando soluciones que evolucionan heurísticamente en una variedad de formas inimaginable.


[1] Michael Janofsky, New York Times, 9 de febrero de 1998.

[2] “Tommy Thompson: America’s Health Care System will Collapse by 2013”, 16 de mayo de 2006, por Wayne Hanson. http://ift.tt/2tXT5Pg.

[3] El tribunal de apelaciones del distrito segundo de California, en una sentencia que ilegalizaba la educación en el hogar por parte de maestros no certificados indicaba que un “propósito principal del sistema educativo es formar a los alumnos en ciudadanía, patriotismo y lealtad al estado y la nación como medios para proteger el bienestar público”. Caso sentenciado el 28 de febrero de 2008. http://ift.tt/2uwO25i.

[4] “Teacher’s Union Facts”. http://ift.tt/2tYaY0g.

[5] “How Lack of Choice Cheats Our Kids Out of a Good Education”, John Stossel, 20/20 ABC News, 13 de enero de 2006.

[6] Lawrence M. Rudner, “Scholastic Achievement and Demographics Characteristics of Home School Students in 1998”. http://ift.tt/2uwy7nz.

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