Con un código fiscal que excede las 72.000 páginas de longitud y consume más de 6.000 millones de horas-hombre al año para determinar la renta gravable de los contribuyentes, con la Hacienda que se ha convertido en una ley temible y con un gobierno que continuar extrayendo cada vez más riqueza de cada contribuyente estadounidense cada año, ¿es sorprendente que el 15 de abril sea un día temido en EEUU? Los impuestos de la seguridad social y de la renta nos han acosado desde su institución del pasado siglo y pocos políticos han estado dispuestos a llamar a estas estratagemas por su nombre: robo.
Durante las elecciones de 2012, el entonces gobernador de Texas, Rick Perry, desató una tormenta entre tipos de gran gobierno durante las primarias presidenciales republicanas del año anterior cuando calificó a la Seguridad Social como un esquema de Ponzi. Tenía razón. Ha sido un engaño desde su creación y hoy sigue siendo un engaño.
Cuando se creó la Seguridad Social en 1935, pretendía proporcionar una ayuda financiera mínima a la gente demasiado vieja como para trabajar. También pretendía hacer que los votantes se hicieran dependientes de los demócratas de Franklin Delano Roosevelt. FDR concibió la idea de un sistema establecido en Italia por Mussolini. El plan era que ciertos trabajadores y sus empresarios hicieran pequeñas contribuciones a un fondo que se mantendría en fideicomiso para los trabajadores por medio del gobierno. En ese momento la esperanza de vida de los estadounidenses era de 61 años, pero la seguridad social no intervenía hasta los 65. Así que el sistema pretendía tomar dinero del trabajador medio estadounidense, que no lo recuperaría nunca.
Con el tiempo, la expectativa de vida creció y sobrepasó los 65, el llamado fondo de garantías fue atacado y gastado y el sistema estaba pagando más dinero del que estaba recaudando, igual que un esquema de Ponzi. FDR calificó a la Seguridad Social como una póliza de seguros. En realidad, se había convertido en un ahorro forzoso. Sin embargo, el custodio de los fondos (el Congreso) ha robado los ahorros y los ha gastado. Y el valor de los ahorros ha disminuido por la inflación.
Hoy lo más que se puede esperar recibir de la Seguridad Social son dólares con un poder adquisitivo de 75 centavos por cada dólar contribuido. Eso hace a la Seguridad Social peor que un esquema de Ponzi. Se puede salir de una inversión Ponzi. No se puede salir de la Seguridad Social. ¿Quién seguiría con un banco que devolviera solo el 75% de sus ahorros?
La Constitución no permite a los federales robar tu dinero. Pero los federales lo roban.
También en 2012, durante un debate presidencial republicano, un joven pidió al moderador que planteará la siguiente pregunta a los candidatos: “Si gano un dólar, ¿qué parte de este tengo derecho a guardarme?”. La pregunta se trasladó a uno de los candidatos, que la eludió y luego el moderador cambió de tema. Solo el congresista Ron Paul dio una respuesta seria tras el debate a la pregunta del joven: “Todo”.
Todo documento público fundacional oficial (desde la Declaración de Independencia a la Constitución de EEUU a los juramentos que hacen todos los que trabajan para el gobierno) indica que el gobierno existe para trabajar para nosotros. La declaración proclama además que el gobierno recibe todos sus poderes del consentimiento de los gobernados. Si creéis todo esto, como yo, entonces igual que no tenemos el poder de quedarnos con la propiedad el vecino y distribuirla contra su voluntad, no tenemos la capacidad de dar ese poder al gobierno. Dicho en una manera distinta, igual que no tenéis la capacidad moral y legal de quedaros con mi propiedad, no podéis autorizar al gobierno a hacer lo mismo.
He aquí un ejemplo que habéis oído antes. Estáis sentados en casa por la noche y alguien llama a la puerta. Abrís la puerta y alguien con un arma os apunta y os dice: “Dame tu dinero. Quiero dárselo a los menos afortunados”. Pensáis que es peligroso y está loco, así que llamáis a la policía. Luego descubrís que es la policía, que está ahí para recaudar vuestros impuestos.
Los redactores de la Constitución entendían esto. Durante 150 años, el gobierno federal se financió con honorarios de usuarios y ventas de territorios públicos y evaluaciones a los estados por los servicios prestados. Rechazaba la opinión de Hamilton de que los federales podían tomar todo lo que quisieran y seguían el primer principio de Jefferson de que los únicos intercambios comerciales morales son los que son completamente voluntarios.
Esto funcionó bien hasta que los progresistas llegaron al gobierno en la primera década del siglo XX. Convencieron a suficientes estadounidenses para que hicieran que sus legislativos estatales ratificaran la Sexta Enmienda, que estaba pensada para gravar a los ricos y redistribuir la riqueza. Prometieron a los estadounidenses que el impuesto de la renta nunca excedería el 3% de la renta y solo se aplicaría al 3% superior de las rentas. Qué equivocados estaban (o qué mentirosos fueron).
Sin embargo, el establecimiento de un impuesto federal de la renta es más que solo tomar de aquellos que trabajan y ganan y dárselo a los que no. Es más que solo un grifo para llenar el abrevadero federal. En su base, es una presunción terrorífica. Presume que realmente no somos dueños de nuestra propiedad. Acepta la noción marxista de que el estado posee toda la propiedad y el estado nos permite mantener y usar lo que necesitamos para que no protestemos en las calles. Y luego roba y usa todo lo que puede políticamente conseguir. ¿Podéis creerlo?
Solo hay tres maneras adquirir riqueza en una sociedad libre. El modelo de la herencia se produce cuando alguien te da su riqueza. El modelo económico se produce cuando intercambias una habilidad, un talento, un activo, conocimiento, esfuerzo, energía o creatividad con un comprador voluntario. Y el modelo mafia se produce cuando alguien con un arma dice: “Dame tu dinero o atente a las consecuencias”.
¿Qué modelo usa el gobierno? ¿Por qué tenemos que aguantar esto?
El artículo original se encuentra aquí.
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