lunes, 24 de abril de 2017

Anarquía, por Mises Hispano.

El anarquismo supone la defensa radical y consecuente de la libertad. El anarquismo correctamente entendido es equivalente al liberalismo. La sociedad libre y ética es la basada en la propiedad privada y los contratos, donde ninguna persona o grupo de personas está legitimado para agredir a otros. La sociedad no tiene derecho a forzar a los individuos. El anarquismo implica la abolición de todas las formas de estado por innecesarias, peligrosas e indeseables. El estado es el gobierno coactivo y opresivo de unos sobre otros, la encarnación del principio de invasión en un individuo o grupo de individuos que actúan como representantes o amos de toda la población en un área dada. El estado es la causa común de la mayor parte de los problemas de la humanidad: guerras, campos de concentración, asesinatos, robos, explotación, pobreza, esclavitud, hambre, odio, ignorancia. Anarquismo no es sinónimo de caos, desorden o violencia. El anarquismo se opone al estado, a la violencia sistemática, y defiende el orden espontáneo que surge de las relaciones cooperativas pacíficas y voluntarias entre los seres humanos en la sociedad libre. Un estado impone un orden artificial, coactivo, simple y pobre sobre la sociedad. El orden autoritario de los estados es impuesto y creacionista. El orden liberal de la sociedad es espontáneo y evolucionista.

El anarquismo no es la expresión de una epistemología subjetivista irracional que permite a cada persona decidir por sí misma si el uso de la fuerza está justificado. El anarcocapitalismo tiene un código legal objetivo, la ética humana de la propiedad privada y los contratos. El anarquismo no es contrario a los gobiernos o las instituciones, sólo a aquellos que violan la propiedad privada y los contratos. No es la autoridad lo que es malo, sino su abuso, monopolio e imposición.

La anarquía no es la dominación sin restricciones de los más fuertes sobre los más débiles. Si un grupo violento predominante usa su fuerza superior para obligar a los demás, constituye un estado, que se mantiene porque tiene poder para hacerlo, porque ningún otro grupo es capaz de limitarlo. Una sociedad anarquista carece de una autoridad central coercitiva, pero esto no implica que no existan servicios legítimos de seguridad que impidan la violencia. El anarquismo no es una guerra permanente de todos contra todos. La guerra no es el estado natural de los seres humanos no gobernados. En una sociedad libre predomina la cooperación sobre la agresión.

El anarquismo no es simplemente una declaración emocional de rebeldía y oposición contra todas las normas y autoridades de cualquier tipo, ni un deseo absurdo de destruir un mundo odiado sin ofrecer ninguna alternativa. El anarquismo individualista, anarcoliberalismo o anarcocapitalismo no implica ni supone aislamiento de los individuos, ni fomento de la insolidaridad o de la indiferencia. Los seres humanos libres de coacción pueden participar en asociaciones cooperativas de tipo voluntario. En una sociedad libre cada individuo puede ser autónomo o interdependiente en la medida en que él mismo y los demás lo deseen y sean capaces.

El anarquismo colectivista, socialista, comunista o sindicalista es una perversión del anarquismo que no reconoce o limita severamente los derechos de propiedad privada. Es un sistema irrealizable incompatible con la naturaleza humana, un modo de organización social primitivo e ineficiente que pretende organizar la producción en cooperativas, empresas propiedad de los trabajadores o comunas. La propiedad de los trabajadores sobre una empresa es ineficiente y muy arriesgada para los mismos. Si la producción está organizada en empresas propiedad de los trabajadores, esto implica que un trabajador sólo puede poseer acciones de su propia empresa, una estrategia de inversión peligrosa por la ausencia de diversificación. Si los trabajadores no pueden intercambiar acciones, se les está obligando a asumir riesgos innecesarios e indeseables. Si los trabajadores están muy comprometidos con la idea de la cooperativa, su mayor productividad puede compensar el riesgo. El error del anarcocomunismo es olvidar que siempre hay posesión de los bienes, y es necesario el derecho de propiedad para legitimarla.

Las personas tienen derecho a unir voluntariamente sus propiedades para formar comunas y cooperativas que adopten y exijan reglas de conducta a sus miembros, pero no pueden forzar a nadie a que se una a ellos. En una sociedad libre pueden coexistir las comunas, las cooperativas, las empresas propiedad de los trabajadores, y las empresas propiedad de accionistas, predominando las formas que mejor ajusten los deseos y capacidades de los seres humanos. Las desigualdades en todas las dimensiones, incluyendo los ingresos y la riqueza, son naturales y perfectamente legítimas mientras sean resultado de procesos no violentos. En la organización capitalista típica, el trabajador recibe un pago fijo por sus servicios, y los dueños de acciones de las empresas asumen riesgos, obtienen beneficios o pérdidas variables. El sistema capitalista de salarios desiguales, beneficios y pérdidas, rentas e intereses, es éticamente legítimo y necesario para el funcionamiento adecuado de la economía.

Los minarquistas son partidarios de un estado mínimo que se limite a proporcionar servicios de seguridad y arbitraje para proteger la propiedad privada: policía, defensa, legislación y justicia. Estos servicios mínimos son arbitrarios e imposibles de justificar éticamente. El mercado libre puede proporcionarlos de forma eficiente mediante empresas en libre competencia. Establecer una agencia monopolista que es la única que legalmente puede proveer estos servicios supone violar la propiedad privada y la libertad de contratación de los individuos. Es absurdo pretender que se puede proteger la propiedad privada violándola sistemáticamente.

Los individuos pueden suscribirse a agencias privadas de seguridad, las cuales pueden establecer formas no violentas de resolver disputas. Estas agencias tienen incentivos económicos para ser pacíficas y eficientes y respetar los derechos individuales. Si no se consiguen arbitrajes adecuados las disputas pueden transformarse en luchas destructivas perjudiciales para todos. Las empresas eficientes quieren en general desarrollar relaciones a largo plazo, y por lo tanto les interesa negociar de buena fe para asegurar su rentabilidad. Las firmas agresivas y menos respetuosas atraen clientes de alto riesgo, tienen costes muy altos y no son eficientes. Los individuos y las asociaciones racionales que persiguen su propio interés saben que la agresión es una actividad peligrosa y poco beneficiosa. La guerra es provocada más por el odio y la ignorancia que por el intento de obtener beneficios económicos.

Una agencia de protección legítima no es equivalente a una mafia o grupo de crimen organizado. Un grupo criminal organizado viola sistemáticamente la propiedad privada, es destructivo e ineficiente. La mafia no ofrece pacíficamente servicios de protección en un mercado libre, sino que los impone violentamente sobre un territorio sobre el cual intenta mantener un monopolio. La mafia no es una asociación pacífica de pertenencia voluntaria. Los grupos criminales organizados se desarrollan en ámbitos creados artificialmente por prohibiciones no éticas, como las leyes estatales relativas a alcohol, drogas, prostitución o juego.

La provisión de policía, defensa y leyes no es un monopolio natural geográfico. Una agencia de seguridad que sea tan eficiente que sea la única que presta servicios en un determinado ámbito no es un estado. Las agencias de protección pueden realizar todo tipo de pactos mientras respeten la propiedad privada. Las oligarquías pacíficas son prácticamente imposibles, ya que los pactos para evitar la competencia son muy difíciles de mantener. Un estado es una agencia que impone su monopolio e impide la competencia por la fuerza, violando la propiedad privada, impidiendo que las personas elijan por sí mismas con quién desean asociarse. No tiene sentido afirmar que la sociedad libre puede evolucionar de forma natural y pacífica hacia el estado. Una sociedad anarquista sólo genera un estado si se utiliza la violencia, si una agencia agrede a otras y consigue vencerlas. Lo peor que puede suceder en una sociedad anarquista liberal es que vuelva a instaurarse un estado, y el período de ausencia del mismo es una etapa de bienestar a ganar.

Una agencia dominante no está legitimada para prohibir la actividad de otras agencias alegando que la existencia de múltiples agencias en competencia es arriesgada. No es legítimo impedir actividades ajenas alegando riesgos imprecisos o irreales. Lo peligroso es la existencia de estados divididos geográficamente que pueden fácilmente hacer la guerra a gran escala. Si los miembros de dos agencias en disputa se reparten por el mismo ámbito geográfico, la guerra a gran escala es sumamente difícil.

Una sociedad puede tener múltiples formas de organización en equilibrio estable. Que exista una organización en equilibrio estable no implica que sea la única situación de equilibrio estable posible. El estado es un orden social estable, violento y empobrecedor. El anarquismo es un orden social posible, estable, pacífico y enriquecedor, que supone un cambio radical pero no utópico en el sentido de irrealizable. Lo utópico es pretender que un monopolio en el uso de la fuerza va a limitarse a sí mismo. Si una persona da dinero al estado, le da un poder que será usado contra él mismo, para exigirle más dinero y para someterlo a su voluntad. El estado quita el dinero a muchos en contra de su voluntad y lo usa para seguir robando y esclavizando y evitar la resistencia a sus exigencias. Si un grupo de personas roban a un hombre, es absurdo suponer que van a protegerlo. Cada ser humano es competente para negociar libremente su propia protección.

Los mecanismos de mercado pueden impedir el establecimiento de una asociación dominante abusiva. Si en un momento histórico existe un estado es porque previamente no se ha permitido el funcionamiento de dichos mecanismos, respetando la propiedad privada y los contratos. Una sociedad libre evita la aparición de monopolistas violentos si la mayor parte de sus miembros no apoyan la existencia de dicho monopolio abusivo. El estado existe porque hay un número suficiente de personas que lo apoyan activamente y una gran mayoría que ignora el problema o lo acepta resignada.

La democracia no sirve para controlar eficientemente el gobierno de un estado. Un voto inteligente beneficia a todos, pero no hay incentivos personales para que el votante invierta en información política. El coste del voto inteligente es concentrado y su beneficio es diluido, y el efecto de cada voto individual es mínimo. Como no hay incentivos para vigilar al gobierno, la democracia debe basarse en donaciones gratuitas de recursos. Las instituciones gubernamentales provocan que no haya incentivos para producir leyes que beneficien a todo el mundo, y que haya fuertes incentivos para producir leyes que beneficien intereses particulares a expensas de todos los demás. En una sociedad anarcocapitalista, al contratar la protección con una empresa adecuada se fomenta la existencia de ley beneficiosa. Como el beneficio de cada relación mercantil va directamente a las partes implicadas, hay fuertes incentivos para invertir recursos en información que permita tomar decisiones correctas.

El anarquismo no supone que las personas sean innatamente bondadosas. La mayoría de las personas no cometen delitos, pero es necesario el uso de la fuerza por parte de un sistema judicial para reprimir a los delincuentes y compensar a las víctimas. La sociedad necesita el uso de la fuerza, no la violencia. Si los seres humanos fueran esencialmente o mayoritariamente violentos, la raza humana se habría extinguido hace tiempo. Un estado sólo facilita las cosas a los más fuertes para someter a los más débiles o pacíficos.

El anarquismo liberal es una ideología radical. El radicalismo significa tener raíces, fundamentos, principios, y ser consecuente con ellos y aceptar todas sus implicaciones lógicas. El anarcoliberalismo es radical a favor de la libertad y en contra de la violencia. La moderación es adecuada en situaciones en las cuales los extremos son dañinos. En algunas circunstancias la respuesta óptima puede encontrarse en algún extremo. Al elegir entre verdad y error no hay camino medio ni tercera vía. Los auténticos anarquistas no son terroristas. Los terroristas son personas que asesinan y destruyen propiedad ajena para alcanzar objetivos políticos como obtener el poder o influir sobre los que lo tienen. Los terroristas creen que el estado debe existir y que ellos deben manejarlo, y pueden intentar organizar revoluciones para acceder al poder. El terrorismo en contrario a la ética y contraproducente. El terrorismo suele provocar medidas excepcionales de regulación estatal. El terrorismo puede cambiar gobiernos, pero no acaba con los estados.

El anarquista intenta una revolución no violenta, la eliminación de los estados mediante la desobediencia civil, la negativa pacífica de los ciudadanos a cooperar con el estado. La mejor estrategia para el cambio social es la educación y la persuasión para cambiar las creencias de los seres humanos. El estado desaparece cuando las personas dejan de creer que es legítimo, justo, necesario, beneficioso y eficiente. La eliminación de los estados es un proceso gradual y difícil. Toda reducción del poder del estado es un paso en la dirección adecuada: liberalización, desregulación, disminución de impuestos y gastos. Toda evasión del poder del estado que respete la propiedad privada es legítima: la economía sumergida, el mercado negro, la evasión fiscal, el desafío e incumplimiento de las leyes injustas. Puede ser imprudente y arriesgado resistirse abiertamente a las agresiones violentas de bandas criminales, tanto privadas como estatales, pero toda persona tiene derecho a hacerlo.

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