[Extraído del Capítulo VII de Principios de economía política y tributación (1817). Ricardo, un economista de la “Escuela Clásica”, merece reconocimiento por haber estado entre los primeros en señalar las ventajas de la especialización y el comercio, incluso si una parte de la transacción pudiera producir todo mejor y más barato que la otra. Reimpreso de Free Market Economics: A Basic Reader, recopilado por Bettina G. Greaves]
Bajo un sistema de comercio perfectamente libre, cada país dedica naturalmente su capital y trabajo a aquellos empleos que son los más beneficiosos para cada uno. Esta búsqueda de las ventajas individuales está admirablemente relacionada con el bien universal para todos. Al estimular la industria recompensamos el ingenio y, al usar de la manera más eficaz los poderes peculiares otorgados por la naturaleza, distribuye el trabajo más eficaz y económicamente. Al mismo tiempo, al aumentar la masa general de producciones, difunde el beneficio general y aúna, mediante una relación común de intereses y relaciones, la sociedad universal de naciones a través del mundo civilizado. Es este principio el que determina que el vino tiene que fabricarse en Francia y Portugal, que el grano se cultive en América y Polonia y que las herramientas y otros bienes se fabriquen en Inglaterra.
En uno y el mismo país, los beneficios, hablando en general, están siempre al mismo nivel o solo difieren en que el empleo de capital puede ser más o menos seguro y aceptable. No es así entre los distintos países. Si los beneficios del capital empleado en Yorkshire excedieran los del capital empleado en Londres, el capital se trasladaría rápidamente de Londres a Yorkshire y se produciría una igualdad de beneficios, pero si aumentaran los salarios y los cayeran beneficios, como consecuencia de la tasa menor de producción en las tierras de Inglaterra, debido al aumento de capital y población, de esto no se seguiría que el capital y la población necesariamente se mudarían de Inglaterra a Holanda, o España, o Rusia, donde los beneficios podrían ser superiores.
Si Portugal no tuviera relaciones comerciales con otros países, en lugar de emplear una gran parte de su capital e industria en la producción de vinos, con la que compra para su propio uso la ropa y los utensilios y otros países, se vería obligada a dedicar parte de ese capital a la fabricación de esas mercancías, que obtendría así probablemente inferiores en calidad, así como en cantidad.
La cantidad de vino que dará a cambio de telas inglesas no está determinada por las cantidades respectivas de trabajo dedicadas a la producción de cada uno, como pasaría si ambas mercancías fueron fabricadas en Inglaterra o ambas en Portugal.
Inglaterra puede estar en una situación en la que producir la tela puede requerir el trabajo de 100 hombres durante un año y, si trataran de fabricar vino, podría requerir el trabajo de 120 hombres para el mismo tiempo. Inglaterra por tanto encuentra de su interés importar vino y comprarlo mediante la exportación de tela.
Producir el vino en Portugal podría requerir solo el trabajo de 80 hombres durante un año y fabricar la tela en el mismo país podría requerir el trabajo de 90 hombres para el mismo tiempo. Por tanto, sería ventajoso para Portugal exportar vino a cambio de telas. Este intercambio podría incluso tener lugar a pesar de que la mercancía importada por Portugal pudiera producirse allí con menos trabajo en Inglaterra. Aunque podrían fabricar la tela con el trabajo de 90 hombres, la importarían de un país en donde se requerirá el trabajo de 100 para producirlas, porque le resultaría más ventajoso emplear su capital en la producción de vino, por el cual obtendría más telas de Inglaterra de las que podría producir desviando una porción de su capital del cultivo de vinos a la fabricación de telas.
Así que Inglaterra daría la producción del trabajo de 100 hombres por la producción del trabajo de 80. Es intercambio no podría tener lugar entre las personas del mismo país. El trabajo de 100 ingleses no puede darse a cambio del de 80 ingleses, pero el producto del trabajo de 100 ingleses puede darse a cambio del producto del trabajo de 80 portugueses, 60 rusos o 120 indios. La diferencia a este respecto entre un país y otros se explica fácilmente considerando la dificultad con la que el capital se mueve de un país a otro en busca de un empleo más rentable y la actividad con la que invariablemente pasa de una provincia a otra en el mismo país.[1]
Indudablemente sería ventajoso para los capitalistas de Inglaterra y los consumidores en ambos países que, bajo esas circunstancias el vino y la tela se fabricaran ambos en Portugal y por tanto que el capital y trabajo de Inglaterra empleados en fabricar telas deberían trasladarse a Portugal para ese fin. En ese caso, el valor relativo de estas mercancías estaría regulado por el mismo principio que si una fuera fabricada en Yorkshire y la otra en Londres: y en cualquier otro caso, si el capital fluyera libremente hacia esos países en los que pudiera emplearse más rentablemente, no podría haber diferencia en la tasa de beneficio ni ninguna otra diferencia en el precio real o laboral de mercancías que requiriera la cantidad adicional de trabajo para trasladarla a los diversos mercados donde ha de venderse.
Sin embargo, la experiencia demuestra que la inseguridad supuesta o real del capital, cuando no está bajo el control inmediato de su propietario, junto con la desinclinación natural que todo hombre tiene a abandonar su país de nacimiento y sus relaciones y de implicarse, con todas sus costumbres fijadas, con un gobierno extraño y nuevas leyes, controla la emigración de capital.
El artículo original se encuentra aquí.
[1] Parecería, por tanto, que un país que poseyera ventajas muy considerables en maquinaria y habilidades y que por tanto pudiera ser capaz de fabricar mercancías con mucho menos trabajo de sus vecinos, pudiera, a cambio de dichas mercancías, importar una porción del grano requerido para su consumo, incluso si su terreno fuera más fértil y pudiera cultivarse grano con menos trabajo que en el país del que se importa. Si dos hombres pueden hacer ambos zapatos y sombreros y uno ser superior al otro en ambos trabajos, pero para fabricar sombreros solo excede a su competidor en un quinto o el 20% y en fabricar zapatos puede ser mejor en un tercio o el 33%, ¿no les interesaría a ambos que el hombre superior se dedicará exclusivamente a fabricar zapatos y el inferior a fabricar sombreros?
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