lunes, 13 de noviembre de 2017

Mitos y verdades sobre el marxismo cultural, por Mises Hispano.

La batalla cultural y la Nueva Izquierda

Es sabido de sobra que la izquierda ortodoxa dejó su visión economicista atrás para dar paso a una batalla cultural. Su centro de lucha ya no es, en sus términos, la estructura económica del supuesto orden capitalista, ni el obrero su sujeto revolucionario, sino, la supraestructura, a saber, medios de comunicación, cultura, educación, artes etc.[1] Luego, a falta del obrero que se aburguesó, esta bautizada Nueva Izquierda creó nuevas luchas y así: politizó, organizó y fabricó nuevos sujetos que era necesario proteger, reivindicar y dar voz, abrazando el ecologismo, animalismo, indigenismo, homosexualismo, feminismo radical e ideología “queer”, estos últimos conformando la llamada ideología de género que es una visión acientífica de la naturaleza humana.

El problema con los fenómenos anteriores —que claramente existen y conforman gran cantidad de votos y recursos de la nueva izquierda— surge cuando la derecha señala que su causa es una conspiración judía de más de 60 años de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, la cual, le dio al marxismo un toque de freudismo para implantar el nuevo orden mundial Marxista Cultural, estos arguyen (la derecha) que dicho complot de larga data se propone destruir la cultura cristiana occidental con ateísmo, secularismo, acción afirmativa, biempensismo, corrección política, igualitarismo, súper inclusivismo, multiculturalismo, y liberación sexual.[2]

Es cierto que hay un cambio en la estrategia de la izquierda, el fenómeno existe. De hecho, el politólogo Agustín Laje en “El libro negro de la nueva izquierda” lo expresa a la perfección, la izquierda abandonó las balas por los votos, dejó atrás su visión economicista y determinista de la historia subvirtiendo los postulados clásicos del marxismo. Aquí Laje describe el marxismo clásico:

“El marxismo analiza a la sociedad de manera topográfica o, metafóricamente hablando, con la forma de un “edificio”. En la base o “estructura” de la sociedad, el marxismo coloca las fuerzas productivas y sus relaciones de producción —es decir, las tecnologías para producir y las relaciones de propiedad existentes—. En la “superestructura” que se levanta a partir de esta base de carácter económico, los marxistas ubican al Estado, la ideología, la religión, la cultura, etcétera. Siguiendo con la metáfora edilicia, va de suyo que la manera más fácil de demoler un edificio consiste en reventar los pilares sobre los que éste se apoya, y en esto se ha basado precisamente el marxismo tradicional: las verdaderas revoluciones se pergeñan al nivel de las relaciones económicas, pues todo lo demás —ideología, Estado, cultura, etcétera— es apenas un reflejo de aquéllas. Lo que hay que hacer es transformar el sistema económico, y lo otro se va dando por añadidura”.[3]

La revolución intelectual de Antonio Gramsci consiste en argumentar que Marx estaba equivocado, él argumentó que los verdaderos cambios políticos no se generaban modificando la estructura económica como sostuvo Marx, sino, modificando la superestructura, en palabras de Laje:

“[…] mientras que para el marxismo clásico luchar en el plano cultural, político o jurídico era más o menos como luchar “contra una sombra”, para Gramsci esta lucha era la realmente importante.

La hegemonía en Gramsci se da en un terreno de gran trascendencia: el de los valores, creencias, identidades y, en definitiva, el de la cultura”.[4]

¿Conspiraciones o tendencias?

Sobre esta amalgama del marxismo y si puede seguir llamándose marxismo volveremos luego. Regresando a la teoría de la conspiración de la Escuela de Frankfurt, hay que decir que es bastante problemático hablar de un proyecto de “conquista” consciente y al unísono, donde profesores judíos de esta escuela pretenden destruir al capitalismo occidental desde adentro, es decir, infiltrándose en todos los medios de masas posibles para crear un sentimiento anticapitalista, antitradicionalista, antiteísta, antiheterosexual y hasta antiblanco.

Vale la pena recordar a estos temerosos conservadores el principio de la Navaja de Ockham[5], nombre que recibe en honor al filósofo William Ockham, este sostuvo que en caso de tener dos o más hipótesis deberíamos recurrir a la explicación más simple, lo anterior no implica que la explicación más simple sea la correcta, solo nos dice que es más probable que la simple sea correcta, así, descartamos todo tipo de multiplicaciones de entidades o hipótesis injustificadas, por ejemplo, tenemos el siguiente asunto y dos hipótesis: El famoso actor de Hollywood, Jim Carrey, por muchos años ha estado alejado de la pantalla grande y las pocas ocasiones que ha dado entrevistas actúa y dice cosas muy extrañas. En una muy reciente en la NYFW le dijo a la entrevistadora: “Tú no existes, aunque hay una fragancia maravillosa en el aire”, “creó que somos un campo de energía que baila”, “yo no existo” y le replica la entrevistadora, “¿No estamos aquí?”, “es todo un sueño?” y Jim dice, “Solo hay cosas que pasan y grupos de tetraedros que se mueven juntos” y ella le responde, “¿nada de esto es real?” y finaliza Jim, “No, no, nosotros no importamos”[6]. La primera explicación que dan algunos de este comportamiento, es que Jim Carrey se ha liberado del control MkUltra del nuevo orden mundial reptiliano illuminati en que vivimos, y de este modo trata de darnos pistas de lo que realmente ocurre. En otra explicación uno puede encontrarse con que Carrey aún no supera la pérdida de su expareja—los anteriores insisten en que no fue suicidio sino un asesinato orquestado por los reptilianos[7]— por lo que sufre de depresión o simplemente Carrey quiere generar controversia o ha estudiado algún tipo de filósofo idealista que niega la existencia. ¿Cuál opción parece más plausible? Si pensamos en la primera, para empezar, deberíamos probar la existencia de los reptilianos, los illuminati, los reptilianos illuminati, su gobierno mundial y la programación de control mental MkUltra de la CIA a la que las celebridades son sometidas.

Otro ejemplo ya probado, para no extenderme en demasía, fue el boom de figuras geométricas que apareció en cultivos de muchos lugares del mundo a partir de 1970. Una de las explicaciones en ese entonces fue que los alienígenas habían realizado algunos de estos círculos al aterrizar en sus OVNIS. La otra, que algunos bromistas lo hicieron con la intención de llamar la atención, por suerte, ellos mismos lo confirmarían tiempo después, me refiero a los bromistas.

Algo muy similar esta ocurriendo con los teóricos de la conspiración de la Escuela de Frankfurt. En primer lugar, la victoria de Trump en EE.UU es una prueba fehaciente de que la hegemonía intelectual marxista cultural no ha logrado sus efectos deseados, más bien, lo esta haciendo muy mal, a la postre, menos en otras partes del mundo, especialmente porque es en el mundo más capitalista donde te puedes preocupar por nuevos tipos más amplios de problemas sociales. En segundo lugar, es cierto que el Instituto de Investigación Social existe, no obstante, siempre ha sido un grupo muy heterogéneo donde hay diferencias entre investigadores de una misma generación y todavía más con las generaciones posteriores, ese es el caso de Habermas que se considera el último miembro de la “Escuela de Frankfurt” y divergía sustancialmente con los originales (al punto que la filosofía austrolibertaria de Hans-Hermann Hoppe está construida sobre la revisión de sus ideas sobre la acción comunicativa).

Asimismo, es importante resaltar que no se va encontrar relación entre los autores de esta mencionada escuela y el feminismo de tercera ola o cultural de Simone de Beauvoir o la recién fallecida Kate Millet, sí en cambio, seguramente estas tomaron parte de su método y con tijeras y adhesivo adaptaron sus ideas a sus objetivos.

La Nueva Izquierda y la negación de Marx

Es claro que muchos movimientos beben del marxismo ortodoxo, el marxismo hablaba de la conciencia de clase como requisito inexcusable para la revolución, las feministas radicales hablan de una “elevación de la conciencia”. El marxismo hablaba de lucha de clases, los nazis de lucha de razas, las feministas radicales de lucha de sexos, empero, incluso Marx tomó esta idea de lucha de clases de dos liberales burgueses, Charles Comte y Charles Dunoyer, para los cuales la explotación provenía de las acciones de los burócratas[8]. Igualmente, Rothbard y Hoppe que hacen críticas más allá de la economía, desde la psicología, sociología, etc, —no por ello postmarxistas o Frankfurtianos— siguen toda esta tradición, dividiendo la sociedad en dos grupos, quienes viven del Estado (parásitos) y quienes son explotados por él (productores)[9], e igual que Mises, haciendo principal énfasis en la batalla de las ideas, pues el Estado tiene como principal sustento no sus armas sino su legitimidad mediante el adoctrinamiento ideológico de las masas.[10]

Por otra parte, resulta mucho más problemático hablar de una teoría marxista cultural, pues ello sería una contradicción en los términos —sería mejor hablar de progresismo cultural, gramscismo cultural, izquierda cultural o izquierda no marxista, como estrategias del socialismo reformado, es decir, el socialismo imperante en todo el mundo, el socialismo socialdemócrata— precisamente porque la característica fundamental del marxismo era su énfasis en la economía/materialismo, la economía como determinante de todo lo demás, para Marx, el papel de las ideas era secundario y resultado de la estructura económica. Los actuales “marxistas culturales” habrían sido atacados por Marx. La estrategia actual de la izquierda, entonces, no es marxista.

El fundamentalista cristiano y libertario Ph.D. Gary North en un artículo titulado “El marxismo cultural es un oxímoron” Escribe:

“Cualquiera que considere el marxismo cultural como marxismo no ha entendido nada de marxismo. No en vano, tal postura es común en círculos conservadores.

Gramsci argumentó, y la Escuela de Frankfurt siguió su ejemplo, que el camino para que los marxistas transformaran occidente era a través de la revolución cultural: de ahí surgió la idea de relativismo cultural. El argumento era correcto, pero el argumento no era marxista. El argumento fue hegeliano. Significaba darle la vuelta al marxismo, así como Marx había puesto a Hegel de cabeza. El marxismo en los primeros días se basó en un rechazo del lado espiritual del hegelianismo. Estableció el modo de producción en centro del análisis de la cultura capitalista.

Seamos claros y directos: Marx estaba equivocado y Gramsci tenía razón. El marxismo ortodoxo no fue la causa primaria de la contracultura. La contracultura se basó en la cultura […] El marxismo se comprometió a defender el cambio cultural a través del cambio del modo de producción.

[…] El problema es este: los conservadores de hoy toman demasiadamente en serio las declaraciones de los marxistas culturales, que en realidad no eran marxistas. Ellos eran básicamente progresistas y socialistas. Más aún, ellos habrían sido objetivos de Marx en 1850”.[11]

En el mismo sentido Michael E. Acuña en “Los orígenes y la función ideológica del marxismo cultural” escribe:

La definición de quienes se suscriben a esta conspiración resulta ser bastante cruda: el marxismo cultural es el marxismo transpuesto del dominio de la economía al de la cultura. Tal proposición, a primera vista, parece absurda incluso para aquellos que están vagamente familiarizados con la teoría marxista.

La narración varía dependiendo de la inclinación política del individuo que la difunde, pero su versión estándar es la siguiente: una secta de intelectuales alemanes (de ascendencia predominantemente judía), desilusionada por el fracaso de los partidos marxistas ortodoxos para movilizar al proletariado en conflicto con la burguesía, llegó a la conclusión de que la formulación marxista original era incorrecta. Los trabajadores occidentales tenían una disposición demasiado conservadora para que la retórica igualitaria del comunismo les atrajera.

La solución a los errores teóricos del marxismo a la que llegaron estos pensadores fue reemplazar la clase como el lugar de lucha por la cultura. En otras palabras, el Klassenkampf marxista tradicional iba a ser reemplazado por completo por un Kulturkampf neomarxista. Este colectivo de científicos sociales y literatos variados llegó a ser conocido como la ‘escuela de Frankfurt’ debido a su afiliación con el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Goethe, con sede en Frankfurt, Alemania.

[…] la función principal (del marxismo cultural) es proporcionar a los movimientos conservadores marginales una narrativa que explique por qué la cultura contemporánea está en desacuerdo con sus preferencias ideológicas -de alguna manera absolviendo al capitalismo de cualquier responsabilidad-.[12]

Ambos autores ya dejan bastante claro que el “marxismo cultural” es un chivo expiatorio de la derecha, no es un concepto científico, es una excusa a la desintegración del conservadurismo cultural; sus tradiciones, sus visiones sobre la familia, el matrimonio, el aborto y lugar de la mujer en la sociedad, no en vano, es imperativo ponerle la etiqueta “marxismo”, aunque no lo sea, para mantener vivo ese sentimiento políticamente útil de terror histórico al comunismo en occidente.

El capitalismo y la destrucción creativa de la cultura

De hecho, el liberalismo cultural interactúa positivamente con el capitalismo, se complementan, se nutren. La hipersexualización solo es posible en una cultura de libertad en la cual el capitalismo convierte cada aspecto de la vida en comerciable, desde nuestro cuerpo con la aplicación “Ohlala”, hasta nuestro hogar con “Airbnb”. La gran cantidad de riqueza y oportunidades disponibles en un sistema capitalista propicia una menor necesidad de crear fuertes lazos interpersonales, en otras palabras, menor dependencia de la que gustan los conservadores para mantener a los suyos controlados. El capitalismo es igual a independencia económica y libertad. Hoppe reconoce esto cuando sostiene que en la extinta y socialista Alemania oriental la gente era mucho más unida en comparación a sus hermanos vecinos capitalistas e individualistas de Alemania occidental. Desde luego, no porque el comunismo los haya hecho más solidarios, sino, porque estando sometidos a una vida de constante privación y escasez se hace necesario para sobrevivir, fortalecer todo tipo lazos personales «mayor valor atribuido a la familia, los parientes o amigos» en contraposición a la los lazos impersonales e individualistas de sociedades capitalistas donde para solucionar cualquier tarea basta una llamada telefónica o un cliqueo en internet.[13]

El capitalismo además significa, cambio abrupto, el capitalismo es un sistema abocado al futuro, que no preserva nada más que sí mismo, razón de ello que parte de la izquierda “Pachamama” culpa al capitalismo de la destrucción de la cultura de pueblos indígenas, cuando en realidad, ellos mismos adoptaron el capitalismo para mejorar sus vidas enterrando hasta su propia lengua nativa. En el caso de la derecha es similar, observan el capitalismo como un sistema que destruye sus valores y tradiciones, nuevamente, su temor, como dije anteriormente, es que el capitalismo muestra a los individuos de las sociedades estancadas y dominadas que quieren mantener, otras alternativas y oportunidades por fuera de su campo de control.

Si ahora pensamos en cuestiones como los derechos para las minorías, la feminización de la sociedad, la ayuda al desarrollo o la idea de libre inmigración tan en boga actualmente, existe una explicación psicológica a este fenómeno, en el libro “Los Ángeles que llevamos dentro”[14], el científico libertario Steven Pinker cuenta las razones del aumento del “círculo expansivo de solidaridad[15], el cual, gracias a los medios de comunicación, la interdependencia económica y la globalización, junto con la alfabetización, la educación y el cosmopolitismo producto de las anteriores, diluyen el miedo a la proximidad, el miedo al Otro. Como resultado es más sencillo «Situarse en el punto de observación de otras personas e imaginar sus emociones como si fueran propias» [16], de este modo vemos que el círculo que antes comprendía familia y amigos, hoy, da paso a una preocupación e inclusión de los sin techo, los parados, los inmigrantes, los niños hambrientos en África y hasta los animales por la toma de conciencia de las repercusiones que tiene sobre ellos y su medio el actuar humano.

Finalmente, vale mencionar que las «Afirmaciones extraordinarias, requieren pruebas extraordinarias» y la navaja de Ockham aquí juega un papel metodológico muy importante para rasurar todo tipo de teorías conspirativas. Todas las “anomalías” culturales que acusan de marxismo cultural bien podrían deberse a una juventud existencialista, hedonista, libertina, o a una tendencia hacia algún tipo de moralidad “global”, y no, debido a un proceso sistemático de materializar el plan maligno de poco más de 10 profesores.

Lamentablemente de la misma manera en que la izquierda usa el término “neoliberalismo”[17] como chivo expiatorio para acusar a todo lo que no sea socialismo o “verdadero” socialismo, la derecha usa el término “marxismo cultural” para todo lo que no sea, o ponga en peligro, el conservadurismo. Muy seguramente, en algunos años veremos cómo evoluciona este término hasta adquirir el mismo estatus respetable del neoliberalismo, claro, entre los “académicos” y opinión pública más ignorante.

Referencias

[1] Sobre este cambio de estrategia véase: Nicolás Márquez, Agustín Laje (2016) “El libro negro de la nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural” Buenos Aires: Unión Editorial.

[2] Véase Wilson, J. (2015) “’Cultural Marxism’: a uniting theory for rightwingers who love to play the victim” TheGuardian. Disponible en: http://ift.tt/2hWXOIe

[3] Véase Nicolás Márquez, Agustín Laje (2016) “El libro negro de la nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural” Buenos Aires: Unión Editorial. (p.16).

[4] Ibíd. (p. 20-21).

[5] Véase Dupre, B. (2014) “50 cosas que hay que saber sobre filosofía” Bogotá: Editorial Planeta Colombia; Barcelona: Editorial Ariel. Especialmente capítulo 35 La navaja de Ockham.

[6] Véase eCartelera (12 sept. 2017) “La incómoda entrevista a Jim Carrey en la NYFW, traducida al español” Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=hLLHgGAvPTk

[7] Véase Verdadero Misterio (30 sept. 2015) “Venganza Illuminati a Jim Carrey asesinan a su novia con MKUltra – Verdadero Misterio” Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=nuXH0JParWQ

[8] Richman, S. (2015) “Análisis libertario de clases” Instituto Mises. Disponible en: http://ift.tt/2kZEcr3 y Osterfeld, D. (2012) “Análisis de clase: Perspectivas marxista y austriaca” Instituto Mises. Disponible en: http://ift.tt/2yATVA9

[9] Véase Hoppe, H-H. (2015) Análisis de clases marxista y austriaco” Instituto Mises. Disponible en: http://ift.tt/2kZKmXR

[10] Véase Hoppe, H-H. (2014) Lo que debe hacerse”. Instituto Mises. Disponible en: http://ift.tt/2yzN7Tk Y Rothbard, M. (2015) “Anatomía del estado” Instituto Mises. Disponible en: http://ift.tt/2f7o2HF

[11] Véase North, G. (2014) “Cultural Marxism Is an Oxymoron” Garynorth. Disponible en:  http://ift.tt/2tJ5Nxl

[12] Véase Acuña, M. (2015) “The Origins and Ideological Function of Cultural Marxism” http://www.academia.edu Disponible en: http://ift.tt/2AJhloy

[13] Escribe Hoppe, H-H. (2013) “Una teoría del socialismo y el capitalismo” Editorial Innisfree: “En Alemania Oriental, para lograr las tareas rutinarias más simples, tales como reparar la propia casa, que en otros países no requieren de más que una llamada telefónica, uno debe depender ampliamente de relaciones “personales” (en oposición a relaciones impersonales de trabajo)”. Léase en la introducción del libro.

[14] Véase Pinker, S. (2014) “Los ángeles que llevamos dentro: el declive de la violencia y sus implicaciones” Barcelona; Buenos Aires; México: Paidós, 2014.

[15] Véase Singer, P. (2014) “The Drowning Child and the Expanding Circle” http://ift.tt/1kXE3xD Disponible en: http://ift.tt/1JvW6FC

[16] Véase Pinker, S. (2014) “Los ángeles que llevamos dentro: el declive de la violencia y sus implicaciones” Barcelona; Buenos Aires; México: Paidós, 2014. (p. 897)

[17] Véase Marc Hartwich, O. (2009) “Neoliberalism: The Genesis of a Political Swearword” Centre for Independent Studies. Disponible en: http://ift.tt/2yAc94G

de Instituto Mises http://ift.tt/2AGNTPX
http://ift.tt/2yAqA9b




de nuestro WordPress http://ift.tt/2yAutLc
http://ift.tt/2yAqA9b
Blogs replicados, fabricio, Instituto Mises, mises

No hay comentarios:

Publicar un comentario