[Publicado originalmente el 31 de marzo de 2015]
Estaba leyendo “5 Ways the US is a Little Too Communist” [“Cinco cosas en las que EEUU es un poco demasiado comunista”], de Gary Kittilsen, cuando me vino a la cabeza: El comunismo puede haber ganado ya… y su victoria es global.
El capitalismo funciona. La humanidad en su conjunto nunca ha sido tan rica como ahora. Por supuesto, sigue habiendo pobreza en la Tierra y todavía hay que hacer y lograr mucho, pero todos tenemos una vida que era impensable e inalcanzable para nuestros abuelos, no digamos ya otros antepasados en nuestro árbol familiar. Aun así, es bastante difícil ver a la gente alabando algo del capitalismo.
El capitalismo y la libertad son conceptos que no pueden separarse. El capitalismo (entendido, de forma muy vaga, como la interacción comercial consentida de dos o más adultos y como un sistema social basado en los derechos individuales) necesita libertad para funcionar de la manera que se espera. A pesar de sus muchos beneficios visibles y evidentes para la humanidad, por alguna razón, no es atractivo describirse como defensor del capitalismo: un claro reflejo de la victoria del comunismo en la guerra ideológica más notable de los últimos dos siglos. Pero, si funciona, ¿cuál es el problema? Bueno, son problemas, en plural, y he aquí mi intento de señalarlos:
1. Se nos ha hecho creer (equivocadamente) que capitalismo es igual que imperialismo
Según el diccionario, el imperialismo es “la política de extender el poder e influencia de un país mediante diplomacia o fuerza militar”. El capitalismo se define como “un sistema económico y político en el que el comercio y la industria de un país están controlados por dueños privados en busca de beneficio, en lugar de por el estado”. Aunque está claro que ambos conceptos no están relacionados de ninguna manera, el capitalismo se retrata a menudo como si fuera una consecuencia deliberada del imperialismo: un enorme error si recordamos que fue el imperio soviético para el mundo y el daño que causó.
Tristemente, muchos intelectuales, políticos y gobernantes (como los hermanos Castro, Chávez y Maduro) han reforzado este monumental error (a propósito, por supuesto) y si resulta que posees unas zapatillas Nike estás “alimentando al imperio” y, por tanto, estás en el bando del enemigo. (Creedme, he vivido en dos países latinoamericanos y este es el sentimiento real).
2. La tendencia de “lo pobre es atractivo”
Una tendencia creciente y terrible se ha estado extendiendo globalmente durante décadas: poseer cosas es malo. Si quieres poseer, eres egoísta, avaricioso y débil de espíritu. El ex presidente de Uruguay, José Mújica, es alabado en todo el mundo por ser pobre. “El presidente más pobre del mundo” era realmente la envidia de muchos. Es un hecho preocupante considerar a la pobreza como una virtud. No hay virtud en la pobreza, igual que no hay virtud en la salud: son sencillamente características, como ser alto o bajo, blanco, negro o asiático. La pobreza no es sinónimo de bondad y, lo que es más importante, no es una garantía de nada en concreto. Es precisamente debido a esta tendencia por lo que las celebridades visten camisetas del Che Guevara, ignorando la verdad detrás del mito. Les gusta simpatizar con los pobres (creen que es atractivo hacerlo) y la mejor manera de demostrar su simpatía es, evidentemente, vestir una camiseta con la imagen de un homófobo, racista y asesino de masas que luchaba contra la desigualdad y criticaba la propiedad privada mientras llevaba un Rolex.
3. Capitalismo de compinches
El capitalismo de compinches, según el diccionario es “una expresión que describe una economía en la que la prosperidad en los negocios depende de una relación cercana entre los empresarios y cargos públicos. Puede mostrarse por el favoritismo en la distribución de permisos legales, concesiones públicas, desgravaciones fiscales especiales u otras formas de intervencionismo estatal”. No hace falta decir que los capitalistas reales condenan esas maniobras malvadas. En el capitalismo, el intervencionismo y la protección se rechazan de plano. Es la misma esencia del laissez faire: no intervenir en nuestros negocios, no proteger nuestros negocios, no regular nuestros negocios: dadnos libertades y dejadnos hacer. Por desgracia, debido al algunos compinches, todo el sistema (un sistema de innovación y creación de riqueza) tiene que cargar con una mala reputación.
4. Miedo a un mercado verdaderamente libre
Hay muchos que no ven los muchos beneficios de un mercado libre. El miedo común es a que si los mercados no están regulados por un ente todopoderoso, los precios aumentarán, las pequeñas empresas locales quebrarán y, como consecuencia, los ricos serán más ricos y los pobres serán más pobres.
Nada más lejos de la realidad. Sin intervención, los precios tanto de bienes como de servicios se establecen libremente entre vendedores y consumidores, es decir, oferta y demanda hacen realmente su trabajo. Marxistas y keynesianos defienden regulaciones estatales y estímulos desde el gobierno. En otras palabras, marxistas y keynesianos defienden menos libertad: otro claro ejemplo de lo inseparables que son los conceptos de capitalismo y libertad.
5. El mito de “soy pobre porque tú eres rico”
El comunismo parece ver la riqueza como algún tipo de cosa fija que no puede crecer o crearse, así que, si alguien tiene demasiada, otros tendrán demasiada poca. El concepto de redistribución de la riqueza se basa en esta visión errónea. Es una postura muy peligrosa, ya que genera odio, envida y resentimiento entre hombres y mujeres, “Mirad, no tenéis nada y él tiene mucho, así que es el culpable de vuestra miseria”. La riqueza puede crearse, lo hemos estado haciendo durante los últimos dos siglos. Somos más gente en el planeta y, a pesar de ello, repito, somos más ricos que nunca. El capitalismo sacó a millones y millones de la pobreza extrema. El comunismo, por el contrario, quiere que todos seamos igualmente pobres. Es hora de que nos demos cuenta de qué es realmente el capitalismo. Es hora de que sepamos que, mientras seamos honrados, no hay nada malo en el interés propio o la obtención de beneficios. El capitalismo funciona y tenemos que verlo antes de que todos seamos un poco demasiado comunistas y menos libres.
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