domingo, 3 de septiembre de 2017

Por qué importan las milicias descentralizadas, por Mises Hispano.

En 1852, Abraham Lincoln daba un discurso en Springfield, Illinois, en el que hablaba acerca de los intentos de formación obligatoria de las milicias. Describía las bromas que hacían los ciudadanos de cualquier intento de formación obligatoria de milicias. “Ningún hombre”, decía Lincoln, citando las normas, “transportará más de cinco libras en la charretera ni más de 30 yardas de salchicha boloñesa en el fajín, ni dos hombres vestirán igual, y si dos vistieran parecido, el que vistiera más parecido sería multado”. También describía la figura de la milicia de “nuestro amigo Gordon Abrams” en un campo de formación de milicias, “sobre un caballo (…) con una espada de madera de pino, de unos nueve pies de longitud y un sombrero alto de cartón, de atrás adelante aproximadamente del tamaño de un yugo de bueyes y con una forma muy similar a uno dado la vuelta”.[1]

Lincoln estaba tratando de ridiculizar las actitudes desdeñosas de sus conciudadanos de Illinois hacia la formación obligatoria de milicias. La idea convencional de la teoría militar es que, para una defensa eficaz, el ejército debe estar centralizado y mantenido continuamente en forma de un ejército permanente obligatorio. Esta noción nunca se discute, ni siquiera entre los supuestos defensores del “pequeño gobierno”. Sin embargo, las evidencias del momento sugieren que, si no hubiera sido por el sistema de milicias descentralizadas y voluntarias, el propio Lincoln podría haber tenido muchos más problemas al inicio de la Guerra de Secesión.

Durante la era de Jackson, el sistema de milicias en los estados pasó en buena medida de un sistema obligatorio a uno voluntario. Debido a esto, en la Guerra Mexicana participaron los Estados Unidos que no tenían reclutamiento (los primeros reclutamientos de la Guerra de Secesión se citan habitualmente como los primeros casos de servicio militar en Estados Unidos, pero esto ignora los servicios administrados por los estados que tuvieron lugar durante la Guerra Revolucionaria y la Guerra de 1812). Durante la Guerra Mexicana se consiguieron 50.000 tropas, todas las cuales se alistaron sin ninguna medida obligatoria.

Cuando Lincoln empezó a movilizar tropas contra los Estados Confederados, pidió 75.000 hombres. Este número no solo era mayor que el de la Guerra Mexicana, sino que los estados del sur habían proporcionado previamente un porcentaje desproporcionado de veteranos en dicha guerra. La solicitud de Lincoln era un reto. No mucho después pediría 42.000 tropas más y el Congreso finalmente autorizó hasta 500.000 voluntarios.

La confederación había establecido igualmente un pequeño ejército solo unas semanas antes de los disparos de Fort Sumter, que constaba originalmente de 100.000 hombres y después de la movilización de Lincoln del ejército de la Unión añadió otros 400.000. Todos estos hombres, en ambos bandos, eran voluntarios.

En ese momento el Congreso se reunió en el norte para aprobar el ejército de 500.000 hombres, la mitad de los cuales ya estaban movilizados, a pesar de las numerosas deserciones. Tanto en la Unión como en la Confederación los gobiernos tuvieron que renunciar a voluntarios porque demasiada gente ofreció sus servicios demasiado rápido.

Incluso los suministros para estos hombres se proporcionaron con poca o ninguna administración centralizada. En algunos casos, uniformes, monturas y municiones fueron suministrados por gobiernos estatales y locales, pero muchos de los suministros se obtuvieron por donaciones privadas o incluso por los propios alistados.

Sólo dos días después de la petición de tropas de Lincoln, por dar un ejemplo prominente, un regimiento de 850 voluntarios de Massachusetts ya estaba marchando hacia Washington, completamente armados. La Confederación tuvo igualmente tanto éxito en proporcionar alistados voluntarios que el Secretario de Guerra tuvo que renunciar a aproximadamente 200.000 voluntarios.

La Unión tuvo menos éxito que la Confederación en la movilización de tropas, pero aun así su ejército siguió multiplicándose por un factor de quince en solo unos pocos meses. En comparación, el crecimiento militar mediante reclutamiento para la Primera Guerra Mundial solo creció por un factor de tres durante los primeros cuatro meses de la guerra.

También merece la pena advertir que en ambos bandos de la guerra la naturaleza voluntaria de los primeros regimientos llevó a los hombres a luchar más bravamente. Los regimientos de voluntarios, como señala Jeffrey Rogers Hummel, “estaban ligados por lazos de comunidad y a veces de parentesco, que no hacían más que fortalecerse al llevar a las mismas personas de batalla en batalla. Ninguna burocracia moderna transfería insensiblemente a los hombres, controlando alguna carrera idealizada y perturbando la cohesión local de la unidad en el proceso”.[2]

La teoría militar moderna se da cuenta de esto. Los hombres sencillamente luchan con más Valor cuando luchan por sus amigos y familias, en lugar de por alguna causa abstracta expresada por políticos. Así que la pregunta es ¿por qué no se usa hoy este modelo?

Puede haber muchas respuestas a esta pregunta, pero al menos una de las razones es que Estados Unidos no ha entrado en una guerra verdaderamente defensiva desde el siglo XIX. Después de Pearl Harbor y el 11-S vimos levantamientos nacionalistas en alistados voluntarios porque la gente quería luchar contra las personas que nos atacaron internamente y esto indudablemente afecta a cómo lucha la gente. Pero luchar contra esa gente en su propio territorio, incluso para quienes creen que este tipo de guerra está justificada, no es lo mismo que luchar para proteger a tus propias familias y amigos en tu propio territorio. Estar de acuerdo con alguno de los bandos de la Guerra de Secesión, esto es lo que creían que estaban haciendo los soldados tanto de la Unión como la de la Confederación y, con regimientos voluntarios, estaban luchando junto a las personas con las que habían estado viviendo antes de la guerra.

Sabiendo esto, es fácil ver cómo, en ausencia de intervenciones extranjeras, no se necesita un ejército permanente administrado centralmente. Cuando la gente lucha para proteger a sus seres queridos directamente y cuando lucha con sus amigos del pueblo, hay poca necesidad de ofrecer incentivos externos para impulsarle a ello. Solo las guerras intervencionistas requieren algo más.


El artículo original se encuentra aquí.

[1] Discurso en Springfield, Illinois, 14 y 26 de Agosto de 1852, Roy P. Basler, ed., The Collected Works of Abraham Lincoln (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 1953), v. 2, 149-150.

[2] Jeffrey Rogers Hummel, Emancipating Slaves, Enslaving Free Men: A History of the American Civil War (Chicago: Open Court, 1996), 189.

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