sábado, 29 de diciembre de 2018

La diversidad política en la historia del liberalismo clásico, por Mises Hispano.

La mayoría de los liberales clásicos fueron europeos continentales o americanos, y si bien muchos fueron republicanos, una porción considerable fue filo-anarquista y en algunos casos plenamente anarquista, en otros casos fueron conservadores burgueses (distintos a los “tradicionalistas”), otros fueron monárquicos ilustrados, y otros quisieron trascender esas distinciones y abogaron por alguna idea de gobierno voluntario. Otros simplemente no alcanzaron a visualizar sistemas de pensamiento político acabados. A continuación un breve recuento del liberalismo clásico que hace notar que históricamente ha sido más radical y heterodoxo que como a simple vista parece ser visto. Veremos una diversidad de aproximaciones de filosofía (racionalistas y empiristas), de confesiones religiosas (católicos, protestantes, deístas, agnósticos y ateos), de estilo de militancia (políticos, pensadores, divulgadores).

Étienne de La Boétié y Erasmo de Rotterdam, humanistas, fueron espíritus renacentistas revolucionarios e individualistas (ver Servidumbre Voluntaria, Elogio de la Locura, respectivamente), y si el liberalismo es una extensión del humanismo, entonces son ancestros directos de los liberales. Para muchos historiadores de las ideas políticas Boétié debería ser identificado como el primer anarquista conocido de fines de la Edad Media e inicios de la Modernidad.

El inglés John Locke, filósofo y partidari ode una república aristocrática, establece las teorías sobre el consentimiento en el gobierno (que aunque Locke era protestante se dice que estuvieron inspiradas en la obra del escolástico salmantino, católico, Francisco Suárez), y sobre los derechos de propiedad basados en la ocupación originaria de los recursos naturales. Estas teorías a la vez servirán de fundamento para teorías liberales primero y luego anarquistas. Locke era de la escuela empirista pero da fundamento racional a la teoría de los derechos naturales, que actualmente se asocian más bien al racionalismo. También debemos tomar en consideración a Hugo Grocio, un jurista que anticipó tanto las teorías de la justicia y derechos de los liberales y anarquistas, así como su anti-imperialismo; Grocio también era un protestante con influencia de los pensadores salmantinos católicos, en particular Francisco de Vitoria.

Turgot, Quesnay y Say, economistas clásicos que elaboraron defensas científicas del laissez faire. Los dos primeros dedicaron la mayoría de sus vidas a la militancia y la asesoría política -como simpatizantes de las monarquías del absolutismo ilustrado- y a los estudios de las teorías del valor (Say enuncia por primera vez el valor subjetivo como teoría económica), el tercero sistematizo y modeló a partir de las leyes pre-existentes y elaboro una magistral analítica de los beneficios del libre comercio y la relación entre mercado y gobierno (Teoría sobre Economía Política).

Nicolás de Condorcet, girondino, escritor de un tratado titulado “Iusnaturalismo” y teorizador de que la ley es natural y la legislaciòn del estado simbólica y estéril. Jakob Mauvillon, liberal clásico y anarquista del siglo xviii que enseñó ética a Benjamin Constant (político y pensador suizo, monarquista constitucional y liberal que se dedico a los estudios sobre la centralización del poder, el federalismo y las fuerzas de cambio social del mercado). Quien para algunos historiadores es el primer “anarquista filosófico” era un medio-liberal algo trastornado, William Godwin, alumno y amigo de Paine y Condorcet, a su vez esposo de la feminista liberal Mary Wollstonecraft.

Charles Dunoyer, belga que criticó los tratados lockeanos por no ser lo suficientemente radicales en su defensa de la propiedad privada. Julius Faucher, periodista alemán defensor de la privatización de todas las funciones de los estados y amigo de Alexis Tocqueville (jurista francés e historiador que narró el desarrollo del proyecto de los “Padres Fundadores” americanos).

Frederic Bástiát, el mayor difusor del liberalismo clásico francés en el siglo XIX, periodista, escritor y ensayista (por cierto, según fuentes religiosas, re-converso al catolicismo al final de su vida).

Gustave de Molinari, belga, economista que trató la utilidad de la competencia en policía y jueces en La Producción de Seguridad y las reflexiones tituladas “Soireés” en que se puso el traje de divulgador. Paul Émile de Puydt, escritor belga y autor de la “teoría de la panarquía”, una defensa de los gobiernos voluntarios.

Thomas Paine, publicista y periodista americano, hombre que murió desconfiando de su propia teoría sobre la humanización del estado y siempre dijo que la libertad, el respeto a los derechos individuales y el auto-gobierno son parte inherente de cada hombre y mujer. Escribió El Sentido Común, Los Derechos del Hombre, La Edad de la Razón, este último contra algunas tesis antirracionalistas de Edmund Burke y David Hume (en la tradición liberal ha existido una tensión antigua entre ramas racionalistas y empiristas). David Hume, filósofo inglés, a su vez era también un teórico moral y económico, amigo e influenciador de las tesis laissez faire de Adam Smith. Burke, filósofo conservador, también puede ser leído como un liberal-conservador anticentralista del poder, y existe la teoría de que tuvo un primera etapa anarquista-liberal.

Entre los Padres Fundadores de Estados Unidos vale la pena recordar a Benjamin Franklin, deísta, partidario de la soberanía ciudadana y la propiedad privada. Thomas Jefferson, también deísta, enemigo del intervencionismo militar y económico, y partidario de tesis localistas de gobierno.

En Estados Unidos estuvieron también los Trascendentalistas: Henry David Thoreau y Ralph Emerson, poetas, ecologistas, voluntaristas y filo-anarquistas, románticos y optimistas filosóficos.

En la Inglaterra del siglo XIX, Richard Cobden y John Bright y demás miembros de la Escuela de Manchester, radicales, naturalistas, anti-imperialistas y considerados grandes exponente del liberalismo clásicos que además lograron influenciar el rumbo de las políticas públicas británicas en materia de comercio.

Los anarquistas bostonianos en Estados Unidos, y los anarquistas spencerianos en el Reino Unidos: Lysander Spooner, abogado, empresario, periodista, autodenominado lockeano, anarquista, pacifista. Todas sus lecturas son breves y contundentes, enemigo del paternalismo estatal y de los burócratas. Benjamin Tucker, su excéntrica pero pionera publicación Liberty, o personajes como Voltairyne de Cleyre, fueron influenciados en alguna medida por las ideas de Spooner, y este a su vez por Jefferson. Auberon Herbert, abolicionista del Estado y que abogaba por el gobierno voluntario, y todos los pensadores anarquistas liberales ingleses de la Liberty and Property Defence League no se pueden comprender sin revisar la influencia que el sociólogo y biólogo Herbert Spencer (y libros suyos como Estática social) tuvo sobre las juventudes liberales y anarquistas de la segunda mitad del siglo XIX.

Mención especial, y de tiempo más cercanos, ya entrando el siglo XX, la tiene Max Weber. Psicólogo, sociólogo y politólogo alemán conocido entre otras cosas por su tesis de que “el gobierno es el monopolio de la violencia” y sus estudios sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo. Influencia en sociología de Ludwig von Mises, a quien Weber leía y respetaba en economía.

Algo notable al hacer un recuento de la teoría e historia liberal es que se puede evidenciar que el anarquismo, teórico y filosófico en principio, es una subcorriente del liberalismo clásico y que ya tenía representantes mucho antes del anarquismo de izquierda y socialista, que debido a su auge hace más de 100 años opacó a la tradición más antigua e interesante del anarquismo liberal y por algún tiempo en libros y mentes monopolizó la idea de anarquismo que tuvieron muchas personas y pensadores. Pero hoy que el anarquismo rojo está prácticamente extinto y sólo existe en libros de historia y como mito de grupúsculos sectarios e insignificantes, los elementos anarquizantes del liberalismo clásico y el anarquismo liberal pueden ser mejor apreciados, estudiados y mejorados. Otro cosa notable es que cuando la tradición intelectual del liberalismo es mejor estudiada queda en duda la comprensión convencional del liberalismo como una uniforme teoría del gobierno y ley republicana, pues encontramos simpatizantes y teóricos de la monarquía e incluso del absolutismo ilustrado (aunque parezca paradójico, pues argumentaron que el rey en defensa de las libertades del pueblo debía limitar o eliminar los privilegios proteccionistas de la aristocracia) en base a los mismos principios de derechos individuales e ideas y valores de la libertad.

Se puede decir mucho más, con más detalles y precisión, en textos más elaborados. Este texto apenas es una invitación al estudio de la rica, diversa y hasta contradictoria tradición del liberalismo entre el siglo XVI y el siglo XIX, que a veces ha trascendido del republicanismo y ha derivado en anarquismo de mercado, en conservadurismo individualista, en monarquismo constitucional o en alguna otra idea innovadora para su época. Varios datos en este texto pueden no estar correctos, así que no invito a que crean a ciegas este recuento sino a que investiguen por ustedes mismos y que no se queden con una sola versión de la historia, y que incluso creen ustedes sus propias teorías de cómo debería ser el árbol genealógico de autores y teorías liberales.

Nota: Ralph Raico fue un historiador del liberalismo clásico europeo que recomiendo mucho para estos temas.

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