viernes, 25 de enero de 2019

La banca de reserva 100% y la vía para un patrón oro en un único país, por Mises Hispano.

[Quarterly Journal of Austrian Economics 19, nº 1 (Primavera 2018): pp. 29-64]

SINOPSIS: La banca de reserva 100% es un fundamento y requisito esencial para que un país establezca una estabilidad financiera a largo plazo y un crecimiento económico sostenible. También es un elemento esencial para que un país considere la adopción de un sistema monetario estable de patrón oro. El dinero de deuda, es decir, la deuda creada por los bancos fue calificada en un tiempo como malum per se, algo que es malvado por su naturaleza. Ha sostenido demasiada deuda pública, inflado burbujas especulativas, alimentado la inflación, reducido la inversión y el crecimiento y generado una distribución injusta de la riqueza. En este trabajo, explicamos algunas de las consecuencias perjudiciales de la banca de reserva fraccionaria y damos un boceto para su abolición, como primera reforma antes de que uno o más países puedan establecer un patrón oro viable.

PALABRAS CLAVE: banca de reserva fraccionaria, represión financiera, patrón oro, inflación, dinero.

Clasificación JEL:  E00, E4, E52, F33, G01, G21.


La reforma más urgente en cualquier país es la adopción de una banca de reserva 100% o dinero 100%. Gobiernos y bancos se han resistido a esta reforma. Un patrón oro nacional se convierte sencillamente en un apéndice para la banca de reserva o dinero 100%, al relacionar el dinero con la oferta de oro. Un sistema de banca de reserva 100% independiza el dinero de las obligaciones deudoras: un banco ya no podría crear dinero en forma de depósitos a la vista y el dinero sería independiente de las fluctuaciones en la deuda. Se practicó un sistema de banca de reserva 100% por parte del Banco de Ámsterdam (1609), el Banco de Hamburgo (1619), el Sistema Postal y otras instituciones de depósito 100% que limitaban su negocio a las funciones completamente seguras de depósito y transferencia.

Una condición esencial para establecer un sistema estable de banca ha sido la abolición de la banca de reserva fraccionaria, es decir, dinero de deuda, a favor de la banca de reserva 100%. Esta condición fue estipulada por David Hume (1752), William Gouge (1833), Amasa Walker (1873), Charles H. Carroll (1850s), Frederick Soddy (1934), los autores del Plan Chicago[1]  (1933), Irving Fisher (1936), Ludwig von Mises (1953), Murray Rothbard (1962), Maurice Allais (1999) y muchos otros economistas y autores. Esencialmente proponían un sistema de banca de dos tipos:

  1. Banca de reserva 100% estrictamente para operaciones de depósito y pagos.
  2. Banca de inversión para intermediación financiera y canalización del ahorro e inversiones.

La banca de reserva 100% ha sido recomendada por diversas razones que incluyen evitar (i) frecuentes quiebras y pérdidas bancarias sufridas por los depositantes;[2] (ii) una amplia expansión y contracción de la oferta monetaria que crea burbujas especulativas, crashes, recesiones profundas y pérdida de producción y empleo; (iii) redistribución injusta de riqueza a través de créditos ficticios a favor de prestatarios y especuladores; (iv) dinero de deuda que es demasiado costoso de usar, ya que hay que pagar el interés sobre la deuda pendiente, y (v) contracciones del dinero de deuda si no puede pagarse el interés. Con la banca de reserva fraccionaria, muchos bancos han ido a la quiebra con enormes pérdidas financieras para sus depositantes o para los contribuyentes mediante planes y rescates de garantías subvencionadas de depósito. Por eso muchos escritores consideraban esencial independizar el depósito de dinero de las obligaciones de préstamo y deuda.[3] Esta independencia era necesaria para atender la relación entre la oferta monetaria y la deuda, de manera que el dinero no fluctuara con la deuda y para garantizar que los bancos tienen y prestan verdaderos ahorros y no emiten crédito ficticio. El dinero no debería crearse ni destruirse mediante expansión y contracción de deuda a través del multiplicador del crédito.

El sistema de depósito es una característica esencial de una economía moderna y puede atenderse por medio de bancos privados o del estado (por ejemplo, el Banco de Ámsterdam y el Banco de Hamburgo). Acepta depósitos para su custodia y asume los pagos nacionales e internacionales, cobrando tasas que pagan los depositantes. Algunos autores han sugerido que el gobierno podría proporcionar el sistema de depósito a través de un sistema bancario y postal, minimizando las tarifas y aumentando la cantidad de dinero en la economía (Gouge, 1833; Simons, 1947). Los bancos de inversión, al implantar su función bancaria de inversión no crean dinero ni aceptan depósitos a la vista: toman prestado o emiten valores y títulos de deuda y prestan o compran títulos. Esencialmente, los bancos de inversión funcionarían como otros negocios, emitiendo participaciones y atrayendo capital que invierten a favor de sus accionistas.

El dinero basado en deuda se asocia con la llegada de la banca de reserva fraccionaria. Por definición, el estado hace una concesión a un banco para crear dinero. En países con banca de reserva fraccionaria, el dinero de deuda hizo que las economías sufrieran auges y declives (Juglar, 1862) y destruyeron el patrón oro.[4] Paradójicamente, fue Reino Unido, la piedra angular del patrón oro y el centro financiero del mundo, el que lanzó un golpe fatal al patrón oro en 1931, al que muchos de sus economistas más eminentes llamaron un sistema bárbaro. Fue seguido de inmediato por Estados Unidos, otro modelo del patrón oro, derogando el dinero oro y expropiando el oro de sus ciudadanos en 1933, siguiéndole el resto del mundo. Los defensores del dinero de deuda se referían al patrón oro como grilletes de oro. Pero han sido la deuda y el papel moneda los que han llevado a frecuentes crisis financieras después de abolir el patrón oro (por ejemplo, Grecia 2009-2015, EEUU y la Eurozona 2009-2015, etc.). Además, el sistema de dinero de deuda no puede sostenerse por sí mismo: necesita un banco central para obtener liquidez y rescates públicos ocasionales. Fue el sistema de deuda el que socavó el patrón intercambio oro de Bretton Woods en 1971. Innumerables regulaciones en los siglos XIX y XX no han impedido una creación rápida de deuda y auges y declives financieros.

Se ha considerado al dinero como un pilar esencial de la civilización humana: ha permitido el desarrollo del comercio, la industria, el intercambio y el viaje dentro y a través de países y continentes y un alto nivel de progreso científico. Si este pilar se ve socavado, se produce un declive económico y se pone en riesgo la estabilidad social.[5] Con la llegada de la banca de reserva fraccionaria, el dinero basado en deuda se ha convertido en preeminente. En la búsqueda de ganancias a partir del interés sobre préstamos ficticios, bancos y bancos centrales seguían emitiendo dinero de deuda, creado de la nada, hasta el estallido de una crisis financiera. El dinero de deuda reclama más deuda para atender precios que aumentan rápidamente, reemplazar la deuda liquidada y pagar los intereses. El banco central y los bancos hacen válido cualquier aumento de precio y salario mediante más dinero de deuda. Tan pronto como el proceso de deuda se ralentiza o llega a su quiebra general, estalla una crisis financiera grave y elimina una buena parte del dinero de deuda, causando graves desórdenes económicos y financieros.[6] Con la deuda organizada como una divisa (Carroll, 1850s), las crisis financieras se hicieron frecuentes: la más ominosa fue la Gran Depresión (1929-1936). La crisis financiera de 2008 fue otro ominoso colapso del dinero de deuda. Cada crisis financiera destruye dinero (Frederick Soddy, 1934; Irving Fisher, 1936), paraliza la economía y extiende las quiebras y las penalidades humanas. Los gobiernos recurren a impulsar todavía más deuda de interés para resolver los desórdenes de la crisis financiera. Así que la economía se enreda en un círculo vicioso de deuda seguida por crisis.

Un sistema de banca de reserva 100% (o al menos que se acerque al 100%) o dinero 100% se ha convertido en urgente a la vista de los crecientes desórdenes monetarios del mundo. Muchos importantes escritores han reclamado la abolición del dinero de deuda y propuesto reformas siguiendo los principios de una banca de reserva 100% y una banca de inversión que comparta riesgos.[7] A pesar de las repetidas reclamaciones de reforma durante los siglos XVIII a XX, tanto los gobiernos como los intereses financieros se ha mantenido obstinadamente en contra de abolir el dinero de deuda. A continuación, trataremos los siguientes temas:

  • La naturaleza del dinero de deuda.
  • El inflacionismo, inestabilidad e incertidumbre propios del dinero de deuda.
  • Algunos rechazos notables del dinero de deuda y propuestas de una banca de reserva 100%.
  • Reformas sugeridas para reintroducir banca de reserva 100% y un patrón oro nacional.
  • La banca de reserva 100% y un patrón oro nacional convertible 100%.
  • Reformas estructurales para sostener el dinero 100%.

La naturaleza del dinero de deuda

El dinero de deuda ha estado aumentando sin límite en casi todos los países a ritmos que exceden con mucho el crecimiento del PIB real. La oferta monetaria, medida por el M2 (moneda más depósitos) pudo haber aumentado a un ritmo de dobles dígitos durante decenios en muchos países. El origen de este aumento es sencillamente la deuda. Simons (1947) decía:

Hemos llegado a una situación en la que el crédito de los bancos privados no representa más que una pequeña fracción del nuestro medio efectivo total de circulación. (…) Así que el estado ha forzado al sistema de libre empresa, casi desde principio, a vivir con un sistema monetario tan malo como podía haberse imaginado. (…) Un sistema de empresa no puede funcionar eficazmente ante una incertidumbre extrema con respecto a la actividad de las autoridades monetarias o, en ese mismo sentido, la de la legislación monetaria. Debemos evitar una situación en la que la aventura empresarial se convierta en buena parte en una especulación sobre el futuro de la política monetaria. (p. 55)

Si examinamos el balance de la Reserva Federal de EEUU (Fed), vemos que el oro y los activos extranjeros (30.000 millones de dólares) son mínimos en relación con los pasivos totales (4.452.000 millones de dólares, es decir, el 0,6%.) Toda la expansión monetaria se produjo a través de creación de dinero, convirtiendo el dinero en abiertamente dependiente de la deuda nacional. Además, al irse expandiendo esta última, las importaciones tienden a aumentar más rápido mientras que las exportaciones tienden a disminuir, lo que genera una reducción de los activos extranjeros netos. Además, del dinero de deuda es costoso: los bancos ganan intereses y comisiones sobre la deuda pendiente.

El dinero de deuda ha alimentado la inflación.[8] Esta última se ha considerado una forma de fraude, que tiene que ser erradicada.[9] Es una mentira que la inflación estimule el empleo y el crecimiento.[10] La inflación es un impuesto que transfiere indebidamente riqueza gratuita de un grupo a costa de otro. La distribución de rentas se ve alterada por un alto impuesto de inflación, que priva al trabajo de una parte importante de su contribución real al PIB real. Con una alta tasa de depreciación monetaria, los poseedores de efectivo se desharán de este tan pronto como lo reciban. Se desanima el ahorro financiero (McKinnon, 1973; Shaw, 1973). El ahorro forzoso reemplazará al ahorro voluntario, impuesto a acreedores y trabajadores a través del impuesto de la inflación (Hayek, 1932). Se desanimará la producción al aumentar los productores los precios y reducir la producción.[11] Las exportaciones se reducirán. La Figura 1 muestra el Índice de Precios del Consumo (IPC) para EEUU y el Índice de Precios Minoristas (IPM) de Reino Unido bajo el sistema metálico en el periodo 1800-1913. En ambos países, hubo un importante goteo a la baja de las ganancias de productividad y cambio tecnológico en forma de tendencias a largo plazo de bajada de precios. En 1913, el IPC de EEUU estaba en 79 (1800 = 100) y el IPM de Reino Unido estaba en 82 (1800 = 100). Los trabajadores habían compartido los frutos del crecimiento (Farrer, 1898). Esa compartición ha ido disminuyendo bajo el dinero de deuda en casi todos los países están en práctica este sistema. La Figura 2 retrata la característica de inflacionista propia de sistema de dinero de deuda soportado por un banco central en Reino Unido y EEUU. El impuesto de la inflación se ha convertido en permanente, penalizando a los poseedores de moneda, trabajadores, pensionistas y acreedores. El impuesto de la inflación beneficia a gobierno, deudores y especuladores. La inflación es vital para la perpetuación del sistema de deuda. Ha habido pocos goteos a la baja de ganancias de productividad para los consumidores.[12] En 2013, el IPC de EEUU sería de 1.294 (1945 = 100) y el IPM de Reino Unido sería de 3.766 (1945 = 100).

Figura 1: Índices anuales de precios de Reino Unido y estados Unidos, 1800-1913

Figura 2: Índices anuales de precios de Reino Unido y estados Unidos, 1945-2013

El inflacionismo, inestabilidad e incertidumbre propios del dinero de deuda

El modelo de dinero de deuda ha generado consecuencias sociales adversas en muchos países donde se ha adoptado.[13] Las crisis financieras recurrentes y la consiguiente dislocación económica han sido características propias de este. En cada episodio de crisis de deuda, la prosperidad económica pasó a disminuir y a generar desempleo masivo, como demostró la crisis de 2008. Al estar interrelacionados en una red de comercio, bancos y flujos de capital, una crisis que estalla en un país se extiende a otros. La banca de reserva fraccionaria era una violación de la original y auténtica banca de reserva 100% que caracterizaban las casas de acuñación, así como el Banco de Venecia, el Banco de Ámsterdam y el Banco de Hamburgo.[14] Se desarrolló muy rápidamente en Europa y EEUU durante los siglos XVIII y XIX, principalmente debido al apalancamiento que proporciona a los dueños de los bancos con la emisión de billetes y descuentos y la facilidad de conseguir autorizaciones de operación.

Figura 3: Tipos mensuales de interés del banco central, 2000-2013

Al convertir el dinero en una herramienta política, para conseguir el pleno empleo de los trabajadores, devaluar los tipos de interés e inflar los precios de los activos y la vivienda, las acciones del banco central pueden convertirse en algo arbitrario.[15] Simons deploraba que se usara el dinero como política instrumental y calificaba a la política discrecional como una forma de ilegalidad. Reclamaba la abolición de la banca de reserva fraccionaria y la banca centralizada y la creación de una “Autoridad Monetaria Nacional” que controlara el dinero de acuerdo con normas fijas. El riesgo e incertidumbre sistémicos podrían describirse por la política dinero barato de los grandes bancos centrales que se aprecia en los tipos de interés de la Figura 3. La Fed practicó una política represiva, que rebajó el tipo monetario al 1% durante 2002-2004, bajo la disculpa de luchar contra la deflación en un momento en que la economía llevaba funcionando cerca del pleno empleo durante más de una década. El crédito aumentaba a un ritmo de un 12% anual a costa de la solvencia: repuntaron los precios de activos, viviendas y materias primas. A esto le siguió posteriormente un colapso financiero en 2008, creando desempleo masivo en EEUU y Europa. Después de 2008, la Fed llevó los tipos de interés a casi cero, esta vez para luchar contra el desempleo. Por tanto, la Fed usó una política dinero barato como panacea para ambas enfermedades. La Fed decidió inflar el dinero bajo programas de flexibilización cuantitativa: aumentó sin restricciones su crédito hasta los 4,5 billones de dólares en 2015, desde los 0,8 millones en 2008 (Figura 4).[16] Esta gigantesca impresión de dinero creado de la nada pretendía monetizar déficits fiscales récord e impulsar los préstamos baratos en la economía. La Fed y la mayoría de los políticos y académicos están convencidos de que tipos de interés cercanos a cero y dinero ilimitado eran la política más apropiada para el pleno empleo y el crecimiento económico.

La política de la Fed ha llevado en parte a la Eurozona y otros países a dificultades monetarias. Al ser el dólar una divisa de reserva, la Fed no se enfrenta a ninguna limitación externa a la hora de imprimir tanto dinero como desee ni a la hora de establecer tipos de interés cercanos a cero. Esta última medida es peligrosamente distorsionadora y supone que la oferta real de capital es extremadamente abundante en relación con la demanda de capital. El peligro de esta política ya se apreció en la crisis financiera de 2008.

Figura 4: El crédito de la Reserva Federal, 2002-2014 (billones de dólares)

El dinero de deuda creó demasiada incertidumbre. Base monetaria, crédito, tipos de interés, tipos de cambio, precios de activos y precios de materias primas se mueven de una manera en su mayoría impredecible y volátil. Se dedican enormes recursos a cubrirse contra la alta volatilidad de los tipos de cambio y los precios de activos, lo que aumenta las ineficiencias. En los mercados estables, los recursos de cobertura se habrían usado para inversión productiva.

Con tipos de interés cercanos a cero y dinero barato, la deuda pública de EEUU se disparó hasta aproximadamente 18 billones de dólares en 2014 (un 103% del PIB de EEUU) y sigue aumentando debido a los grandes déficits. La deuda privada ya ha alcanzado el punto de quiebra en 2008 y sigue aumentando rápidamente. El alto endeudamiento hace a la inflación la única salida para la deuda. Lo más probable es que la Fed mantenga la política ultrabarata durante algún tiempo, ya que cualquier endurecimiento de la política monetaria llevaría a la deuda a la bancarrota y generaría un desplome de los precios de los activos.

Solo los países con divisa de reserva, hoy principalmente Estados Unidos, pueden permitirse el lujo de tipos de interés cercanos a cero sin disparar una hiperinflación como la que se produjo en Alemania 1919-1923. En 2015, los tipos de interés del banco central eran del 0,08% (EEUU), el 0,20% (Eurozona), el 10% (Brasil) y el 10% (India) (Figura 3). La diferencia es evidente: al no ser países con una divisa de reserva, Brasil y la India no podían permitirse establecer los tipos de interés en casi cero. Se enfrentan a una limitación del tipo de cambio. Los tipos de interés bajos dispararían su inflación, perjudicarían a su sector bancario y destruirían su sector exportador.

Establecer los tipos de interés en cero o casi cero es la política más distorsionadora. Lleva a tomar prestado sin límites en mercados subprime, estimula el consumo a través de préstamos que puede que nunca se paguen, consume ahorro y desperdicia capital y, al introducir distorsiones, facilita las malas inversiones. Confisca el capital real de un grupo a favor del grupo que se beneficia del dinero barato. Expone al sector bancario a importantes riesgos de interés y crédito. Impulsa al alza los precios de activos y materias primas y crea un entorno de incertidumbre económica. La especulación se convierte en intensa. Se agrava la desigualdad de renta y riqueza. Los efectos dañinos de la política de dinero barato solo aparecen cuando estalla una crisis financiera. La abolición de la banca de reserva fraccionaria sería la reforma que reduciría el desperdicio de capital, la volatilidad, y la ominosa redistribución gratuita de riqueza a través del inflacionismo. Bajo un patrón oro, los tipos bajos de interés drenarían de inmediato todo el oro del país y forzarían una suspensión de la redención de oro como la que se produjo Reino Unido en 1931 y en Estados Unidos en 1971.

Algunos rechazos notables del dinero de deuda y propuestas de una banca de reserva 100%

La banca de reserva fraccionaria ha proporcionado la base para un gran apalancamiento[17] y estafas, inflación de billetes y crisis financieras que generaron dislocación económica y quiebras. En consecuencia, numerosos autores han reclamado el fin definitivo de los bancos de reserva fraccionaria, una cancelación de sus licencias y la reintroducción de una banca de reserva y dinero 100%. Partidario del oro y del dinero 100%, Hume (Discursos políticos) escribía: “de aquellas instituciones de bancos, fondos y crédito en papel de los que estamos tan prendados en el reino. Estos hacen al papel equivalente al dinero (es decir, oro), lo hacen circular a través de todo el estado, y hacen que suplante el lugar del oro y la plata” (Hume, 1752).  Charles Jenkinson, conde de Liverpool (1805) mantenía el mismo descrédito: “El papel moneda, que es tan usado y se está convirtiendo en muy cómodo para los súbditos de Vuestra Majestad, puede resultar en sus consecuencias peligroso para el crédito del reino, si no se aplica ningún remedio”.

Consciente del peligro del dinero de deuda, el tercer presidente de EEUU, Thomas Jefferson, quería abolir la banca de reserva fraccionaria y conservar el dinero metálico. De hecho, se opuso a la renovación de la licencia del Primer Banco de los Estados Unidos. Al ser testigo de la grave dislocación causada por los bancos y su naturaleza corrupta, el presidente Andrew Jackson dio un discurso a una delegación de banqueros explicando la revocación de licencia del Segundo Banco de los estados unidos en 1832: “Sois cubiles de víboras y ladrones. Pretendo echaros y, por el Dios eterno, os echaré”. Abolió la banca centralizada en Estados Unidos e hizo que el país disfrutara de una prosperidad sostenida. El restablecimiento de la banca centralizada en 1913 con la Reserva Federal infligió sobre EEUU su peor depresión económica durante 1929-1936 y desde entonces ha estado desestabilizando la economía y falsificando la distribución de precios y renta.[18]

Maurice Allais escribía (1999): “En esencia, la creación actual de dinero, de la nada, por el sistema bancario, no dudo en decirlo para hacer que la gente se dé cuenta claramente de qué está aquí en juego, es similar a la creación de dinero por falsificadores, tan correctamente condenada por la ley. En concreto, lleva a los mismos resultados”. Bastiat (1877) deploraba la injusticia redistributiva de la inflación de papel. Roba riqueza a los perdedores y da esta gratuitamente a los ganadores. Escribía:

Debo asimismo informarte de que esta depreciación, que con el papel podría continuar hasta que llegara a la nada, se efectúa creando idiotas continuamente y, de entre estos, la gente pobre, las personas simples, los trabajadores y los granjeros son los principales. (…) Hombres agudos, intermediarios y hombres de negocios no los sufrirán, pues su negocio es fijarse en las fluctuaciones de precios, observar la causa e incluso especular sobre ella. Pero los pequeños comerciantes, trabajadores del campo y trabajadores en general soportarán todo el peso. (Bastiat, [1849] 2011, p. 131)

Carroll (1850s) condenaba severamente la injusticia redistributiva del dinero y el crédito ficticios, citando favorablemente a Daniel Webster: “que de todos los ardides para engañar a la humanidad, ninguno ha sido más efectivo que el que les engaña con papel moneda. Es las más efectiva de las invenciones para fertilizar el campo del rico con el sudor de la frente del hombre pobre” (Carroll, [1856] 1972, p. 35). Carroll señalaba que “la verdad es que una moneda expandida y consecuentemente barata es la maquinaria más costosa y derrochadora que pueda poseer una nación. La historia del mundo demuestra que es uniformemente poco rentable o desastrosa. (…) nunca ha habido un error mayor en una ciencia y nunca uno tan fatal para la estabilidad de la propiedad y el bienestar de la sociedad” (Carroll, [1858] 1972, p. 76). Carroll deploraba los efectos devastadores del papel moneda. Decía que “el valor del dinero está regulado hacia el desorden, hacia la desvalorización de los contratos y hacia la confusión de todas las ideas justas con respecto a los derechos de propiedad, eficaces por los poderes ejercitados por los estados a la hora de dar licencias bancarias con autoridad para emitir títulos de crédito” (Carroll, [1855] 1972, p. 6). Describía la noción de “precio sin valor”, es decir, moneda generada por préstamo bancario que brota solo para hacer que suban los precios sin crear valor adicional.[19]

En 1883, William Gouge señalaba: “Nuestros banqueros estadounidenses han descubierto lo que los antiguos alquimistas buscaban en vano: han descubierto lo que convierte todo en oro … en sus bolsillos, y es difícil convencerles de que un sistema que les es tan beneficioso puede ser muy dañino para resto de la comunidad” (Gouge, 1933, p. 227). Lamentaba los males causados por los bancos de emisión. Estas instituciones alteraban constantemente las mediciones de valor, causaban incertidumbre para el comercio y otorgaban ventajas no merecidas a algunos hombres sobre otros. Decía: “Siempre ha sido mi opinión que todos los males que pueden infligirse sobre un estado libre, los establecimientos bancarios son los más alarmantes. Son los buitres depredadores de los órganos vitales de la constitución y roban la sangre a todo el cuerpo político” (Gouge, 1833, p. 111).

Gouge destacaba los males redistributivos del dinero bancario.

Hacía de toda la propiedad privada una lotería. Además, estos bancos dieron lugar a muchos tipos de agiotaje, por el cual los ignorantes se ven dañados y los taimados beneficiados. (…) Ven cómo la riqueza pasa continuamente de las manos de aquellos que la producen con su trabajo o cuyas economías la ahorraron, a las manos de aquellos que ni trabajan ni ahorran. La recompensa natural del industrioso pasa entonces a los ociosos y el castigo natural de la indolencia recae sobre los industriosos. El especulador despiadado, que no tiene capital propio, pero que opera sobre todo sobre capital de otra gente, tiene muchas razones para estar contento con este sistema.  (Gouge, 1833, p. 31)

Gouge rechazaba la idea de exceso de producción como una tontería mientras las enormes necesidades humanas de alimento, refugio, medicación, etc. en todos los países siguieran insatisfechas: atribuía la perturbación de los negocios a la desaparición del dinero ficticio creado por los bancos.[20] Rechazaba la noción de dinero elástico, que subrayaba la Ley de la Reserva Federal de 1913. Señalaba que

La flexibilidad o elasticidad de un medio bancario no es una virtud, sino un defecto, y esas “expansiones” y “contracciones” no existen para ajustarse a los deseos de la comunidad, sino por una sencilla consideración por los beneficios y la seguridad de los bancos. La incertidumbre en el comercio producida por estas “expansiones” y “contracciones” sucesivas no es más que uno de los males del sistema actual. Hacen que los bancos lleven a cabo tratos de crédito en un grado enormemente pernicioso, que causen que se dé crédito a hombres que no deberían tenerlo y se priva de recibir crédito a otros a quienes sería útil. (Gouge, 1833, p. 136)

Rechazaba la idea de que los bancos hicieran abundante el dinero, diciendo:

Los bancos hacen que el dinero abunde. No, hacen que escasee el dinero real. Mientras circulan los billetes bancarios, el oro y la plata se ven desplazados. Es contrario a las leyes de la naturaleza que dos cuerpos ocupen el mismo espacio al mismo tiempo y nada está más claro que eso: cuando hay dos tipos de moneda autorizadas por la ley o sancionadas por la costumbre, la que tiene menos valor desplaza a la otra. (Gouge, 1833, p. 45)

Gouge discutía el principio de que el papel era más barato que el metal. Hay que admitir que el papel moneda tiene algunas ventajas, pero también son claros sus inconvenientes. Gouge rechazaba también el papel del gobierno diciendo que: “Las emisiones de papel del gobierno serían incentivos para la extravagancia en los gastos públicos, incluso en el mejor de los tiempos; impedirían entender las preocupaciones fiscales del país sobre una base adecuada y causarían diversos males. Además de esto, el gobierno no debería tener más preocupación con la banca y la intermediación del que tiene con la panadería y la sastrería”. En términos de reformas, Gouge estaba por delante tanto del Plan Chicago de 1933 como del dinero 100% de Irving Fisher (1936). Para Gouge, el dinero de deuda es un mal que no tiene solución, excepto su abolición o extinción a través de la quiebra o cuando el papel deja de tener Valor. Decía:

Ninguna solución legislativa puede lograr un remedio adecuado para los males que derivan del papel moneda bancario incorporado. El sistema es, por usar el idioma de los abogados, malum per se, algo que es malo por naturaleza. El mismo principio de su fundamento es erróneo. En un gobierno republicano no debería concederse ninguna inmunidad a nadie, salvo las que sean comunes a todos. (Gouge, 1833, p. 52)

Y “podéis decir lo que queráis, el papel es papel y el dinero es dinero” (Gouge, 1833, p. 232).

Gouge proponía la prohibición de todos los bancos incorporados de papel moneda, es decir, eliminar sus privilegios de responsabilidad limitada y emisión de billetes. En su lugar haría que los bancos estuvieran sometidos a una responsabilidad ilimitada, prestando solo de su propio capital más los depósitos de ahorro (depósitos temporales) y manteniendo una reserva metálica 100%. “Con los bancos privados y las oficinas públicas de transferencia y depósito deberíamos tener todo lo que es bueno del sistema actual, sin lo malo” (Gouge, 1833, p. 230). Para Gouge, el dinero es metálico:

La alta estimación que han tenido los metales preciosos en casi todas las épocas y regiones es una evidencia de que deben poseer algo más que un valor meramente ideal. No es a partir de los meros los caprichos de la moda por lo que son valorados igualmente por los lapones y los siameses. No fue por el cumplimiento de ninguna teoría preconcebida de filósofos o estadistas por lo que fueron durante muchos milenios en todos los países comerciales los medios exclusivos de circulación. Los hombres eligieron el oro y la plata como material para el dinero por razones similares a las que les indujeron a elegir la lana, el lino, la seda y el algodón como materiales para vestirse y la piedra, el ladrillo y la madera como materiales para construir. Descubrieron que los metales preciosos tenían esas cualidades concretas que los hacían apropiados para ser patrones y medidores de valor y para servir, en forma de monedas, a los propósitos de un medio de circulación. (Gouge, 1833, p. 10).

No se registra ningún ejemplo de una nación que haya llegado a una gran riqueza sin el uso del dinero en oro y plata. Por el contrario, tampoco hay ningún ejemplo de ninguna nación atreviéndose a sustituir este dinero natural por el uso de papel moneda sin incurrir en perturbaciones y problemas. (Gouge, 1833, p. 17)

Gouge era consciente de la dimensión temporal de la reforma:

La disolución repentina del sistema bancario, sin una preparación adecuada, pondría fin a la recaudación de deudas, destruiría el crédito privado, acabaría con muchas instituciones productivas, dejaría la mayoría de la propiedad de los industriosos en manos de los especuladores y privaría a los trabajadores de empleo. (…) Podemos librarnos del sistema, sin dificultades, prohibiendo, a partir de cierto día, la emisión de billetes pequeños y procediendo gradualmente con los de denominaciones superiores. (Gouge, 1833, p. 138)

Probablemente, lo único que haría falta que hiciera el Congreso sería declarar que, después de cierto día, solo se aceptaría oro y plata en los pagos debidos al gobierno y que ninguna empresa sería agente de la gestión de sus asuntos fiscales. La gente empezaría entonces a distinguir entre efectivo y crédito y la opinión pública funcionaría con mucho más vigor sobre los gobiernos estatales que, uno por uno, tomarían las medidas necesarias para sustituir en papel por dinero metálico. (Gouge, 1833, p. 234)

Los obstáculos para la reforma indicada por Gouge no serían distintos en la actualidad. Aparte de los intereses de los grupos políticos y financieros, Gouge apreciaba un grado de ignorancia de la gente acerca de la naturaleza del sistema de papel.

Su única desgracia fue que eran ignorantes sobre los principios de la moneda y tenían gobernantes tan ignorantes como ellos. Ciertas personas que nunca tuvieron una idea de un estado mejor de la sociedad afirman rotundamente que no puede existir: aceptan los males establecidos y se consuelan de su existencia señalando que las cosas no podrían ser de otra manera. (Gouge, 1833, p. 227)

Henry Ford dijo una vez: “Está bien que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario, pues, si lo entendiera, creo que habría una revolución antes de mañana”. Manteniendo opiniones similares a las de Gouge y Carroll, el premio Nobel de química de 1921, Frederick Soddy (1934) condenaba el dinero de deuda como una forma de esta legal y falsificación y una violación de la democracia. Le acusaba de mandar a millones de trabajadores al paro y la pobreza y de ser un obstáculo para el progreso de la tecnología, el peno empleo y la distribución correcta de los productos de la industria. Reclamaba la abolición del dinero de deuda y la reconstrucción de las casas de acuñación como emitirían papel moneda estatal como alivio frente a los impuestos. Consciente de la hiperinflación en Alemania, Austria y muchos otros países, recomendaba que el papel estatal estuviera regulado por un índice estable de precios.

El sistema monetario condenado por Gouge, Carroll y Walker era superior al sistema monetario que se ha arraigado profundamente desde principios del siglo XX. En su tiempo, los mercados de trabajo, capital y materias primas eran competitivos, sin barreras aduaneras, sin precios ni salarios establecidos por los gobiernos, sin bancos centrales, sin sindicatos, sin unos impuestos formidables, ni gobierno desmesurado.[21] Simons (1947) lamentaba la erosión de la competencia y las instituciones que controlan los mercados de capital y trabajo. Le horrorizaba el uso de fuerza pública en el área monetaria y el dinero como herramienta política, refiriéndose a menudo a los banqueros centrales como “dictadores” que infligían gran incertidumbre y turbulencias en la economía: deploraba la amplia contracción y expansión de la oferta monetaria y la consiguiente alteración en el valor de los contratos, que calificaba como elasticidad perversa. Consideraba que se había creado innecesariamente demasiada incertidumbre por culpa de la política monetaria. Apoyaba firmemente un dinero 100% y la abolición tanto de la banca centralizada como de la banca de reserva fraccionaria. Su oposición a la banca de reserva fraccionaria y su pilar, la banca centralizada, no se limitaba al sistema monetario, sino también al sistema económico que ayudaba a configurar en forma de demasiado gobierno, grupos de interés demasiado poderosos y una estructura de precios y salarios completamente rígida. [22] Mises (1953) explicaba que las rigideces y el apoyo del gobierno a los monopolios de todos los tipos dificultaban la recuperación tras la depresión. Las flexibilizaciones cuantitativas masivas en EEUU y la Eurozona ilustran claramente las creencias de Mises, Simons y muchos otros sobre lo profundamente rígido en que se ha convertido el sistema. Mises argumentaba que la mejor aproximación al desempleo era eliminar las restricciones legales sobre la flexibilidad salarial y dejar que los mercados laborales se liquiden por sí mismos. Por el contrario, los gobiernos fuerzan una expansión monetaria como vía al pleno empleo.

El principio de la banca de reserva 100% (dinero 100%) y el patrón oro puede exponerse así: Los bancos son intermediarios esenciales en los pagos y las inversiones; sin embargo, no deberían tener prerrogativas sobre la creación de dinero. El oro y la plata son materias primas puramente económicas y no deuda basada en el interés. Los productores de oro venden oro de la misma manera que un granjero vende trigo. El oro se intercambia por trigo. Como dinero, el oro no se contrae de la misma manera que el dinero de deuda, que se contrae cuando los deudores la devuelven o cuando los emisores rechazan emitir o cuando se produce un impago generalizado. El oro no se expande a golpe de firma, como pasa con el dinero deuda. El oro no confiere a ningún país un estatus privilegiado de una divisa de reserva. Bajo el patrón oro, los países no pueden usar sus divisas para como medio de liquidación y pueden tener que liquidar la balanza de pagos en oro si no hay otras materias primas disponibles para exportación. El oro impulsó el desarrollo de las exportaciones: las naciones intercambiaban materias primas y raramente liquidaban en oro. Con el papel moneda, muchos países olvidaron las exportaciones, ya que importaban con papel. Otros países, sobre todo los países en desarrollo, se apoyaron en la toma de préstamos y también olvidaron sus sectores exportadores.

Reformas sugeridas para reintroducir banca de reserva 100% y un patrón oro nacional

Restaurar un patrón oro tras una suspensión de convertibilidad de este es sencillo técnicamente: es una decisión puramente política. Requiere relacionar los cambios en el dinero (papel y depósitos a la vista) con los flujos de oro e intercambios exteriores hasta que la moneda nacional llegue a un tipo estable frente al oro, momento en el que la convertibilidad puede implantarse de una manera permanente.[23] Por ejemplo, el rentenmark alemán se ligó instantáneamente al oro en 1923, sin previsión de convertibilidad ni casi reservas de oro, sencillamente basado en un compromiso total para controlar la oferta monetaria alemana. Restaurar un patrón oro es exactamente la misma experiencia que restaurar la convertibilidad de una divisa. Después de la Segunda Guerra Mundial, muchas divisas europeas, como el franco francés, no eran convertibles por divisas extranjeras a la par, como estipulaba el sistema de Bretton Woods de tipos fijos de cambio. Para restablecer la convertibilidad, los países tenían que recuperar el control de las políticas monetarias y fiscales y alcanzar la estabilidad macroeconómica. Mientras el déficit fiscal estuviera fuera de control y estuviera monetizado constantemente, los países no podían alcanzar la convertibilidad.

Las experiencias históricas de restaurar la convertibilidad en oro y el patrón oro son numerosas. El principio básico era el mismo: controlar estrictamente la emisión de billetes y depósitos. El Banco de Inglaterra observó el principio en 1819 para abrir el camino para la convertibilidad de sus billetes en 1821 tras la suspensión de 1797. De forma similar, el Tesoro de EEUU estableció la convertibilidad en oro de los greenbacks en 1879 a través de superávits fiscales que redujeron el papel moneda. Mientras las grandes potencias industriales como Estados Unidos, Alemania y Francia adoptaban el patrón oro durante 1870-1900, el valor de la plata en relación con el oro se depreciaba considerablemente. Numerosos países socios que mantenían un patrón plata veían como sus monedas se depreciaban considerablemente, causando graves dificultades fiscales y externas. Muchos países con patrón plata tuvieron que realizar reformas monetarias, que consistían alcanzar un tipo fijo de cambio de sus monedas en relación con el oro. Estas reformas eran necesarias para establecer la estabilidad de los tipos de cambio y liquidar las operaciones de comercio y capital en oro con los países de patrón oro (Kemmerer, 1916).

Con el estallido de la guerra de 1914, muchos países suspendieron el patrón oro, lo que significaba que sus divisas ya no eran convertibles en oro: las divisas flotaban en los mercados de cambio entre sí. Tan pronto como acabó la guerra, los países se apresuraron a restaurar el patrón oro. Una característica importante del retorno al patrón oro fue la comparación entre la experiencia británica condenada y la exitosa experiencia francesa. La experiencia británica restauró el oro a la paridad de preguerra en 1925 en el contexto de una inflación muy alta. Este tipo no reflejaba el muy alto grado de inflación desde 1914 y era totalmente irrealista. Hacía falta una gran deflación que afectó gravemente a la economía, así como a la competitividad externa. Se desarrolló un desempleo masivo, ya que los salarios no podían reducirse. Por el contrario, Francia no fue tan rápida como Reino Unido al restaurar el oro: estabilizó su economía hasta llegar a un mercado estable para su moneda en relación con el oro que reflejara la inflación pasada, así como el equilibrio comercial. Francia restauró un patrón oro estable en 1928 a un tipo de mercado altamente devaluado, aproximadamente a un quinto de la paridad previa a la guerra, lo que mejoró la competitividad externa sin ninguna reducción en los salarios nominales y se mantuvo sin dificultades a partir de entonces.

Mises señalaba que un retorno a una moneda fuerte, es decir, un patrón oro, es técnicamente sencillo, aunque políticamente muy difícil. Su plan para el oro requería acabar con la inflación estableciendo una barrera insalvable a cualquier aumento adicional en papel y depósitos a la vista: requería una salvaguarda contra la deflación. Proponía la creación de una institución de conversión, distinta del banco central, a la que se le confiaría las operaciones de intercambio. La institución tendría el monopolio para emitir papel moneda con una cobertura al 100% en oro y divisa extranjera. El sistema bancario sería banca de reserva 100%, sin descuento por parte del banco central. No se daría ningún privilegio a la institución, salvo a emisión de papel moneda. No tendría un monopolio del uso del oro o la divisa extranjera. El mercado de cambio de moneda estaría completamente libre de restricciones.  Todos serían libres de comprar o vender oro o divisa extranjera. No habría centralización de esas transacciones: cualquier banco o intermediario podría liquidar los pagos exteriores con corresponsales extranjeros. Nadie se vería obligado a vender oro ni divisa extranjera a la institución ni a comprar oro o divisa extranjera a ella. Mises señalaba que Estados Unidos debía restaurar el patrón oro clásico, que existía en Estados Unidos hasta 1933 con monedas de oro circulando libremente y no un patrón cambio-oro. El oro debía estar en las posesiones de efectivo de todos. Todos deberían ver monedas de oro cambiando de mano y todos deberían estar acostumbrados de tener monedas de oro en sus bolsillos, recibiendo monedas de oro al cobrar sus nóminas y gastando monedas de oro cuando compran algo en una tienda.

Rothbard (1962) proponía un patrón oro con el dólar ligado al oro permanentemente a un peso fijo y redimible en moneda de oro al peso. El dólar debería volver a definirse como una unidad de peso de oro. Rothbard reclamaba remplazar el nombre “dólar” por onza de oro o gramo de oro. Rothbard insistía en que las monedas de oro deberían circular y usarse en transacciones. Destacaba que tenía poco sentido defender reformas esenciales mientras se olvidaba las causas que socavaron el patrón oro en el pasado. Además de abolir la Reserva Federal, Rothbard quería eliminar, o al menos reducir drásticamente la inflación y los ciclos económicos. Por consiguiente, proponía una banca de reserva 100%, junto con el Plan Chicago (1933), el 100 Percent Money de Irving Fisher (1936) y Simons (1947), que eliminaría la capacidad de los bancos de crear dinero y así reducir el apalancamiento y las presiones inflacionistas y deflacionistas. David Hume, Thomas Jefferson, Andrew Jackson, John Adams, W. Gouge, Charles H. Carroll, Amasa Walker, Isaiah W. Sylvester, Elgin Groseclose y Ludwig von Mises siguieron todos la tradición de reserva de oro 100%, es decir, el papel y los depósitos cubiertos al 100% por reservas de oro. Consideraban un fraude la emisión de pasivos a la vista mayores que las reservas.

Ron Paul (1985) afirmaba que Menger (1892) y Mises (1953) demostraron que el dinero apareció por evolución del proceso de mercado. Es decir, los gobiernos no inventaron las piezas de oro como dinero. Proponía una nueva acuñación de oro en onzas troy. Paul apoyaba la Agencia de Conversión de Mises que serían responsables de emisión de monedas y piezas de oro para el público y para intercambiar oro y papel. Solo debería autorizarse por ley a la agencia de conversión intercambiar monedas genuinas por dólares en papel a la par. En el plan de Paul, un paso importante para restaurar el sistema monetario en oro es la acuñación: el oro debería estar en las existencias de efectivo de todos. Como en el caso de Mises, todos deben ver monedas de oro cambiando de manos y todos deben estar acostumbrados a tener monedas de oro en sus bolsillos, a recibir monedas de oro cuando cobren sus nóminas y a gastar monedas de oro cuando compren en una tienda. En el plan de patrón oro de Paul, la acuñación debería basarse en unidades exactas de peso de pieza. Las monedas deberían denominarse en onzas troy, medias onzas y tamaños menores si es viable. La denominación de acuñación es el secreto para el éxito en las posteriores etapas del programa político.

Mises, Rothbard y Paul consideraban que un solo país podría actuar solo y adoptar el patrón oro sin esperar a que el resto del mundo esté bajo un patrón oro.[24] Rechazaban la idea de una conferencia internacional para restablecer un patrón oro, ya que en el pasado cada país tenía dinero en oro creado por legislación soberana y no coordinándose con países socios. Mises (1944) escribía:

No hace falta ningún acuerdo ni planificación internacionales si un gobierno quiere volver al patrón oro. Toda nación, sea rica o pobre, poderosa o débil, puede en cualquier momento adoptar de nuevo el patrón oro. La única condición requerida es el abandono de cualquier política de dinero barato y de los intentos de combatir las importaciones con devaluación (p. 252).

En la misma línea, Walker (1873) escribía:

Si los principios que hemos indicado antes y los resultados prácticos que se los siguen, son como hemos indicado, entonces ninguna nación  debería dejar de hacer este experimento por miedo a que otras naciones no sigan su ejemplo, pues la comunidad que tenga la moneda fuerte, en igualdad de condiciones, tendrá la industria más rentable y el comercio más ventajoso. No tiene que haber ninguna restricción legal a la emisión de esa moneda y no importa lo voluminosa que pueda ser mientras esté compuesta de hecho de dinero valioso, obedecerá las leyes del valor y, por supuesto, se regulará por sí misma. Entonces no habrá expansiones ni contracciones, salvo por las operaciones legítimas de comercio y la moneda de la nación sería perfectamente fuerte (p. 245).

La banca de reserva 100% y un patrón oro nacional convertible 100%

Una reforma esencial, incluso antes de pensar en restaurar el patrón oro, es establecer una banca de reserva 100% (o cercana al 100%) o un dinero 100%. La introducción de esta reforma ha sido descrita detalladamente por Soddy (1934) y Fisher (1936). La legislación tiene que cambiar la banca en dos componentes: (i) un sistema de depósito 100%, que no emite préstamos, y (ii) banca de inversión que toma prestado o mite valores o bonos e invierte, presta o compra bonos y valores (Walker, 1873). Este componente no puede crear dinero, es decir, conceder un préstamo, que no tiene dinero disponible, sencillamente creando una cuenta de préstamo y crear depósitos. Un banco de inversión funciona como un banco de desarrollo[25] o un fondo de inversión inmobiliaria cuyos fondos se encuentran en una institución de depósito. Por tanto, a partir de una fecha de implantación, la legislación tiene que requerir que un nuevo préstamo emitido por un banco de inversión tendría que esta completamente cubierto por fondos guardados en una institución independiente de depósito. Esta decisión impedirá la creación de nuevo dinero de deuda, estabilizará la oferta monetaria y permitirá al sistema bancario transitar a una banca de dos tipos.[26] Los poseedores de dinero tendrían que decidir cuántos depósitos que no generan intereses quieren mantener y cuántos activos generadores de interés adquieren a través de sistema de banca de inversión. Simons indica que la mejor banca de inversión es la que no tiene contratos fijos de dinero en absoluto:

¿Qué dispositivos de la estructura financiera ocasionarían una amplitud menor o mínima de las fluctuaciones industriales? Una condición ideal aproximada es bastante obvia (e inalcanzable). El peligro de desajustes omnipresentes, sincrónicos y acumulativos se minimizaría si no hubiera contratos de dinero fijo en absoluto, si toda la propiedad se guardara en valores residuales o en forma de existencias comunes. Con esa estructura financiera, nadie estaría en disposición ni de crear sustitutivos eficaces del dinero (ya sea para circulación o atesoramiento) ni de obligar a las empresas a intentos de liquidación al por mayor. (Simons, 1947, p. 165)

Esta reforma permite la implantación del plan de profundización financiera McKinnon-Shaw. McKinnon y Shaw destacaban la importancia profundizar en el dinero y un sector bancario y financiero bien desarrollado. Se agrupa u gran ahorra a partir de ahorradores pequeños, pueden implantarse proyectos eficientes y a gran escala y el riesgo se reduce enormemente. Los bancos de inversión toman prestado o emiten bonos y acciones y compran valores o conceden préstamos a proyectos de inversión. Simons prefería que los bancos de inversión emitieran más valores que préstamos con interés para movilizar los ahorros. Consecuentemente, el banco de inversión reduce su riesgo la ligar el coste de sus recursos al rendimiento de sus activos y a ser capaz de recaudar capital a largo plazo. Además, la financiación en acciones reduce el conflicto entre deudores y acreedores y cambia en el valor de la deuda debido a cambios en el nivel de precios.

La introducción de un patrón oro se convierte en un apéndice para la banca de reserva 100% y el dinero 100%, ya que se ha eliminado un obstáculo importante para su existencia, que es el dinero de deuda. Un patrón oro con dinero de deuda fracasará., ya que el oro y el dinero de deuda son como el agua y el fuego (Carroll, 1850s). Un país con divisa que no sea de reserva no tiene nada que perder adoptando un patrón oro. Es actualmente un pseudopatrón oro, ya que su cambio exterior puede convertirse instantáneamente en oro a los precios del oro que prevalezcan en el mercado. El patrón oro no puede funcionar en ningún país con restricciones al comercio del oro. Las restricciones sobre el oro fueron prácticamente inútiles y se impusieron como una medida para forzar a la gente a usar el papel devaluado, como se demostró en Francia en 1720 y 1789-1795, EEUU después de 1933 y Reino Unido después de 1931. Un país tiene que establecer un mercado del oro completamente libre sin impuestos a las importaciones o exportaciones de oro. El estado asume un papel de control de calidad para prevenir el fraude. Un mercado libre del oro establece un precio de equilibrio libre de distorsiones y contribuye a una vuelta del oro a su verdadero precio.

La Ley de Peel de 1844 dividía el Banco de Inglaterra en dos departamentos: el Departamento de emisión y el Departamento de Banca. El departamento de emisión estaba a cargo de emitir billetes con una cobertura de oro 100%. De manera similar, el banco central de un país que busca un dinero 100% con un patrón oro se reorganizaría en un departamento de emisión: el departamento de banca se convierte en puramente redundante con un dinero 100% y puede eliminarse. El departamento de emisión emitiría papel moneda nacional frente a divisa extranjera y oro con tipos flotantes de mercado. El departamento de emisión tiene el monopolio estricto del papel moneda. Sin embargo, no tiene ningún monopolio en los mercados de cambio de moneda y oro. Bancos, oficinas de cambio de moneda y tratantes de oro y plata son completamente libres en su comercio de oro y divisa extranjera dentro del marco regulatorio. El departamento de emisión no tiene operaciones bancarias dentro ni fuera del país. Transforma inmediatamente su divisa en oro a tipos de mercado y vende oro frente a moneda nacional a tipos de mercado.

Una ley del patrón oro restablecería las acuñaciones y las monedas de oro y plata. Las acuñaciones se abrirían a todo el público, incluyendo tratantes de oro nacionales y extranjeros, así como al departamento de emisión del banco central. Las acuñaciones transformarían el oro en monedas y certificarían la calidad de la moneda con una sencilla tasa que cubra los costes de evaluar y acuñar el metal. A los nacionales se les debería permitir adquirir monedas de oro acuñadas dentro y fuera del país. Si los residentes exportan materias primas, como trigo, petróleo y otras cosas, pueden elegir importar oro y transformarlo en monedas. Debería permitirse que estas monedas circulen en la economía, especialmente para el pago de grandes transacciones. La compra de monedas de oro debería facilitarse a través de bancos y tratantes de moneda con licencia. El oro monetaria se adquiriría mediante comercio exterior, minería local, si la hay, y desvío de usos no monetarios. La importación de dinero se pagaría con moneda extranjera adquirida de exportaciones de mercancías y servicios. El comercio de oro se realizaría con precios internacionales, de la misma manera que todas las materias primas comerciables, como grano, petróleo crudo, azúcar, café y otros. La economía tendría que exportar productos para importar oro u otros productos. El oro se compraría y vendería con papel moneda nacional en el departamento de emisión o cualquier tratando autorizado al tipo de mercado. Las monedas y lingotes de oro pueden depositarse para su custodia en instituciones de depósito y usarse en operaciones de pago. Las instituciones de depósito tienen que guardar el oro depositado en monedas y lingotes y restituirlo en monedas y lingotes y nunca en papel moneda. Los clientes convertirían en oro en papel moneda nacional en operaciones separadas en bancos y oficinas de cambio autorizados o directamente en el departamento de emisión. Durante el periodo de transición, el oro circularía junto al papel a tipos flotantes, de la misma manera que las divisas extranjeras circulan junto al papel. Los comerciantes pueden usar directamente sus divisas extranjeras o convertirlas en papel para liquidar pagos. Las monedas de plata, emitidas por las acuñadoras, circularían con un tipo libre como producto.

El departamento de emisión debería controlar el tipo de cambio del papel moneda en relación solo con el oro y no con las divisas extranjeras: no debería haber ningún intento de economizar en la circulación de oro o limitarla a solo el oro en bruto. La duración de la transición tiene poca relevancia, siempre que el departamento de emisión funcione estrictamente como una agencia de conversión y el dinero 100% esté en vigor. Cuando el papel vaya a apreciarse considerablemente en relación con el oro, después de un periodo de flotación en relación con el oro, un país habría llegado al final del periodo de transición y estaría listo para funcionar bajo un patrón oro clásico. El gobierno puede entonces fijar el valor del papel en términos de oro. A partir de este momento, el departamento de emisión compraría y vendería oro frente a papel a la par. El papel tiene una denominación en unidades de cuenta y las monedas y lingotes de oro continuarán denominándose en sus pesos. A la par, el papel será tan bueno como el oro.

Un país tendría una cobertura del 100% de cualquier moneda recién emitida, es decir, cada nuevo papel tendría un respaldo completo en oro. A la inversa, el oro vendido por el departamento de emisión conlleva una retirada de la circulación de una cantidad igual de papel. El riesgo de especulación contra el papel, una vez ligado al oro, es nulo, ya que, con un dinero 100%, no puede emitirse ningún dinero como deuda. El papel ha estado estrictamente controlado y ligado fuertemente a las necesidades de transacción: no hay más redundancia de papel. Sin embargo, puede haber una mala cosecha que requiere una cantidad considerable de oro para importaciones, lo que puede ejercer tensión sobre las existencias de oro del departamento de emisión o los tratantes de moneda extranjera. En ese caso, el departamento de misión puede considerar temporalmente hacer flotar la moneda hasta que se restablezca de nuevo la paridad previa. Podemos observar que debería haber un sistema metálico subsidiario de monedas en plata, cobre, bronce y níquel para complementar el oro en las transacciones pequeñas, como pasó con el sistema de Reino Unido durante 1816-1914. La acuñación subsidiaria no estaría denominada en peso, sino en décimas de unidades de cuenta. Para impedir la inflación mediante acuñación subsidiaria, tiene que imprimirse una cantidad de papel moneda para cada cantidad equivalente de monedas decimales.

Tendíamos que destacar que no se necesita ninguna condición inicial para las existencias de divisa en papel o las existencias de oro. Un país no tendría que acumular oro antes de pasar a un patrón oro, no tendría que retirar de la circulación su papel moneda mediante impuestos o superávits monetarios.[27] Las condiciones previas serían levantar cualquier restricción sobre el oro como moneda y establecer un mercado libre del oro y la plata; crear una agencia de emisión en monopolio y aplicar una banca de reserva 100%. Las existencias de oro adquirido estarían determinadas por la demanda de oro: cuanto mayor sea la demanda de oro, más tendrá un país que aumentar sus exportaciones y reducir sus importaciones, salvo las de oro. El mercado también determinaría la composición de su dinero en existencia de papel moneda y oro y la conveniencia de cada tipo de activo.

El Plan Chicago (1933) destacaba el dinero de reserva 100% y la banca basada en valores sin referencia específica al oro. ¿Por qué insistir el reintroducir el oro en un país cuando un dinero de reserva 100% conseguiría la estabilidad financiera sin papel moneda? Observamos que todos los planes anteriores de dinero 100% durante los siglos XVIII y XIX suponían un patrón oro y pretendían conseguir la convertibilidad del oro. Los autores del Plan Chicago podrían haber reclamado una vuelta al patrón oro si hubieran experimentado un sistema de puro papel moneda, como el que ha prevalecido desde 1971. Una eliminación del dinero de deuda es esencial para la estabilidad bajo un sistema de papel o de oro. La deuda y el dinero tienen que separarse: el dinero no debería variar en relación con la deuda. El papel no convertible no es dinero natural y no emana de las fuerzas del mercado. En consecuencia, el estado ha encontrado cómodo el papel moneda para financiar déficits. El papel que representa oro puede imprimirse como dinero completamente respaldado; el papel convertible no, ya que se crea a menudo mediante deuda o monetización de un déficit fiscal. Además, el oro es tanto un patrón de valor como una equivalente (es decir, producto intercambiado). El papel no convertible no tiene valor intrínseco y no es un patrón de valor. Por tanto, un país no puede beneficiarse manteniendo sus reservas de moneda extranjera en papel no convertible. Sería seguro guardarlas en oro. Un papel nacional ligado al oro tiene un contenido conocido de metal y es dinero estable. Ya no está influido por divisas extranjeras no convertibles y en rápida depreciación. Un país protegería a su economía contra la inestabilidad y las incertidumbres causadas por los países con divisas de reserva. Si no está ligado al oro, el papel nacional tendría un tipo inestable de cambio y puede sufrir un grado de depreciación al ir inflando sus respectivas divisas los países de reserva. Esto desanimaría la inversión y aumentaría los riesgos e incertidumbre del tipo de cambio.

Reformas estructurales para sostener el dinero 100%: Mercados completamente liberalizados de trabajo, capital y materias primas

En casi todos los países, los gobiernos intervienen en multitud de sectores y áreas de la economía. Cuanto más se expande e interviene el gobierno, más recursos necesita, algo que solventa recurriendo cada vez más a un impuesto de inflación. Adam Smith, que demostró las mentiras de los aranceles y las primas y advirtió en contra de la expansión de un sector público improductivo, ha detallado los peligros de la expansión e intervención públicas. Limitaba el papel del gobierno a defensa, justicia, educación y obras públicas. Entre los oponentes a la intervención pública estaba Lysander Spooner (1886), que reclamaba que se abolieran los aranceles y monopolios y se restauraran los mercados libres de capital, trabajo y materias primas. Decía:

Si un gobierno tiene que “hacer igual y exacta justica a todos los hombres”, debe hacer sencillamente eso y nada más. Si hace más que eso a muchos, si da monopolios, privilegios, exenciones, pimas o favores a cualquiera, solo puede hacerlo haciendo injusticia a más o menos de otros. Solo puede dar lo que toma de otros, pues no tiene nada propio para dar a nadie. (Spooner, 1886, p. 15)

Por tanto, históricamente, el gobierno ha tenido que obligar al papel moneda, hacerlo de curso legal, ser capaz de recaudar impuestos de la inflación y promover los grupos de intereses.

El papel moneda y la banca de reserva fraccionaria han llevado a grandes burocracias públicas y poderosos grupos de interés: la economía ha reducido los mecanismos para el ajuste, salvo mediante inflación. Numerosos escritores han criticado el modelo de excesiva intervención del estado en la economía. Mises (1949, 1953) destacaba la necesidad de mercados no intervenidos y la eliminación de la inflación como condiciones para reintroducir un patrón oro. Señalaba que el gobierno necesitaba la inflación para financiar la expansión de su tamaño. Simons (1947) deploraba las consecuencias devastadoras del estatismo y destacaba que una reforma monetaria en la línea del dinero 100% tenía venir acompañada por la abolición de monopolios y de rigideces de precios. Hayek (1944) lo llamaba el “camino de servidumbre”. Anderson (1945) y varios otros escritores mostraban los peligros del sistema estatista actual. El gobierno sigue aumentando de tamaño.[28] A los fallos del estado se los llama fallos del mercado. A pesar de las crisis financieras, el declive económico y las desigualdades sociales, este sistema tiene el respaldo completo de los políticos. Las divisas de reserva posibilitaron la financiación de su excesivo estatismo imprimiendo dinero. Después de 2008, los países de divisa de reserva establecieron tipos de interés cercanos a cero, pretendiendo apoyar déficits fiscales y transfiriendo parte del coste del rescate a otros países. Un país de no reserva tiene una limitación externa estricta. Hay que reconocer que ningún país occidental está considerando la adopción de un patrón oro, especialmente debido a las rigideces de salarios y precios, el dominio del estatismo, el enorme gasto, la monetización de los déficits, a enorme deuda pública y privada, así como el dominio de poderosos grupos financieros. En muchos países, el modelo económico estatista ha dañado las exportaciones, convertido una economía agrícola antes rica en un país con déficit alimentario y causado una alta deuda exterior. Con estatismo y rígidas leyes laborales y de control, un país no podría adoptar un patrón oro, ni siquiera una política monetaria restrictiva para controlar la inflación. Tiene que confiar en los impuestos de la inflación para tener grandes déficits presupuestarios.

Muchos autores desde el siglo XVII han propuesto un patrón oro incluido en una banca de reserva 100% debido al enorme daño causado por el papel y la banca de reserva fraccionaria. Aunque no haya existido un sistema así en el pasado reciente y no haya ninguna experiencia histórica que demuestre su superioridad, hay sin embargo un gran número de ejemplos contrafactuales con respecto a las consecuencias perturbadoras del papel no convertible y el dinero de deuda, por los cuales los países en desarrollo están sufriendo estancamiento económico, alto desempleo, alta inflación, alta deuda y una inestabilidad financiera continua. Prevalece una gran desigualdad de rentas y riqueza mediante redistribución causada la impresión de dinero, el apalancamiento y las crisis financieras. La distribución de rentas ya no está determinada por la contribución real a la producción nacional sino por ventajas fuera del mercado. Por el contrario, hay evidencias muy importantes de que el crecimiento económico fue rápido bajo el patrón oro y benefició considerablemente al trabajo en forma de importantes aumentos salariales reales con pleno empleo completamente mantenido em todos los países con patrón oro (Farrer, 1898). Los tipos de cambio fueron fijos durante décadas y el comercio internacional floreció. Sin embargo, el patrón oro no podría sobrevivir junto a la banca de reserva fraccionaria. Un sistema de dinero 100%, que derogue el dinero de deuda, no permite la creación de dinero de la nada.

Los opositores al patrón oro han afirmado que las escasez de oro impediría la circulación de cantidades crecientes de productos, ignorando el papel de la compensación que liquida casi todas las transacciones en activos, materias primas, comercio internacional, etc. sin casi efectivo. Al contrario que la Fed en EEUU, que imprimió 4 billones de dólares en dinero en cinco años para financiar gasto público, no hay empresa minera que pueda extraer tanto oro dentro del mismo periodo. Los bancos, al emitir dinero, se guían por la maximización de beneficios y mucho menos por la circulación de mercancías. La redundancia del dinero de deuda evolucionó hacia una inflación desbocada, demostrando que demasiado papel perjudicaba la economía.[29] El dólar de EEUU tiene en 2016 un poder adquisitivo que es menor del que tenían 2 centavos en 1914. El oro se usaba esencialmente como patrón: raramente circulaba como medio de pago, como ilustra la creación de casas de orfebres y el Banco de Venecia, el Banco de Ámsterdam, el Banco de Hamburgo y otros bancos similares que liquidaban cuentas sin movimientos de oro físico. A finales del siglo XIX, los pagos reales en oro representaban menos del 2% de los pagos totales en Reino Unido. Ya sea en oro o en papel, solo la economía determina el dinero real en la economía a través de cambios en los precios. Además, hay unas existencias enormes de oro profundamente enterrado que podrían extraerse y usarse como dinero. Los opositores también afirman que el oro dificulta la competitividad externa- En el caso de muchos países, la inflación de papel moneda arruinó el sector exportador al confiar algunos países en la deuda externa para financiar su déficit externo, en lugar de en las exportaciones. Además, la inflación interior perjudicaba la competitividad. Mejorar la competitividad externa mediante inflación y depreciación del tipo de cambio equivale sencillamente a subvencionar a los exportadores o costa de los importadores y los grupos de rentas fijas: no es una verdadera mejora de la competitividad, que deriva de las ganancias de productividad y la innovación. Hay multitud de evidencias de que el patrón oro mejoró la competitividad mediante ganancias importantes de productividad y la consecuente caída en los precios de la que fuimos testigos durante 1871-1914.

Conclusiones

Hemos recomendado una banca de reserva 100% (o más realistamente, más cercano al 100%) como la reforma más importante para restaurar una moneda fuerte y la estabilidad financiera. Esto también proporcionaría los cimientos y una piedra angular para reintroducir un patrón oro nacional en uno o más países que quieran hacerlo. Una reforma monetaria sólida ayudaría a un país a restaurar el crecimiento económico y la equidad social. Como decía Gouge (1833), la banca de reserva fraccionaria es un malum per se y no tiene solución, salvo derogarlo y remplazarlo por una banca de reserva 100%, en otras palabras, dinero 100%, como se defiende con fuerza por el Plan Chicago (1933), Soddy (1934) e Irving Fisher (1936).

En el contexto de una política de dinero barato por parte de los países con divisa de reserva y la consiguiente incertidumbre, un país sin divisa de reserva podría considerar un patrón oro para inmunizar a su economía contra fluctuaciones en los tipos de cambio y los precios. China ha expresado su interés en distintos momentos a lo largo de los últimos diez años aproximadamente. Aparte del dinero 100%, un país tendría que animar la compartición de riesgos de acciones de banca de inversión, como sugería Simons, aliviando así el conflicto entre deudores y acreedores y consiguiendo estabilidad financiera.

El sistema de papel moneda no convertible se ha convertido en altamente inestable, como demuestra la crisis de 2008, sus secuelas, así como las turbulencias que causó. Controlar los tipos de interés en una situación cercana a cero reducirá el ahorro, estimulará el consumo financiado con deuda y asignará incorrectamente los recursos, alejándolos de las mejores oportunidades de inversión física en el sector real; aumentando el nivel de la deuda, redistribuyendo la riqueza con desigualdades crecientes, alimentando tipos de cambio y precios de activos volátiles y dañando totalmente el crecimiento, la igualdad social y el comercio internacional. Restableciendo el dinero 100%, un país tendría un dinero más propicio que libraría a la economía de la inflación, restauraría el crecimiento rápido y el pleno empelo y mejoraría la justicia social, con su dinero y tipos de interés determinados por el mercado y no administrados por el estado.

Referencias

Allais, Maurice. 1999. La Crise Mondiale d’Aujourd’hui, París: Clément-Juglar.

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El artículo original se encuentra aquí.

 

[1] Los autores del Plan Chicago fueron: Henry Simons, Frank Knight, Aaron Director, Garfield Cox, Lloyd Mints, Henry Schultz, Paul Douglas y A. G. Hart. El profesor Irving Fisher, de la universidad de Yale, fue un firme defensor del plan. Su libro 100 Percent Money (1936) era un intento de conseguir apoyo al plan entre académicos y políticos.

[2] El Banco de Inglaterra, fundado en 1694, suspendió la convertibilidad de sus billetes en oro y plata ya en 1696 y a partir de ahí de una manera no infrecuente. Suspendió la convertibilidad durante el periodo 1797-1821.

[3] Con esta independencia, no hay necesidad de garantizar la seguridad de los depósitos bancarios mediante instituciones como la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC).

[4] Escritores eminentes destacaron que el dinero de deuda indudablemente eliminaría el oro:  David Hume (1752), Charles Jenkinson (1805), los presidentes de EEUU, Thomas Jefferson y Andrew Jackson, William Gouge (1833), Charles Holt Carroll (1850s) y Amasa Walker (1873).

[5] Ejemplos de terribles hiperinflaciones que arruinaron la economía real fueron el sistema de John Law en Francia (1716-1720), los asignados (assignats) de Francia (1789-1795), la moneda continental de EEUU (1785-1790) y la hiperinflación alemana (1919-1923). En todos estos episodios el papel se convirtió en inútil, la economía perdió su dinero y el hambre se extendió por el país.

[6] Irving Fisher (1936) señalaba que el dinero de EEUU se había reducido en un 35% en el periodo 1929-1933 tras el colapso del dinero de deuda. Defendía firmemente un dinero de reserva 100% para eliminar así el poder de los bancos de crear y destruir dinero.

[7] Podemos citar a David Hume (1752), Thomas Jefferson, Andrew Jackson, William Gouge (1833), Charles. H. Carroll (1850s), Amasa Walker (1873), Irving Fisher (1936), los numerosos autores del Plan de Chicago (1933), Ludwig von Mises (1953), Murray Rothbard (1994) y Maurice Allais (1999).

[8] Se proponen dos definiciones de inflación. La más común es un aumento general persistente de los precios. Otra definición considera el aumento general de los precios como un efecto de un aumento en la oferta monetaria que no se ve compensado por un aumento correspondiente en la demanda amplia de dinero, de tal manera que debe producirse una caída en el valor intercambio objetivo del dinero. En esta edición, la inflación se mide por el aumento en la demanda amplia dinero.

[9] La inflación es una característica propia del papel moneda y el dinero de deuda. Deriva del dinero creado de la nada en forma de una monetización de déficits fiscales o emisiones de préstamos no respaldados. Los productos se compran a cambio de papel y no de productos. La práctica de apropiarse injustamente de riqueza fue severamente condenada por John Locke (1691).

[10] Bastiat, Lo que se ve y lo que no se ve, 1877.

[11] En un contexto inflacionista, los productores reconstituyen su capital circulante de dinero a través del aumento de los precios y la reducción de las cantidades. En un contexto no inflacionista, tienen que generar capital monetario circulante a través de mayores cantidades vendidas. Se ven obligados a producir mucho más para generar efectivo. La caída de los precios mejor a su vez la competitividad externa y las exportaciones.

[12] Mises (1953) señalaba que el IPC infravaloraba la inflación durante el periodo 1922-1929, un periodo caracterizado por grandes ganancias de productividad. Si el IPC registrado fuera del 3% y las ganancias fueran del 7%, el verdadero IPC sería del 10%.

[13] El dinero bancario basado en interés fue severamente condenado por Thomas Jefferson, William Gouge, Charles Holt Carroll, Frederick Soddy, Amasa Walker y muchos otros. Mises, Rothbard, Irving Fisher, Los autores del Plan Chicago, Maurice Allais y muchos autores propusieron abolir el dinero de deuda y remplazarlo con un dinero sin interés.

[14] Estas instituciones se crearon como instituciones de depósito y pagos y no para economizar en oro y plata, que tenían una oferta abundante, hasta el punto de causar una alta inflación en todo el mundo.

[15] Friedman (1959) se oponía al poder discrecional de la Fed: proponía una norma fija según la cual la oferta monetaria tendría que aumentar aproximadamente un 2%-3% anual. Reiteraba que la Fed solo podía controlar la oferta monetaria: no podía controlar la tasa de desempleo, el tipo de interés ni la tasa de inflación.

[16] Las reservas extraordinarias de los bancos en la Fed eran de 2,5 billones de dólares en diciembre de 2015. Si se retirara esta cantidad, la expansión del crédito sería demasiado grande y aumentaría los riesgos de crédito, así como la inflación.

[17] En 1694, el Banco de Inglaterra hizo un préstamo al gobierno: exste monetizó inmediatamente el préstamo y emitió billetes por una cantidad igual, extendiendo más préstamos tanto al gobierno como a las empresas. A través del apalancamiento, el banco ganó rentas de intereses sobre un capital que no poseía.

[18] Ron Paul (2009) consideraba “la creación de la Fed el error más trágico nunca cometido por el Congreso. El día en que se aprobó, murió la vieja América y empezó una nueva era. Había nacido una nueva institución que iba a causar una inestabilidad económica sin precedentes en las próximas décadas. Cuanto más retrasemos una conversión a una moneda fuerte y un alejamiento de la banca centralizada, peores serán nuestras crisis y más se expandirá el gobierno a costa de nuestras libertades. Se drena nuestra riqueza, disminuye enormemente nuestra productividad. Nuestras libertades se erosionan. Hemos pasado casi cien años en este mismo patrón que se repite, así que es hora de ser inteligentes y aprender algo. Mientras las imprentas estén disponibles para el gobierno y el cartel bancario, estos las usarán en lugar de hacer lo correcto”.

[19] La Figura 1 mostraba que una cosa que costaba 1£ 1945 costaría 38£ en 2013.

[20] Irving Fisher (1936) explicaba la gran depresión (1929-1936) por la evaporación del dinero bancario. Su plan de reforma (dinero 100%) reclamaba la abolición de la banca de reserva fraccionaria

[21] Durante el siglo XIX, los mercados de trabajo se recuperaban muy rápidamente de las depresiones causadas por las quiebras bancarias a través de un mecanismo de mercado libre. En medio de la Gran Depresión, con el desempleo cercano al 25%, EEUU aumentó enormemente los niveles salariales en un intento por estimular el gasto. Evidentemente, el desempleo permaneció por encima del 19% hasta el estallido de la guerra (1939-1944). Con la guerra, el desempleo cayó por debajo del 1%.

[22] Grecia es un ejemplo de economía atrapada en una burocracia desmesurada y rigideces profundamente arraigadas que mantuvieron a la economía en un estado deprimido durante 2009-2015, con poco espacio para eliminar las rigideces estructurales y disminuir el gobierno.

[23] Los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional (FMI) imponían un tope estricto o incluso una reducción en la oferta monetaria para permitir a un país reconstruir los activos extranjeros netos hasta un objetivo deseado. El FMI usaba la aproximación monetaria a la balanza de pagos, que consideraba que la balanza de pagos reflejaba cambios en agregados monetarios nacionales.

[24] Soddy (1934) insistía en que la reforma monetaria es puramente un asunto nacional y no debería requerir una conferencia internacional. Reino Unido era el único país con un patrón oro estándar durante 1816-1873. Aprobó su legislación del oro en 1816, sin aprobación de otros países y rechazó el bimetalismo propuesto por la conferencia monetaria internacional a favor de su propio patrón oro.

[25] Por ejemplo, el Banco Mundial no puede prestar sin conseguir los fondos antes de prestar vendiendo bonos. Estos fondos se guardan en instituciones de depósito. Indudablemente, no puede crear depósitos a favor de sus prestatarios.

[26] Para impedir una reaparición de la banca de reserva fraccionaria, las instituciones de depósito no conceden préstamos: son instituciones de pago. Los bancos de inversión no tienen un papel en la creación de dinero. Los bancos de depósito liquidan todos sus pagos.

[27] Un país puede ligar instantáneamente su divisa al oro al tipo de mercado prevaleciente, como fue el caso del rentenmark alemán en 1923 sin provisión de convertibilidad. Reduce su divisa cuando se aprecia el oro y la expande cuando el oro se deprecia en relación con el tipo fijo.

[28] En su libro, Nuestro enemigo, el estado, Albert Jay Nock (1935) mostraba las consecuencias adversas de un gobierno cada vez más grande en términos de declive económico, despotismo y declive social. F.A. Hayek (1944) deploraba el estatismo en muchos países occidentales, que reducía a la gente a la servidumbre.

[29] Paradójicamente, el papel no convertible crea escaseces de dinero. Cagan (1956) demostraba que el dinero real era casi inexistente en los países con hiperinflación.

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